SALPICADURAS PORTUENSES DE ANTAÑO
Antiguamente
los vecinos de Puerto de la Cruz,
pese a ser épocas difíciles, tenían un elevado concepto respecto a las Fiestas
del Gran Poder de Dios , nuestra venerada Virgen del Carmen y San Telmo.
Un
mes antes, aproximadamente, el primer síntoma de ética y estética social
dependía de los mismos conciudadanos, lavaban la cara del pueblo limpiando
cualquier rincón que no presentara un aspecto limpio y acogedor. No se veían,
en las calles perros meando los bancos de las plazas, las farolas de la luz
artificial, los portones de las casas, las sillas en los bares, terrazas, etc.
No se permitían perros sueltos en la vía pública, enseguida avisaban al
correspondiente lacero para que se hiciera cargo del animal y el dueño como
diera muestras de no preocuparse por el chucho, no tenía derecho a reclamar si
se daba el caso de que lo sacrificaran, pese también al enfado generalizado de
los ciudadanos
El
pueblo permanecía limpio, no existía la costumbre grafista de pintar con garabatos
alusivos paredes de los edificios oficiales y casas particulares. Eso era sagrado
y el castigo que derivaba del cochino abuso cometido, era como para tener en
cuenta.
Las
calles se llenaban de escaleras portátiles, cubos con pinturas de enjalbegar, cal
y brochas. Las plantas se respetaban y a las personas mayores. Había aquello
que se llamaba “Urbanidad”. Hoy todo es distinto, para bien o para mal. A pesar
de ello, aún a mis años, siento nostalgia de aquel cuidado estético por
conseguir que sea un pueblo modélico y limpio. Repito, a pesar de las estrecheces
que entonces sufríamos. No recuerdo haber visto basuras acumuladas semanas
enteras en lugares determinados. Y si había borrachos danzando por las calles,
esa vez dormían entre rejas hasta el día
siguiente. El Puerto de la Cruz
era un lugar tranquilo y a la vez alegre, razón por la cual, los turistas lo
preferían como destino de sus cortas vacaciones y muchos de ellos, cada año
repetían. Llegaron a familiarizarse con nosotros, en muchos casos a hermanarse
y hasta nos escribíamos como si fuéramos amigos. Mutuamente nos respetábamos.
Salíamos a la calle, cada cual, vestidos según las posibilidades económicas que
concurrieran de la forma que pudiéramos, pero dentro de un orden que no
desentonaran; y era comprensible, dada las circunstancias. Así se fraguaron las
bases de nuestra internacional plataforma turística….
Mis
palabras sobran para aquellos conciudadanos de mi época que conocieron, igual
que yo, estas circunstancias que se dieron oportunamente, aunque ya desde
siglos pasados se conocía el Valle de La Orotava, desde la orilla del mar en Puerto de la Cruz hasta las faldas del
Teide, con todo aquel cuidado ecológico de nuestros campos y aldeas hasta ir
desarrollándose la era del progreso aquel que diera lugar al extraordinario
fenómeno turístico incontenible y tan polémico entre nosotros mismos, manejado
por los poderosos de siempre.
Vuelvo
a decir, hoy todo es diferente, el pueblo fue declarado por méritos propios:
Ciudad Turística. Y por sus excelencias. Se rige exclusivamente a través de los
Órganos Oficiales, háganlo bien o háganlo mal, sistemáticamente el pueblo no
cuenta. Seamos sinceros y no busquemos escapes demagógicos, el pueblo siempre
ha sido el pueblo y los últimos a l hora de tomar serias decisiones. Donde
manda capitán no manda marinero…
Celestino
González Herreros
celestinogh31@gmail.com
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