3/4/12

LOS PASOS REALISTAS DEL AMOR

A la mente a veces le falta espacio para volar y es que van muy aprisa los pensamientos, como si corrieran tras algo inalcanzable cuyas formas invisibles, o se esconden, o se alejan sin saber a dónde. Otras veces, sin saber qué buscamos, volamos tras ese impalpable motivo que nos llama sin palabras ni gesto alguno que le delate. Entre supuestas risas y llantos, como la brisa, a ciegas aparentemente, sin propósito alguno.

Cada vez más ocurre lo mismo, le buscamos y no le hallamos, le llamamos y no responde, le seguimos y no detiene sus pasos, como si temiera encontrarnos en ese reducido espacio imaginario producto de la inspiración al evocarle…

Viendo pasar los días y las noches hemos calculado el tiempo que ha transcurrido desde entonces, desde aquel día que por primera vez le vimos y que ante nuestros ojos, como una mágica visión luego le perdemos Le ví mos alejarte entre grises sedas envuelta, descarnándose poco a poco, como el humo que se apaga, como la luz que se consume, hasta perderte en ese transito quimérico; y desaparecer al tiempo que se lleva sus frías sonrisas cuando se apaga la borrosa estela de su dulce presencia.

Así sucede en la vida, buscamos amores imposibles y en tanto vamos tras ellos, atrás habremos dejado el lugar apetecido, el momento tanto tiempo deseado. La felicidad no hay que seguirla como una buena cosa, ella viene y llama a nuestra puerta. Es algo impredecible, nos llena, nos invade y cautiva. Sin que sepamos de donde ha venido, ni su nombre ni lo que realmente ese nuevo torrente de sensaciones y motivos traen consigo. Es como ella, también puede esfumarse sin que nos demos cuenta. Aunque llegue tan oportuna, tan amorosa, no es necesario que la estemos buscando lejos de nosotros y tardemos en descubrirla en nuestra loca carrera, cuando en mitad del camino nos esperaba.

No siempre amamos imposibles, ni nos traicionan nuestros sentimientos, sólo que el amor llega en sus momentos debidos, a veces cuando menos lo esperamos, aunque sí, cuando más lo necesitamos. Jamás se han cerrado las puertas a esa demostración de amor, ni se le ha despreciado. Es como si un niño llegara asustado a donde nos hallemos y nos pidiera la mano y leyéramos en sus ojos sus desconsuelos, sus necesidades y falta de cariño… Porque quien anda dando está más necesitado que uno mismo; y entre dos que se entiendan algo nace y quizás sea para siempre y sólo muere con ellos mismos.

Cuando el amor llega con sus peculiares pausas, verdad que impresiona y halaga la sutileza de su acento. Todo parece irreal, como sucede en los sueños, parece mentiras tanta ternura y comprensión. Lástima que con los años ese encantamiento decaiga a veces, que pierdan la esencia misma de aquella ilusión, cuando era tan bonito y placentero… Pero no es el amor lo que cambia, somos las personas, que con los años nos hacemos más uraños e intransigentes. La misma naturaleza del ser humano… He dicho, a veces, porque cuando no, da gusto verles amorosamente juntos, como en un principio, cogidos de la mano, sin apartar sus cálidas miradas cada cual de los ojos del ser amado. Queriendo revivir siempre aquella pasión inigualable.

Con la edad mucho se olvida, no se pierde. Con los años vienen las jaquecas que lesionan, pero no deliberadamente, toda aquella pasión, ya lo he dicho, los traumas de la edad, a los demás hace pensar que el amor nunca es perecedero, es un error. Que más quisieran los viejos que ser fuertes y animosos como antes, cuando eran jóvenes, para brindar a su amada todo aquel calor y aquella entrega que la vida antes les permitiera, pero… ¡Puntos suspensivos!..


Celestino González Herreros

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