PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS
Preso por la emoción
esa noche de amor
comprendí su dolor
y sentí compasión...
¡Jesús crucificado!
Viéndole que se acercaba
que sin aliento ya estaba,
con el cuerpo golpeado
antes de haber expirado...
Su piel amoratada,
yerma, su dulce mirada
del rostro se había borrado.
Al comenzar el día
y el alba despuntar
y sin mi emoción ocultar,
vi. a
a sus pies sollozando
con el corazón herido
de tanto haber sufrido;
sollozando y a Dios rezando.
Con paso silencioso
me pareció verle andar...
queriéndo revindicar
su ejemplo más amoroso,
que aunque le viera morir
no fuera en vano su muerte,
sintiendo su cuerpo frió e inerte
ya abatido de tanto sufrir
y aquello de querer revivir
justificando su muerte;
y renacer nuevamente,
pese a su agonía y dolor...
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Celestino González Herreros
http://www.celestinogh.blogspot.com
celestinogh@teleline.es
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