No
se trata del habitual pesimismo, ni de nada parecido, la evidencia nos lo está
diciendo continuamente, no se trata de llevar la contraria a los demás, a las
mayorías. Lo estamos viviendo, ahora bien, que nos importe bien poco es otra
cosa. Sabemos a donde van a desembocar tantos proyectos, normas nuevas, y manipuladores recortes. Tantos disparates y
mayúsculos errores, este descomunal río de despropósitos como es natural van al
mar creciente de nuestros fracasos… Cuando la evidencia misma responda a
nuestras verdaderas necesidades, nos vamos arrepentir de haber consentido
tantos teoremas y fatuos cálculos de los cerebritos que creen que están
contribuyendo a erradicar esta vergonzosa crisis que nos está hundiendo
diplomática y económicamente. Eso creen, pero mientras haya tanta corrupción en
las altas esferas de nuestros gobernantes y allegados, no creo que esta
dramática situación se arregle tan facilmente, además, para que volvamos a
recuperarnos del todo, han de pasar muchos años, décadas y más décadas, por que
el daño hecho ha sido muy grande. Es imposible, como dicen: Dentro de un año y
a lo sumo dos, volveremos a la abundancia como antes… ¡Mentiras! Y las futuras
generaciones van a tener que estudiar nuevas alternativas, buscar soluciones
válidas, trabajarlas ellos y no esperar que los políticos de turno tengan
recursos y energías para empujar solos este pesado carro hacia un destino
seguro y prometedor.
Lo
más preocupante es que nuestros jóvenes están emigrando y sólo los viejos nos
estamos quedando aquí, siempre preocupados por nuestras Pensiones, con las que
muchos están ayudando al resto de la familia en paro y sin recurso alguno.
Antes nos íbamos a América Central y del
Sur, ahora cruzamos las fronteras de toda Europa Comunitaria y entiendo que a
los muchachos españoles y canarios los reciban con agrado y no como antes que
les declaraban la guerra sicológica en todos los aspectos. Pero si no hay mano
de obra que coticen a la Seguridad Social,
nuestras Pensiones peligran o al menos, inevitablemente, las recortarán. ¡Mal
asunto!
Ahora
es cuando lamentamos no haber puesto atención a aquella sugerencia, desde hace
unos quince o veinte años, de que a los niños los incluyéramos en los Colegios
alemanes, ingleses o franceses con el objeto de prepararlos para posibles
situaciones como la actual y garantizar con ello su inmediato porvenir. Clases
particulares y voluntarias con perspectivas afines. No muchos se iniciaron y
otros tantos abandonaron al pensar que eso era una pérdida de tiempo y dinero.
Ello fue el error más lamentable de aquellos que pudiendo hacerlo no ampliaron
sus conocimientos con el estudio. Aquellos que fueron perseverantes y
continuaron asistiendo a esas clases, hoy merecen toda la admiración y serán
siempre elogiados y estarán más capacitados para luchar con acierto en los
distintos países cuyos idiomas estudiaron.
Celestino
González Herreros
celestinogh31@gmail.com
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