4/11/11

ELLA CONMIGO Y YO CON ELLA

Tristes episodios de la vida de un hombre

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Sentir que mi propia voz se quiebra, cual estallidos crispados de tanta angustia, del silencio contenido tanto tiempo, de la cobarde sumisión, de la inútil resistencia ante el dolor que siempre haya estado sufriendo, por quererle tanto… Y a pesar de ello, haber dejado que corra el tiempo, que se lo lleve todo, hasta los propios sentimientos, hasta quedar solo en su abandono. Aunque siempre estuviera buscándole y si la veía se escondía y luego la seguía, a cierta distancia, para que no le viera, quien tanto la deseaba, que día y noche la buscaba. ¿Por qué huir de ella si la seguía amando? Aún hoy, después de tantos años, aunque la siga buscando, no podría soportarla, frente a frente, su profunda mirada, sus requiebros, sus desbordantes lágrimas y su voz temblorosa cada vez que le dice: ¡Te quiero! Ello le produjo tanto dolor como desconsuelo, tanta rabia como atracción sincera, cuando le decía ese expresivo: ¡te quiero!

Si él pudiera olvidarle, si supiera cómo hacerlo, pero no puede, no sabe. ¡Es que sueña tantas veces con ella! Y qué distinta es en esos momentos de sus tiernos letargos, ella con él y él con ella, si les vieran… Pero, cuando esos sueños se rompen siente como si saliera de una angustiosa pesadilla, hasta ha sentido miedo. Y se esconde en sus ocultos sentimientos para evitarla, a pesar de quererle tanto... Se esconde allá lejos, envuelto en sus oscuras sombras, donde no le hallen, donde ni escuchara su suave voz, su adorable risa y la discreta caricia de su cálido aliento, cada vez que le dice: ¡Amor, te quiero!

Cada día que pasa disponemos de menos tiempo y lo más aconsejable es dosificarlo previamente, administrar los momentos de que dispongamos y ser equitativos con las circunstancias que tengamos que vivir.

También el tiempo, hasta que se detenga definitivamente, habrá jugado su papel en los distintos ciclos de nuestras peregrinas experiencias; y no se deja influir por el supuesto sentimentalismo y nuestras normales quejas al ver cómo lo perdemos todo; y atrás van quedando, como si fueran inútiles despojos, nuestros seres más queridos y aquellas pertenencias materiales con las que, equivocadamente, creíamos que serían nuestras para siempre.

Celestino González Herreros

http://www.celestinogh.blogspot.com

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