31/8/12

LOS FANTASMAS ONIRICOS DEL SUBSCONCIENTE

Pareciera como si los caminos se abrieran cuando me acerco a ellos y que me invitaran a seguir hacia adentro y me insinuaran lugares apetecidos y despertaran en mí, la tentación de correr, como si me dijera el corazón que la ruta es acertada, que al final del enigmático trayecto estuviera ella esperándome… Parecía como si soñara, aún estando sobrio, despierto; y sin embargo el camino se me antojaba tan largo, hasta tal punto, que mis fuerzas se debilitaran y sintiera deseos de detener mis pasos. Pero la lucha se tornaba rebelde, que no desistiera me decía el subconsciente, que siguiera, aunque fueran unos pasos más.

Hoy me pregunto, si no fue un sueño, entonces, ¿qué pudo haber sido? Al llegar donde le hallé tomé sus manos entre las mía. Entonces sentí que la sangre se me helaba y con voz trémula y entrecortada le supliqué si era cierto o era un sueño todo aquello. Se acercó a mí muy suavemente y esta vez fue ella quien tomó mis manos entre las suyas, se las llevó hasta su pecho y me dijo si no sentía los latidos de su corazón, si era posible que estuviera soñando; y acercó sus labios a los míos, mustios y sedientos. Mirándome fijamente a los ojos, con voz agitada me preguntó: -Dime ahora, ¿aún sigues creyendo que estás soñando? ¿No te quema el fuego de mis besos? ¿No sientes como me estremezco cuando me abrazas?

Nunca supe si aquello fue un letargo mío. Hoy día, a pesar de haber transcurrido tanto tiempo, a veces camino sin saber a dónde voy; y las distancias no se acortan… Sigo buscándole por doquiera, la llamo con desesperación y nunca responde a mis súplicas y en tanto siento que me voy consumiendo, sufro al pensar que no pueda verle nuevamente, aunque sólo sea brevemente como en mis sueños y pueda abrazarle y decirle cuánto le quiero, sin apenas conocerle, que daría la vida entera por estar siempre a su lado.

Tal vez sea un imposible que ni tiene forma, invisible… Una obsesión pertinaz, solo una intuición, un capricho del subconsciente. Ligera como las brisas que la traen y se la llevan. Liviana como mis sueños, tan sutil que se me escapa de entre los dedos de mis manos con diabólica celeridad, como una porción de agua que se trasvasara y se volatizara. Como un murmullo de voces que se alejaran y las perdiera.

Ahora sigo creyendo que no es un sueño, quizás sea un fantasma, un duende, un halo de aire frío que se le escapa a la noche cuando le busco en mis sueños…

Celestino González Herreros

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28/8/12

HUYENDO DEL FANTASMA DE LA SOLEDAD

En los márgenes del polvoriento camino, abunda la vegetación; y las flores de muchos de los árboles, le daban un toque poético al paisaje. La irregular alineación de las montañas circundantes, definen a la cordillera dorsal en un plano soberbio de belleza; y al otro lado, el mar abierto que se pierde en el lejano horizonte, cuando se confunden, extraordinariamente, en su diáfana distancia, con el azul limpio del cielo, que produce una sensación evidente de paz y sosiego.

El sol, al medio día, cae sobre el caserío, inclemente y el aire se hace sofocante hasta en la propia sombra, aunque las suaves brisas marinas, refrescan el ambiente con amagos intermitentes de espontáneos soplos alisios; y ello complace, cuando llegan de súbito, sus suaves ráfagas. Eran los meses más fuertes del año y, obviamente, conocidos por anteriores experiencias, el equipaje había de ser ligero de peso. La vestimenta, lo más suelta y suave posible.

Al llegar a un llamativo promontorio de una amplia lomada que le era familiar, acercó el automóvil al andén del camino, en la calzada. Paró el motor del desvencijado coche y abrió la puerta correspondiente al lado del volante; parsimoniosamente descendió con la calma propia del veterano, aunque tímido visitante, que, llega a ese lugar siempre callado, donde sólo le delata la algarabía que protagonizan las aves del lugar, con sus trinos, gorjeos y sus solemnes arrumacos amorosos, cuando canta la brisa a su paso entre la sombría maleza, sobre su verde espesura... Realmente, imprime cierto respeto, ser capaz de romper tal encanto, sobrecogido, entre el murmullo de las ramas abatidas por el aire, mezcla de silencio y caricias.

Ya, al borde del acantilado basáltico, la panorámica sorprende, cual estampa inimitable de hermosura deleitante, viendo abajo las playas de aguas tranquilas que reflejaban las distintas tonalidades de colores, entre el verde marino y el azul turquesa, reflejado del nítido claror del cielo. En algunos puntos estratégicos de la solitaria costa, aparecían generosos bajíos que alegraban más aún el celaje costero, donde rompían las escasas olas y se desintegraban contra los peñascos que sobresalían de la superficie marina, para morir lamiendo la negra arena de las sedientas orillas. No puede ser más bello el lugar ni más saludable la perspectiva que ofrecía, para disfrutar unas vacaciones envidiables. Como en repetidas ocasiones, en ese lugar extraordinario, donde uno recupera las energías perdidas por el constante e incesante esfuerzo sufrido en la cotidiana lucha por subsistir en este mundo conflictivo y agitado.

Del coche sacó una botella de agua y acercándose nuevamente al borde de la vía, bebió plácidamente; y sin poder evitar una leve sonrisa, exclamó: ¡a ver si esta vez me va igual, no necesariamente mejor que la vez anterior y encuentro caras conocidas, sin preocuparme demasiado de alguna determinada! Consumir las horas de alguna manera, en ese rincón paradisíaco y no llevarme malos recuerdos, contrariamente de lo que ansío, sólo un poco de felicidad es todo lo que busco.

Alisando sus desordenados cabellos, con ademán despreocupado, subió de nuevo a su vehículo, conduciéndolo pista adentro y dejando atrás una estela de polvo infernal que impedía ver lo que había recorrido. Como una concesión más al proyecto ilusionado de olvidar al pasado, al menos mientras duren sus contados días de vacaciones. Despertó de sus cavilaciones, al escuchar el ruido del motor de una minúscula avioneta deportiva que pasó volando muy cerca de él, elevándose nuevamente; quien la pilotaba sacó una mano saludándole y se alejó sin aminorar la velocidad, más allá de donde alcanzaba a verle, lejos, muy lejos de allí. Mientras, él seguía adelante, hasta llegar a una aldea de pescadores muy próxima a la playa más exótica; aparcó debidamente y dirigió sus pasos, al salir presuroso del coche, hacia una casa hecha de bahareque y techo hecho con ramas secas de los árboles y hojas de palmas del entorno. El habitáculo estaba bien ambientado en su interior, la temperatura era deliciosa y la atmósfera seca. Al verle llegar, alguien se le acercó solícito, seguramente fuera el dueño, quien inquirió, qué se le ofrecía. Si, cobijo, comida o la tranquilidad del lugar garantizada a lo sumo. Llegaron a un acuerdo, dueño y cliente, como en años anteriores, a pesar de las aseveraciones oportunas acerca del precio. Todo había encarecido, respecto al año anterior.

Lo importante era descansar del largo viaje y comer algo, antes de ir a dar un paseo por la playa.

Habían transcurrido dos horas, aproximadamente, cuando se hallaba apoyado en un pequeño mostrador de madera, tomándose un café tradicional, para despertar la somnolencia producida por el calor reinante, la hora bochornosa de la tarde y la interrupción del reparador sueño de la siesta. Eran las tres de la tarde, cuando consultó su reloj. La tarde comenzaba, prácticamente y había que hacer planes. Iría a pescar, cuando consiguiera la carnada necesaria, allá, donde le esperaban los peces, cada año. Para ser repartidos, luego, entre los curiosos que le observaban. Su optimismo era tal, que no concebía dedicarles su tiempo y no capturar nada. Mientras esperaba a que la boya, que controlaba la tensión de las plomadas y que estas no llegaran al fondo, si se moviera e indicara que algo había picado; se mantenía firme en su propósito. Claro, que, a veces, su mirada se perdía sobre la superficie de la mar ondulada por la suave brisa que soplaba y a la vez acariciaba el sudoroso rostro del intrépido visitante. Sus pensamientos volaban y se perdían en el confín de la distancia, para encontrarse en el lugar de partida, donde estaban los suyos y sus escasas pertenencias. Donde se desenvolvía cotidianamente, y se consumían, los días de su existencia. Su mente, progresivamente, se iba poblando de recuerdos del pasado, de todo aquel “intervalo” y sus vivencias alejadas en el tiempo; aquellas primeras experiencias que le marcaron y prometían ser tan duraderas, como lo fuera la misma vida... Un fuerte tirón del sedal, le despertó bruscamente, y viéndole tenso, lo recogió con maestría y tiento a la vez, hasta tener a buen recaudo una hermosa pieza de admirable belleza; la primera de la tarde y con ella, la emoción incontenible de sentirse capaz de competir con el más experto de los pescadores.

Así transcurrió, buena parte del periodo dedicado a la pesca, hasta que la carnaza fue consumiéndose y los peces multiplicándose. Entre lance y lance, su calenturienta mente no cejaba de trabajar, se le volvía a ir, ahora por otros derroteros, aunque siempre rozándole el corazón. Era un hombre realmente sentimental, la vida no le perdonaba esa acusada virtud que le mantenía siempre inmerso en sus más íntimos sentimientos.

Ahora, en su mente, vino aparecer las imágenes de la madre y la linda abuelita, las cuales ocupaban un espacio muy importante en su memoria, que le inducían a sonreír y a cambiar la mueca de su gesto, cuando aparecían las distintas secuencias en emocionados estadios de contemplación. Ambas, ya ausentes, hace algún tiempo, le dejaron una profunda huella de dolor que difícilmente consigue disipar. ¡La vida con ellas fue tan dulce!.. La ternura de una madre, cuando se nos va, no puede ser sustituida nunca; es un afecto distinto, que nos obliga a conservar el recuerdo de su adorable “estancia” vital, como un relicario en el corazón, un sentimiento especial de amor y reconocimiento que nos acompañará siempre. A veces pienso, que, hasta hacen de ángeles que cuidan de sus hijos, cada paso que damos, y nos transmiten valor en momentos especiales, cuando en verdad les necesitamos. Saben escucharnos cuando les llamamos para hacer de su compañía un refugio amoroso. Los abuelos y el padre, representan la imagen del amigo incondicional, el más sabio, el protector más sincero y comprensivo. Sabemos entender el destino de los sentimientos y los causes que siguen, desde que salen del corazón. Sabemos, no lo negamos, que el calor de una madre, además de ser consolador y espiritual, es sumamente gratificante; y nos gusta que nuestros vástagos, sean consecuentes con ellas, como lo fuimos nosotros con las nuestras. Parecen sensiblerías lo que pienso, pero hay tiempo suficiente, para los niños y jóvenes, para sopesar el contenido de mis pensamientos... Cuando hayan pasado los años, hasta ese momento, habremos estado evocando tiernamente, ¡como los primeros días! la imagen y el amor de ellas, lo que han sido o fueron para con nosotros. Todos, nos iremos pronunciando sus amados nombres con vehemencia... Cuando así reflexionaba mentalmente, nuevamente su conciencia fue turbada y despierta por un fuerte tirón del sedal y la boya había desaparecido de su vista. Recogió con pericia y otro más para el saco; entonces, ya comenzó a sentirse incómodo y decidió abandonar la pesca y caminar un poco por la playa, también para liberarse del tedio que sentía. Los primeros días de sus vacaciones, suelen ser así, los vivimos con cierta inquietud y desasosiego, hasta que comenzamos a habituarnos y hablar con las gentes.

