Hubo una época gloriosa,
exceptuando aquellas limitaciones, que si las menciono tal vez enlutarían la
esencia de los espontáneos argumentos que emiten mis palabras para recordarlas
con nostalgia. Esa inolvidable época, aún la veo con la inocencia de entonces,
nuestra escasa madurez...
Hechos derivados y propios
de la edad, ya que las pupilas de mis fantasías, sólo atisbaban proyectada ante mí, la bella imagen de lo
joven, de lo tierno...
Todo era de un atractivo
conmensurable. El alma se llenaba de esas cosas que encantan e invitan a soñar.
El Puerto de la Cruz,
para los de aquella edad era el lugar obligado donde irían a encontrarse gentes
de todos los lugares de la isla de Tenerife. Siempre hubo una razón para visitarnos. Nadie ha olvidado aquellos célebres
Carnavales del Puerto de la Cruz,
donde se daban sita, sin distinción de clases sociales, todo quisque, y se
derrochaba tanta alegría y entusiasmos, y tanta sencillez, que serán
irrepetibles, aquellos encuentros. La sencillez de la careta y la sábana blanca
fueron el preludio de los famosos carnavales actuales.
Así como, aquellas fiestas
en honor del Gran Poder de Dios y Nuestra Señora La Virgen del Carmen, con todo
lujo de devoción popular y fervor cristiano, conmovían. Esas eran las Fiestas
de Julio y aún, cada año en el mes de julio lo siguen siendo, dada esa gran
tradición nuestra. Siempre dieron la talla, sus distintos actos religiosos,
también: competiciones deportivas, exposiciones y concursos, festivales nacionales
de cine, festivales de la canción, moda, teatro, zarzuela, etc., hallaban en
nuestro pueblo marinero, el lugar ideal para sus celebraciones. Su
idiosincrasia acompañaba en esos eventos religiosos, lúdicos y culturales. Pero
remontándonos aún más, cuando no hubo tantos "refinamientos" ni
esquemas tan exigentes, en el lugar señalado, la vida transcurría más sumisa
dentro del terreno político y social del momento, hoy harto superado. La
sociedad estaba dividida entre ricos y pobres, entre necios y listos... Hubo
entonces parcelas acotadas y prohibitivas, donde sólo estaba permitido la
permanencia en las mismas a gentes determinadas. Hablo de la década de los
cuarenta, viviendo en la pos guerra civil española, episodio lamentable de
nuestra historia y hasta vergonzante. Contienda triste donde murió tanto
inocente, para los que estaban bien vivieran mejor y los pobres siguieran
siéndolo y aún más pobres.
En ese ambiente, cada cual
iba por su lado, la clase media y los más pobres, habituados al "relativo"
conformismo, con soberano orgullo, deliberadamente y sin querer hacerse notar,
llegaron a fusionarse en el ámbito cotidiano, a excepción de algunos
reminiscentes nostálgicos y rencorosos... Con todo ello y nuestra natural forma
de ver la vida y aceptarla como era, nació en nuestra sociedad un nuevo
sentimiento cívico que nos ha permitido, aún hasta hoy, andar juntos (¿?)
y luchar por lo nuestro con las únicas
armas de que disponemos: la razón y el entendimiento, más el concepto de la Justicia.
Sin embargo, la ambición de
algunos, divididos en bandos diferentes, ha deteriorado el panorama cívico, en
vez de fortalecerlo, con sus intransigencias obstruccionistas. Ya hoy no se
tienen en cuenta aquellas anécdotas… Cada cual vive su vida como mejor puede y
sin anidar rencores. Aquello pasó…Ahora que es otra lucha diferente, a ver como
lo resolvemos, porque evidentemente, es responsabilidad de todos. A ver como
hacemos a ver cómo nos quitamos de encima la putrefacta lacra que está
convirtiéndonos en un pis más pobre de lo que ya somos, rodeados de ladrones,
timadores y sinvergüenzas que no nos dejan levantar cabeza y aparte, para más
inri el castigo constante y progresivo de quienes debieran defendernos y,
supuestamente, ser también cómplices de nuestras desgracias. Con todo ello, en
la conciencia de nuestros pueblos está forjándose un sentimiento patriótico de
solidaridad absoluta con miras a acabar con tantos abusos. No será sólo un
hipotético deseo, será lo que será. Y ni solamente una rebelión a bordo de esta
valiente nave mientras siga los tiburones al acecho.
Celestino González Herreros
celestinogh@teleline.es
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