PUERTO DE MAR Y DE ILUSIONES DONDE LOS SUEÑOS ARRIBARON
Aún conservo en mi memoria aquellos lejanos días,
viviendo las Fiestas de Julio... Entonces lo veía todo distinto, e
indudablemente, cautivado por las influencias habituales de la juventud. Todo eran
sorpresas, emociones imposibles de contener y nada fáciles de olvidar, siempre
sensaciones nuevas; y era allí, donde íbamos tan ilusionados a dar vueltas, en la Plaza del Charco, donde
esperándonos estaban los amigos y las amigas... Entre todas ellas siempre habo
una que sobresalía, que no se apartaba ni un instante de la mente. ¡La de los
sueños!
Y en las noches de rondas por las calles empedradas
del viejo y atractivo Puerto de la
Cruz , recordemos… Aquellas románticas serenatas al pie de la
ventana de la muchacha amada y por las tardes, los largos paseos por la
costa... También recuerdo ir buscando, a ultranza, las viejas tascas de la
calle Mequinéz y sus aledaños, así como las de la calle La Lonja , El Presidio en Santo Domingo, el merendero típico y alegre
de Felipe, en la playa de Martiánez, Mario en San Telmo, los aperitivos
soberbios en casa de Don Casiano Verano y tantos otros. Hoy, a mi mente acuden
esos recuerdos con el natural
desconsuelo que, hasta llegan a entristecerme; por todos los cuales, al
evocarlos, siento la sensación de un vacío tremendo, como si al retroceder a
esa época tan ausente, se me fuera, deliberadamente, el alma en busca de esas
vivencias y quisiera recobrar aquellas ilusiones perdidas para sentirme tan
feliz como lo fuera entonces, cuando creía alcanzarlo todo... Tradicionalmente,
y por estas mismas fechas, el espíritu de mi pueblo parece que fuera creciendo,
y se estimulara su idiosincrasia e imagen, como si se fueran animando con todos
los deliciosos encantos de sus abundantes bellezas. El Puerto de la Cruz se desvela en su
espléndida condición social, cual si amaneciera deslumbrante de un fantástico
sueño y se le viera risueño, brindándonos realidades multicolores en sus calles
y plazas, entonces abanderadas e iluminadas. Igual que en sus noches sensuales
y bullangueras, amenizadas con los ritmos más exóticos de nuestras espléndidas
orquestas con aires musicales bailables de diversos ritmos y las de los otros
queridos pueblos del Centro y Sur de América, sones caribeños que tan
gratamente nos contagian sus alegres cadencias tropicales. La sensibilidad de
nuestras gentes se mezcla con la alegría del visitante que sabe poner la nota
más expresiva en el acontecer de estos días con su presencia y participación en los variados
eventos socio cultural a celebrarse. Es interesante ver sus vías públicas
transitadas masivamente, y observar en los rostros de las personas asistentes
esa disposición alegre y desenfrenada de plena participación fiestera. En esas
fechas, cada año, el programa a desarrollar se amplía con el empeño de que
todos sus actos religiosos y populares satisfagan lo más ampliamente posible y
con ello transmitir también la condición comunicativa de los portuenses al
recibir con gracejo la fascinante contribución
foránea.
Innegablemente, siempre estamos de fiestas o por lo
menos dispuestos a celebrarlas. El medio es propicio, aunque las actuales
circunstancias sean otras, entre otros motivos, porque la Ciudad aún conserva muchos
de los antiguos rincones que nos recuerdan su identidad social primitiva;
perdura, pues, su tipismo y folklórico acento, que es su sentimiento popular y,
obviamente, le pone de manifiesto; y, es por eso, que siempre está alegre y
abierto a todas las corrientes sociales y culturales. Más, por tantas razones,
hoy es la meta más acreditada del turismo universal, lo que viene a corroborar
cuanto he dicho a grosso modo. Pero, en cualquier época, más en Julio, el Puerto de la Cruz se crece en todos los
aspectos. La primavera ha dejado aún lozanas sus lindas flores en honor a las
fechas tradicionales señaladas, y en sus perfumes, el embeleso poético de una
ofrenda sentimental al Gran Poder de Dios, nuestra madre, la Virgen de El Carmen y el
inseparable San Telmo. Aromas y fragancias que envuelven el aire que nos
acaricia y respiramos... Las viejas casitas terreras que aún quedan algunas se
vestían de blanco y destacaban sus rojos tejados que, anhelosos se proyectan
hacia las alturas. ¡Volveremos a escuchar el tronar de las tracas y demás
artificios pirotécnicos! Y la pequeña bahía romperá su monotonía, conservando
sus atractivos, engalanando sus bellas embarcaciones, que siempre nos
recordarán pretéritas procesiones marineras sobre el ancho mar...
