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Reprimiendo, un tanto, mi natural entusiasmo por lo nuestro, doy riendas sueltas a ese sentimiento que me embarga. Debo decir, en honor a la verdad, que el Puerto de la Cruz, se me antoja, el casco, considerando todo su perímetro e incluso, sin menos cabo alguno, su periferia urbana, un municipio privilegiado en cuanto a sus bellezas, desde un extremo a otro. Verde; y más verde por doquiera. Donde se ven multitud de palmeras de distintas especies. Arboles abundantes. Flores que no ocultan sus encantos. Jardines bellamente engalanados. ¡Que sí, no me canso de decirlo! El municipio del Puerto de la Cruz, es un lugar que agrada, que enamora y conforta, a la vez, la sensibilidad del alma.
No le estoy "dorando la píldora" a ningún gobierno municipal, creo que no debo hacerlo, pensando en la susceptibilidad de la activa oposición. Además, ese no es mi estilo. No es cosa de políticos, es más bien, designios de la madre Naturaleza. Está la flora portuense que apetece recrearse en ella. Sólo hay que transitar, con buenos ojos, los distintos lugares, urbanizaciones residenciales, barrios centrales y periféricos, complejos turísticos, etc., para apreciar los encantos del Puerto de la Cruz. Entrado ya en el mes de enero, está verde y florido. Yo nunca había visto tantas buganvillas trepadas a diestra y siniestra y tan diversa variedad de colores de sus flores. Los flaboyanes y las acacias... Pensamientos, azucenas, claveles y clavelones, lirios de agua, camelias, jacintos, geranios, dalias, lirios, rosas, gladiolos, tulipanes, margaritas,... En buen rato no acabaría de enumerar la variedad de las mismas. Para qué seguir insistiendo, seguramente, más de uno de ustedes, se habrá percatado de ello. Y, díganme, por favor, ¿es malo que resalte las bondades ecológicas de mi municipio, y le dé gracias a la Naturaleza por regalarnos tanta belleza? Acaso, ¿hago mal en persuadir y animar a nuestra Corporación y sus responsables, por contribuir, de alguna manera, se supone, a que ese privilegio se mantenga? ¿Dotando, generosamente, de los elementos necesarios, a quienes cuidan nuestras plazas y jardines públicos? Tampoco, creo yo, debo obviar y no agradecer, en nombre de los amantes de lo bello y lo nuestro, a otros tantos gobiernos que se hayan preocupado por estos temas; y por qué no, también para los futuros gobernantes, - si hubiera cambios, claro está- ya que la imagen de una ciudad, pueblo o villa, de un barrio, y por ende, un municipio, por pequeño y pobre que éste fuera, su ornamentación y su estética celosamente cuidada, con los perfiles urbanos que cautiven, como es el asunto que nos ocupa, respecto de lo bello y hermoso que está todo a mi alrededor, lo evidencia. Les invito a pasear en coche o a pié, mejor en coche; y métanse por donde no hayan estado desde tiempos atrás, les gustará ver cómo han crecido aquellos arbolitos que con tanto amor plantamos. Y las urbanizaciones, cómo mantienen sus jardines. Es verdad, no recuerdo ver tan bonito y verde, este trozo de nuestro Valle de La Orotava, que atrae tanto por sus atributos naturales, sus gentes, su mar, su Sol y su cielo... ¡Y por tantas excelencias más!...
Hace unos días, con un par de amigos de allende los mares, tuve ocasión de mostrarles cada rincón amado de este municipio, les llevé también por lugares donde hacía mucho tiempo no había vuelto, y oyéndoles alabando tanta hermosura, sentí más apego por todo esto. Acostumbrado a verlo diariamente, no había caído en la cuenta de que hay pocos lugares como este nuestro. Sentí pena, no haberlo descubierto antes con tanta clarividencia y placer.
Reprimiendo, un tanto, mi natural entusiasmo por lo nuestro, doy riendas sueltas a ese sentimiento que me embarga. Debo decir, en honor a la verdad, que el Puerto de la Cruz, se me antoja, el casco, considerando todo su perímetro e incluso, sin menos cabo alguno, su periferia urbana, un municipio privilegiado en cuanto a sus bellezas, desde un extremo a otro. Verde; y más verde por doquiera. Donde se ven multitud de palmeras de distintas especies. Arboles abundantes. Flores que no ocultan sus encantos. Jardines bellamente engalanados. ¡Que sí, no me canso de decirlo! El municipio del Puerto de la Cruz, es un lugar que agrada, que enamora y conforta, a la vez, la sensibilidad del alma.
No le estoy "dorando la píldora" a ningún gobierno municipal, creo que no debo hacerlo, pensando en la susceptibilidad de la activa oposición. Además, ese no es mi estilo. No es cosa de políticos, es más bien, designios de la madre Naturaleza. Está la flora portuense que apetece recrearse en ella. Sólo hay que transitar, con buenos ojos, los distintos lugares, urbanizaciones residenciales, barrios centrales y periféricos, complejos turísticos, etc., para apreciar los encantos del Puerto de la Cruz. Entrado ya en el mes de enero, está verde y florido. Yo nunca había visto tantas buganvillas trepadas a diestra y siniestra y tan diversa variedad de colores de sus flores. Los flaboyanes y las acacias... Pensamientos, azucenas, claveles y clavelones, lirios de agua, camelias, jacintos, geranios, dalias, lirios, rosas, gladiolos, tulipanes, margaritas,... En buen rato no acabaría de enumerar la variedad de las mismas. Para qué seguir insistiendo, seguramente, más de uno de ustedes, se habrá percatado de ello. Y, díganme, por favor, ¿es malo que resalte las bondades ecológicas de mi municipio, y le dé gracias a la Naturaleza por regalarnos tanta belleza? Acaso, ¿hago mal en persuadir y animar a nuestra Corporación y sus responsables, por contribuir, de alguna manera, se supone, a que ese privilegio se mantenga? ¿Dotando, generosamente, de los elementos necesarios, a quienes cuidan nuestras plazas y jardines públicos? Tampoco, creo yo, debo obviar y no agradecer, en nombre de los amantes de lo bello y lo nuestro, a otros tantos gobiernos que se hayan preocupado por estos temas; y por qué no, también para los futuros gobernantes, - si hubiera cambios, claro está- ya que la imagen de una ciudad, pueblo o villa, de un barrio, y por ende, un municipio, por pequeño y pobre que éste fuera, su ornamentación y su estética celosamente cuidada, con los perfiles urbanos que cautiven, como es el asunto que nos ocupa, respecto de lo bello y hermoso que está todo a mi alrededor, lo evidencia. Les invito a pasear en coche o a pié, mejor en coche; y métanse por donde no hayan estado desde tiempos atrás, les gustará ver cómo han crecido aquellos arbolitos que con tanto amor plantamos. Y las urbanizaciones, cómo mantienen sus jardines. Es verdad, no recuerdo ver tan bonito y verde, este trozo de nuestro Valle de La Orotava, que atrae tanto por sus atributos naturales, sus gentes, su mar, su Sol y su cielo... ¡Y por tantas excelencias más!...
Hace unos días, con un par de amigos de allende los mares, tuve ocasión de mostrarles cada rincón amado de este municipio, les llevé también por lugares donde hacía mucho tiempo no había vuelto, y oyéndoles alabando tanta hermosura, sentí más apego por todo esto. Acostumbrado a verlo diariamente, no había caído en la cuenta de que hay pocos lugares como este nuestro. Sentí pena, no haberlo descubierto antes con tanta clarividencia y placer.
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