30/7/13

NO HAY FRONTERAS PARA LOS INCENDIOS


 Las inclemencias de los fenómenos atmosféricos actuales por las elevadas temperaturas, nos ponen sobre aviso los incendios ocurridos en las Islas Baleares, con una incidencia por momento preocupante, aunque no lo digan así, desde el pasado viernes 26 de este mes de julio, donde fueron sorprendidos muchos turistas e ingente cantidad de residentes de la zona, teniendo que ser desalojados algunos de sus viviendas, cuando otras casas han sido pasto de las llamas.


En voz baja me hago varias preguntas y algunas reflexiones. Cuatro días luchando y sin poder contener el fuego, teniendo tantos medios disponibles y la proximidad a la Península española y aún así verse impotentes, qué dejarán para nosotros los isleños de Canarias, con tan escasos medios y la gran distancia que nos separa, ¿cómo íbamos a resolver tremendo problema y cómo vencer al fuego? O dicho sea con más preocupación, ¿ya estamos en condiciones de hacerle frente? Hemos tenido tiempo, desde nuestro último incendio,  de prepararnos y disponer de aviones especiales, coches para los bomberos, instrumentos y útiles para ese fin. En un año hay tiempo suficiente para concensuar nuevos proyectos y buscar otros medios que nos son tan necesarios. Si no se ha hecho es por falta de previsión, que las catástrofes no avisan, son imprevisibles y con lamentarnos continuamente no vamos a salir airosos nunca, se trata de una falta muy grave jugar con la suerte de los demás y dejar que sucedan los elementos ocasionales antes de intentar prevenirlos. Téngase en cuenta las cuantiosas pérdidas que por imprudencia e indiferencia pueden suceder y de echo ha ocurrido, con cuantiosas pérdidas humanas, materiales, la agricultura que la ira del fuego destruye;  y aquellos desperfectos urbanos. Eso debiera ser castigado con firmeza. ¿Entonces, en qué consiste ser los responsables de evitar esos estragos cívicos? Es muy cómodo echarle la culpa a posibles pirómanos o simples descuidos de nuestros sufridos campesinos y todo lo demás. Pero lo que no dicen es, lo abandonados que están los montes –interiormente- , por ejemplo, y por qué, ¿habiendo tantas gentes en paro forzado, no los llevan a los montes?
Los pocos animales vacunos y caballares necesitan la pinocha para usarla como ha sido siempre y no había tantos incendios, se usaban como cama. Además de higiénica, fue provechosa para el abono de la agricultura, usando sus restos naturales. Pero eso no se ve, está muy lejos de la vista de quienes debieran preocuparse más.

Dando un ligero salto al pasado acordémoslo, repito,  entonces no existían tantos incendios y era digno de todo encomio, ver regresar del monte los camiones cargados de pinocha que se usaba tanto para los animales como en los empaquetados para proteger la calidad de  nuestro exquisito plátano y esos sobrantes se aprovechaba en la Península y demás países receptoras de nuestra rica fruta. Pero la modernidad quiso fastidiarnos un tanto más con sus nuevas formulas de empaquetado. Ahora, ¿qué pasa en Las Islas Canarias? Que la pinocha nadie la quiere, se acumula considerablemente y en días de extremo calor surge el incendio. ¿De quienes son las culpas, del sufrido campesino? ¡Bah!!!

Imprevisión y mala intuición, de la Naturaleza esperemos lo más hermoso, pero también los desastres mayores cuando no se respetan sus pautas y derivaciones. La Naturaleza no razona, sólo sigue sus pasos naturales y no se sale de su ruta, si esta la tiene obstaculizada arremete con su natural furia.

Tengamos nuestros montes y entornos en condiciones aceptables, para eso hemos “votado” por los que creímos eran los políticos idóneos en esta área tan delicada y tan seriamente, a veces, abandonada.





Celestino González Herreros
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