En esta ocasión, pudo ver a viejos conocidos de jornadas anteriores; y entre el cambio de impresiones, entre unos y otros, acababan siempre, con una futura cita para jugar unas partidas con las cartas o con el dominó y beber algunas copas. Promesas, que muchas de ellas, no se cumplen porque surgen imprevistos inevitables o las intenciones se desvanecían consecuentemente. Lo espontáneo era diferente, las cosas suceden porque si; los momentos se disfrutan como vienen.

Ya de noche, el silencio lo envolvía todo. La luz tenue de las farolas en la calle, daban la impresión desfavorable de un ambiente de pobreza evidente, tal, que entristecía asomarse a ella.

Caminando por el paseo de palmaras típicas, deambuló cabizbajo y meditabundo, hasta llegar al lugar obligado de encuentro. Desde afuera, se oía el lamento de la gramola, cuya música sentimental empobrecía más aún el salón, donde varias mesas, atestadas de jugadores y los inevitables observadores, completaban la nutrida asistencia del sencillo local público. Tras la barra, despachando a los asiduos clientes, sonreía el amable dependiente, a la vez que le preguntaba, qué iba a tomar, antes de ubicarse cómodamente, para disfrutar de la paz de la noche. Sólo interrumpida por la música preferida de algún despechado amoroso, que seguramente, satisfacía sus ansias, ocultando la pena que en realidad le afligía y le pesaba como un fardo lleno de recuerdos, que, inexorablemente, consigue arrastrar hasta el lugar. Buscando calmar a su corazón herido, ahogando sus penas en el alcohol...

Celestino González Herreros

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27/8/12

Y LA PALABRA SE HIZO PLEGARIA

¿Cuál es el misterio que encierran las palabras que fluyen desde la mente, fuente mágica de inspiración y sentimiento? ¿Qué relación guardan, a veces, nuestro corazón con ellas? La voz del alma -diría el poeta- se hizo palabra y esa expresión, una plegaria que rompe el silencio de la soledad.

Con estos pensamientos caminé por el pueblo. Muy pocas cosas conocía ya de aquel bello lugar. Todo había cambiado desde entonces y llegué a sentirme como un extraño, allí, donde tantas huellas deben haber quedado de aquel pasado irrepetible. Tal vez hayan fenecido en el olvido, bajo el influjo del mismo abandono.

Comenzaba aburrirme yendo de acá para allá, sin hablar con nadie, cuando, me llamó la atención ver a un señor de edad avanzada, sentado en un vetusto banco en la plaza pública, acariciando a un perro que se le había acercado; y me fijé con interés en la conducta de ambos, por saber cuál de los dos reflejaba en su actitud, más placer, más gratitud... Ambos componían el cuadro de la confraternidad, compartían sus penas y necesidades, seguramente... Buscaban "la voz amiga", esa comunicación tan necesaria, la caricia mutua. Aquella ilusión, ahora despertada, aunque se desvaneciera luego como un sueño roto que jamás fuera a recomponerse, denotaba las fuerzas del amor. Más tarde supe que el viejo había sido abandonado por los suyos y el perro había corrido la misma suerte. Ambos estaban solos en el mundo.

Es, a veces, la incomprensión de una parte de la sociedad, la ingratitud y deshumanización de la misma, lo que genera estas repugnantes situaciones. Eso ocurre con frecuencia en algunos pueblos y ciudades, con los viejos y con los animales, los dejan aparcados en cualquier lugar, como objetos inservibles, cuando ya poco pueden dar de sí.

De regreso, al pasar por la plaza, ya no estaba el viejo ni su amigo el perro, los dos habían desaparecido.

En casa, cuando me vi rodeado por mi familia, colmado de atenciones, la esposa, los hijos, los nietos y el perro, elevé la vista hacia el cielo y di gracias a Dios por todo cuanto poseía y por la paz de mi hogar. Supliqué: ¡Señor!, que no pasen hambre ni frió los viejos ni los animales abandonados, búscales un lugar digno, o llévalos contigo, para que nada les falte.

La voz del alma se hizo palabra, presiento. Nunca supe del destino de aquellos seres abandonados, de aquellos tristes mendigos que fueron marginados sólo por ser viejos, decrépitos y desafortunados...

Rodeado de los míos, supe la valía de cada uno de ellos. Sentí la extraña sensación que llega a ahogarnos de emoción; y volví a pensar en qué solos deben sentirse los seres abandonados.

Celestino González Herreros

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26/8/12

MATICES DE NUESTRA LIBERAL SOCIEDAD

La comunicación familiar, lamentablemente, en los tiempos que vivimos, se ha visto mermada, o lo que es lo mismo, distanciada de acuerdo a los principios de aquellos tiempos pretéritos, cuando la familia era como una piña y predominaba el respeto común, la solidaridad entre todos sus miembros y aquel deseo unánime de ayudarse mutuamente y en el sentido que fuera.

Pueden decirme que soy un viejo nostálgico, pueden decir de mis apreciaciones que son anticuadas, que me quedé estacionado en aquellos tiempos pasados, que hoy estoy desfasado… No lo creo y es más, alguna vez lamentaremos, si antes ya no lo hemos hecho, que la forma de vida que llevamos a ningún buen término nos conducirá. Estamos abocados a vivir aisladamente, sin sentimientos propios, solos, sin recibir siquiera una sola palabra de consuelo cuando tanto la necesitemos, cuando nos veamos derruidos, en el suelo, solicitando una mano que nos ayude a levantarnos; y cada transeúnte al pasar por nosotros, murmure para sí: ¡Es un viejo, de nada nos sirve!.. ¡Déjenlo en el suelo, solo!..

Respetables lectores, no es una utopía, ya casi se está viendo y la idea de que ese abandono siga, hace que sienta verdadero pánico. La Humanidad no sé que piensa de todo esto. El hombre se ha transformado en un ser rencoroso, agresivo e indiferente respecto a sus semejantes. Bueno, la palabra adecuada es: insensible, como algunos, no todos, los animales que viven salvajemente en las junglas de la ignorancia, a merced de sus bajas pasiones, dominados de sus pobres instintos…

Hay una ceguera tal, en la actualidad, salvo algunas excepciones, que les impide ver lo que es normal y ni escuchan las razones ajenas. Ver aquello que viene de viejo, nuestras herencias e identidades personales. Estos, irremisiblemente, descienden los frágiles peldaños de la desvergüenza para hallar en el sucio suelo de sus burdas opiniones el fango de la ignorancia y la basura de sus bajas pasiones. ¡Anarquismo total! Deseos de venganza contra ellos mismos. Crueles enfrentamientos contra aquellos que dieron tanto… Insolidaridad humana, incapacidad de asimilación, de comprensión. Algunos prefieren morir como perros callejeros, a llegar a reconocer cuáles han sido sus debilidades, sus errores e innecesarias traiciones, ante todo, hasta con los propios autores de sus vidas. Añado más, no todos son iguales.

Dicho lo dicho, no sé que siento en realidad después de haber sido sincero conmigo mismo y por ende, con quienes leen en estos momentos mis naturales apreciaciones. Me gustaría dejar siquiera, un simple precedente, algo escrito que contribuyera de alguna manera a que recapaciten aquellas personas que viven tan equivocadamente, que no vean en mí un líder, ni mucho menos, pero que no olviden mis palabras cuyo mensaje, en todo momento, haya sido conciliatorio. Cada cual que juzgue a su propia conciencia y en consecuencia procedan. No podemos seguir ignorando nuestros principios, las doctrinas de nuestros viejos que siempre fueron hombres ejemplares; y mucho menos, no sigamos imitando las distintas corrientes exteriores e influyentes, algunas equivocadas. Que de todo ha venido y, además, por que siempre hemos sido proclives a imitar lo de afuera, aunque sea malo y es necesario reparar en ello. Ese ha sido, tal vez, el peor de los errores que hayamos cometido siempre, creer que lo nuestro vale menos.

Celestino González Herreros

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25/8/12

ALGUNA VEZ SE ACLARARÁ LA RAZÓN DE TANTOS

INCENDIOS QUE PARACIERAN ORGANIZADOS

Los verdaderos enemigos del fuego en nuestros montes solo apuntan, supuestamente, a los mismos políticos, que no generan una estrategia conjunta de fácil aceptación. No lo digo yo solamente, se viene diciendo en casi todas las esferas sociales desde hace mucho tiempo. Y, a nuestros ediles parece que no les interesa lo que dicen: erradicar los posibles resultados y evitar los riesgos consiguientes, al menos facilitar la delicada y dura tarea de ahogarlo cuando hay que enfrentarse a ese infierno devastador.

Yo no recuerdo que antes, desde hace muchos años, hubiera incendios en nuestros montes, cuando se recogía la leña seca y la pinocha por toneladas, cuando esos suelos quedaban limpios e incombustibles. Y podíamos subir a ellos y hacer fogones para azar la carne y guisar las popas y al final calentar el café… Las brazas y rescoldos se apagaban con agua antes de retirarnos y nunca había peligro alguno. Y así, año tras año volvíamos… Cientos de familias subían y se encontraban, todas las edades, bajo los frondosos pinos, a pasar los momentos más felices, todos reunidos. Íbamos siempre que las circunstancias nos lo permitieran, trabajo, salud, etc. Jamás pensábamos que pudiera producirse un incendio.

Me pregunto: ¿Y, ahora qué pasa? Antes ni hacía falta tanta vigilancia, ni controles de carretera. Algunas veces se veían los camineros, empleados de ICONA y súbitamente alguna pareja de Guardias Civiles, siempre agradeciendo su presencia, con ellos nos sentíamos mejor acompañados.

