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No voy a defraudarte amigo, trataré de armonizar tus deseos con mis escasas facultades a ver si consigo satisfacerte. Buscaré cómo acercarme a los viejos escenarios que tanto anhelas. Me pides que hable de aquellos viejos tiempos. Y recuerda que te dije: -Vamos adelantarnos un poco de esa etapa de nuestras vidas; mira, te propongo que hablemos del presente-. Y me dijiste que no, que esperabas buscara un poco en el pasado aquel, cuando éramos jóvenes y parecía que uno flotara en el aire como una burbuja... Cuando la ilusión era la fuente de nuestras inquietudes y no había otra razón que justificara la existencia misma. Ilusión por todo con irresistibles deseos de posesión, de descubrir los misterios de la vida junto a sus superficialidades. Entre otras cosas (propias de la edad) nos gustaba ir tras las chicas, que era entonces lo más apetecible y lógico, hoy son distintas las perspectivas, al verse uno ya mayor y en el preludio de la vejez. Pensar en todo eso me anima a conservar la ilusión, con los recuerdos que son en definitiva el aliento que nos sostiene ahora, cuando nos van faltando las fuerzas y las excelentes influencias de las iniciativas y el equilibrio dinámico de aquella juventud.
Me preocupa tu desánimo injustificado, por que no somos tan viejos como para que te excedas en tus negativas apreciaciones, o tal vez temores. Tú recordarás cuando me decías que no éramos nadie, que no teníamos ni para comprarle un caramelo a la amiga. Que dependíamos siempre de nuestros mayores mientras estuviéramos estudiando y no lo ganáramos de otra forma. Que cuando fueras en verdad un hombre jamás llegarías a ser viejo, o lo que pueda parecerse a un adulto aburrido. Que te las compondrías para estar siempre alegre y contagiar esa alegría a los que te rodearan.
Me estás decepcionando, repito, querido amigo. Anda, ven conmigo. ¿Algo te lo impide?. Pues vamos, y préstame atención, considérame como lo que somos y hemos sido siempre, buenos amigos y nada más.
Tú no sabes cuantas veces envidié tu carácter, tu forma de ser abierta y comunicativa, ahora no te me derrumbes, que aún me sigue llamando la atención ese don que tú tienes, o al menos, antes lo tenías.
Te acuerdas de aquella chiquilla de las trenzas largas y nariz respingona que te tenía en el aire (como una burbuja) y me decías que no dormías, que la tenías grabada en tus retinas y en la mente; que no podías soportar su ausencia ni un minuto más. "Ayer la vi." y me preguntó por ti. (Después de tantos años, ¡qué bonito!) Ha pasado el tiempo y no parece. Ella casó y enviudó. Me decía con insistencia que fue muy feliz, que él era muy bueno, que la tenía como a una reina...
Cada segundo que pasaba miraba a mí alrededor por si te veía llegar y no se diera cuenta; me hubiera gustado que la vieras, tan bonita como antes a pesar de los años. Yo intuía que había un extraño destello en toda ella. Algo estaba ocurriendo. Cuando me hablaba o hacía algún gesto, me traía recuerdos tiernos y algunos amargos, no voy a negarlo. Recordaba cuando me decías que era como una rosa, suave y aterciopelada...
Antes de despedirnos de tan casual y emotivo encuentro me volvió a preguntar por ti. Que si estabas bien, que si habías tenido suerte. Si te habías casado, si tenías hijos y cuántos. Al final ya conmovida me comentó, con un brillo de ternura en su mirada, que aún te seguía amando, que no podía evitarlo. Que ahora estaba más triste que nunca, que se refugiaba en el cariño de sus nietos, pero le faltabas tú, que fuiste el único culpable de vuestra separación "inútil", de aquel gran amor... ¡Que te necesitaba tanto! Que siempre se acordaba de aquellos ratos de incalculable ternura "que nunca más volvió a gozar" como esa vez, ni en ningún momento, de todas aquellas vivencias... Y que tú la inducías al éxtasis más profundo con solo mirarle... Me dijo tantas cosas enternecedoras que no pude menos que seguir envidiándote. ¡Y mira que han pasado años!
Luego, tú prefieres que te hable del pasado, nada quieres saber del presente, solo saber de ella "estáis los dos locos, siempre lo estuvisteis y yo soy testigo." que es cierto todo eso que digo, si no, me callaría para siempre.
Habla hombre, algo tendrás que decirme, te veo pálido y nervioso, sin tu habitual arrogancia. Estoy sintiendo interés por lo que vas a añadir a mis casuales comentarios... Sin habérmelo propuesto, previamente, he removido, ciertamente, cenizas que reposaban en el más profundo silencio. O tal vez en el abandono más absoluto.
