Nuevamente
vacaciones de Semana Santa, los que tengan recursos, a las playas a remojarse y
cambiar el color de la piel, al monte para aislarse… Visitar nuevos países y
conocer culturas distintas, en fin, cambiar de aires y olvidar el tedio
cotidiano, hallar nuevas emociones y ver caras distintas. Las Procesiones son
para aquellos ya pasados en años. Los que cumplen religiosamente los preceptos
de la Santa Madre
Iglesia. Acompañan los distintos Pasos Sacramentales y demás actos religiosos
con fidelidad. Se acercan a Jesucristo de forma muy especial, suplicantes. La
vida la ven desde otra perspectiva, se sienten inseguros, temerosos, ya que el
tiempo se les acorta por momentos y asustadizos buscan refugiarse en la paz divina
antes que ya sea demasiado tarde. Buscan en la dulce mirada del Cristo su
compasión y apoyo divino y el perdón de sus miserias terrenales, la paz… Buscan
en la Iglesia
el apoyo misericordioso que los sostenga un tanto más optimistas. Temen quedar
solos cuando llegue aquel fatídico momento de la triste despedida, cuando se
baje el pesado telón de la vida y quede todo a oscuras. De Dios recibir su
brazo fuerte que les va ayudar a sostener el liviano espíritu al sentir
desfallecer las pocas fuerzas que les mantenían en pié. Todos los temores
habrán desaparecido intuyendo la divina presencia consolándoles con su dulce y serena mirada.
En
las playas no podrían siquiera sospechar el valor de tales sensaciones, que a
veces la lujuria nos ciega y enturbia la imagen del hombre, alejado
sistemáticamente, de sus más importantes responsabilidades; y así anda nuestra
maltrecha sociedad, incrédula, desorientada y estéril. Así nuestra juventud
perdió aquel rumbo señalado en aras de nuestra salvación espiritual, de nuestra
atribulada conciencia… ¿Son mojigaterías mías? No lo creo.
Se
pueden combinar nuestras actividades, es justo salir fuera, cuando se puede,
pero nunca evadirse de las otras obligaciones para que estemos razonablemente
más tranquilos donde quiera que nos hallemos, nunca dejar de cumplir con Dios y
el recuerdo de su Pasión por limpiarnos de todo pecado, dando su vida por cada
uno de nosotros redimiéndonos…
Celestino
González Herreros
celestinogh@teleline.es
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