16/6/11

¡CÓMO PESAN LAS BALDOSAS!

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Estuve escuchando al viejo,
de cómo pasan los años
y de cuántos desengaños...
Acercándose me dijo:

Que lo pasado no contaba
lo almacenaba y más nada.
No hubo batalla ganada.
De eso si se lamentaba.

Mi viejo seguía hablando:
Oye, hijo, sé prudente,
quédate siempre pendiente
cuando me estés escuchando.

Y así, muy serio, decía
con desconsolada calma,
como si hablara su alma,
que a la muerte no temía.

Sus ojos tristes cerraron
con ademán de nostalgia
y mientras mis manos cogía
sus lágrimas desbordaron.

No está alegre su alma,
viendo que la luz se pierde,
que ya no aparece el verde
a través de la ventana...

Ya las flores de su jardín
casi no puede mirarlas,
y va a tener que dejarlas
por que se le acerca su fin.

¿Dónde se pueden ocultar
los recuerdos del pasado
de este viejo ya cansado?
¿Dónde los iba a sepultar?

Serenas tardes vividas
al calor de los amigos
en lugares ya perdidos
y veladas trasnochadas

Empequeñecen las cosas
que a través de la distancia
las veíamos con arrogancia
y parecían tan hermosas…

¡Cómo pesan las baldosas!
¡Cómo los años sentencian!
Mis ojos ya no presencian
aquellas queridas cosas...

Sé prudente - repetía -
no desafíes al Destino,
Consérvalo, sigue el camino
con honor y valentía.

Y cuando llegues a viejo,
recuerda este gran día,
de cuantas cosas te decía.
¡No lo olvides nunca, hijo!

Que tengas la dicha de ver
y puedas mirar hacia atrás.
Hijo, que puedas ser capaz
de mis palabras comprender.

Te irás quedando muy lejos,
los caminos se terminan
cuando las fuerzas declinan
y vas perdiendo reflejos.

Mi voz se está apagando
ya va expirando la tarde
y la leña casi no arde,
mi cuerpo se está enfriando.

El enlutado cortejo
también se está preparando.
¡Qué sólo me estoy quedando!
¡Hijo, no llegues a viejo!



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Celestino González Herreros
http://www.celestinogh.blogspot.com
celestinogh@teleline.es

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