LOS
CAMINOS SON DISTINTOS SEGÚN CUÁNDO
Y
QUIENES LO TRANSITEN
Ese día de intuiciones
diferentes, de mágica luz celestial, sinuoso y cálido, súbitamente, al
despertar me sentí cautivado, llegué a creerme hasta más importante y seguro de
mi mismo. Todo a mí alrededor resplandecía con luz propia y las matutinas
brisas eran también cálidas y sigilosas, llegaban a través de las entornadas hojas de la ventana, cómplices de mis devaneos
y sentimentales sensaciones. ¡Hermosa mañana aquella de tan gratas connotaciones!
Al cabo del tiempo transcurido,
desde mi ilusorio despertar sucedieron cosas que parecieran como sin
importancia; lo verdaderamente importante era el sórdido camino donde,
supuestamente, me esperaban nuevas sensaciones hasta el momento insospechadas.
Transitarlo era lo importante hasta hallar la causa de tanta inquietud. Que los
caminos son distintos según y cuando los transiten… Allá, en la distendida
hondonada hoy tan solitaria, sólo se veía la tenue silueta de las huellas de
sus inseguros pasos que a la deriva iban distanciándose hasta perderse en la
lejanía; y al final de todo la nada invencible del mismo final, sin murallas ni
fronteras, perdidas en el silente e infinito espacio.
Voces tampoco se oían, ni el
batir de las alas agitándose de las distintas aves hoy asustadizas, huyendo de
mi fortuita y espontánea presencia. Entonces recordaba el grato aroma de las
rosas rojas, de la madreselva y los lirios que a la vez transmitían, no sólo
dolor, sus cálidos efluvios despertaban en mí sensaciones y apetencias de amor,
ganas de recorrer todo el camino antes que, también desapareciera como en los
sueños desaparecen las percepciones más íntimas cuando creemos alcanzarla…
Ese luctuoso día tampoco ella
estaba conmigo, al despertar y buscarle instintivamente en nuestro lecho, al
buscarla mi temblorosa mano bajo nuestras ropas de cama ella no estaba. Me
había olvidado que la había perdido para siempre, que ya no estaría más a mi
lado, pero sin embargo intuía que podría hallarle si iba tras ella, si me echaba
al camino esa mágica mañana de luz plena.
…Después de tanto tiempo sin
verte
vuelves aparecer en mi vida
cuando creí cerrada la herida…
¡De qué me sirve ahora
llorarte!
Si supieras cuánto te amé,
cuántas veces preferí mi
muerte;
y lo que padecí al perderte.
¡Otra pena igual no sufriré!
Cuando creí tu amor olvidado
a pesar de haberte querido
tanto
y haber añorado tanto encanto
y nunca de ti haber dudado,
vienes a despertar mi llanto
como si nada hubiera pasado
y tanto tiempo te haya buscado
entre tu amor y mi desencanto.
*****
Celestino González Herreros
celestinogh@teleline.es
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