3/3/11

CUANDO LA MAR SE ENFURECE

. Para ver el video en alta resolución: http://www.youtube.com/watch?v=X6qMG-d6QTY&hd=1


Cuando la furia del mar se desata, ruge y se transforma en un virtual infierno, llegamos a temerle por su agresividad manifiesta y las embestidas de sus constantes golpes contra todo cuanto halla o se le interpone o pueda interponérsele en sus violentas batidas . Si el mar enfurecido no halla resistencia lo arrasa todo y lo sepulta bajo la blanca espuma de sus gigantescas olas al romperse, hasta contra el propio vacío, a veces. Cuando se impone su bravura, despavoridos buscamos refugio; es tal la magnitud del respeto y temor que produce alarma. Las imágenes que aprecian en el presente video dicen más que mis palabras, dicen todo más palmario y límpido y el rugir de sus imponentes olas, a la vez impresionan sobremanera por su evidente belleza. Por momentos pensé que la furia del mar llegaría a desplazarnos desde donde nos hallábamos varios curiosos y algún interesado en estudiar personalmente las influencias de esos fenómenos poco usuales o tardíos y el deseo de tomar estas imágenes para el recuerdo histórico. El añoso perfil de “El Penitente”, completamente anegado por la furia del mar y las viejas y traseras estructuras del que fuera antiguo Convento de Santo Domingo; y luego los inequívocos límites del lugar llamado:”Punta del Viento”, todos ellos cobraron vigencia con la evocación de pretéritas manifestaciones e inesperadas situaciones al enfurecerse la mar súbitamente, nos recuerdan parecidos al actual momento vivido, parecidos y hasta más violentos acontecimientos, hasta llegar las biznas desprendidas de las olas a la misma calle y cuantos elementos u objetos destrozados elevados con sus fuerzas insólitas e incontrolables, hasta la altura de la vía, visto con mis propios ojos desde aquella esquina. Pero esta vez la belleza de la mar, a pesar del consiguiente espaviento, se impuso como lo habéis visto a través del celuloide animado, obsequiado para este fin por uno de mis hijos y así pudiéramos disfrutar de este emotivo momento. Con la inigualable belleza del familiar entorno y el acogedor perfil del “Boquete de San Telmo”, luego de haber cobrado su fisonomía habitual, como tranquilo lugar de ocio y descanso, jamás inigualable, después de la tormenta, aquello pasó como en otras tantas veces, volvió la calma.



Celestino González Herreros


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celestinogh@teleline.es

¡QUÉ VERDE ERA NUESTRO VALLE DE LA OROTAVA!

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En pocos lugares de Tenerife se encontraba una vegetación tan exuberante y atractiva como lo fuera nuestro impresionante Valle de La Orotava, pero también hay que decirlo, que no se hallaba en ningún paraje tanta belleza ni tan armonioso conjunto natural. A la vez sorprendía, al llegar al pueblo de La Orotava, lugar tan hermoso, tan acorde con los preceptos de la madre Naturaleza, como el resto de la comarca, tanta soledad y como si nadie viviera en ella: sus habitantes permanecían casi todo el tiempo en sus casas y sólo miraban a hurtadillas a través de los postigos o elevando las hojas de las rústicas persianas de madera…

En las desniveladas calles, si se veía a alguien transitándolas eran los trabajadores que iban o venían de sus faenas del campo u otros menesteres., cuando no, en dirección a sus humildes casa. Pareciera que nada latiera en la callada urbe, donde hubo elegantes y amplias casonas de las cuales algunas aún existen y siguen habitadas, pero no todas, conservándose como patrimonio arquitectónico local. Con enormes jardines y terrazas y las más necesarias comodidades, como para olvidarse de las calles. Hubo un número determinado de familias pudientes con buenas fincas y todo lo que necesitaran para vivir. Lo complementario lo recibían en sus palacetes.

Los domingos iban a gozar la Santa Misa y luego se reunían todos ellos en grupos a pasar el día y la tarde en alguna de esas mansiones, algunas de las cuales tenían su propia ermita para celebrar íntimamente los sagrados cultos religiosos.

Las fincas eran tan llamativas y alegres que el ambiente que se vivía era incomparable... Las flores y plantas ornamentales las invadían y los frutales y hortalizas, también los distintos cereales, desde la ladera hasta la costa y hasta llegar a las faldas de la majestuosa pared de Tigaiga; y por el este la entrada desde la zona llamada Cuesta de la villa.

Transcurría el Siglo XVIII - XIX y entrando en el Siglo XX, la evolución demográfica fue observándose progresivamente; y como el tiempo que pasa lo va transformando todo, también le llegó el turno al Valle de La Orotava y visto desde hoy, aquello que sucedió, tantos acontecimientos sucesivos, han llenado páginas preciosas recordando aquella época hasta nuestros días y parece que haya sido como un sueño del que hayamos despertado súbitamente… Los pueblos han cambiado y las gentes, sus descendientes, también. Nada es igual, ni será lo mismo. Seguiremos leyendo sin cansarnos de hojearlas, esas páginas de la historia de nuestras Islas Canarias, recordando al unísono, a tantos estudiosos nacionales y extranjeros, que han dejado fiel testimonio en sus sabias investigaciones científicas de nuestro suelo, nuestro mar y nuestro incomparable cielo. Entre ellos, por mencionar a algunos: Alonso de Espinosa; Thomas Nicols; Viera y Clavijo; Alexander Humboldt; R. Verneau; Sabino Berthelot; André P. Ledrú; etc., etc.

¡Qué giro tan enorme hemos dado!.. La importancia de nuestros pueblos lo ratifica, sin querer decir que si un tiempo pasado fue mejor o peor…

Sólo admitiendo la gran evolución que hemos experimentado, nos haría pensar que todo aquello que pasó haya sido sólo una maravillosa leyenda… La evidencia es otra, no menos interesante, pero pensemos cuánto hemos perdido. Si lo tuviéramos ahora, seguro que nos arrepentiríamos… Sólo que íbamos a admitir que sería una triste verdad sentimental haber perdido tanto.

Celestino González Herreros
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HOJEANDO EL VIEJO DIARIO LEÍ...

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Por qué lloran tus ojos, ¿acaso me ocultas algo que no deba saber? Te he visto esquivar mis celosas miradas para que no advierta tu pena, qué sería si no, tal vez amor, ese sentimiento que desborda en tu callado llanto? Dolorosa contemplación la tuya y qué sonrisa tan dulce que jamás nadie me ofreciera. Todo me advirtió de tus pesares... Hay imposibles en la vida que el destino señala como una cruel sentencia.

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Antes me ilusionaba la primavera, hoy es el triste otoño la estación del año con la cual más me identifico. Ver caer las hojas del árbol me recuerdan a ese llanto tuyo y quisiera, entre las grises nubes ver el resquicio de un alegre claro donde aparezca el cielo y me recuerde tu cándida sonrisa... ¡Y he visto pasar tantos otoños!..

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Cuando el aire se mueve presiento las brisas que antaño agitaron las hojas muertas que vi. correr por el húmedo terreno buscando el refugio de algún rincón; o de algún tronco caído de otro árbol muerto.

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Hoy he vuelto a sentirme triste, por que te he visto, esta vez entre la muchedumbre, estabas ocupada en no sé cuántas cosas. Parecías el centro de todas las atenciones, todos te llamaban y para todos tenías atenciones de un ángel; a los niños acariciabas con especial ternura y a los viejos saludabas con reverente cariño y respeto. Te vi radiante entre todos ellos y yo desde donde estaba no podía hacer otra cosa que admirarte... No quería romper el idilio que vivías entre los tuyos y opté por apartarme aún más hasta no alcanzar a verte.

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Por las calles caminé como si estuviera en otro mundo, ni veía ni escuchaba, me fui perdiendo en el sueño más profundo, en el abandono más grande que antes sufriera nadie, buscando en el silencio aquellas viejas vivencias... que siempre recuerdo. Entonces éramos unos locos adolescentes que ni sabíamos ni comprendíamos los peligros que acechaban tras una discusión por muy superficial que esta fuera, no creímos que un amor se pudiera romper para siempre por sólo discutir un par de veces, buscando quizás, entendernos mejor, o por celos... Cosas del amor, de ese fuego que abraza sin piedad y nos ciega. Te vi alejarte y pensé que sería como siempre, para volver mañana más dulce y cariñosa, pero no fue así, fue para siempre... Y el destino jugó sus cartas y desbarató el juego cuantas veces quiso, nos alejó, disfrutando con ello y dándonos ocasión de elegir nuevos caminos, a ti te indicó el tuyo; y el mío ha sido bajar por los laberintos más inhóspitos, unas veces, otras, cabalgando por el mundo de mis sueños y el pasado recordando, entre mis desvelos buscándote como cuando creímos haber nacido el uno para el otro, indisolublemente, que no moriríamos nunca ni envejeceríamos antes... Que en tus ojos se escondían todas las delicias del universo. Que seríamos como una primavera eterna viéndonos arropados siempre por las flores más bellas y los aromas deliciosos que emanaran los pétalos de las rosas más hermosas, de delicadas tersuras. Un mundo sólo para amarnos... Y en nuestros destinos, que paralelamente divergieron sus rumbos, cada cual siguió su camino, apartándonos distancias inalcanzables...

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Me habrás visto llorar, cuando miro a las estrellas y sonreír cuando me siento como una más entre todas ellas... He corrido entre la gente para verte mejor cuando cruzas las calles del pueblo y me gustaría verte perpetuamente tan feliz...

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Seguiremos siendo amigos, aunque esquivemos nuestras impetuosas miradas que instintivamente nos unen, acostumbrados a rehuir nuestros encuentros. Aquel pasado afectivo está condenado al olvido, mas, siempre habrán en el camino motivaciones que despierten algunos imperecederos que más tarde iremos dejando atrás como una consecuencia absurda de lo imposible y, obstinadamente seguiremos buscando, cada cual por su lado, la razón de vivir conducidos por la senda elegida, separándonos cada día más intensamente, hasta que acabe el camino... Entonces se habrán fundido, los razonamientos y tantos ideales, descansaremos en vida de esa persecución obsesiva que los mismos recuerdos implicaron a la fantástica devoción sentimental hacia ese afecto que nunca decididamente va a morir y que estará con nosotros mientras vivamos, acompañándonos, como un objeto sentimental que debemos cuidar...

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Cariño como el nuestro es un castigo... Y ya sólo me consuela en este torbellino que vivimos, saber que tú estás segura donde estás; y de mí, saberme vivo aún para poder evocarte como eras en realidad y así sentirte más cerca... Cuantas veces lo he pensado, parece que sintiera tu aliento cerca de mí y en el silencio de mi soledad sólo tu voz he escuchado y he salido a tu encuentro, entusiasmado, y cual no será mi desencanto al sentirme tan solo como siempre, desde cuando tú no estás a mi lado... Y el aire perfumado que alienta la llama y aviva mi esperanza, hace sentirme cual dichoso peregrino que no se cansa al andar, que va rumbo fijo hacia algún lugar, desde donde le llaman... Oigo mi propia voz en ese eco bucólico de aromas mezclados que las brisas me traen con sus aires frescos que bajan desde los verdes pinares, desde las cumbres. Y la fragancia de la multicolor retama en flor que en las silentes cañadas suspiran como mi amor en esa soledad enigmática; y se expande por las laderas como un lamento que rebosa del llanto prisionero que nos delata y despierta en nosotros el deseo de amar en el recuerdo, cuando ya te has ido. Y yo te veré siempre jugando con las estrellas e iré tras de ti, como una más entre todas ellas. Aunque tú no me veas, ni sepas que estoy contigo...


