23/11/12


LAS PÁGINAS SILENTES DEL VIEJO LIBRO


Ya amarillentas debido al paso del tiempo, en sus desteñidas páginas, a pesar de ello, podría leerse con veraz transparencia cada uno de los episodios vividos en nuestro Puerto de la Cruz, amplia parcela de ingente cantidad de interesantes anécdotas, de curiosidades, leyendas creíbles y momentos históricos imperecederos los cuales han marcado un hito social de importante referente, como son las pautas que por imperativos idiosincrásicos hemos heredado hasta nuestros días.

Acariciar las rugosas y polvoreadas tapas de dicho compendio, produce la sensación que uno siente al asirlo contra nuestro pecho, cual viejo objeto que nos comunicara a través de su silencio la sorda quietud de algún sortilegio o la desesperación propia que se siente al ver morir nuestra identidad, el pulso de esta resentida sociedad. El llanto lastimero de tantas cosas nuestras que, inexorablemente, por apatía hayamos perdido; y otras formas nos han impuesto otros pensamientos y costumbres…

No son nuestras temblorosas manos, tal vez sea el mismo libro que se revela ante tantos pasmados que sistemáticamente dejan escapar las buenas oportunidades en los momentos precisos, cuando las necesitamos. Nuestras islas hoy pudieran ser el más apetecido destino turístico si se hubieran dejado aconsejar por aquellos hombres sabedores por intuición de nuestro destino dada las inigualables condiciones disponibles de entonces. Hoy todavía se podría hacer mucho, por ejemplo, si nuestro Gobierno y el Central se lo propusieran, dándonos las ayudas económicas que dispensan a tantos Ayuntamientos de Tenerife y consideraran nuestra precaria situación para poder salir adelante. Olvidan que Puerto de la Cruz y sus importantes Empresas fueron el motor  turístico que dio tanto trabajo a nosotros y tantos foráneos.  En el viejo libro todavía podríamos escribir páginas nuevas…

Ese libro está en mi mente como una estrella que cuelga en el firmamento, es quizás la que con su resplandor quiera recordarnos aquello de nuestra identidad, de nuestros sueños y la trágica sensación de nuestros fracasos, que son el fracaso de todos, cuando creíamos que nuestras islas y sus gentes iban a ser siempre respetadas y no ultrajadas como hoy nos desprecian incomprensiblemente.



Celestino González Herreros
        celestinogh@teleline.es


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