Siempre
he dicho que en mucho nos hemos beneficiado con las distintas corrientes
culturales turísticas, no sin antes repeler ciertas malas costumbres a las que
no estábamos acostumbrados, por suerte corregible. Pero bueno, quitémosle
importancia por su escasez. Pensaba en la manifestación estética y el estilo
ornamental de sus terrazas, solanas, azoteas, galerías y jardines, por el amor
que le tienen a la
Naturaleza y todo lo relacionado con ella. Virtuosos de la
jardinería; y con ellos algo habremos aprendido, pero nos queda mucho por saber
y desprendernos de nuestra natural apatía para con los cuidados hacia las
plantas y por ende a la botánica.
Cuando
transitamos una urbanización cualquiera y nos fijamos en sus jardines, siempre
decimos que en ese bonito lugar deben estar viviendo familias extranjeras, se
les ve al vuelo. Pero los nuestros, muchas veces, no siempre, dan lástima
verlos tan abandonados, ya digo, salvo algunas excepciones. Vemos que la tierra
está seca y los dueños suelen pasar de largo. Mañana lo hago.
A mi esposa le decía, no ha mucho, mientras íbamos en el coche, que con el cielo y la tierra que tenemos y la vehemencia del clima casi todo el año, podríamos presumir de los jardines y plazas públicas más bellas del mundo, sólo hace falta vocación y amor a la botánica; y técnicos cualificados. No mirarlo como un trabajo más, ha de ser un placer incalculable. En esas hermosas imágenes queda de manifiesto el inconfundible sello de cultura y buena educación, que se aprende desde pequeños, en las primeras escuelitas cuando las maestras sienten curiosidad por saber la afición vocacional de los muchachos y sus natas posibilidades. Ni escuelas pequeñas ni grandes, ni institutos, ignorando el tesoro abandonado que guarda la fértil tierra donde pisamos. Nuestra mentalidad no alcanza a comprender los valores de nuestro medio agrícola. Tienen que venir gentes foráneas para abrirnos los ojos y que veamos nuestras ricas posibilidades. El negocio de los plátanos, tomates y cebollas tubérculos, hortalizas, hierbas medicinales, etc. La vid y demás frutales, la ganadería y la pesca. Nunca hemos sabido aprovechar tantas oportunidades, sólo sabemos lamentarnos e inspirar lástima. Los invernaderos hechos a conciencia, que sean capaces de contener la furia de los vientos, serían una ocasión única. Miren hacia Holanda cuanto le han robado al mar y el gran negocio de las flores surtiendo al mundo, pero hay que dedicarse a ellas y organizarse debidamente. Los Gobiernos que hemos tenido tampoco han contemplado esas oportunidades que la Naturaleza nos ha brindado siempre, que aunque no tengamos ríos existen varios recursos acuíferos para regar nuestras laderas, parques y jardines. Lo que faltaba es que entonces tengamos que pagar cuantiosas multas por usar el agua...
Celestino
González Herreros
celestinogh@teleline.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario