AL HOMBRE LO HACEN LAS EXPERIENCIAS SUYAS
No siempre los ánimos han de estar alicaídos, empero, hay
veces que sin pretenderlo, uno se va por derroteros menos incitadores que
atraen al subconsciente y arruinan toda acción liberal, sentenciándonos a
sufrir cualquier indeseable contrariedad. Nunca sabremos qué nos depara el
destino y, ante la duda intuimos aquello que pensamos es mejor para nosotros,
más no se puede pedir…Cuando renace la ilusión fulgura la luz que alumbra los recodos todos del camino y auguramos
tiempos mejores y tras el sonriente trayecto nos vamos ilusionados,
verdaderamente animosos.
Hoy es un día igual a los demás que con apego hemos
vivido… Sólo que esa intuición que tan discretamente presentimos nos alienta
considerablemente. Aunque todo lo que aspiramos no vaya a ser para nosotros,
los sufridos ciudadanos de tantas tropelías en infortunados momentos; la diana
fácil, sabemos movernos para que no nos alcancen los crueles dardos de la
incomprensión.
Una vez leí, no recuerdo dónde ni cuando, que las
batallas no cuentan, comienzan y se acaban, más siguen repitiéndose hasta que
llega la verdadera guerra, la inevitable. Y esa es más cruda, pero termina
antes y deja a cada cual en su sitio. Y, consecuentemente, se realizan cambios
importantes, los mejores; y el entusiasmo renace, revive la pasión y se
comienza desde cero, sin aspavientos inútiles, con lógica y aquel deseo de
hallar las simientes de una vida mejor, un horizonte más claro y esperanzador.
Entonces nace el verdadero deseo del trabajador, emplear sus brazos… Todo para
que no retrocedamos y no volvamos a fracasar.
Celestino González Herreros
celestinogh@teleline.es
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