Siento
verdadera lástima de mí mismo al verme obligado a denunciar las injusticias que
a veces se cometen en ciertos lugares públicos y privados, por algunos
impresentables que mejor debieran estar trabajando en lugares de menos
categoría, ni aún con animales que también merecen cierta consideración y
respeto. Me duele tener que hacer esta denuncia de un caso concreto y
estrictamente inhumano. Concretamente, el sábado día 22 de junio del presente año,
fue trasladada una enferma de Parkinson desde la Residencia Da Vida, con una
considerable hemorragia interna, a las seis de la tarde a la Clínica Hospiten Bellevue de
Puerto de la Cruz
(Tenerife) por los medios propios de Da Vida. Siguiendo el protocolo fue
ingresada para su inmediato estudio dado que se suponía se tratara de una
Urgencia y a las nueve de la misma noche fue dada de alta, pero sin salir del
establecimiento sanitario por falta de medios. Antes, como es natural, al ser
avisados por la Clínica Residencial
Da Vida los familiares más directos fueron a Bellevue a interesarse por la enferma; y de mala manera
y sin el más mínimo asomo de respeto, les impidieron ver o saber algo al
respecto, cuando un empleado, desde detrás de una ventanilla les increpó de
mala forma y les dijo que no sabrían nada ni en cinco minutos, dos, tres,
cuatro, diez, o toda la noche… Hasta entonces nada podían decir. Que se
sentaran como los demás y que esperaran el tiempo que fuera necesario.
Sólo
querían saber cómo estaba la enferma y que le dijeran que no estaba sola, que
su familia estaba afuera esperando. Con cara de mala uva, el empleado estaba
tan poseído y envalentonado, que más parecía el dueño del hospital.
Resumiendo,
¿saben a que hora la trasladaron a su lugar de origen? A las tres de la mañana,
una persona afectada de Parkinson y con ochenta y dos años de edad. El lugar no
estaba tan concurrido como otras veces y lo que sí se notaba, más que nada,
aparte de la mala educación del empleados en cierne, la completa ausencia de
ambulancias. ¿Qué pasa con las ambulancias “contratadas” en Puerto de la Cruz, una ciudad turística
tan importante?.. Estarán reservadas para el caso de ser solicitadas
discretamente?.. Sólo digo, presuntuosamente.
No
me canso de recordar con cierta nostalgia y tristeza, aquellos Servicios que
hacía la Cruz Roja,
que apenas las llamábamos estaban en el lugar sin tanto postín y protocolos. Y
no cobraban como debieron, nada a los socios.
Los
actuales medios de locomoción son contratados, propiedad de una Empresa de
sabrosos beneficios, en la que los sábados y domingos recortan los servicios y
para que atiendan la demanda asistencial hemos de valernos de las acostumbradas
argucias.
¿Porqué
ya no funcionan, como antes, las ambulancias de la
Cruz Roja? ¿Qué pasó con esa Institución de
utilidad pública? Por lo menos los sábados, domingos y fiestas de guardar,
aquellos Servicios Humanitarios mucho se echan de menos, más los pobres que los
pudientes.
Son
tres o cuatro puntos a discutir. Primero el trato improcedente del empleado
ante la solicitud de ayuda informativa del preocupado familiar que no se le
puede negar a nadie. Segundo, la falta de consideración hacia una enferma mayor
de edad en crítica condición de salud, tanto tiempo en una camilla. ¿No había
médicos de guardia? Luego la triste ausencia de las ambulancias contratadas,
por lo que tuvieron que esperar a las tres de la madrugada. Debo añadir que a
eso de las nueve de la noche cambiaron los turnos del personal y entonces
volvieron los señalados familiares a interesarse por la enferma y esta vez
fueron atendidos exquisitamente por el nuevo empleado, con la mejor de la buena
educación; y tranquilizan a los familiares, como tenía que ser desde el
principio. Ahora bien, me pregunto, ¿cómo es posible que, con las cifras tan
alarmantes que hay de parados, hayan actualmente, todavía, candidatos que se
juegan el puesto de trabajo como en el caso que nos ocupan?
Los
hospitales y centros asistenciales debieran tener más vigilancia y control de
sus empleados y de las distintas funciones de cada uno de ellos. Hay días muy
preocupantes, son los de los cambalaches, cambios de guardias, etc., sin crédito
algunos ni especialidades.
Repito,
para mí es muy doloroso denunciar casos concretos, pero no puedo negar que me
duele la indefensión de algunos enfermos cuando se ven solos y sin nadie que
acuda en su favor en casos extremos como el que acabo de narrar.
Celestino
González Herreros
celestinogh31@gmail.com
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