Son sus calles cauce de un caudal desbordado de religiosidad
y civismo que convoca a reflexionar detenidamente en lo humano y en los vínculos
religiosos que nos unen. Todo ello, en su conjunto, refleja esa solidaridad que
distingue a sus gentes cuando se encuentran en ese ambiente tan propio, como es
el que nos brinda la gran Ciudad Turística y, eminentemente, marinera; puerto
de mar y de ilusiones donde los sueños más hermosos arribaron siempre.
El talante popular y alegre de sus natos moradores
rompe a tiempo los esquemas negativos para imponer, en ese desafío, sus
tradicionales sentimientos y para lucir su gracia universal en el ambiente
cosmopolita que se vive, en el cual no se necesita agenda ni fortalezas, por
que nada, decididamente nada, se les opone. Puerto de la Cruz es como una monumental
roca basáltica de inmensas proporciones que rompe valientemente todas las
adversidades que nos puedan llegar. Es el fortín de tantos sueños... Los años
transcurridos han sido generosos con nosotros; hoy podemos rememorar aquellas
andanzas, y evocarlas con ternura, soslayando lastimosamente todo lo que el
progreso y el tiempo nos llevó. El que más o el que menos, sintió alguna vez,
en ese marco dilecto, alguna ilusión... Quizás hoy lo recuerden algunos, los
que nunca valoraron eso que se les fue de las manos y por lo que, en
consecuencia, se lamentan tardíamente. Yo, en cambio, disfruto cuando llegan
esas fechas, siento que me invaden los recuerdos de aquellas gentes, viéndoles
ir en todos los sentidos celebrando el grato momento que vivían en sus calles, las plazas, la
iglesia de Nuestra Señora de la
Peña de Francia, y la dulce mirada del Gran Poder de Dios en
su silencio sobrecogedor. Su Altar, cual humilde y atrayente trono, fuente
deificada de amor, humildad y paciencia. Y también, San Telmo. ¡Ay, cómo lo
recuerdo todo, a pesar de los años! Mi infancia y mis amigos de entonces,
aquella juventud.... Años de embelesos constantes hoy rescatados en mi mente
para con ellos despertar otros que han sido sueños aletargados, pero igual de
queridos, arropados todos ellos, en un
rincón del alma para que nunca mueran... He vuelto a soñar aquellos alejados
momentos y he sentido la ilusión de entonces, caminando sobre los vetustos
adoquines de mi pueblo marinero, saludando a tantas buenas personas que te
inspiraban afecto y confianza, gentes sencillas y nobles, ausentes muchos de
ellos y tan presentes en mis recuerdos. Pueblo por el que siento gran
admiración, por saber conservar la gran ilusión de mantener la tradición
cristiana y popular de las Fiestas de Julio desde tiempos inmemorables, celebradas en honor al Gran Poder de Dios y
su veneraba Virgen de El Carmen, de la forma acostumbrada y con el calor humano
de siempre. Sea pues, esta inspiración espontánea y sincera mía, la razón más
afectiva de una profunda y sentida plegaria de amor, rogando, un año más al
Cielo, por el destino de nuestro
entrañable Ciudad y toda la Isla
de Tenerife. ¡Una vez más en Julio!..Que llegue a cada rincón de sus hogares la
dulce mirada de nuestra Carmela y el Gran Poder de Dios, que se posen cual divina
bendición en el lecho de tantos enfermos... y les brinden su gracia divina y
con ella recuperen las fuerzas perdidas... Y, a tantos compatriotas nuestros,
que luchan en tierras lejanas en sus obligados exilios, que no muera nunca en
ellos el recuerdo de esta tierra que nos vio nacer; para todos ellos también
pido una sentida oración...
Así ama mi pueblo, aquel pueblito que fue creciendo
hasta llegar a ser lo grande que es hoy.
De todas formas, yo me remito al pasado, a aquel hermoso enclave a la orilla
del mar, bañado por sus olas con olor a algas y yodo, bajo este espléndido sol,
con sus brisas cancioneras que nos brindaban esperanzas marineras que
despertaban en nosotros el deseo de amar y luchar. El deseo de buscar de la
vida todos sus encantos...
Siempre será así en Julio y habrá muchas razones que nos pongan sentimentales. Más,
amorosamente mitigaremos nuestros pesares acompañando los pasos serenos y
lentos de nuestras Veneradas Imágenes en su recorrido acostumbrado... Con ese
disfrute espiritual hallaremos el consuelo necesario y las fuerzas para sobrellevar,
dignamente y con provecho, esta vida hasta un próximo encuentro.
Celestino González Herreros
http://www.celestinogh.blogspot.com
celestinogh@teleline.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario