POR LOS VALORES QUE HEMOS
DESCUIDADO
Un pueblo siempre tiene aquello por lo que haya
luchado su gente, y en la medida que cuiden eso, lo conservarán largo tiempo o
no. Los objetivos alcanzados demandan mesura en su trato a priori y desde el
grado de cultura de sus moradores están orientados sus logros.
En las aulas de la clase está el caldo de cultivo
intelectual, pues todo el recinto que
les alberga es el mágico laboratorio de la instrucción pedagógica. La docencia,
debe ser administrada con todo rigor y responsabilidad, pero también con cariño
hacia el alumnado que en gran parte se siente defraudado debido a la
incomprensión de que son objeto por "algunos" de sus educadores; y
cuando estos casos se dan son objeto de cómplice ocultación sin preocuparles a
los máximos responsables las causas que originan determinados fracasos
escolares y hasta universitarios, de que se habla tanto. Actualmente algo no
funciona y ahí está el mal del problema. Pero, ¿quién lo investiga? ¿Realmente,
existe pleno interés por que los alumnos salgan adelante?, o por el contrario,
sí existe el temor de que esos estudiantes vayan a suponer un problema social
cuando al finalizar los estudios no encuentren donde trabajar (¿?)
A mi modesto modo de entender, ya debiera irse pensando
en el asunto más seriamente.
Hay que generar "de la forma que sea" esos
puestos de trabajo, y señalarlos como metas apetecibles, crear ese incentivo
moral tan necesario a los hombres y mujeres de hoy y a los de mañana, que
la otra parte de la lucha la librarían
ellos más ilusionados, quemándose las pestañas, en el caso de los estudiantes,
hasta llegar a alcanzar los objetivos deseados.
Es lógico que produzca un sentimiento negativo oír
constantemente la misma cantinela: -¡Y cuando termines qué, mejor dedícate a
otra cosa tío, no pierdas el tiempo-! Al final se incrementan los clásicos
grupitos de estudiantes (que no estudian ni dejan estudiar...) moralmente
fracasados, deambulando por las calles, o "echados" en las plazas
públicas, sin saber ni que hacer, ni de
qué hablar... Desorientados, sin incentivos y lo que es peor, sin esperanzas.
Señalados como un mal social, cuando sólo han sido víctimas de tantas malas
gestiones de los entes públicos inoperantes que ante nos precedieron, y muchos de los de hoy que más parecen
cortados con las mismas tijeras, ya que no demuestran lo contrario, si es que saben hacerlo (lo de poder, han
podido, vaya que sí). Ellos son el resultado de nuestras cómodas posturas e imprevisibles
y descalificados cálculos respecto al futuro de esos muchachos, como si siempre
(y cómo, con qué) los pudiéramos tener bajo nuestra tutela familiar.
Ante estas perspectivas, en una sociedad como la
nuestra, dividida, en la que nadie quiere bajarse del "burro" y
ponerse de acuerdo con su oponente para luchar juntos por el bienestar común,
no se puede lograr algo positivo, nada más que el fracaso colectivo, que no es
ya sólo el estudiantil, sino el desencanto general viendo cómo se pierden los
valores humanos y la propia estimación: aquello del poder adquisitivo..,
aceptando el mal como una consecuencia de las crisis económicas de todos los países, y no, como un
reflejo inmoral de nuestras debilidades y el egoísmo de ciertos protagonistas
que frenan nuestro progreso socio-cultural, y que están llamados a
desaparecerse para ir poco a poco construyendo nuestra propia moral y hacer de
nuestro entorno un mundo mejor, donde quepamos todos sin envidias ni
enfrentamientos banales que sólo han
enturbiado las escasas perspectivas que antes nos dejaron y que no hemos
sabido transparentarlas para ver los deseados horizontes que nos anime a seguir
adelante en esta agobiante lucha por la subsistencia misma.
Así como hay profesores de la docencia "buenos y
malos", por que no lo vamos a negar, y eso es obvio, en el sentido de que
el bueno es consciente y entregado con vocación sacrificada y noble altruismo
hacia su alumnado y está haciendo una Patria mejor. El malo por el contrario,
aburrido, desinteresado, sin amor hacia nuestras cosas ancestrales ni las
tradiciones de nuestros pueblos (que ni las conocen) y el destino de nuestra juventud... Esos deben ser relevados por
otros iguales a los primeros, por que están destruyendo con sus ineficaz
actuación lo más hermoso e importante de una sociedad que quiere progresar al
calor de la cultura que se les niega y que será siempre el eje fundamental por
sus consecuencias de la nacionalidad de los pueblos, donde se apoyan todos los
valores que nos precedieron y que han contribuido a hacer la historia a través
de esos indisolubles lazos: entre la cultura y la moral de los hombres.
También a los políticos les tocó lo suyo, que los hay
para escoger según las apetencias ideológicas de cada uno, que en muchísimos
casos las hay, frívolas y vengativas, que satisfagan el apetito de sus
electores, aquéllos que desconocen las leyes del juego... y las mismas
doctrinas ideológicas de sus elegidos.
Creo que a todo hombre debe juzgársele por su conducta
en la sociedad, eso ante todo; como al buen maestro o al estudiante por su
entrega al trabajo y al estudio y en consecuencia por la sana trayectoria de
sus aspiraciones. Al ebanista por el amor que pone en su obra. Al poeta por su
transparencia lírica. Al campesino, por ese entrañable cariño que da a su
tierra junto con el sudor de su frente y la piel de sus manos. Al hombre de la
mar por su valentía ante las inclemencias del tiempo, si ese es el que le
tocara compartir, para poder llevar el pan a su familia que le espera si
regresa su barca a la playa con buena captura (¿?) o simplemente con lo
necesario, Al marisquero, o el pescador de caña, hora tras hora... ¡Que también
necesitan comprensión! Al profesional de la Medicina, por la ternura y dedicación que muchos
ejercen al enfermo y ese celo indescriptiblemente humano que ponen en esa lucha
por arrebatárselo a la inminente muerte hasta el último momento de esa débil
vida... Todos los hombres tenemos una talla ante los demás que no podemos
eludir, y es bueno saberlo, por que siempre, en cualquiera mala situación moral
que nos toque vivir, o política, económica, etc., en la que nos encontremos
atrapados, podemos mejorar esa situación de la imagen deteriorada por adversos
avatares, reconociendo nuestros errores y luchando por hacer mejor las cosas.
Que sea la justicia de nuestra propia conciencia la que nos juzgue primero,
arrancando con energías inusitadas nuestras propias debilidades y egoísmos... Y
a los monstruos agobiantes de la ignorancia, perfeccionando los actos y
aquellos conocimientos que antes nos traicionaron, y hacer un trabajo óptimo
para confirmar así, a los demás, qué es
en realidad lo que necesitan los pueblos, de los destacados políticos, (dicho
por caso) que haberlos los hay, y a la vista están, no necesitan ser presentados
y del resto de nuestra sociedad.
Lo malo de todo esto es, que no deben dormirse sobre
las hojas verdes de sus flamantes laureles. Lo más difícil de una obra si esta
es buena, consiste en conservarla en su pureza y encanto de siempre. Entonces
es, cuando más hay que luchar por defenderla y cuando nos falten las fuerzas
necesarias para continuar haciéndolo, aceptar el relevo y sin hacer demagógicas
y ridículas concesiones. Conservarla limpia e inmaculada como en los primeros
días de su creación. Por que llegará el momento que todos los hombres
comprendamos mejor los verdaderos valores que hemos descuidado, y juntos
miraremos ilusionados cada nuevo amanecer de nuestra sufrida Patria viendo con
esperanzas lo que hoy nos parezca imposible.
Celestino González Herreros
celestinogh@teleline.es