Como
un barco a la deriva, sin rumbo fijo, ahí va ese, caminando absorto y sin
hablar con nadie. Absorto con sus pensamientos, en silencio y sin detener sus
pasos. Quien le ve en esas condiciones bien podría pensar que va alguna parte,
pero no sabe cual, sin una meta determinada. Anda con la mirada fija en el
suelo, cabizbajo y frío como un penitente. Se le suele ver pasar por el lugar
algunas veces, luego se ausenta por largo tiempo y nadie sabe donde está.
Hace
unos días sufrió una caída al pasar cerca de mí y corrí a socorrerle. Cuando le
ofrecí mi mano me la rechazó sin decir palabra y con la mirada a la defensiva
hizo un gran esfuerzo para incorporarse sin poder conseguirlo por su cuenta
propia. Insistí y logramos que se pusiera en pié, mas, sin agradecer mi gesto
humanitario se echó andar, pero alcanzó a dar sólo unos pasos y volví ayudarle
para que se sentara un rato a ver qué le impedía caminar normalmente. Sólo
sufría un par de ligeras contusiones y una posible luxación de tobillo aunque
muy molesta.
Como
estábamos solos acerté a decirle: ¿Qué ruta lleva señor? Tengo el coche cerca –
insistí-, ¿quiere que le lleve algún lugar?
El
hombre, un tanto nervioso y con mirada de desconfianza, inquirió: ¡No tengo
ganas de hablar, preferiría estar solo, pero comprendo que necesito que alguien
me ayude, aunque sólo sea escuchándome y así descargo mi pena y ordeno mis
ideas!.. He perdido el amor de mi vida por no saberlo cuidar, por no fiarme de
ella, por creer que me engañaba con otro; y después de roto mi corazón me he
convencido que los celos me traicionaban y sólo veía los fantasmas del
adulterio que casi me vuelven loco. Ahora le busco en vano, le deseo más que
nunca, pero infructuosamente, como si la tierra se la hubiera tragado ha
desaparecido y así no puedo seguir viviendo. Tengo su voz dentro de mi cabeza,
la estoy oyendo continuamente, la llevo dentro de mí, pero no la veo, la llamo
y no me responde, la busco y no le hallo…
Hombre,
serénese un poco, cuando menos lo piense antes vendrá a verle y a perdonarle a
pesar de haber desconfiado de ella y haberla hecho sufrir tanto. Ella habrá
pensado que si desconfía es que su amor nunca fue sincero. Aunque eso es
relativo. Pero así son las cosas del amor.
Lo
mejor que debe hacer es que vuelva a su casa y trate de pensar en positivo,
piense en lo que le digo. Ella puede que vuelva pronto y todo se arregle, pero
eso si, no olvide nunca que con el amor no se juega ni se hacen experimentos.
Las dudas son malas consejeras, extorsionan la razón y amargan los mejores
sentimientos. Se sufre y se hace sufrir a cuántos nos rodean y dicen de
nosotros los peores conceptos, máxime si son celos de amor.
Celestino
González Herreros
celestinogh31@gmail.com
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