NO HAY FRONTERAS PARA LOS INCENDIOS
Las
inclemencias de los fenómenos atmosféricos actuales por las elevadas
temperaturas, nos ponen sobre aviso los incendios ocurridos en las Islas
Baleares, con una incidencia por momento preocupante, aunque no lo digan así,
desde el pasado viernes 26 de este mes de julio, donde fueron sorprendidos
muchos turistas e ingente cantidad de residentes de la zona, teniendo que ser
desalojados algunos de sus viviendas, cuando otras casas han sido pasto de las
llamas.
En
voz baja me hago varias preguntas y algunas reflexiones. Cuatro días luchando y
sin poder contener el fuego, teniendo tantos medios disponibles y la proximidad
a la Península
española y aún así verse impotentes, qué dejarán para nosotros los isleños de
Canarias, con tan escasos medios y la gran distancia que nos separa, ¿cómo
íbamos a resolver tremendo problema y cómo vencer al fuego? O dicho sea con más
preocupación, ¿ya estamos en condiciones de hacerle frente? Hemos tenido
tiempo, desde nuestro último incendio,
de prepararnos y disponer de aviones especiales, coches para los
bomberos, instrumentos y útiles para ese fin. En un año hay tiempo suficiente
para concensuar nuevos proyectos y buscar otros medios que nos son tan necesarios.
Si no se ha hecho es por falta de previsión, que las catástrofes no avisan, son
imprevisibles y con lamentarnos continuamente no vamos a salir airosos nunca,
se trata de una falta muy grave jugar con la suerte de los demás y dejar que
sucedan los elementos ocasionales antes de intentar prevenirlos. Téngase en
cuenta las cuantiosas pérdidas que por imprudencia e indiferencia pueden
suceder y de echo ha ocurrido, con cuantiosas pérdidas humanas, materiales, la
agricultura que la ira del fuego destruye;
y aquellos desperfectos urbanos. Eso debiera ser castigado con firmeza.
¿Entonces, en qué consiste ser los responsables de evitar esos estragos
cívicos? Es muy cómodo echarle la culpa a posibles pirómanos o simples
descuidos de nuestros sufridos campesinos y todo lo demás. Pero lo que no dicen
es, lo abandonados que están los montes –interiormente- , por ejemplo, y por
qué, ¿habiendo tantas gentes en paro forzado, no los llevan a los montes?
Los
pocos animales vacunos y caballares necesitan la pinocha para usarla como ha
sido siempre y no había tantos incendios, se usaban como cama. Además de
higiénica, fue provechosa para el abono de la agricultura, usando sus restos
naturales. Pero eso no se ve, está muy lejos de la vista de quienes debieran
preocuparse más.
Dando
un ligero salto al pasado acordémoslo, repito,
entonces no existían tantos incendios y era digno de todo encomio, ver
regresar del monte los camiones cargados de pinocha que se usaba tanto para los
animales como en los empaquetados para proteger la calidad de nuestro exquisito plátano y esos sobrantes se
aprovechaba en la Península
y demás países receptoras de nuestra rica fruta. Pero la modernidad quiso
fastidiarnos un tanto más con sus nuevas formulas de empaquetado. Ahora, ¿qué
pasa en Las Islas Canarias? Que la pinocha nadie la quiere, se acumula
considerablemente y en días de extremo calor surge el incendio. ¿De quienes son
las culpas, del sufrido campesino? ¡Bah!!!
Imprevisión
y mala intuición, de la
Naturaleza esperemos lo más hermoso, pero también los
desastres mayores cuando no se respetan sus pautas y derivaciones. La Naturaleza no razona,
sólo sigue sus pasos naturales y no se sale de su ruta, si esta la tiene
obstaculizada arremete con su natural furia.
Tengamos
nuestros montes y entornos en condiciones aceptables, para eso hemos “votado”
por los que creímos eran los políticos idóneos en esta área tan delicada y tan
seriamente, a veces, abandonada.
Celestino
González Herreros
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CORREO:
celestinogh31@gmail.com
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