De
nada sirven las señalizaciones, velocidad máxima, paso de peatones, no parar en
los vados, peligro (salida de camiones), línea continua y discontinua, ceda el
paso, stop, etc. Pero bueno, ¿en qué país vivimos? La calle, en la actualidad,
es un hervidero de coches y de gentes, desde luego, muchas veces, un vivo
exponente de la más recalcitrante anarquía.
Para
las personas normales, con coche o sin coche, salir la calle es una experiencia única. Hoy y
sobre todo, lo que más abunda es la falta de educación vial y a la vez,
ciudadana. Se lanzan al paso de peatones sin mirar si vienen coches y si estos
vienen con prisas o distraídos; les dices algo y parece que quisieran
despellejarte. Cuando no, van oyendo los aparatitos, escuchando música o
hablando por teléfono. Y el tráfico, poniendo cámaras ocultas o radares, digamos
el gobierno municipal, se harían de oro. Por citar alguna zona, el Polígono El
Tejar en Puerto de la Cruz,
Avenida Melchor luz, desde el cementerio hasta los molinos de cal, por allí
pasan a 110 Km.
por hora y hasta 120 y en el pavimento está bien claro que no pueden circular a
más de 40 Km.
hora. En ese lugar hay una iglesia y una plaza pública; dos colegios grandes;
dos institutos; polideportivo; garajes; varios pasos de peatones, etc. Da vértigo
ver a qué velocidad corren y muchas veces se pasan los semáforos en rojo,
muchas veces. Las entradas y salidas de los garajes no las respetan y no les
puedes decir nada. Se cabrean, independientemente del sexo o la edad.
Indudablemente, que pertenezcamos a una ciudad cosmopolita, donde convivimos
con tantas gentes de distintas culturas, ello no es óbice que cada cual
practique sus modos y costumbres, aquellos que no les permiten en sus países de
origen y hagan aquí lo que les venga en ganas y no respeten nuestra cívica
forma de vida. Antes era distinto, los ciudadanos éramos como miembros de una
gran familia y obviamente nos respetábamos; y éramos más consecuentes, no había
el stress que existe hoy, las prisas y los compromisos y el agobio existente en
el ambiente que vivimos. Repito, ello no les da derecho a que contaminen
nuestro ambiente social con sus modelos anárquicos a los que nadie quiere
enfrentarse o no pueden… Es necesario contenerles no sea que mañana fuera
demasiado tarde. Urge que las leyes se intensifiquen, rescatar al bonito
concepto del respeto ciudadanos, en todos los niveles y cortarle las alas a los
reincidentes o fanfarrones de turno, haciéndoles cumplir esas leyes tan urgentes
que nuestra ciudad clama. Más presencia policial restablecería el orden aquel
que disfrutábamos.
Y
qué me dicen de aquellas personas, incluido también los extranjeros, que no
acuden a los pasos de peatones para cruzar, sino que lo hacen alegremente por
donde menos distancia les parece. Otra circunstancia que debiera ser sancionada
es aquella, cuando al comienzo del paso de peatones se sitúan un grupo de
personas a conversar sin intenciones de ir a cruzar.
Desde
luego que si, la calle es una escuela donde se aprenden cosas insólitas y a
veces preocupantes. Y en las gasolineras lo menos que debiera haber es un
letrero que indique la prohibición de fumar para todos, sin excepción alguna.
No
se olviden de lo que comenté al comienzo de este escrito, la seguridad e
higiene en nuestra querida ciudad es esencial; y elevemos nuestro nivel de vida
siempre que podamos.
Celestino
González Herreros
celestinogh@teleline.es
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