Celestino González Herreros
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celestinogh@teleline.es

EN EL SILENCIO DE LA NOCHE

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Cuando a uno se le va la mente por esos derroteros de la imaginación, a veces, nos lleva tan lejos... Nada, ni el propio tiempo la detiene. Es como un viaje silencioso donde las palabras no existen, sólo la fantasía del momento. Casi siempre sabemos a donde queremos llegar y en alas de nuestra sensibilidad nos vamos allende, donde están los motivos que nos atraen más poderosamente. Otras veces, hay un sentimiento especial que nos obliga a ir aún más firmes en pos del reencuentro deseado, donde quedaron los últimos suspiros, al pie de la discreta cascada de aquel otro bello sueño de amor. Y allí nos atrincheramos ocultos en el conticinio... durante el sueño, hasta ver pasar cada una de aquellas ensoñaciones, con deseo vehemente, cual si fueran secuencias reales que retornan del pasado para vivirlas de nuevo. Queremos estar dentro del sueño y nos convencemos al despertar, que hubo un abismo por medio, que no hemos traído nada a nuestra realidad. Ni el fulgor de sus ojos, ni la sensación del suave contacto de su piel, ni el calor de su aliento; todas las fragancias quedaron atrás. Despertamos con las manos vacías, los labios secos, y la sensación de que estuvimos cerca, en esa dimensión infinita, viéndole envuelta en aureolas encendidas, sin pronunciar palabra, sólo su sonrisa y el eco apagado de su voz y de su risa cuando se aleja... Cuántos ayes ahogados, cuyo único testigo ha sido siempre la mullida almohada, mientras descansar quieren nuestras sienes y no pueden. Y entre tantas horas de insomnios, siempre vuelve aparecer la imagen adorada, mil veces pasando sin dejar de sonreír.

Hoy la noche es profundamente oscura, sólo un par de estrellas asoman en el firmamento, el aire es frío, se mueve con pereza y llega hiriente helando mi cuerpo. Las lucesitas en el campo parpadean, allá en la distante ladera, cuando parece que ya se entregan al descanso los que mañana trabajan. No seré yo el único que sueñe; algunos esperarán ver llover a través de los cristales de sus ventanas; otros contemplarán el sinuoso peregrinar de las nubes, apenas perceptibles en la oscuridad, imaginando cosas...

No todos los sueños son iguales, eso lo sabemos, ni las personas son las mismas, ni han vivido idénticas situaciones a lo largo de sus vidas. También sabemos que cada cual es un mundo... Y la sensibilidad no es igual en todos, de ahí las discrepancias existentes desde siempre. Todos tenemos de poetas un poco y de locos. Qué afortunado, quien tuvo esa inspiración. Siempre hay un hombre que acaba buscando algo que necesita... Algo que en determinados casos no sabe lo que es; se ha pasado la vida insatisfecho, ansioso y expectante... Ha ido siempre ocultándose en sus propias sombras y nada le sacia, ni le conforta. Hay seres inadaptados, porque nada les estremece, no ven las cosas pequeñas que les rodean porque están ciegos y es necesario acercarse a la realidad, de vez en cuando. Tomar una flor en sus manos y explorarla, inhalar su perfume, besarla... Levantar la vista del suelo y buscar en su entorno lo que existe, lo que está ahí para deleitarnos sin pedirnos nada a cambio, sólo nuestra humilde atención. Acercarse al menesteroso e interesarse por sus necesidades prioritarias y si puedes ayudarle, aunque sea con la palabra afectiva, hazlo, que él sabrá agradecértelo. Y si sueñas alguna vez, no temas, que los sueños sueños son... Pero a veces, nos devuelven la fe perdida y la ilusión de vivir.

Acaso sea cierto lo que piensan algunos de los románticos, que estamos como los poetas, locos de remate. Yo dudo que sea tan cierto como lo afirman. Cada cual, repito, es diferente de los demás, y si yo siento ternura por algo y lo manifiesto sin estridentes y mal sonantes palabras, estoy contribuyendo al encanto de la poesía; que sea un poema perfecto es otra cosa. No estamos realmente locos cuando sólo nos asiste el sentimiento de la pasión solidaria hacia aquello que nos rodea. Hallamos en cada motivo un encanto diferente, que con palabras sentidas tratamos de manifestar de una forma personal. Cada cual busca hacerlo lo más lindo posible, lo más bello y comunicativo. Hablamos del amor, de los sueños, de alegrías o las penas... De las bellezas naturales y del espanto de algunas desgracias que llegan a sensibilizarnos por su momento y contenido dramático...

Ya comienza a llover, casi no acierto a ver desde aquí la luminosidad de los apartados pueblos, obstruida por la lluvia que cae copiosamente, como una cortina densa, cual bendición del Cielo, sobre los campos, pueblos y ciudades... También eso es poesía, contemplar en silencio la lluvia, sin pronunciar palabra, a través de la ventana, a solas... y no estamos locos del todo.

Celestino González Herreros
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celestinogh@teleline.es

AMOR PROHIBIDO

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¡Estando a tu lado lo veo todo tan distinto!
Es como si mi amor renaciera nuevamente
pues siento deseos de acariciarte solamente
y con dolor tengo que reprimir tal instinto.

Si me miro en tus ojos adivino lo que piensas
y al saber qué sientes cuánto sufro no sabes;
somos dos seres amando y sufriendo iguales,
aunque nuestras ganas de amarnos sean inmensas.

No sabes lo que atormenta tanta soledad,
Pasar por tu lado y no poder acariciarte
sólo conformarme diariamente con mirarte,
mirarnos en silencio ocultándonos la verdad.

Sollozando frente al mar viendo las olas venir,
intuyo en silencio que estás pisando la arena
bajo la Luna que riela en la mar serena
cual ardientes pinceladas al verlas refulgir.

Y cuando la mar alcanza tus pies desnudos,
Sólo de pensarlo de furiosos celos muero.
Pensar que te haya acariciado la mar primero
y yo deba conformarme sólo con gestos mudos…

No poder apagar el fuego que llevo dentro
ni conseguir ahogarlo con la inmensidad del mar
y que cuando muera de pena ya no te pueda amar
aunque ya no haya entre nosotros un nuevo encuentro.

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VENEZUELA DICE: CADA UNO EN SU CASA Y DIOS EN LA DE TODOS

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A ritmo de tambor, cuatros y maracas, las "gaitas" venezolanas (lo que aquí llamamos villancicos navideños) como preludio de esa entrañables fiestas, fueron alegrando el ambiente nacional, mientras se barajan temas muy importantes y perentorios del país entre las distintas corrientes políticas, siendo los que gobiernan quienes juegan el papel más importante de la contienda. El Gobierno trabaja en su difícil cometido para darle al país la estabilidad necesaria que le garantice el equilibrio económico y social que todos esperan de su gestión administrativa.

Las distintas posiciones en litigio surcan sus trincheras para protegerse de la esperada agresión. Ya los Cuarteles nada cuentan, hay conciencia de que en la calle será la supuesta contienda, los unos contra los otros… Máxime cuando una considerable mayoría de ciudadanos han apostado por el éxito de esa gestión, la del presidente Hugo Chávez Frías, sin preocuparles la opinión de los oponentes, que desesperadamente buscan argumentos y escaramuzas para destabilizar los principios democráticos en los que se apoya la nueva Constitución bolivariana, pilares de presumible solidez. Mientras el Gobierno hace cumplir las leyes estatales frente a las protestas de los insurrectos y las bajas pasiones de unos cuantos que tratan de generalizar el odio y la desesperanza, sin conseguirlo en ningún momento, considerando que el tiempo transcurre y el pueblo (¿?) permanece expectante, entre las dudas y la esperanza. En realidad no sabemos qué se cuece, pero en su momento se despejará tanta incertidumbre socio política.…

El pueblo, cumpliendo sus viejas tradiciones, se identificó cívicamente con las fiestas navideñas, demostrando todo el entusiasmo necesario para gozar de la paz divina, "cada cual en su casa, y Dios en las de todos". Cada uno, dentro de sus posibilidades, recordando épocas pretéritas, optó por incentivar el presente, con la esperanza de que ese calor humano llegue a todos los hogares, sin distinción alguna ni condición social, ni económica acariciando religiosamente un anhelado y civilizado futuro

A veces, una humilde mesa, aceptada con amor... depara más satisfacción que otra con los más ricos manjares servidos fríamente, sin ese ambiente necesario que nos recuerda la austeridad divina del Redentor. Por doquiera se escuchaban las gaitas, recordando que iba a nacer el Niño Dios y con El la mera certidumbre en el porvenir de Venezuela. Con notas musicales de ambiente navideño, todos los pueblos, al Niño Jesús, rogaron porque la bonanza popular se restablezca en el país y cesen los odios; y entre todos se consiga mitigar las necesidades que actualmente pueda estar sufriendo la Nación.

Y comenzaran a ordenarse las cosas con equidad, jurídica y solidaria; y colectivamente siempre habrá un pensamiento generalizado porque Venezuela sea beneficiaria de cuantas plegarias dirigidas al Niño Dios hayan surgido y por un año venturoso para todos, que también les deseamos desde esta hermana tierra canaria, .cada uno de nosotros.

Sigamos, pues, escuchando el remoto eco de las típicas parrandas criollas, con sus instrumentos de cuerda y percusión, que le dieron vida a las fiestas pasadas de aquella ilusionada Navidad; de corazón unidos, compartiendo la misma felicidad

Las maracas, el farruco, la tambora, la carrasca, el violín y el cuatro, no cesaron de sonar duro y pareciera que el parrandón sigue...


Celestino González Herreros
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COMO EL PROPIO TIEMPO LA VIDA ES UN SOPLO

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La noria gira sin detenerse y en sentido contrario va dejando atrás pertenencias íntimas dispersas como si huyeran del espanto de lo presuroso del tiempo, vivencias amadas, en la lejanía ya proyectadas y que se van apagando lentamente. Y voces entrecortadas que tratan de desembarazarse de los influjos del abandono.

Gira sin tregua, precipitadamente, consumiéndonos convulsivamente… Ya lo poco que nos quede y antes de subir a la alocada noria, pensemos que también tiene su poder intrínsico, la otra vertiente divergente. Nos queda parte importante de la vida y cuantas oportunidades necesitemos para rehacer virtualmente los momentos fragmentados en la lucha de la huída... Ocasiones estas que debemos aprovechar y disfrutarlas encarándonos a la evidencia, dándole a nuestra vida un sentido diferente que nada tiene de egoísmo hallarnos a nosotros mismos y cuidar ese caudal de oportunidades; y sin tener que traslimitarnos, gozar de la vida cuanto nos ofrece, todo eso, porque nada es negativo si lo vemos con los ojos del alma, todo a nuestro alrededor parece que nos sonriera y soplaran las brisas de siempre y, a veces, nos trajeran cálidos perfumes de las laderas, los aromas naturales del campo y con ellos los imperecederos recuerdos que el tiempo no pudo llevarse consigo.

Por los entresijos discretos que hayan quedado a nuestro alcance, sentiremos filtrarse aquellos hilos musicales que otras veces a alimentar a nuestra alma vinieron, quién sabe de cuáles mundos distintos; y aprendimos a soñar y no pocas veces, también a amar. La vida nos está esperando; y habremos aprendido a valorarla, cuantas veces con espanto creímos haberla perdido. Aferrémonos a ella, no le dejemos irse o que nos la lleven, ahora sabremos cuanto tiempo hayamos perdido con nuestra indiferencia, viendo pasar el tiempo sin importarnos cuánto se lleva consigo y cómo nos va desnudando y empobreciendo hasta convertirnos en nada que valga, ni valor, ni peso alguno, a formar parte del tiempo que tan ligero cada instante va pasando…


Celestino González Herreros
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