Hoy los técnicos y burócratas, cómodamente buscan culpables, posiblemente los haya, pero no olviden que los montes y barrancos, hay que cuidarlos, ante todo recogiendo las materias combustibles, como es la pinocha, leña seca, rastrojos secos, etc. Los mismos bordes de las carreteras, a veces, están llenos de basuras y restos de fácil combustión,

que, sin disculpa alguna, debieran ser recogidos para evitar el fuego que produciría una, o decenas de colillas de cigarros encendidas que, algunos usuarios, irresponsablemente tiran al exterior desde sus coches.

Eso lo sabemos desde hace muchos años, no quieren reparar los descuidos, limpiar las cunetas de esas carreteras y, así mismo, podar la retama, etc. Hace mucho tiempo que debieron “echar manos a la obra”, pero no, hay trabajos más cómodos y que dejan mejores emolumentos. Por otra parte, comentan por ahí… Que para ciertas personas es rentable quemar tantas tierras fértiles, pastizales, laderas con bellas vistas panorámicas, mirando al mar, etc. ¿A cuál precio tanta degeneración?.. Tampoco es tan difícil apresar a los verdaderos depredadores, si en realidad se lo proponen.

Desde luego, hasta sin montes nos van dejando, ya no podemos decir: ¡Vamos a pasar el día en el monte!

Y respecto a los pirómanos, esto es un cachondeo, precisamente, por las noches y en los meses de verano, es cuando más hay que vigilar los accesos a las partes altas. Si son pirómanos profesionales, que haberlos los hay, después de beber lo suficiente y de consumir las drogas pertinentes, al salir de las Salas de fiesta, agarran su coche y, para arriba, allá les espera la verdadera diversión… ¡Vayan tras ellos!

Publicado en el Periódico El Día, fecha 24.08.12

Celestino González Herreros

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24/8/12

Y AQUELLOS MAESTROS DEFENDIBLES DE LA CLÁSICA COMUNICACIÓN

En realidad, pasa el tiempo así, casi sin darnos cuenta y son tantas las motivaciones, los momentos de tantas reflexiones y las vivencias que atesoramos con tanto celo dentro de nuestro ser, a veces para no querer saber qué sigue ocurriendo afuera, en ese mundo afectivo que con nosotros ha ido envejeciendo y en el más triste de los casos, muriendo y tristemente olvidados. Plumas que describieron la inquietud solidaria y la impaciente acritud de aquellos años prestados. La solidaridad de aquellos buenos amigos, aquellos buenos lectores que también se dieron a la fuga en esa aventura del descanso eterno.

Multitud de nombres y apellidos de hombres y mujeres comprometidos en la responsable tarea de la comunicación, en nuestro caso la escrita.

Todos, unos más importantes que los otros, pero igualmente responsables, hemos dado a la vida lo mejor de nosotros, en la forma que aprendimos hacerlo, íntimamente, desprendiéndonos algunas veces, hasta del calor familiar, para seguir escribiendo aquello que bulle dentro de nosotros y que no podemos evitarlo, por que es como el aliento que necesitamos para seguir viviendo. Aquellos asaltos violentos, a veces, que sufrimos de los duendes de nuestra inspiración. Aquellos gratos golpes que sufrimos y que, dentro de nuestro pecho sentimos su eco como una plegaria religiosa que nos augura una pasión desatada, en cualquier lugar. De igual modo que en otro corazón, otras fantasías también llora en silencio… ¡Ay!, si yo tuviera un corazón joven, si pudiera darle gracias a la vida, lo haría, pero no alcanzo ya el placer de volar como antaño, sobre las ruinas de mis desencantos sobre los rescoldos aun encendidos de tantas ilusiones deliberadamente calcinadas.

A medida que pasa el tiempo, también para este humilde colaborador del periodismo, expresamente, del Periódico El Día desde hace tantos años, he aprendido en realidad, nunca lo puse en duda, que el roce hace del hombre aquello que siempre soñó; y en mi caso, aprendiendo de tan buenos periodistas que han contribuido al más exquisito destino de la Empresa: “Editorial Leoncio Rodríguez, S.A.”, ejemplo, junto con otros compañeros periodistas suyos, del buen hacer periodístico. Maestros del éxito de tantos comunicadores y de tan generosa y amplia relación con los hombres y mujeres de nuestras Islas Canarias; nombres que no menciono por distintas razones. Uno, involuntariamente, puede obviar a alguno de ellos y sin ánimos de menospreciar a algunos, que todos merecieron el máximo respeto y la admiración natural que inspiran los hombres y mujeres de bien.

Celestino González Herreros

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19/8/12

ACARICIANDO LAS CUERDAS DE MI GUITARRA

¿Qué tanto dice mi nostálgica guitarra, sus notas musicales en su místico lenguaje, qué me dicen? Si hasta parece que llorara; y, a veces, percibo sus jadeos y el desgarro melódico cuando vibran sus tensas cuerdas, llamándome… Otras veces, viéndola en la esquina de mí habitación, muda, sin insinuarme su soledad, su bella silueta realza sus frágiles formas, sus curvas insinuantes, con insistente aflicción, con delatadora tristeza.

