12/6/13

LAS ESTACIONES DE LA VIDA SON ÉPOCAS PERDIDAS





Cada estación del año tienen sus peculiaridades y encantos en Puerto de la Cruz y siempre el cielo azul que nos acompaña. Parece que en cada uno de esos momentos se revitalizara nuestro ambiente. Hoy es un día de esos que dan ganas de abrazarle y poseerlo todo por la nitidez de su luz y el aire placentero que nos acaricia. Sentimos la sensación de bonanza infinita que invita a gozar todas las cosas bellas que nos ofrece y que la Naturaleza tan frecuentemente nos brinda.

La calle es como un espléndido escenario rebosante de sorpresas y todo cuanto vemos y palpamos pareciera que sonríe y nos invitara a participar en ese juego bucólico a veces, pueblerino, quizás, romántico y marinero por excelencia. Nos convida con mesura, ampliamente todos sus encantos.

Nuestra ciudad conserva el embrujo aún de ancestrales temporadas, sólo hemos envejecido nosotros. El Puerto de la Cruz transpira alegría constantemente, tiene energías joviales que le distingue y si no lo apreciamos plenamente es que los años que gozamos ya no nos permiten volver hacia atrás y recorrerlo todo, beber de sus fuentes mágicas y saciar aquella sed constante de nuevas experiencias  y tiernas emociones… Los años no pasan en balde.


La primavera es, quizás, la estación del año más romántica, las flores en nuestros parques, parterres y huertos, imprimen el sello radiante y jovial del amor, con su colorido exuberante. Nuestros prados y sembrados, los mismos caminos, se alegran simultáneamente y se desperezan con el trino de los pájaros que revolotean de rama en rama; y de todas las demás aves que se buscan celosamente y se emparejan tradicionalmente para conservar la especie anidando sus instintos procreadores.


El verano es la explosión de los deseos, la libertad del cuerpo en nuestras aguas costeras y las aclimatadas en los complejos turísticos. Y los estanques en el campo, los embalses para el riego y otros usos. Son los meses libres para largos chapuzones en las playas y dársenas pesqueras, el encuentro con los amigos todo el año sin verse, algunos de ellos. ¡Las noches románticas del veranos nos traen tantos recuerdos, sólo invitan a soñar!..

 El otoño es, quizás, la más triste de las estaciones del año y sin embargo, es cuando más nos identificamos con su ambiente nostálgico de profundos pensamientos. Ver las hojas caídas del erguido árbol es como sentirnos cómplice de la impotencia de aquel, menos felices. Nos recuerdan los que antaño veíamos fenecer con su cuerpo desnudo al intemperie y el rigor del frío, viendo caer en el húmedo pavimento, las hojas muertas y arrastradas por las céfiros brisas, aquellos tristes atardeceres.


Y llegado el invierno en su ámbito, viendo caer la pertinaz lluvia tras los cristales de la ventana, sólo invita a refugiarnos en la cama, entre sábanas, cerrar los ojos y soñar despierto.


Así es nuestro Puerto de la Cruz, sensual, alegre, medio tristón, sólo a veces, y tentador… Lástima que la lozanía de nuestra juventud se pierda para siempre con el paso de los años y no podamos, ya mayorcitos, enfrentarnos a tantas realidades, tantas excelencias y rincones nostálgicos como cuando éramos jóvenes. Pero llegar a viejos es, indudablemente, una bendición del Cielo, no lo dudemos.



Celestino González Herreros
       celestinogh31@gmail.com









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