26/12/12


LOS CAMINOS SON DISTINTOS SEGÚN CUÁNDO

Y QUIENES LO TRANSITEN


Ese día de intuiciones diferentes, de mágica luz celestial, sinuoso y cálido, súbitamente, al despertar me sentí cautivado, llegué a creerme hasta más importante y seguro de mi mismo. Todo a mí alrededor resplandecía con luz propia y las matutinas brisas eran también cálidas y sigilosas, llegaban a través de las entornadas  hojas de la ventana, cómplices de mis devaneos y sentimentales sensaciones. ¡Hermosa mañana aquella de tan gratas connotaciones!

Al cabo del tiempo transcurido, desde mi ilusorio despertar sucedieron cosas que parecieran como sin importancia; lo verdaderamente importante era el sórdido camino donde, supuestamente, me esperaban nuevas sensaciones hasta el momento insospechadas. Transitarlo era lo importante hasta hallar la causa de tanta inquietud. Que los caminos son distintos según y cuando los transiten… Allá, en la distendida hondonada hoy tan solitaria, sólo se veía la tenue silueta de las huellas de sus inseguros pasos que a la deriva iban distanciándose hasta perderse en la lejanía; y al final de todo la nada invencible del mismo final, sin murallas ni fronteras, perdidas en el silente e infinito espacio.

Voces tampoco se oían, ni el batir de las alas agitándose de las distintas aves hoy asustadizas, huyendo de mi fortuita y espontánea presencia. Entonces recordaba el grato aroma de las rosas rojas, de la madreselva y los lirios que a la vez transmitían, no sólo dolor, sus cálidos efluvios despertaban en mí sensaciones y apetencias de amor, ganas de recorrer todo el camino antes que, también desapareciera como en los sueños desaparecen las percepciones más íntimas cuando creemos alcanzarla…

Ese luctuoso día tampoco ella estaba conmigo, al despertar y buscarle instintivamente en nuestro lecho, al buscarla mi temblorosa mano bajo nuestras ropas de cama ella no estaba. Me había olvidado que la había perdido para siempre, que ya no estaría más a mi lado, pero sin embargo intuía que podría hallarle si iba tras ella, si me echaba al camino esa mágica mañana de luz plena.


…Después de tanto tiempo sin verte
vuelves aparecer en mi vida
cuando creí cerrada la herida…
¡De qué me sirve ahora llorarte!

Si supieras cuánto te amé,
cuántas veces preferí mi muerte;
y lo que padecí al perderte.
¡Otra pena igual no sufriré!

Cuando creí tu amor olvidado
a pesar de haberte querido tanto
y haber añorado tanto encanto
y nunca de ti haber dudado,

vienes a despertar mi llanto
como si nada hubiera pasado
y tanto tiempo te haya buscado
entre tu amor y mi desencanto.

*****

Celestino González Herreros
        celestinogh@teleline.es

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