Dime eso que necesitas tanto, esa dulce confesión de tus verdaderos sentimientos; aunque ya sin palabras lo adivino, me lo estás diciendo… Tú también la sigues queriendo, a pesar de todo. Si hubieras visto cuando pronunció tu nombre, se me puso un nudo en la garganta; y lo repitió varias veces, mirándome a los ojos fijamente, implorándome que no la engañara. Quería saber solamente si estabas bien, si podrías necesitarla, si te sentías solo. Y le hablé de ti, que me inspirabas lástima, que nunca quisiste saber nada de otra mujer y que estás prácticamente abandonado. Siempre callado y buscando, con la mirada ausente, más lejos que lo permisible... "Hay distancias que no se alcanzan ni con el pensamiento, por que huyen por el tortuoso camino de la sinrazón (inclemente distancia sin horizontes) y tristemente nos vemos sumergido en la más absoluta soledad".
Mira, antes de despedirnos le dije, que volviera otra tarde, que me gustaba oírle cuando hablaba de ti. Que guardaría el secreto, que no te diría nada si así lo deseaba. Y me detuvo con cierto ímpetu, sujetando mi brazo me dijo que quería verte, que te necesitaba antes de partir definitivamente... Que te buscara. Mas, para evitarte el encuentro he dudado si no fuese prudente, en fin, hasta ya estaba decidido a olvidarlo todo. Por esa razón, al comienzo te decía que mejor vivamos las cosas del presente momento, de todo lo que acontece en nuestro entorno y que te olvidaras de aquello que tú mismo un día destruiste por tu estúpida inexperiencia, esa lamentable situación que se vive con frecuencia en la juventud y luego sólo trae desencanto y sufrimientos.
Me preocupa tu desánimo injustificado, por que no somos tan viejos como para que te excedas en tus negativas apreciaciones, o tal vez temores. Tú recordarás cuando me decías que no éramos nadie, que no teníamos ni para comprarle un caramelo a la amiga. Que dependíamos siempre de nuestros mayores mientras estuviéramos estudiando y no lo ganáramos de otra forma. Que cuando fueras en verdad un hombre jamás llegarías a ser viejo, o lo que pueda parecerse a un adulto aburrido. Que te las compondrías para estar siempre alegre y contagiar esa alegría a los que te rodearan.
Me estás decepcionando, repito, querido amigo. Anda, ven conmigo. ¿Algo te lo impide?. Pues vamos, y préstame atención, considérame como lo que somos y hemos sido siempre, buenos amigos y nada más.
Tú no sabes cuantas veces envidié tu carácter, tu forma de ser abierta y comunicativa, ahora no te me derrumbes, que aún me sigue llamando la atención ese don que tú tienes, o al menos, antes lo tenías.
Te acuerdas de aquella chiquilla de las trenzas largas y nariz respingona que te tenía en el aire (como una burbuja) y me decías que no dormías, que la tenías grabada en tus retinas y en la mente; que no podías soportar su ausencia ni un minuto más. "Ayer la vi." y me preguntó por ti. (Después de tantos años, ¡qué bonito!) Ha pasado el tiempo y no parece. Ella casó y enviudó. Me decía con insistencia que fue muy feliz, que él era muy bueno, que la tenía como a una reina...
Cada segundo que pasaba miraba a mí alrededor por si te veía llegar y no se diera cuenta; me hubiera gustado que la vieras, tan bonita como antes a pesar de los años. Yo intuía que había un extraño destello en toda ella. Algo estaba ocurriendo. Cuando me hablaba o hacía algún gesto, me traía recuerdos tiernos y algunos amargos, no voy a negarlo. Recordaba cuando me decías que era como una rosa, suave y aterciopelada...
Antes de despedirnos de tan casual y emotivo encuentro me volvió a preguntar por ti. Que si estabas bien, que si habías tenido suerte. Si te habías casado, si tenías hijos y cuántos. Al final ya conmovida me comentó, con un brillo de ternura en su mirada, que aún te seguía amando, que no podía evitarlo. Que ahora estaba más triste que nunca, que se refugiaba en el cariño de sus nietos, pero le faltabas tú, que fuiste el único culpable de vuestra separación "inútil", de aquel gran amor... ¡Que te necesitaba tanto! Que siempre se acordaba de aquellos ratos de incalculable ternura "que nunca más volvió a gozar" como esa vez, ni en ningún momento, de todas aquellas vivencias... Y que tú la inducías al éxtasis más profundo con solo mirarle... Me dijo tantas cosas enternecedoras que no pude menos que seguir envidiándote. ¡Y mira que han pasado años!
Luego, tú prefieres que te hable del pasado, nada quieres saber del presente, solo saber de ella "estáis los dos locos, siempre lo estuvisteis y yo soy testigo." que es cierto todo eso que digo, si no, me callaría para siempre.
Habla hombre, algo tendrás que decirme, te veo pálido y nervioso, sin tu habitual arrogancia. Estoy sintiendo interés por lo que vas a añadir a mis casuales comentarios... Sin habérmelo propuesto, previamente, he removido, ciertamente, cenizas que reposaban en el más profundo silencio. O tal vez en el abandono más absoluto.
