18/1/13



RECOMPENSA MORAL DEL HONOR

El ser humano, como responsable de su palabra, es enalteciéndola con su puntual pulcritud y respeto, como debe conservarla. De nada la sirve al hombre con muy buenas cualidades si desmerece de su honor, de su palabra empeñada en cualquier circunstancia de su vida. La palabra dada hubo quién la significó como si fuera sagrada ante los hombres. Si se da hay que cumplirla. Por eso, los mentirosos son repelidos en la sociedad, son absolutamente inútiles.

En cualquier momento cada uno de nosotros ha sufrido un desengaño al no cumplírsenos la palabra dada… Quedan vacíos de todo contenido serio y responsable, nadie les solicita y tienen muy pocos amigos o ninguno, cuando le descubren como un simple embustero.

Pienso que la palabra que se da hay que cuidarla mucho y pobre de aquel que sea un desmemoriado, peca cada vez que abre la boca. Y los hay que no conocen la vergüenza, por eso insisto,  cuando hablo con mis amigos, que cumplir con lo que se ofrece es ganar la estima y el respeto infinito de los demás mortales.

Nada se parece tanto a la mentira deliberada, cuando el farsante, sólo él, conoce sus malsanos propósitos y ve con indiferencia el daño que pueda causar consecuentemente.

Un honorable señor se distingue de esa escoria, tratándole, cuando admiramos ese elevadísimo concepto de la verdad y todo aquello que de ella se deriva. Así pues, cuidado al elegir entre las personas que nos rodean, si antes no les conocemos bien desde los distintos ángulos que le rodean. Y nunca nos fiemos de las apariencias ciegamente, que suelen ser la primera trampa que nos ponen. Se puede convivir con ellos e inclusive enriquecerles con buenas dosis de ética; y persuadirles en lo posible, para que nunca más caigan en tan burda tentación  de infidelidad ciudadana.



Celestino González Herreros
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