LOS
INSTINTOS SON SEGÚN DE QUIENES SEAN
La pasividad en el hombre es
mala consejera, anula los reflejos e inhibe el poder y sapiencia de los nobles
pensamientos, hace estropicios en silencio; y como en las pesadillas oníricas
hacen agónicos los confusos despertares.
La ociosidad es otra cosa, es inactividad
lesiva, abandono de si mismo. Y la indiferencia es como una enfermedad
transitoria –por suerte- pero despreciable al fin.
Según los ánimos de cada
persona, cada cual responde a sus instintos de forma diferente. A modo de
experimental consecuencia, siempre me ha gustado saber el por qué de las cosas,
¿por qué suceden? Si estás ocioso, aburrido o simplemente distraído, eres caldo
de cultivo para generar en los demás, también, incomodidad. La vida es un breve
tiempo que corre presuroso, no lo gastemos apáticamente, hagamos algo positivo
que nos depare las satisfacciones necesarias para vivir más dignamente.
La agresividad también es
causa lesiva que choca con la pasividad. El ser humano, de forma habitual suele
confundir el estado anímico suyo y en las dudas nace copiosamente, en la calle,
en cualquier lugar, modo y tiempo, a diario lo vemos, con gestos desencajados,
mal humorados, despóticamente agreden al que encuentren en su camino. No es
paranoia solamente, la falta de cultura y según el ambiente donde vivan se hace
más hosca. En la calle se ve cada vez que ponemos los pies en ella. Sólo falta
que no caigan a golpes sin razón alguna, como locos agresivos.
Comprendo, sin que esté
justificándoles, la contrariedad que llevan consigo al no tener trabajo. Pero
si son estudiantes pasa lo mismo y si tuvieran trabajo poco les iba a durar. ¿Tal
vez la Televisión les tiene trastornados? Y señalo, no son solamente los
jóvenes, también los adultos pecan del mismo mal.
La amabilidad, los buenos
modales, el respeto y todas esas virtudes sorprenden cuando en alguien los
descubrimos. Nada hay más placentero que, tropezar con personas bien educadas.
Yo, al menos, quedo gratamente sorprendido. Son reflejos de un alma serena,
tranquila. Y no olvidemos que la buena educación se mama…
Nuestra sociedad y este
ambiente que nos está dado vivir y aguantar, en tanto esta crisis no la hayamos
vencido, todo seguirá de mal en peor. Las gentes, en general, están
desilusionadas, no le hallan incentivos a la vida, no ven horizontes
alentadores –ni viejos, ni jóvenes- que cambien el panorama. Hasta que no nos
organicemos mejor, trabajando en lo que hallemos y tratemos de superarnos, no
daremos un paso adelante; y la crisis acabará con nosotros y los malos
políticos que se larguen…
Celestino González Herreros
celestinogh@teleline.es
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