29/5/13

ME SIENTO A GUSTO QUEDÁNDOME POR AQUÍ






No hay amanecer tan grato como aquel que es esperado con ansiedad y nos quita la angustia de aquellas largas horas de insomnio, sólo esperando que aclare el alba matutina con la diáfana luz del nuevo día. La vida comienza de nuevo al aclarar el día y el esfuerzo cotidiano nos va nutriendo de energías renovables a medida que las horas avanzan como el tren de la misma vida.


En nuestras Islas Canarias, al poner cada mañana los pies en el suelo, lo primero que hacemos es asomarnos al exterior y mirar al cielo como expertos meteorólogos a ver qué tiempo vamos a tener… Luego, si desde donde nos hallamos alcanzamos ver al padre Teide, con respeto le contemplamos, a veces un tanto recelosos. Pero siempre admirando su natural belleza, como si le dedicáramos una sentida oración virtual, sin palabras, con el silencio de nuestra trasnochada mirada.

Los bellos despertares de nuestras islas son como un poema de amor y gratitud; y aquellos soplos de aire tibio que nos rozan la piel transmiten bonanza y un bienestar tan grato que nos inunda de placer. Hay veces que suelo decir que no tenemos necesidad de salir de nuestro entorno para ser feliz. Aquí todo es moderado, la nieve cae en lugares determinados, las playas son tranquilas y soleadas. No hay ríos que se desborden, sólo, a veces, el viento nos agrede con su incontenible furia y la lluvia la deseamos con habitual frecuencia. Nuestro clima es extraordinariamente estable, moderado y semitropical. Estamos habituados a vivir como siempre ha sido, con ciertas limitaciones y sin derrochar nuestras posibilidades. En fin, no necesitamos tanto abrigo y con lo que tenemos nos conformamos. Las distancias tampoco son tan largas, más bien cortas y en poco tiempo podemos estar en todas partes sin agotarnos. Por eso digo, me siento a gusto quedándome aquí, en nuestras ciudades, en nuestros campos, en contacto siempre con la Naturaleza y rodeado de gentes que me aprecian como un miembro más de su familia, aunque no nos conozcamos de nada. En mi casa tengo mis cosas ordenadas, se donde está todo para cuando lo necesite y nadie me importuna. A fuera todo resulta diferente, aunque no lo sea, pero según tengamos los ánimos, puede ser que molesten.

 
En el norte de Tenerife hay muchas gentes que no conocen bien o de nada, los bellos pueblos de los distintos municipios de la isla y créanme, hay pueblos preciosos y gentes maravillosas que al tratarlas da lástima dejarlas quizás para siempre. Los campos canarios, las casas solariegas, sembrados los fértiles huertos y sus respectivos entornos urbanos son de incomparable belleza; y vivir entre animales domésticos y participar en las variadas actividades de sus cuidados diarios, es gratificante y si me lo permiten, hasta conmovedor.





Celestino González Herreros
           celestinogh@teleline.es








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