La cadencia de sus ecos musicales es como una amorosa letanía que arrastra toda ternura, que escuchando sus cuerdas gemir, la nostalgia me invade y de mi pecho, pareciera que surgieran las más tiernas sensaciones. Como si liberaran aquellas pasiones que adormecidas en su cautiverio despertaran y volvieran a ser libres, llevándose consigo viejas pasiones…

Oyendo el lamento de mi guitarra, es como si fuera yo, quien delirara; y como soplos de armónicos liberados, cual suaves brisas, me acariciaran, hasta sentir en el silencio el quejumbroso eco de amores cuando se alejan… Otras veces, con las sombras de la noche, cuando languidece la tarde, nada más hermoso y sensible, puede comparársele; y si cierro los ojos murmura a mi oído las más bellas interpretaciones, como queriendo inspirarme, o, tal vez, pretenda turbarme, por que aquellos amados recuerdos acuden a mi mente como dominador impulso de connotaciones sentimentales, como una invasión de nostálgicos recuerdos y pretéritas vivencias. ¡Aquellas viejas ilusiones! Y revivo los amados momentos absorto por completo y siento como si tuviera entre mis manos, nuevamente rascando sus delicadas cuerdas que, a veces, pienso si las hiero y las acaricio. Oyendo sus dulces melodías de amor y con los ojos entornados, sueño hasta quedar dormido, mis sueños me trasponen y a la vez me llenan de alborozo, tanto, que despertar no quisiera, ni trasponer ese mundo onírico… Seguir, todo el tiempo, acariciando las cuerdas de mi sensual guitarra.

La complicidad de la música es evidente cuando la necesitamos, por que ella es confidente habitual de la sensibilidad del ser humano, es quizás el elixir del alma, el hilo conductor de las más profundas emociones y el cause más hondo y sutil de un enunciativo reflexivo en los solemnes ordenes de la vida.

Amansa tempestades y en otras ocasiones, aclara los caminos reconciliatorios de la misma convivencia del ser humano; y de algunas fieras…

¿Quién alguna vez, oyéndola en determinadas ocasiones, no ha sentido el renacer de íntimas y quiméricas situaciones, aquellas querencias sentimentales que jamás hayamos olvidado; y arrancaron en nosotros sendas lágrimas, sintiéndolas rodar por nuestras mejillas, para bebérnoslas luego en el silencio de nuestra intimidad?

Celestino González Herreros

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15/8/12

SON LOS CICLOS VITALES TAL VEZ ESTE EXTRAÑO ACONTECER MUNDANO

Escuetamente voy a escribir sobre aquellos polémicos asuntos que antaño censurábamos con enérgicos énfasis sobre conductas cívicas, políticas y sociales, que, ostensiblemente, nos creíamos estar en posesión siempre de la verdad. No todos aceptábamos ni compartíamos tantos desajustes. Era evidente que las altas esferas políticas no resolvían aquellos problemas deficitarios que, obviamente, a unos menos que a los otros, pareciera que en nada favorecían. Aquellas crisis económicas, sociales y políticas, hoy han renacido, casi sin darnos cuenta. Es más, yo diría que nos han perseguido siempre, desde entonces hasta nuestros días, sólo que, por tradición, nuestros hábitos quijotescos han prevalecido en nosotros, los españoles; hemos sido malos diplomáticos hasta para cambiar nuestra suerte. No hemos aprendido a ceder, si un solo ápice, aunque en ello llegaremos o lográsemos aclarar los sombríos caminos de nuestro destino nacional. Ni nos bajamos del burro, por muy corto de patas que fuera, no cedemos…

Hoy así lo entiendo y hasta casi acierto un tanto, a comprender a buen número de países comunitarios de la Europa Unida, suponiéndoles perplejos ante nuestra pasividad al considerar la gravedad de nuestros problemas financieros. Como si nos sobrara el tiempo mientras nuestras gentes desesperan…A eso llamo yo ser quijotes.

Antaño no veíamos los perfiles sociológicos que cunden en nuestra democrática actualidad, ya casi ni sorprenden los numerosos casos de corrupción incontrolable, descaradamente atentan con lo ajeno, con lo nuestros mientras los recortes o ligerazos tronchan las esperanzas de supervivencia de un pueblo que agoniza de pánico ante posible males, los peores, generados por esas sangrías de nuestros escasos recursos ultrajados por esa especie de hampa que se engordan a sus anchas. No me pregunten ¿por qué no les detienen a todos ellos, si saben quienes son? ¿Por qué será?

Entre tanto, cada día que pasa, en la Europa Comunitaria nos van conociendo mejor y manteniéndonos más a distancia, no se dejan engañar como nos tiene engañados a nosotros con fantasías estériles y mentiras a mansalva. Valor hay que tener, llegar a comprometer la dignidad y grandeza de todo un pueblo, jugándola al azar ante lo imposible sin importarles lo más mínimos el hambre y cuantas miserias más, que ya está sufriendo el pueblo español y más drásticamente, nuestras Islas Canarias. Es demencial, no tiene otro nombre. Ojala que esto no traiga peores consecuencias.

Celestino González Herreros

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13/8/12

LUZ QUE ALUMBRA EN LAS TINIEBLAS...

In Memoria del amigo y poeta

JUAN MARRERO GONZÁLEZ

presente ahora en la otra bonanza del Señor

*

Tus estrofas dejaste en los caminos soñados

de la vida, cual mensaje de tu amor latente;

convocándonos con tu poesía sorprendente

en tantos episodios de ternura acostumbrados.

Fue tu inspiración mística voz poética

y tus profundos versos motivo de añoranza...

Así te ausentaste buscando la otra bonanza,

yéndote, con tu mágica perspectiva lírica.

Tus versos, si lisonjeros, nos dejaron huella

humana en la vida alegre del hombre, inspirados

para consolar corazones atormentados,

con gracia y contagiaron exaltación bella.

Tus tristes poemas, confesándonos el dolor,

también serán recordados en tu ausencia,

de tal modo, que, sintamos cerca tu presencia.

viviendo otra vez la emoción del amor.

Y la luz que alumbra en las tinieblas del sigilo,

queriendo despertar la agonía del desvelo

cuando irrumpe en el alma, la paz del celo

quiebra, cual ánfora pendiente de un frágil hilo.

Instando el llanto de tus seres atormentados,

que aún conservan de tus tiernas caricias el calor...

despertando la llama ardiente del amor.

¡Gratos recuerdos que nunca serán olvidados!

Canciones de amor fueron tus idílicas baladas;

y en la danza de tus oníricos desvelos

dejaste entrever, otrosí, ciertos desconsuelos...

ese apego a la vida y a tantas cosas amadas.

*

Celestino González Herreros

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11/8/12

LO QUE ES CAPAZ DE LOGRAR EL SANO DEPORTE

Viendo a través de la pequeña pantalla una de las distintas jornadas, un día cualquiera de la semana, sinceramente, es encomiable el ambiente que se vive, in situ y al mismo tiempo a través de los medios televisivos, que ante nada recuerdan los grandes acontecimientos de acercamiento humano, el respeto, la tolerancia y ese firme y tradicional homenaje al recuerdo ateniense, desde cuando se celebraron los primeros encuentros competitivos… El sentimiento deportivo tan manifiesto y solidario, en verdad, hace pensar que aún la Humanidad representando a los distintos países de nuestro planeta Tierra, son capaces de aglutinarse y demostrar que sin violencia es más hermosa la convivencia, y de hecho, está demostrándose con transparencia y objetiva lealtad nuestra verdadera condición humana. Está demostrado que el hombre, la mujer y nuestros descendientes, pueden convivir pasivamente dentro de ese marco ampliamente representado. Nada es tan importante para lograr los objetivos que parecieran más ambiciosos, como es el respeto común y el amor que es capaz de admitir diferencias, si las hubieran, y las posibles metas ambicionadas; los hombres sólo se diferencian entre sí, en saber aceptar el destino que les haya tocado vivir. Pero siempre existe aquella oportunidad que la vida nos da, para que comprendamos que los ojos ajenos ven nuestras virtudes, nuestros valores y aquellos receptivos sentimientos que llevamos dentro. Una simple sonrisa lo dice todo.

Y ahí, en esas canchas, en esos repletos palcos y gradas, en el mismo ambiente que vivimos, ahí está la verdad; y si fuéramos a evangelizar dichos multitudinarios encuentros, allí estuvo siempre estará la presencia de Dios, quien supo calmar todas las tempestades por cruentas que parecieran.

Celestino González Herreros

http://www.celestinogh.blogspot.com

celestinogh@teleline.es

8/8/12

DESDE LA ASOCIACIÓN DE VECINOS

SAN FELIPE – EL TEJAR

A veces, cuando escribimos, nos gusta improvisar, pero sin fundamentos importantes, pasar el tiempo y agilizar la mente. Claro, siempre no es así, ocurre que las ideas se aglutinan y los pensamientos se bifurcan y en su diversidad siguen caminos distintos y al unísono desembocan en el blanco papel buscando la digna atención de los lectores.

Como he dado a entender, tengo en mente varios temas que dilucidar. Sin ánimo de atosigar o exigir, sólo comentar a quienes corresponda y con la más humilde de las intenciones, cuantas observaciones requieren un parecer.

En estos momentos estoy de visita en la Asociación de Vecinos de San Felipe – El Tejar y aprovecho la tranquilidad que reina en este acogedor lugar, entre amigos y conocidos, entre gentes tranquilas y sencillas, cada cual en lo suyo, para manifestarme libremente y con todo el aplomo que las circunstancias aconsejan en consideración, ante todo, de nuestra AAVV y de nuestra ciudad en particular. Lo mío es hacer un borrador para darle publicidad a su elemental contenido, a ver si tenemos suerte con los ruegos siguientes:

Los responsables del orden y embellecimiento de El Tejar – San Felipe, ¿suelen inspeccionar el lugar para luego tomar notas de las deficiencias, mal uso, etc., que vayan hallando y las trasladen, asimismo, a sus respectivos despachos en nuestro Ayuntamiento, para proceder en consecuencia? Como es el caso del alumbrado público en toda nuestra zona; los lugares ajardinados; desprendimiento de losetas; bloques de cemento desprendidos; y más. Respecto a la higiene y salud pública, excrementos y orinadas de los perros, no sólo los abandonados, principalmente los que llevan sus dueños para que ensucien a su antojo y aunque muchos recojan para las papeleras y dejen allí el mal oliente tufito días enteros, atrás dejan las molestas meadas como caldo de cultivo para pulgas, moscas y malos olores. Perros que deambulan sin bozal, ni van sujetos con la correspondiente correa. A la vista están esas anomalías, si tienen intención de verlas, vénganse para estos lugares, pero cuidado donde pisan… Me evitarían seguir escribiendo para luego poder publicar esas irregularidades, desperfectos que lejos de beneficiarnos desvirtúan nuestra imagen cívica. Mala propaganda haría a nuestra emblemática y querida ciudad turística. Que mejor sería destacar sus excelencias naturales y también el fruto del trabajo realizado por nuestros representantes consistoriales.

Todos estamos obligados a contribuir al embellecimiento y conservación de nuestro patrimonio local y las mejoras hechas, con o sin dificultades económicas, pero si, con la mejor de las voluntades, aquí en Puerto de la Cruz como en cualquier otro municipio, unos mejores que otros. Pero los que se han preocupado en ordenar los asuntos inherentes de sus Ayuntamiento, hay que decirlo, han contribuido honrosamente con su ejemplo al engrandecimiento de nuestra historia insular. Así pues, no digo más, mis palabras sobran, ahora faltan los hechos que esos también están al alcance de todos nosotros.

Luchemos por una ciudad más limpia y acogedora, que en el caso de Puerto de la Cruz, no haya necesidad de recordarlo más. Que las Ordenanzas municipales son para cumplirlas y en su defecto hacerlas respetar. Una ciudad como la nuestra, no necesita tanto los dineros – que mucho se agradecería -– sino antes, una razonable dosis de civismo y educación, predicar con el ejemplo y luchar por un horizonte más diáfano y atractivo. El dinero lo agenciaremos nosotros con el trabajo, pero para que haya trabajo hay que generar confianza el ánimo de los capitalistas o inversores, que son los que dan ese trabajo y crean riquezas.

El Puerto de la Cruz necesita más control ciudadano, vigilancia en las calles y lugares de ocio, vigilar a los expendedores de bebidas alcohólicas y expendeduría de toda clase de drogas… Limpieza y luz en las calles, mantener y cuidar lo que tenemos, calles, plazas públicas y jardines. Sentirnos más orgullosos y agradecidos del favor que nos hizo la Naturaleza dándonos lo que tantos otros desean para sentirse felices. Sólo nos falta un presente más alentador y un futuro más ambicioso y prometedor.

Celestino González Herreros

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6/8/12

NOSTALGIAS DE LA EDAD PERDIDA

Al evocar ingentes episodios vividos en la juventud, todos ellos se entremezclan, convulsivamente algunos, y a veces, se hace difícil clasificarlos por su importancia, decidirnos por alguno determinado. Cada momento de esas fechas tiene algo que decir, cada instante forma parte fundamental de la historia de nuestros días. Mas, siempre hay alguno de esos episodios que se cuela y con nostalgia va poblando nuestra mente y las emociones que vivimos siempre son las mismas. Los recuerdos nos invaden y a veces nos conmueven, de tal manera, que nuestro espíritu se transforma, acuden las alegrías, las penas, los desconsuelos, tristes situaciones, algunas, que al vivirlas nos marcaron para siempre. Otras experiencias nos halagan. Otras nos regocijan y queremos detenernos en nuestra meditación, en esos poéticos escenarios; y los paisajes son los mismos que entonces nos cedieron sus floridos senderos y en aquellos rincones amados fueron sentenciadas tantas promesas… Surgieron y quedaron nuestras huellas para siempre inhumadas, aunque las recordemos con frecuencia, que con el eco adormecido de tantas voces amigas nos acompañen, y la de ella; y pareciera que en la distancia se perdieran. Voces amadas que jamás volverán, sólo en la evocación podemos escucharlas.

Hay ocasiones en las que, por su singularidad y repercusiones, fueron quizás, las más conmovedoras de aquel viejo amor que pensábamos iba a durar siempre. Las desilusiones sufridas y aquel desconsolado llanto que no quisimos exteriorizar para poder eternizarlo y guardarlo para que jamás lo olvidemos. Las páginas negras, las más tristes al sentirnos huérfanos, hasta en los sueños. Aquel adiós postrero al primer amor en la dulce edad de nuestra adolescencia.

Cuando el amor llegó lo llenó todo de extrañas inquietudes, que al alcanzar esa dependencia espiritual ya nada importaba más. Rebozábamos de felicidad y al mismo tiempo que gozábamos tantas delicias, nos aterraba el miedo de que todo fuera una utopía, un sueño que pudiera volatizarse en cualquier momento, que no fuera cierta tanta dicha y pudiéramos vivir engañados, sin darnos cuenta de ello. Luego se fue fundamentando la idea de que fuera posible, que ya nunca más íbamos a separarnos; y con esa ilusión abundaba en nosotros la felicidad, hasta que se quebró aquel sueño de amor herido para siempre; y nos separó el destino sin avisar siquiera y aún hoy, nos parece mentiras que haya sucedido, que ya no podamos ni acercarnos, ni decirnos las más cortas frases: ¡Mi amor! ¡Escúchame!..

Dicen que las distancias favorecen la crueldad del olvido. Que el tiempo lo borra todo y no quedan ni las huellas en aquellos caminos que juntos andamos… Que la lluvia también las borra y las lágrimas de la desesperanza. Que no hay fuerzas posibles capaces de vencer al destino, ni la misma rebeldía, ni la locura, que sólo un profundo pensamiento es capaz de levantar la pesada losa de esa triste fosa… Fuerza capaz de alcanzar, al evocar aquellos sentimientos, sus inseguros pasos y detenerla, encerrarla dentro del corazón y amarla nuevamente, sin que se de cuenta de que está conmigo, para siempre en mi mundo onírico. Sólo alimentados con nuestras caricias de amor y el aliento necesario de su cálida respiración…

Celestino González Herreros

http://www.celestinogh.blogspot.com

celestinogh@teleline.es