5/6/11

QUIZÁS SEA SÓLO TURBULENCIAS SENTIMENTALES

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Oyendo por pura casualidad, durante mi corto trayecto automovilístico, unas suaves notas musicales de aquella exótica Venezuela, mientras conducía el auto y al llegar a mi destino, aún seguía oyéndose tan seductora y sentimental música de aquel bello lugar. Apagué, pues, el motor del coche y cerré los ojos en ademán de entrega y me puse lo más cómodo que en esos instantes pude. Casi sin darme cuenta, de súbito me sentí transportado y a la vez complacido, entregado hacia esas soberbias latitudes tropicales; y me pareció estar centralizado en un exótico paraje rural contemplando a mi alrededor todo el verde imaginable del tupido cafetal y el pequeño arroyuelo que acaba llevando, a través de su cimiento, la liquidez cristalina que su caudal arrastra hasta la amplia laguna donde abundan las aves, llamadas por los peces que allí comparten sus tranquilas aguas. Sentí hasta el inconfundible olor de la tierra húmeda y percibí el sueave y lastimero silbo de la brisa acariciándome… Mientras, la música seguía escuchándose a través del radio del coche; y yo me iba quedando dormido, extasiado de placer, poco a poco… Para soñar más profundamente, con aquel y otros bellos pasajes musicales de mi querida Venezuela.

Se me pasó el tiempo soñando; y viendo gentes que casi tenía olvidadas, aunque la mayor cantidad de ellos ya se hayan ido para siempre, los recordé con el mismo cariño.

Los pueblos y ciudades seguían iguales que cuando los dejé, nada había cambiado desde entonces. La música me había envuelto en una dimensión onírica indescriptible, todo me era familiar, como esa nostálgica música que tan alto suele elevar a mi espíritu, y, en verdad, a veces, no sé si estoy vivo o en realidad estoy soñando despierto. Y es que soñar con aquello que uno ama, cuesta tan poco…

Siempre fue Venezuela horizonte de los canarios en épocas difíciles, en cuyas tierras trabajaron duramente, dándole a la Nación el fruto de las semillas que sembraron en toda la geografía nacional. Y sus descendientes aún siguen laborando en lo mismo, aunque con nuevas técnicas, pero el mismo celo. Claro, que no todos eran campesinos, muchos cerebros adelantados desempeñaron y lo siguen haciendo, cargos importantísimos en todas las áreas y han contribuido, en todo momento, al florecimiento del país. Muchos, también han dejado la vida allá en ese empeño considerable. Ahora mismo, cuando nos ha sorprendido la crisis que sufrimos, si miramos hacia allá buscando una necesaria salida, vemos con desencanto que también están sufriendo lo suyo… Es más, ellos vienen creyendo que acá fuera posible salir adelante, pero se hallan con nuestra realidad, lo que en verdad nos da pena es, no poder ayudarles como en épocas pasadas nos asistieron cuando tanto lo necesitábamos. Es posible que con el tiempo y nuestra perseverancia, esta negra situación se vaya aclarando y volvamos a la bonanza de aquel nostálgico pasado. Que podamos ayudarnos mutuamente en la medida que fuera necesario. Lo que no debemos nunca es tirar la toalla y mucho menos permitir que nuestras ancestrales relaciones lleguen a dañarse. Que aquellas sanas semillas que germinaron en los fértiles surcos de esa generosa tierra, sigan dando el valioso fruto de pretéritas y presentes generaciones y la convivencia necesaria para mantener firmes nuestras comunes relaciones socio – culturales.

Aunque la música se haya detenido en el transistor, en mi mente la sigo escuchando, el arpa sigue gimiendo hiriendo el silencio de la tarde y en mi corazón despertando los más profundos recuerdos hoy llenos de añoranzas; tejiendo en mi alma aquellos sueños de juventud, reviviéndolos nuevamente, como tantas otras veces, cuando añoro a mi linda Venezuela, la que tuve la dicha de conocer cuando viví en ella, hace ya bastantes años…

Celestino González Herreros
http://www.celestinogh.blogspot.com
celestinogh@teleline.es

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