I
Cuántas veces,
fue remanso ilusionado de los valientes que ayer emigraron, quienes
nunca a su terruño olvidaron. Periplo obligado del expatriado
Viendo un
programa televisado, aquí, en Tenerife, al cual estaba invitado a participar y
no pude asistir por razones obvias, ajenas a mi voluntad, viví momentos de
perplejidad y de verdadera pena; también de congratulación, por cosas ciertas y
hermosas que oí, y por la forma y modo que algunos participantes enfocaron el
tema que se debatía: ¿Cree Ud., que los emigrantes retornados son bien
atendidos cuando regresan a su lugar de origen? Quiénes hayan visto el
mencionado programa ya habrán sacado sus propias conclusiones. Resultó muy
corto el espacio televisivo disponible, cuando estaba en su momento álgido,
cuando los conceptos y sugerencias estaban aclarándose, se acabó el tiempo
preestablecido. Debo añadir que estuvo muy bien coordinado -lo cortés no quita
lo valiente- Y los invitados, excepcionales, sin desmerecer a ninguno, en modales y respeto mutuo y a la audiencia.
La temática del mismo giró en torno a la figura del emigrante canario, del que
consigue retornar por su cuenta y riesgo, con la ilusión indescriptible de
abrazar a los suyos y acariciar las cosas y lugares que habían quedado atrás
hace muchos años. Sin pensar que el tiempo, también, por estos lugares ha
pasado y que las gentes ya no son, ni están, aquellos que un día inolvidable,
ya lejano, nos dieron la triste despedida en el muelle... Los pueblos de
entonces, eran lugares y aldeas empobrecidas en esa época de escasez, y los
campos sin luz ni agua ni caminos aconsejables, algunos,
sólo para bestias.
Soledad colectiva que fue anulando al campesino que sólo pensaba en emigrar
hacia Venezuela, único país que abrió sus puertas, para poder ayudar a sus
familias. Hombres y mujeres de distintas condiciones sociales, obsesionados con
la misma idea, los que fueron sumándose al éxodo emigratorio. Y así comienza la
difícil experiencia de tener que abandonarlo todo, sin más. Esa gente,
valientes aventureros y desesperados conciudadanos nuestros, salieron de la
forma que pudieron, según las posibilidades económicas de cada cual, etc.
Algunos empeñando todos sus enseres y sacrificando a las
familias, que, iban a
esperar la ayuda tan necesaria, la cual, de alguna manera, amainaría el amargo
problema de la pobreza existente. Como todos sabemos, muchos murieron sin ver
realizados sus sueños, porque nunca les fue fácil conseguirlo. Otros, en
cambio, si, salieron adelante. Los que fueron reclamados por sus
familiares más directos y ayudados desde
que llegaron; hasta por los amigos, que nunca les negaron, si estaba en sus
posibilidades, esa ayuda tan necesaria... Las gentes, desesperadas, a través
del mar vieron abiertas las puertas de la esperanza. El mar fue entonces, para
los canarios, el único nexo que nos llevaría a Venezuela, anteriormente,
también a Cuba, aunque en ello muchos sucumbieron, sin lograr sus buenos
propósitos, empero llegaron muchos y hallaron en ese país lo que buscaban y
habían soñado.
LA TIERRA SUPO ACOGERLES CON GENEROSIDAD
Polvo entre las manos que llegaba hasta la ancha llanura fue la gran promesa
Polvo entre las manos que llegaba hasta la ancha llanura fue la gran promesa
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Entre unos y
otros, hacían lo indecible por situar decentemente al recién llegado. No digo
que algunos no se hayan hecho los "locos" para así desentenderse de
su obligación moral para con los suyos. Fui testigo de ello en no pocas
ocasiones y hasta lo sufrí en propia carne. En cambio, familias venezolanas,
independientemente de su condición social o económica, sin conocer al
inmigrante, al "mosiux" como nos llamaban cariñosamente unos, otros
despectivamente. Créanme, es cierto cuanto digo, al venezolano le cuesta muy
poco - porque le nace- compartir su mesa, por pobres que éstos sean, con aquel
que llamara a su puerta. Eso es conmovedor, máxime cuando comprenden las
necesidades del semejante caído en desgracia. Canarios los hay que abandonaron
a sus familiares y allá se buscaron una compañera y formaron otra familia,
olvidándose de éstos. A veces es cuestión de educación cívica y social. Salidos
de un ambiente sensiblemente pobre y verse luego en una tierra de promisión
como Venezuela sin nadie que les convenza de lo contrario, pierden los estribos
y se desbocan como potros a la ventura, alocadamente, hasta cegarles la
indiferencia respecto a sus obligaciones morales y cristianas. Allá se vieron
mejor tratados por la vida y se olvidaron de todo lo que atrás dejaron. Hay un
fenómeno sicológico que les anega sentimientos y recuerdos, confundiéndoles y
viven como si flotaran dentro de una burbuja de aire... Les ciega el trabajo y
el cansancio de forma extraña; la misma nostalgia les enfermó, cautivándoles
irremisiblemente, viviendo en la inconsciencia de sus enfermos sentimientos, un
túnel sin salida al exterior... Los solteros están en su derecho de rehacer su
vida de la forma que mejor lo estime, ese no es el caso.
