A veces cuando escribo deseo tener el temple de los acostumbrados críticos que no hieren ni dicen las verdades, que ni ignoran, pero calculan sus efectos secundarios si las revelan. Pero no puedo por más que lo intento. Algo me callo siempre, por que tampoco podemos ir por la vida “rasgando”. Hay circunstancias que duelen al ver con el desprecio que nos tratan y tenemos que aguantar sus maquinaciones, sus prioridades doctrinales, sus puntos de vista y sus apetencias personales.
¿Saben?, lo más doloroso para
un crítico de los aludidos ya, es tener que desenmascarar a otra persona, sea
amigo o no, y ponerle la cara colorada. Bueno, hay caras y caras… Y tanto más
triste es, cuando se trata de una persona a la que le tenemos respeto y estima,
independientemente de las siglas políticas que tenga. Eso es fuerte, de verdad.
Es cuando tenemos que callar cosas que debiéramos gritarlas; y de hecho lo
intentamos, pero se nota cierta consideración en el tono que se emplea.
Pienso que el buen político,
el representante legítimo de un municipio debiera obsequiar los mejores
ejemplos en sus respectivas funciones. Si se trata de un Alcalde determinado,
nunca debe ampararse en sus Concejales y gentes de confianza. El que manda es
él y si dirige bien a su equipo de gobierno nada debiera preocuparle respecto a
las necesidades de sus vecinos. Y si el equipo no funciona debidamente debe
salir a la calle y ver cómo está el ambiente, hablar con la gente, hacer parte
del trabajo que no hacen sus subordinados y llamarlos a capítulo, obligarlos a
cumplir honestamente con sus obligaciones que es el deber asignado. Exigirles,
si fuera necesario, un Informe semanal de las deficiencias halladas, los
desperfectos, las necesidades e incluso las mejoras halladas y aprobadas por
unanimidad del conjunto vecinal. Todo hay que anotarlo y luego, el señor
Alcalde, desde su Despacho sacar sus propias conclusiones, ver el equipo que
tiene; y el que no respete sus decisiones sancionarle… ¡A la calle! Y verá que
para las próximas Elecciones Municipales no gana menos, al contrario, se lo
íbamos agradecer dándole nuestra confianza. Ni siquiera digo que eso le parezca
mucho trabajo… Las palabras sobran en determinados casos y este que nos ocupa
amerita una elevada dosis de responsabilidad y esmero.
En la calle está el desorden,
la anarquía, la burla y los abusos cotidianos, está la miseria social que nadie
quiere denunciar por cobardía. En las aceras están las cagadas de los perros y
sus asquerosas meadas, las pintadas en las paredes, los coches subidos en las
aceras, la droga, los abusos sexuales, los carteristas, etc. Y en los
Despachos, cómodamente ubicados están aquellos que tienen que preocuparse, más
que yo mismo, por que nuestra ciudad turística reflote, vuelva a ser lo que
fue, fuente de trabajo para ocupar a miles de ciudadanos hoy en paro por culpa
de la decidía, la inoperancia e indiferencia de aquellos que se comprometieron
públicamente a sacarnos de esta angustiosa situación y es patente que han hecho
todo lo contrario.
Debiera mencionar nombres y
apellidos, posiciones y demás, pero no lo considero ético, así me daño a mi
mismo y no pierdo a tantos amigos que no están haciendo la labor encomendada
con absoluta responsabilidad. Guárdense las palabras bonitas y los buenos
modales, a mí sólo me basta alertarles para que no sigan equivocados, que a la
larga el pueblo, villa o ciudad, o premia o castiga. ¡Saludos, amigos todos!
Celestino González Herreros
celestinogh@teleline.es
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