Dime eso que necesitas tanto, esa dulce confesión de tus verdaderos sentimientos; aunque ya sin palabras lo adivino, me lo estás diciendo… Tú también la sigues queriendo, a pesar de todo. Si hubieras visto cuando pronunció tu nombre, se me puso un nudo en la garganta; y lo repitió varias veces, mirándome a los ojos fijamente, implorándome que no la engañara. Quería saber solamente si estabas bien, si podrías necesitarla, si te sentías solo. Y le hablé de ti, que me inspirabas lástima, que nunca quisiste saber nada de otra mujer y que estás prácticamente abandonado. Siempre callado y buscando, con la mirada ausente, más lejos que lo permisible... "Hay distancias que no se alcanzan ni con el pensamiento, por que huyen por el tortuoso camino de la sinrazón (inclemente distancia sin horizontes) y tristemente nos vemos sumergido en la más absoluta soledad".
Mira, antes de despedirnos le dije, que volviera otra tarde, que me gustaba oírle cuando hablaba de ti. Que guardaría el secreto, que no te diría nada si así lo deseaba. Y me detuvo con cierto ímpetu, sujetando mi brazo me dijo que quería verte, que te necesitaba antes de partir definitivamente... Que te buscara. Mas, para evitarte el encuentro he dudado si no fuese prudente, en fin, hasta ya estaba decidido a olvidarlo todo. Por esa razón, al comienzo te decía que mejor vivamos las cosas del presente momento, de todo lo que acontece en nuestro entorno y que te olvidaras de aquello que tú mismo un día destruiste por tu estúpida inexperiencia, esa lamentable situación que se vive con frecuencia en la juventud y luego sólo trae desencanto y sufrimientos.
Y me sales tú ahora, pidiéndome que te hable de los viejos tiempos ¡y yo queriendo evitarlo! Ya te lo he dicho, es lo que precisamente estabas buscando." Ella te quiere, siempre te quiso". Sólo que, otro le dio lo que tú le negaste. Sin vuelta de hoja.
Que no hay juego más traidor y sucio en el amor, que el de los falsos interrogantes, por que con ellos nace la incomprensión y las desleales dudas respecto a la felicidad. Y cuando muere la confianza y el amor se siente herido, existe el riesgo de perderlo todo y para siempre "aunque nunca muera", como ocurrió con ustedes.
Seguimos caminando juntos, pero ahora en silencio, él con las facciones ensombrecidas y sin apartar su mirada del estático pavimento me asentía con la cabeza, como queriendo darme a entender que era cierto cuanto le decía, aunque seguía sin entender, ¿de quién fue la culpa realmente y cómo sucedió?.. Ya era demasiado tarde, la había perdido.
Con lo bella que es la vida, tener que ver turbados sus esplendorosos atractivos. Y yo que llegué a envidiarle hasta este último instante.
Un caudal de luz cegó a mis ojos, sentí dentro de mí como si nacieran nuevas sensaciones que me inundaban de placer y ternura. Sentí deseos de correr a reunirme con los míos "de ir gritando por la calle..." Y pensar que le envidiaba tanto, mas, hoy me doy cuenta que en verdad soy yo el envidiable, teniendo lo que tengo, para mí un precioso tesoro y una paz incalculable...
¡Anda amigo, ve por ella a ver qué sucede!..
Celestino González Herreros
http://www.celestinogh.blogspot.com
celestinogh@teleline.es
Que no hay juego más traidor y sucio en el amor, que el de los falsos interrogantes, por que con ellos nace la incomprensión y las desleales dudas respecto a la felicidad. Y cuando muere la confianza y el amor se siente herido, existe el riesgo de perderlo todo y para siempre "aunque nunca muera", como ocurrió con ustedes.
Seguimos caminando juntos, pero ahora en silencio, él con las facciones ensombrecidas y sin apartar su mirada del estático pavimento me asentía con la cabeza, como queriendo darme a entender que era cierto cuanto le decía, aunque seguía sin entender, ¿de quién fue la culpa realmente y cómo sucedió?.. Ya era demasiado tarde, la había perdido.
Con lo bella que es la vida, tener que ver turbados sus esplendorosos atractivos. Y yo que llegué a envidiarle hasta este último instante.
Un caudal de luz cegó a mis ojos, sentí dentro de mí como si nacieran nuevas sensaciones que me inundaban de placer y ternura. Sentí deseos de correr a reunirme con los míos "de ir gritando por la calle..." Y pensar que le envidiaba tanto, mas, hoy me doy cuenta que en verdad soy yo el envidiable, teniendo lo que tengo, para mí un precioso tesoro y una paz incalculable...
¡Anda amigo, ve por ella a ver qué sucede!..
Celestino González Herreros
http://www.celestinogh.blogspot.com
celestinogh@teleline.es
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