Retornan,
asimismo, aquellos que hicieron fortuna; y vienen a mirarnos por encima del
hombro, según su grado de cultura, se supone, creyéndose importantes. Algunos
han crecido de la nada y se han hecho fuertes con el trabajo ininterrumpidos e
incalculables sacrificios, los que acompañados de la buena suerte no han
querido dejar de trabajar. Tampoco todo el dinero que amasaron es, en algunos
casos, dinero limpio. Y están ahí, menospreciando al que vino con "una
mano atrás y la otra delante" a gastar sus dineros para que sus conocidos
les vean en la opulencia, sin importarles el daño que hacen a quienes no
tuvieron la misma suerte. Se les ve en el rostro otra imagen distinta a la que
llevaron a Venezuela, expresiones lamentables, vacías de humanismo y que no
pueden ocultar; al final se ven solos en su lugar de origen, del que muchos
acaban renegando... Creen que es porque no se adaptan a vivir entre nosotros,
sin ni siquiera percatarse de que también aquí somos laboriosos y hemos sabido
salir adelante en nuestro terruño amado, sin tener que menospreciar a nadie.
Todo lo contrario, nos preocupamos siempre por los problemas que pudieran
surgir donde viven compatriotas nuestros; y es el caso de Venezuela, lo mismo
que por los venezolanos, por nuestros paisanos; y les ayudamos con lo que
podamos, que es más, mucho más, que lo que dan los que presumen tener más. Por
suerte, siempre ha habido excepciones, tanto entre los venezolanos, como en los
españoles y canarios.
CON
EL DEVENIR DE LOS AÑOS FUERON ACORTÁNDOSE LOS CAMINOS
Desde tan lejos, para algunos inmigrantes, el
terruño amado más parece un espejismo
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También los
hubo con menos conciencia, aquellos que trataban de explotar al que llegaba...
Pero, para no generalizar, los hubo de una sensibilidad encomiosa practicando
la caridad. Y volviendo al asunto del trato que aquí se le suele dar al
retornado, estoy de acuerdo en que es poco lo que reciben, que no les alcanza
para cubrir las primeras necesidades, si reciben en la actualidad, alguna
"ayudita"... Es lógico y triste a la vez, no recibir más atenciones
de los centros oficiales, asociaciones humanitarias, etc. Sabemos que se hace
cuanto se puede.
Mas, desde mi modesto punto de vista, es la familia quien
debiera corresponder, en mayor grado, con su calor humano y los cuidados
prioritarios que necesitan en esos tristes momentos. Y no olvidar jamás, que
muchos de ellos hoy no tienen nada porque todo lo enviaron como habían
prometido y a costa de grandes privaciones resistieron ese exilio forzado, todo
el tiempo viviendo en soledad y el trabajo. Envejecieron y muchos enfermaron
estando sin recursos económicos, deambulando por doquiera buscando quien les dé
un poco del pan de cada día. Y no regresan, - son muchos los casos - por
vergüenza y dolor, al no tener con qué comprar un pasaje y no querer que les
repatríen del País que tanto han amado y que les brindó la oportunidad de poder
sacar adelante a esa familia que dejaron aquí, para evitarles pasaran más
estrecheces y que ahora viven bien. Pueblos enteros surgieron con la
construcción de sus viviendas, buenos comercios, etc. Los jóvenes han podido
estudiar carrera, están acomodados; y ya no se acuerdan de la indigencia en que
vivieron... ¡Prefieren morir en la calle y no crearles problemas a los
familiares! Tantos sacrificios, tanto luchar, para luego perderlo todo, por una
u otra razón, o verlo devaluado, cuando no, haber sido, desde siempre,
desheredado de la suerte y al descubierto...
Así pues, no
todos son seres despreciables, como se acostumbra a decir cuando no queremos
saber de ellos, para quitarnos el problema de encima.
La vida del emigrante no siempre discurre por los caminos de rosas, es un peregrinaje casi siempre doloroso, donde empieza acaba el horizonte de los sueños y comienza la realidad; y la propia evidencia nos brinda toda clase de venturas y avatares. En ese "juego" acabamos sumiéndonos... vamos arrastrados por las gélidas corrientes del infortunio, cuando no, sacando la cabeza del agua para ver más clara la realidad, decidimos ilusionados cual debe ser nuestro verdadero futuro, no sin luchar para evadirnos del acoso de las persistentes pesadillas...
Canarias se han
visto reconocida por Venezuela, en cuanto a sabia regeneradora se refiere,
está, pues, en su Historia reflejada, en los más hermosos capítulos, como una
cuenta importante en el rosario clamoroso de las relaciones que nos unen. Y por
eso, Venezuela para Canarias, es lo que el mar para el cielo, es el mismo
sentimiento indisoluble que siempre nos ha unido, a través de los siglos
Celestino
González Herreros
celestinogh@teleline.es