En
un principio uno casi no se da cuenta, ve los acontecimientos con cierta
familiaridad, buena dosis de sentimentalismo y una excesiva carga de
romanticismo, luego se van palpando los efectos que nuestra tolerancia han
generado, hasta el punto de asociar la basura a los elementos predominantes. Si
se quieren evitar los rancios acontecimientos es menester acudir a la autoridad
o recurrirla, desde el punto de vista socio sanitario haciendo valerla y si no
la hay sucede como con los perritos en Puerto de la Cruz, que tienen invadidas
las plazas públicas,, calles aceras, terrazas y hasta las llantas de los
coches. En ese sentido, al no haber respeto hacia las susodichas Ordenanzas Municipales,
dado que aún están vigentes y aún hay quienes no las cumplen, no hay nada que
hacer, los dueños de los perros le han ganado la batalla a la policía
municipal. No los respetan y ahí queda eso. ¡Qué vergüenza! Toda una ciudad
turística que está luchando contra vientos y mareas por resurgir de sus ruinas,
impasiblemente, ha de soportarse tremenda burla. Que los señores dueños y sus
chuchos campen a su aire, sin importarles la decencia de ver limpia la ciudad
de todos. Verdaderamente, es inconcebible que estos desmanes se permitan, no lo
entiendo.
Ahora
se trata de las palomas y las tórtolas. Los alrededores de la Plaza de la Iglesia Los Dolores en
El Tejar, el pavimento ya parece el piso de un palomar descuidado, con
excrementos por todas partes sumados a las indecencias de los perros. La misma
entrada de los Edificios lo evidencia. Las luces ya casi no alumbran, los porta
lámparas no aguantan más mierda, dan asco, hay basura en dichas lámpara desde
que se pusieron en servicio hace más de treinta años, nunca se han limpiado.
Échenles un vistazo alguna vez. Y no me salgan con que los camiones de la
limpieza han estado limpiando la plaza y las aceras, eso es cierto, pero apenas
se va el camión y sus obreros, aparecen los despreocupados ciudadanos con sus
animalitos a que caguen y meen sobre lo que han limpiado. Aparecen en grupos.
¿Se puede tolerar esto? Luego por las tardes van los padres y abuelos con los
niños para que jueguen y adquieran posibles contagios…
Posiblemente
todos tengamos algo de culpa, ya que nos compadecemos con facilidad de esos
animalitos abandonados a su suerte y por las razones que apuntaba al comienzo,
nos da lástima, un natural sentimiento solidario. Alguna vez les hemos echado
una galletita, pan duro, etc. Y ahora no hay quienes los saque del entorno,
cuando realmente el lugar de ellas eran nuestros barrancos y solían buscar qué
comer donde el instinto las llevara, pero no en las azoteas de las casa ensuciándolo todo, la entrada de los
Edificios, las plazas públicas, etc. Ya están hasta familiarizadas con
nosotros, no nos temen, tampoco les hacemos daño. Seguramente el problema
comenzó con un par de ellas, pero se han multiplicado. Y ya no nos extrañe que
nos caguen encima y en pleno vuelo. Eso es evidente, sin quererlo le hacemos
daño dándoles de comer cuando ellas sabían buscarse la comida en las playas,
los campos sembrados, los barrancos y los montes. Repito, los culpables de este
problema somos nosotros por ser tan sentimentales. Ojala consigamos que vuelvan
a los barrancos, a vivir aparte como animales libres, no domésticos. O que
hagan palomares públicos y municipales para que pernoten felices, se aseen,
beban agua y coman a sus horas, como si en realidad fueran caseras. Si no
cagaran tanto, a mí no me molestarían, pero es que cuando quisiéramos
contenerlas va a ser imposible. Miren como está Italia, Venecia, Francia,
Barcelona y Madrid mismo. Acaban con todo. Sanidad tiene ahí trabajo, Sanidad
Pública, esterilizándolas colectivamente para que no se reproduzcan.
En
cambio, los pajaritos, los mirlos y otros, uno no puede decir lo mismo, es que
no se ve dónde, ni cuando defecan.
Los
gatos, por ejemplo, si comen lo suficiente, aquel instinto que les caracteriza
de cazar ratones, desaparece al no tener ganas, ni se molestan… Ahora bien, su
función debiera ser esa, cazar ratones que estos si que se multiplican rápido y
hasta llegan a ser un peligro público, pero claro, tienen que tener algo de
hambre para que luchen por su natural subsistencia Gatos y cernícalos son muy
necesarios para mantener limpia de ratas nuestra comunidad.
Quisiera
felicitar a varios alcaldes que han sabido hacer valer su autoridad, siendo
categóricos con las debidas sanciones a aquellos señores y damas que se niegan
a respetar las consabidas Ordenanzas Municipales con sabrosas multas y demás
consecuencias por reincidencias. Pero lo dejaré para otra ocasión, según vea
los acontecimientos en nuestra ciudad turística, al respecto.
Celestino
González Herreros
celestinogh@teleline.es
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