7/5/13

LA MUJER AQUELLA ESCLAVA DE AYER







Hay que ser muy cautos, algunas veces, cuando nos sinceramos escribiendo. No digamos siempre todo cuanto sentimos y si lo decimos calculemos el efecto que produzcamos en las demás personas; pero no dejemos de manifestarnos a través de las palabras y ni expresemos todos nuestros pensamientos alegremente.

Abundan los que tienen la capacidad de discernir y valorar el sentido de lo que leen, otros, en cambio, mientras leen piensan en otras cosas o después de leer sólo saben criticar negativamente, disienten, bien sea por rencor, envidia o malas pulgas. Así pues, me abstengo a las consecuencias, voy a romper una lanza a favor de las mujeres, a modo de anecdotario. Ya me ha ocurrido en varias ocasiones participando en casuales reuniones extra oficiales en cualquier lugar, donde al tocar el tema que nos ocupa coincidimos plenamente en los derechos que corresponden  a todas y los defectos de algunos de los hombres que no quieren dar su brazo a torcer. Pero, obviamente, este de hoy no es el caso. A veces, algunos se lamentan de su conyugue “mayorcita” que si se quejan de la mañana hasta la noche, que si frígidas, que si se pasan el día ayudándoles y no les dejan tiempo libre para sus asuntos, etc. Luego se alborotó el grupo y coincidimos unánimemente, que no está bien que alguien hable tan desaforadamente. Seguramente, cuando formaron hogar,  y ella estaba como un piano si le gustaba jugar con sus teclas y hacía todo lo posible por ayudarle y tenerla contenta; y ahora, ¿por qué no? ¿Por qué está viejita y medio arrugada, porque sufre artritis, artrosis, reuma, nervios o cualquiera otra dolencia física? ¿Por qué no puede fregar los platos y calderos de la cocina y es usted quien tiene que hacerlo si es que quiere comer? Y además todas las labores de la casa…

En esos momentos, no les miento, cuatro de los presentes, en una reunión de unos diez amigos y conocidos, se manifestaron diciendo que ellos ayudaban y consideraban a sus respectivas esposas en todo y hasta le hacen la comida y salen hacer compras, que es lo menos que podían hacer por ellas que tanto han dado para hacernos felices, incluyendo a los hijos. Que no deben hablar tan ligeramente de las desgracias de ellas y si compadecerlas.

Mis comentarios ratifican que el hombre ha ganado en estima, que con el tiempo ha superado tantos perjuicios en contra de los derechos humanos, que merecen todas las mujeres… Y si hubiera mujeres malas, mayormente es por culpa del hombre, muchos las han prostituido, algunos las han abandonado a su suerte e incluso con niños en los brazos y sin saber a donde ir. Y no olvidemos jamás que nuestra madre también pertenece a su sexo y su feminidad, ha quedado para siempre en nuestra conciencia.

Luego, el grupo de amigos fue creciendo y todos, ecepto un par de ellos, estuvieron de acuerdo en que la mujer tiene el justo derecho de ser respetada por su condición de sexo y su papel en la Sociedad dando hijos y amor sin pedir tanto a cambio, sólo respeto.

Evidentemente, la Sociedad ha cambiado sus formas y sentimientos, no quiero decir que nuestros viejos eran peores, eso nunca, pero es que la vida ha evolucionado a ritmos agigantados. En muchos de los casos es la mujer quien lleva el dinero a la casa y el hombre ha cuidado de tenerlo todo ordenado para cuando ella llegue, eso no es malo ni degrada al hombre. Y cuando no, salen los dos a trabajar y los niños van a las guarderías.
Ese equilibrio social apunta hacia el progreso, no cabe duda, lo importante es hallar el trabajo, que es, en definitiva,  el factor que resuelve todos los problemas de las familias estables. Y en las horas libres un rato se puede disfrutar, ellas con las amigas y nosotros con los amigos o en familia con los hijos. Una sana terapia para llegar a viejos con el alma tranquila, que cada cual busque a los suyos que Dios estará siempre con nosotros.

Como no podía faltar, siempre salta al ruedo un gracioso, diciendo sarcásticamente, que con las mujeres no se puede vivir, pero sin ellas tampoco.




Celestino González Herreros
         celestinogh@teleline.es


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