17/12/12

PASADO NO TAN LEJANO DEL PUERTO DE LA CRUZ


PANORÁMICA A VISTA DE PÁJARO EN EL AÑO 1.945
  
 .
En la vida existen contradicciones, pero también existen condiciones que nos permiten analizar las distintas formalidades que se nos presenten sorpresivamente. Lo uno permite estudiar los caracteres de lo otro. Nada más satisfactorio que poder discernir las dudas, buscar los supuestos motivos causante del desarreglo o las divergencias mismas. La verdad se halla enfrentándonos a la sin razón cuando le desafiemos y atendamos; o recurrimos a la razón para combatirla con la lógica. Es posible que alguna vez fracasemos en nuestro sondeo, pero habremos intentado mediar o mitigar las asperezas que nos dividían con sus contradicciones posiblemente infundadas.

El torbellino de las sensaciones, causa irrefrenable, es como el vendaval que hasta cambia la fisonomía de las cosas, cuanto más, de los sentimientos, elevándolos a alturas inimaginables, o por el contrario, si los sepulta en el más mísero abismo donde tanto cuesta subir siempre. Esa dificultad es como la noche y cada uno de los días que esperamos un cálido amanecer, penamos…

Por mucho que quisiéramos decir respecto al Puerto de la Cruz, de cómo era nuestro pueblo hace más de medio siglo, palabras si hallaríamos, pero no las precisas, las que transmitieran las bellezas que tratamos de expresar, las imágenes más expresivas jamás inenarrables. Las viviendas amontonadas y siempre dirigidas hacia  la orilla del mar; y al otro lado las ordenadas plataneras y multitud de ellas entre las casas y lugares públicos.

Puerto de la Cruz, aún hoy, siempre ha sido decorado por ingente cantidad de árboles y un abundante verde clorofílico donde plantas y matojos ocupan gran dimensión de su superficie territorial. Y a donde dirijamos la mirada es ver ese color vegetal que tanto anima.

Muchas personas poseían lo que llamaban “el sitio” en las respectivas plantaciones, huertos para la siembra de legumbres, hortalizas, etc.… Además, gañanías con algunas vacas, cabras, conejos, gallinas y otros animales domésticos. Yo siendo un muchacho, aún recuerdo ir con un amigo de mi padre a buscar verduras y huevos al referido “sitio” y, a la vez, ponerles la comida  a los distintos animales.

Los habitantes no eran muchos, todos se conocían, más o menos, aquello parecía una extensa familia. Pueblo agricultor y marinero, a todo esto hay que añadir las dotes que esa gente tenía para comerciar y hacer sus respectivos negocios a la vieja usanza, así le daban vida al municipio y las familias se fortalecían económicamente. Las mercancías entraban y salían como creo nunca más veremos. Los caminos, carreteras, pistas, atajos, senderos, etc., siempre estaban transitados por las célebres carretas tiradas por bueyes y mulas, como habitual medio de transporte de entonces, trasladando los distintos géneros del campo.

La vida es un cúmulo de circunstancias específicas que sumadas dan origen a las estaciones diferentes, encuadradas en épocas circunstanciales, a saber, desde cuando nacimos hasta el final de nuestros días. En función a la evolución y el progreso de los pueblos estos cambian su propia fisonomía y se modernizan convenientemente. Así pues, quién lo vio como fuera ayer y lo palpa hoy notará la gran diferencia.


Celestino González Herreros

celestinogh@teleline.es

No hay comentarios: