31/7/10

EL TIEMPO NOS ESTÁ DANDO LA RAZÓN

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Sólo faltan unos detalles más, aprovechar el entusiasmo reinante, la buena predisposición que se ha ido generando de tal modo que ya parece una necesidad colectiva, afán justo de revitalizar la ciudad turística de Puerto de la Cruz y verle resurgir de entre sus carencias actuales.

No solamente el norte de Tenerife, toda la isla necesita activar esa influencia y fuerza ejecutoria que alimenta, esta vez como nunca, la esperanza de acabar con esta pesadilla anunciadora de la muerte de nuestro importante enclave turístico, que tanto trabajo dio y alentó tantas ilusiones y despertó el apetito financiero del capital extranjero. Fue el punto de mira internacional por sus prometedoras y plurales condiciones y sus extraordinarias cualidades para satisfacer al más exigente de nuestros visitantes.

Ha tenido que transcurrir el tiempo para poder dilucidar que no hay en nuestras islas mejor lugar, por todas sus excelencias naturales y la calidad de nuestras gentes, para asentar en Puerto de la Cruz el mejor de los destinos turísticos.

Desde hace tiempo se ha venido luchando y mejorando las infraestructuras locales, en ningún momento se ha descuidado ese importante avance, sólo que junto a tantas dificultades socio económicas y desavenencias políticas, se han retrazado los trabajos de recuperación urbanística. Ciertamente, ha tenido que pasar el tiempo. Consideremos las dificultades que el norte de Tenerife ha hallado, llamémosle abandono, orientando todas las fuerzas existentes hacia el sur de la isla, lo que se suponía que iba a ser el gran salto socio económico. Se hizo una “alegre” planificación y esas estructuras y el evidente progreso, no han sido lo suficientemente aptos como para competir con las excelencias naturales nuestras y el embrujo que encierra esta pequeña, acogedora y dinámica ciudad y a la vez romántica con su puerto de mar; acompañados de los gentiles y laboriosos pueblos, villas y ciudades que nos circundan. Ello no quiere decir que debamos ignorar aquel empuje laboriosísimo del entorno sureño que transformó su fisonomía en un hermoso enclave turístico, orgullo de toda nuestra isla y que siguen conservando lo que han creado y embelleciéndolo cada día más. Sin embargo, a nadie debe molestarle que les recuerde que en épocas más difíciles y sin tantas ayudas, el Puerto de la Cruz alzó sus brazos primero y enarboló la primogénita bandera turística de España y nuestras queridas Islas Canarias, hubo trabajo para todo aquel que quisiera aprovecharlo, se ganó mucho dinero y mucha gente aprendió a desenvolverse en nuestras importantes instalaciones y hoy son expertos profesionales, aún algunos de ellos dispuestos a demostrarlo en sus nuevos puestos de trabajo. Nuestra Isla de Tenerife está preparada para retar una próxima singladura turística y a ello estamos decididos.

Con el tiempo hemos ido ganando la razón de ser un destino único, sin detrimento alguno, repito, hacia el resto de nuestras islas. Pero es que Puerto de la Cruz tiene unos encantos que no se les pueden negar; y es difícil hallar las palabras adecuadas que lo digan mejor. Es como es. No es que hayamos vivido de espalda a sus necesidades y a su progreso, como he dicho antes, nos vimos solos, nos abandonaron “todos” y a pesar de ello, no sucumbimos, hemos soportado la angustia de ver que se nos acababan las fuerzas. Pero siempre estuvimos inmersos en la lucha, mientras nuestros amigos del sur resurgían de entre las piedras y han hecho una bonita labor.
Nosotros con menos, siempre hemos acogido con cariño y profesionalidad a nuestros visitantes y ellos se han sabido integrar a nuestra forma de vida, realmente, todo acá es natural, hasta el trato. Así fue y así será, nada negará nuestra esperanza en recuperar el tiempo perdido. Ya hay grandes capitales esperando nuestro pronto resurgimiento. Proyectos aprobados y aunque no haya dinero lo ganaremos a pulso y nuestra ciudad será como siempre la hemos soñado, sólo un empujoncito más y a seguir caminando… Entre todos lo conseguiremos, políticos, medios de comunicación, capital extranjero, empresarios inteligentes, sindicatos, obreros, transportes y la buena voluntad, generalmente. Habrá nuevamente trabajo en el norte y bien remunerado.


Celestino González Herreros
http://www.celestinogh.blogspot.com
celestinogh@teleline.es

ODA A MI VILLA DE GARACHICO

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Con el rumor de la brisa
que baja de la montaña,
una caricia extraña
En la Villa se desliza...

Desde tu playa la siento
al volar las gaviotas
abanicando sus alas
cuando combaten al viento.

La siento en la alborada,
en las frondas del sueño
como el aire risueño
de una caricia alada.

Y tu mar enfurecido,
que no hay quién lo detenga,
posible es que hasta tenga
deseos de ser seducido.

He visto sonreír las flores
que alegran a tu cielo
y perderse en pleno vuelo
quimeras de mis amores.

Garachico eres Villa,
como tú no hay ninguna,
cuando refulge la Luna
y el mar que te baña brilla.

Si en tus aguas destella,
me recuerdan con ternura
tu radiante hermosura,
¡te veo más dulce y bella!

Villa y Puerto pesquero,
señorío y abolengo,
en mi alma yo te tengo,
pues sin amarte me muero.


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Celestino González Herreros
http://www.celestinogh.blogspot.com
celestinogh@teleline.es

ACTUALIDAD POLÍTICA PORTUENSE

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Viendo la política desde un plano imparcial, sin intrigas ni gratuitas críticas, es un ejercicio difícil de comprender. No es que sea complicado, pero, desde luego, libertino si. Para el que la ejerce. Todo está permitido, desde las bajas pasiones hasta la indiscutible entrega, en algunos, de cuerpo y alma, buscando el bien común y por ende, el mejor nivel de vida de sus respectivos pueblos y sus gentes. Hay políticos honrados, indiscutiblemente, que no abunden es otra cosa. ¡Es que hoy existen un elevado número de inaceptables!.. A los hechos últimamente acaecidos me remito. No solamente en nuestro entrañable Puerto de la Cruz, también me refiero a los distintos Ayuntamientos municipales del resto de España y nuestras Islas. Aquellos que se creen más listos que nadie, han caído como moscas en la miel de sus deshonestas pretensiones. La ambición por el dinero ajeno es tal, que se ciegan y cometen los más vergonzosos actos fraudulentos y antisociales. Dan lástima, a pesar de todo, ¿cómo pueden arruinar el concepto que hayamos tenido de sus aparentes valores, cayendo tan bajo?
Eso no es bueno, ¿con qué entusiasmo va la gente a votar nuevamente, cuando siempre o casi siempre, ocurre lo mismo. Luego vas a las urnas decidido por una determinada opción, sea de la derecha, centro o izquierda, y después de haber pasado un corto periodo de tiempo, por conveniencias, más que nada, ellos mismos coaligan con los peores y, tengan los votos que tengan, pero si sumando superan en la cuenta al que más obtuvo y haya sido el partido más votado en un principio? Eso es desconcertante. Por ejemplo, se coligan dos doctrinas contrarias y se yuxtaponen o se adosan “políticamente” ¿en buena lid? Sin importarles los sentimientos y creencias del resto del pueblo. Entonces vienen las censuras y el contrario queda al margen, lamentando haber perdido el tiempo cuando fue a las urnas tan ilusionado… No acabo de entenderlo, de verdad. Muchas personas van a votar sin saber en realidad el destino de sus papeletas, por muy expertos que sean en estos menesteres…

Lo cierto es, que lo último es ponerle afecto a los políticos y futuros candidatos, cuando mayor sea la estima, mayor iba a ser el desengaño. Cada partido político busca, como es natural, sus conveniencias y van decididos a derrotar al oponente de la forma que sea… A como de lugar y sin importarles la cobarde bajeza en que a veces caen, concientes de que es el pueblo, tarde o temprano, quien sufre las consecuencias de esas clandestinas luchas partidistas perdiendo confianza en todos ellos.

Lo estamos viendo a nivel nacional, entre los señores Zapatero y Rajoy, se han pasado la legislatura peleándose como niños “mal educados”. Rajoy dice que Zapatero… Y Zapatero que Rajoy… Son desconcertantes y ya llegan a resultarnos impertinentes. Y mientras ellos se entretienen así, el pueblo llano se siente más solo e indefenso. Cuando lo lógico hubiera sido que entre ambos líderes trataran más efectivamente nuestra precaria economía y resolvieran los asuntos más urgentes, por si tuvieran tiempo o buena voluntad, para ello…

Así de censillo, a trabajar por el bien de España y los distintos archipiélagos, Baleares y Canarias, que nosotros a pesar de la distancia que nos separan, aun pagamos nuestros impuestos y demás linduras.

Eso pasa, lamentablemente, en casi todas las autonomías españolas y Canarias.

Nosotros centrémonos en el Norte de Tenerife, parece que hay visos de buena voluntad por parte de los distintos Ayuntamientos que componen nuestra región. Hay buena disposición de acabar con nuestra precaria economía. El tiempo nos está dando la razón, unidos acabaremos consiguiéndolo, máxime contando con la valiosa ayuda de nuestro Cabildo Insular, el Gobierno de Canarias y tantas otras fuerzas empresariales que apuestan por ceñirse a nuestros deseos de siempre, volver a darle al Puerto de la Cruz su verdadero protagonismo, motor de nuestra economía tinerfeña que no debimos haber abandonado por tanto tiempo. Ya es hora de pasar páginas y volver a empezar. Los entendidos sabrán marcar las pautas y entre todos empujar el carro de nuestro progreso. Precisamente ahora que estamos levantando cabeza y que hemos conseguido después de tanto solicitarlo desde las anteriores corporaciones y la presente, ayudas tan importantes y las prontas ejecuciones de tan necesarios proyectos, ansiados desde hace muchísimo tiempo.


Celestino González Herreros
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celestinogh@teleline.com

27/7/10

MIENTRAS, SIGUE CAYENDO LA LLUVIA

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La inmensa quietud y el silencio otoñal se rompieron cuando llegaron las lluvias... Ahora, en el obligado recogimiento hogareño, echo de menos los románticos paseos por la triste vera que conduce al pueblo, desde este tranquilo lugar. Ni puedo, como hace sólo unos días, al detener mis cansados pasos, hablar con el amigo que, inconscientemente, consume sus últimas horas, esperando el milagro de su paz espiritual, cuando consiga trasponer el umbral sobrenatural de la otra orilla sideral, hasta alcanzar la dimensión del eterno sueño en la infinidad etérea... Tampoco alcanzo, en mi alejamiento, a escuchar las posibles quejas de aquellos comerciantes que ven mermadas sus ventas por culpa de las lluvias, cuando antes sonreían al considerar sus pingues beneficios. Todo está menos concurrido que otras veces, pero no nos hemos detenido a pensar: ¡Qué falta nos hacían estas aguas! Nuestros campos hoy están contentos al recibir el contacto más preciado por sus sedientos poros que se esponjan y se nutren después de una severa sequía que llegó amenazarnos con un verdadero desastre ecológico y por ende económico. Hay, entonces, motivos sobrados, para agradecer esta bendición que nos llega desde arriba.

En mi obligado encierro casero, al menos ayer y hoy, no me canso de otear, a través de la ventana, cómo corre el agua por el asfalto, y cómo la abundante vegetación de esta privilegiada zona urbanística, resplandece bajo el fulgor de la luz artificial en la noche.

La ciudad aun no se ha paralizado, como es de prever después de las torrenciales lluvias, todo sigue en movimiento mientras cae el tan necesario líquido. Ya los menudos duermen; y cuando reina el silencio en toda la casa, tras los mojados cristales de mi ventana, siento deseos de permanecer en pie, viendo llover... y perdido en la oscuridad, presiento muy cerca de mí el mar con sus enfurecidas olas batiéndose con fuerzas contra las rocas de la escollera y arremetiendo despiadadamente contra los indefensos bajíos de la costa. No hay música más persuasiva y deliciosa que la producida por la cadente caída de la lluvia llegando fuertemente contra los cristales y que viene a despertarnos del tedio de la inconsciencia, y llega a transmitirnos esa larga letanía de notas acariciadoras guiadas por las suaves brisas y a veces los fuertes vientos, modulando en emocionado encuentro la tempestad armónica de las más bellas sintonías... El canto sentimental de las lluvias es un poema de irresistible seducción. Y, yo quisiera cantarle a esa gracia divina con la más pura prosa y dejar presente el sentimiento de mi gratitud alabando al Cielo. Que la sed de nuestra tierra sólo la calma esa afluencia enviada por Dios. El agua que perjudica a unos y nos beneficia a todos, que nuestro suelo es agrícola por excelencia y de el dependeremos siempre, por mucho asfalto que quieran echarnos encima. La Naturaleza es tan sabia, que puede, en cualquier momento, anular al hombre y sus egoístas ambiciones. Un día puede reventar la tierra accionada por la angustia contenida, como si reventaran todas las raíces desde sus entrañas y rompieran definitivamente el alocado progreso de las grandes "estructuras" viales y arquitectónicas... Los barrancos volverán a correr como ayer y la vega a florecer, la campiña dará sus deliciosos frutos y el hombre volverá a sentir la ilusión de luchar por su humilde parcela, con esperanza de verla crecer entre la maleza salvaje de nuestros montes. y nuestros niños podrán jugar a la orilla de los caminos...

Viendo caer la incesante lluvia, me siento, a través de mi insistente observación, un ilusionado testigo de mis más sinceras premoniciones acerca del futuro de nuestras Islas Canarias; y el miedo que antes sintiera por nuestra injusta depreciación... Igual, siento y tengo el valor de manifestarme en favor de nuestra integridad física y social, diciendo lo que me dicta el corazón.

Nuestros campos necesitan más atención, necesitan brazos fuerte y herramientas que puedan emplear… Pero también necesitan que nuestros políticos tomen conciencia de la importancia que representaría su cuidado y las ayudas correspondientes que incentiven al agricultor. De igual manera la ganadería. Seguro que así se aliviarían tantos temores pensando en nuestros oscuros horizontes, rodeados por todas partes del gran Océano y tanta soledad.

Aprovechemos tanta agua cuando el cielo nos la regala, construyamos represas conforme a nuestras necesidades. Construyamos nuestro futuro ante todo mirando a nuestros campos, Ordenemos nuestros verdaderos problemas y comencemos a resolverlos respetando las prioridades. Construyamos todos juntos ese futuro tan necesario.


Celestino González Herreros
http://www.celestinogh.blogspot.com
celestinogh@teleline.es

26/7/10

Acantilado de papel

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PRÓLOGO

Poemario editado de Elsie Ribal Hernández

El lenguaje poético que emplea Elsie Ribal Hernández en este sorprendente libro, evidencia considerablemente, su capacidad lírica y pone de manifiesto, en cada composición suya, esa cascada imaginaria que lo baña todo de ilusión y deja estelas en el aire que al conjugarse en el silencio poético producen la grata sensación de estar viviéndolos; y así mismo producen el oportuno éxtasis que da la luz en las sombras de las tinieblas ó en la salida del túnel la aurora de la libertad compartida. Lo aclara todo con los mágicos fulgores del amor filtrado hasta llenar cada intertisio del corazón.

Son poemas que transmiten ese algo que buscamos, invisible influencia que nos llega y nos confortan por que dicen más cuantas más veces los asimilamos y en silencio parecen que hablaran y a la vez nos consolaran.

Hoy he vuelto a sentir despiertos los duendes de mi imaginación, no he podido evitarlo. Necesitaba estar más solo y solo dedicarle a mi entrañable amiga Elsie, sin escogencias inútiles, las palabras más sencillas, tomarme todo el tiempo necesario, dialogar, simplemente eso; y decirle cuanto admiro su talento literario y la nobleza de sus sentimientos hechos poesía… Semblanza que honra a su mundo poético para el cual nació. Decirle que este poemario suyo acaricia los sentidos y alienta al corazón. Leyendo sus poemas uno siente descolgarse del firmamento las estrellas y hallar en alguna de ellas su fondo poético y nos alumbrara con luz propia nuestro espíritu, a veces retraído y triste… Pero ya ven, la estampida de mis locos duendecillos me ha ganado una vez más, se han desatado sorpresivamente y no me dejan otra opción…

La presente Obra poética de Elsie Ribal, es un fiel exponente de su capacidad intelectual enmarcada en sus principios literarios. En su haber figuran varios libros publicados con rotundos éxitos cosechados a través de los años y cuyos repertorios de singularidad literaria dejan entrever el caudal poético significativo que emana de su lírica excepcional.

Definir a Elsie es más difícil que fácil, se necesitarían, aparte de la elocuencia necesaria, una fluidez de palabras única y por ende el talento que no me asiste y no por casualidad. No bastaría con sólo decirle que es única en su género lírico y que como rapsoda es una fina perla. Ella necesita un crítico aventajado y menos sentimental que yo.
Tiene una forma muy especial de conjugar lenguaje y sentimientos. Es como una mágica malla de hilos dorados que te atrapa inocentemente y a merced de su prosa poética va adormeciéndonos y al cabo de un reducido tiempo no sabemos si soñamos despiertos y cabalgamos por parajes oníricos en brazos de su inspiración lírica. Esa correlación suya, esa simbiosis en sus versos que danzan armoniosamente en aquel mundo apasionado de la evocación. Sin pretender hacer ni un somero juicio de sus méritos cosechados, sólo para aproximarme lo más posible a su edén privado, me he rendido orgulloso de saber hacerlo, para agradecerle la ocasión que me brinda, al prologar este trabajo literario del que respondo, que leyendo sus poemas van a sentir, como he sentido yo, la grata sensación de estar más cerca al cielo y que recostados en blandas nubes estuvieran soñando y amando a la vez.


Celestino González Herreros
celestinogh@teleline.es
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Colaborador del Periódico EL DÍA


Puerto de la Cruz. 09 de junio de 2.010

TODO ESTÁ DISTINTO

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He tenido que refugiarme en un conocido y habitualmente transitado rincón, siempre concurrido, pero que hay una discreta esquinita al terminar el mostrador, que siempre me ha permitido aislarme casi por completo. Esta vez, como otras tantas veces, huyendo del mundanal ruido y la alegría desbordante que se advierte en casi todos los rostros presentes, según iba observándoles a lo largo del paseo por distintas calles y plazas públicas de la ciudad, me pareció ser el único, entre tanta gente, que andaba abstraído, meditando pasajes del pasado, recordando aquellos tiempos y tantas ilusiones que se han perdido. A la vez, me hallaba pensando más en el cercano futuro que me espera… Si alguien, entonces, me hubiera preguntado que a dónde iba, no hubiera sabido responderle. Buscaba algo, si, algo que ya no está, pues todo ha cambiado desde entonces. Ni la gente son los mismos, ni las plazas, donde los árboles han crecido lo indecible. Ni las calles, ni aquellas casitas terreras enjalbegadas de blanco, de puertas y ventanas verdes, tejados rojos… Todo está distinto. Y al verme asomado en el cristal de una de las tiendas, yo no era aquel que estaba reflejado en el, aquel era otro, con expresión tristona y el cuerpo todo desfigurado, sienes blancas y ojos cansados, todo aquello que aparecía reflejado en el frió cristal no era mi persona. No era yo aquel que me miraba fijamente, con desmesurada insistencia y que llegó hasta sonreírme como queriendo acentuar la burla, esa mueca que a veces tanto fastidia. Di media vuelta girando sobre mis talones con cierta dificultad y me fui de aquel inhóspito lugar, dando pasos confusos y la mirada gacha, fijándome donde iba pisando para evitar un fortuito tropiezo, disimulando mi agotamiento, no sólo el moral, también el físico, mientras seguía el corto trayecto.

Me sentía como un extraño por donde quiera que iba, creyendo que nadie me estaba reconociendo, que yo no era el otro espectro que vi. en el sucio y frió cristal de aquella ridícula tienda. Yo estaba ausente, corriendo de allá para acá, practicando los juegos propios de aquella tierna edad… Ausente entre el tumulto de las gentes que tampoco yo conocía, gozando aquella hermosa juventud, como nadando felizmente en ese mar ilusionado del amor, viéndome en los ojos de miradas serenas, de aquellas que me brindaron su atención… También estuve observando casas ruinosas, ya inhabitables expuestas para su futura venta y posterior derribo. Casas que me trajeron recuerdos inolvidables desde mi infancia, hasta me pareció ver asomadas en sus postigos y ventanas a tanta gente que uno conoció y ya no están entre nosotros, personas maravillosas algunas de ellas, cuya evocación me entristeció más.

Ahora, en este tranquilo rincón, donde me hallo, voy recuperándome un tanto, lo otro era muy doloroso, eso de ir de allá para acá, sin apetencia alguna, pero si, buscando todo aquello que perdí para siempre, sin hallar respuesta alguna. Eso acaba por entristecernos.

Aquí estaré sólo un rato más, cuidando, claro está, la noción del tiempo, escribiendo, sondeando mi mente y estrujando mi viejo corazón. Con un vaso de vino como único amigo acompañante, confidente del alma; y sintiendo en mis cansados ojos el calor inmenso de la soledad. Soltando la madeja de los sueños mientras oigo, muy quedamente, una musiquita que llega hasta mí, como queriendo alimentar a mi espíritu y que me recuerda que la vida sigue, que es muy bella y que mientras no me llegue el momento definitivo, cuando tenga que irme de esta aburrida escena, debo seguir haciendo el esfuerzo necesario para no entorpecer el normal desafío de la vida.


Celestino González Herreros
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celestinogh@teleline.es

COSAS DEL DIARIO ACONTECER CIUDADANO

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Hallé por fin, un refugio adonde esconderme, literalmente, se supone. Encontré un lugar tranquilo y que me permitiera ausentarme el tiempo necesario hasta lograr aclarar y solventar mis dudas y conseguir estar solo, no hablar ni escuchar a nadie, sólo oírme a mi mismo en tanto reflexione y ordene mis acuciantes ideas, quería estar esquivo, no escuchar ruidos ni voces disonantes… En cambio sí, un apetecible encuentro con una de mis preferidas intervenciones del genial Chopin, que no debo desairar, más bien me consuela y me acompaña en mis aflicciones...

¡Cuántos valores hemos perdido! Al ritmo que vamos, la nuestra va a resultar ser una sociedad muerta, si continúan faltándonos nuestros ideales y aquellos valores que siempre nos identificaron, pilares tan necesarios para una normal convivencia entre unos y otros, conceptos importantísimos para mantener fijo el justo equilibrio social, que como estamos viendo, se tambalea.

Sí, la música me pone sentimental, me persuade y me trae a la memoria épocas pretéritas inolvidables. Cuando las personas éramos sensibles, respetuosas y más solidarias de lo que son hoy. Con esas tres e indispensables cualidades, vencimos épocas muy difíciles. Crisis financieras, persecuciones políticas, acosos indebidos, amenazas y secuestros, guerras y sus dramáticas secuelas, hambruna y enfermedades… Todo ese cúmulo de adversidades que sí fueron minimizadas con nuestros valerosos sentimientos cívicos y eminentemente sociales.

Hoy esos valores comunitarios y tan necesarios en el ámbito social, en nuestros pueblos, han decaído considerablemente. Aquella semilla de amor es como si se hubiera enfermado y sólo germinara de ella la escoria que haya suplantado, en gran medida, a nuestros principales esquemas sociales y a la vez, morales. Aquellos valores mal interpretados y hoy víctimas del desprecio más absurdo.

Realmente, se nos hacen incómodos los distintos conceptos que las nuevas generaciones tienen de sus estériles e incidentes y nefastos proyectos. Como si para ellos la vida fuera acabarse, cuando aún están comenzando. Como si se hubieran declarado en rebeldía y quisieran acabar con todo aquello que tan gratuitamente les hemos dado, para que se sintieran mejor de lo que muchos, ni se merecen. Como si al no tener perspectivas ni ganas de hallarlas, se sublevaran contra sus mayores que ya más no puedan darles; y les quieran erradicar anulando todos aquellos principios y hasta las sanas costumbres. Con toda la suerte ambicionada, en general no piensan y proceden así, la diferencia es notoria en los que han seguido nuestros pasos y han luchado siempre por mejorar sus estatus de vida, y el de los suyos.

Hay una juventud admirable, y esa es nuestra única esperanza. Jóvenes que supieron mantenerse firmes en su camino de superación y de estudios, de ideas fijas y altruistas, que han sacrificado mucho para ser cada día mejores personas y que, algunos de ellos, ya ocupan puestos importantes (no muchos, pero algo…) cada cual en su escala, en los lugares más estratégicos (¿?) de nuestra convulsionada sociedad y que, sin lugar a dudas, son ellos los guardianes y el ejemplo a imitar de la otra juventud víctimas de la desorientación existente.

La agresividad existente en la calle, en cualquier lugar y en cualquiera circunstancia, es verdaderamente preocupante, Delictiva, amenazante y comprometedora. Quieren hacerse los dueños de todo, sin reparar en el daño que nos hacen y sin que teman a las consecuencias que se enfrentan… Mientras, la Justicia sigue siendo la misma, tolerantes (no en todas las decisiones jurídicas) y permisiva. A gritos, la razón pide que las Leyes sean reformadas, actualizadas, que hagan por evitar tantos descaros y contengan esos cotidianos abusos de los cuales somos directos objetivos, sobre todo las personas mayores de edad; y hasta evidencian, o así lo parecen denunciar, que en realidad les tienen miedo…

Celestino González Herreros

9/7/10

DEJADME SOÑAR CON ELLA

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Sólo se sabe, cuando se pierde, lo que vale una madre y la falta que nos hace. Ese hueco de amor que nos deja con su ausencia, jamás será llenado por nadie por más que lo intenten, ni con los más nobles sentimientos...

Eres una visión irresistible cuando asaltas a mi mente al sentirme solo. Eres como el aliento que necesito si estoy afligido, cuando no sé qué hacer con las tinieblas de los tristes pensamientos míos... Cuando busco el camino que me lleve hasta ti, esa dimensión de paz divinizada que quisiéramos poder alcanzar, se nos evade… No sé si es más grato vivir así o dejar de vivir. Mejor, dejadme seguir soñando caminos, aunque navegue en un laberinto de sueños imposibles. Sin luchar contra mi destino, a ver si consigo hallar lo que busco. Dejadme seguir indagando hasta tanto halle el rumbo apropiado…

Que pueda ver morir la tarde que va declinando y se asome al crepuscular final de otros horizontes... Que detrás del flameado resplandor se oyen voces.

Con las cadencias de las brisas se oye mezclada con los aromas de nuestros campos y el airecillo que nos llega del monte más cercano, bajar hasta la costa, donde están los nostálgicos recuerdos atrincherados, su voz entrecortada.

Ahora que se va la tarde, dejadme asomar, a ver prenderse todas las luces del infinito, dejadme buscar en ese manto estrellado. Que nadie me lo impida y pueda estar nuevamente con ella. Ya se oyen los clarines que anuncian su presencia... Dejadme asomar una vez más, para poder estar con mi vieja del alma, allá, junto a las estrellas.

Madre, eres el recuerdo mejor guardado que alberga mi corazón con el más tierno cuidado. No pasa un día que de ti no me acuerde... Y en las noches, a veces, me parece tenerte a mi lado y te veo más bella que nunca, con tu dulce sonrisa asirme en tus brazos con ternura, como si fuera un niño. ¡Ay, si pudiera tenerte así para siempre!

Otras veces sueño con quiméricas tardes bajo el almendro florido o sobre las basálticas peñas de mis solitarios acantilados, buscando escuchar el eco de mi propio aliento desafiando al murmullo de la mar enfurecida; y te veo aparecer como una diosa, envuelta entre las briznas que deja el mágico oleaje al morir contra las rocas. Voy a tu encuentro, agitando las frágiles alas de mi sueño... Y despierto apenado, cuando esos sueños se rompen en mil pedazos. Entonces me siento como un crío alelado por sus oníricas fantasías, ante la cruel evidencia de nuestra realidad.

Madre, tú eres el recuerdo más hermoso que me queda en la vida, eres mi sueño adorado, por eso pienso en ti cuando soy feliz y cuando estoy triste y sigo buscándote cada noche y todo el día, para estar una vez más contigo. ¡Madre, siempre estás en mi corazón!


Celestino González Herreros

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celestinogh@teleline.es

UNA VEZ MÁS EN EL MES DE JULIO

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El calendario anuncia, al pasar el presuroso tiempo, que ha llegado nuevamente el mes de julio, con todo lo que ello implica para nuestro pueblo y su gente. El mes de julio es, quizás, en nuestros social acontecer, la fecha que dice más, en las que se asoman de forma relevante, sui géneris, a nuestro diario quehacer, todo ese cúmulo de agradables sensaciones que nos deparan nuestras constantes religiosas, aparte de las sociales, las lúdicas que inquietaron siempre, por su explosivo entusiasmo, a los habitantes de Puerto de la Cruz.

Cuando amanece cada día en julio, de forma mágica, se desperezan, al romper el alba, esas inquietudes anunciadoras y contagiosas, del supuesto encuentro feliz… El que nos ofrece la divina contemplación de nuestras veneradas imágenes, paseándose por sus calles… Como cada año, siempre igual.

Se rompe la monotonía y comienzan los preparativos de los días más grandes de nuestras tradicionales fiestas. Nuevamente nos disponemos a asistir con cristiana devoción alabándoles, a la cita anual con nuestro Viejito y la Virgen de El Carmen. Buscamos las mejores prendas y las flores más hermosas de nuestros frondosos huertos para ofrecerlas a tan sagrado Culto. Y con nuestras sentidas oraciones, les acompañamos, una vez más en julio, al Gran Poder de Dios y la Virgen Morena.
Las calles, solemnemente engalanadas en nuestra ciudad, paso a paso, hasta el final del largo recorrido, exaltan la sublime presencia del próximo acontecer. Como una promesa que se repite cada año. Pueblo consecuente y luchador, y por herencia marinero, parece que, con ansias incontenibles ya presintiera los cansados pasos que vinieran en el silencioso cortejo, que sobrecoge a muestras almas y las impregnan de tristeza o de bonanza, de dolor y tanto amor que hasta llega a resplandecer en la oscuridad de la noche, en ese paseo procesional. En todo su acostumbrado trayecto, en las ilusionadas calles de nuestro devoto pueblo.

Dichoso quien pueda contemplar y pueda descubrir, en sus dulces y serenas miradas, la bondad infinita que nos brindan, desde sus cimas. Hoy, con las más bellas flores de nuestro Valle, deliciosamente adornados. Dichoso aquel que pueda seguir sus pasos y acompañarle en todo el camino, desde la iglesia mayor, por los lugares de siempre, hasta el más distante rincón. Si, dichosos aquellos que tengan el consuelo de beber su propio llanto, reprimido largo tiempo. Otra vez en julio, despertando los callados recuerdos de los que se nos fueron, buscando, en el más allá, las huellas de otros caminantes que desde aquí partieron. Para ellos son nuestras oraciones y esa dulce mirada de nuestro Viejito y la Virgen madre de los hombres de la mar.

Me parece estar oyendo, transportado a mi pasado, la música de entonces, que nos invitaba al silencio y a la reflexión, arrancándonos del corazón las más sentidas plegarias, al paso callado y lento de nuestras queridas imágenes. Me parece oír aún, como un perpetuo y amoroso eco, un murmullo delicioso que es la oración de todo un pueblo que ha sabido respetar y conservar tan hermosas tradiciones.

Será así, cada año en julio… Levantemos nuestro corazón, busquemos fuerzas si no las hay; nuevamente somos requeridos por El Viejito y La Carmela. ¡Acompañémosles hasta el último instante!.. Elevemos el corazón. Echémonos al camino y busquemos en la divina presencia la paz. Elevemos nuestras calladas súplicas y pidamos la gracia eterna para los que, estando ausentes también ruegan por nosotros y nuestro querido pueblo. Y no olvidemos a aquellos que emigraron a tierras lejanas, por razones obvias, que no pueden hoy estar aquí, entre nosotros. Aquellos que, fervorosamente, con lágrimas en los ojos y el corazón oprimido, imploran y halagan su mano… ¡Señor, óyeles y mitiga sus penas y desconsuelos! Que son, quizás, ¡OH Dios!, los que más echen de menos el éxtasis que produces y la paz que transmites con tu silente mirada. Tus divinas pupilas, a veces, tan dilatadas, ¡dicen tanto!

Ya no suena el tambor, todo es silencio, sólo el parpadeo de los cirios encendidos, imitando la llama de nuestro, anuncia que no están solos. Se han detenido, un momento nada más, y están mirando fijamente, no sé a dónde. Sólo un momento. El Viejito se ha detenido y ha fijado su expresiva mirada, sus dilatadas pupilas, hacia la multitud que le aclama… En silencio, siempre en silencio, premia a su pueblo con su Bendición callada. Y se tornado silente, con expresión serena y resignada, apoyando nuevamente, su cansado rostro sobre su mano. Y haciendo un gesto de humildad y ternura pidió que le llevaran, sus fieles en hombros, como cada año en julio, hasta las calles de sus barrios, -EL quería verlo todo- y al final, volver al lugar de partida y allí esperar a que otro año, por las fechas de julio, en las calles de Puerto de la Cruz -alegre u soleado- nuevamente, pueda disfrutar de los suyos.

Al llegar al Templo se rompe el silencio que subyugaba, que atenazaba a nuestras conciencias de la tensión sufrida al reconocer nuestras faltas -ahora olvidadas con el perdón- que nos devolviera su última mirada.

Cada año parece que despertaran en mi pueblo los deseos más nobles de pronunciamiento marinero, como se le conoce y turístico por excepción. Se contagia todo y se prepara… Ya las barcas en la bahía, en el muelle pesquero, están listas. Las banderas hondean al viento y en las calles, en formación alineadas, lucen los adornos más variados, plumas, banderas, flores, etc. Las típicas turroneras y las cosas todas de las fiestas de pueblos. Norias, cochitos eléctricos, tómbolas, ventorrillos, conciertos de música en las plazas, cucañas, coches antiguos y paremos de contar. Pobres vecinos de los alrededores, hasta altas horas de la noche. Sufridos y valientes; y todo por conservar nuestras viejas y escasas tradiciones.
Si, todo está a punto para esas entrañables fiestas. Son fechas soñadas.

Me parece seguir oyendo aquellos conciertos en la Plaza del Charco. Se que nunca será igual, uno ha cambiado también, tanto o más que el pueblo, aunque de distinta forma. Tampoco estará presente aquella recordada y añorada Banda de música local… Otros ocuparán sus puestos, ese es el destino. Por eso insisto, que nunca será como antes. Lo único que no cambia y siempre será igual, es la expresión sublime y amorosa de la humilde mirada de El Viejito, sentado en su Trono. Viendo la transformación de su pueblo y buscando entre la gente a todos aquellos que no asistieron esta vez, por una razón u otra, al magno momento del gran reencuentro… A recibir la Bendición, aunque en su inmenso corazón, sin excepción alguna, todos estamos presentes.

El clarín anunciador de nuestras fiestas de julio, llega a todas partes, con la cadencia propia de una noble inspiración, que va alegrando a un mismo tiempo los semblantes ilusionados de los hijos de Puerto de la Cruz. Tal vez porque lo entendemos mejor, somos los primeros en percibir esa inquieta y pueblerina sensación que, luego contagiamos a quienes nos visitan para participar con plenitud de la algarabía que en nuestras plazas y calles se forma con explosiva animación.

En estas relevantes fechas nuestro pueblo bullanguero se engalanaba con las mejores prendas que tuviéramos y sonreía con la más generosa de las sonrisas. También había tiempo para la reflexión. Yo recuerdo ir acompañando al Gran Poder de Dios y ver, de soslayo, cerca de mí, a un señor mayor haciendo un gran esfuerzo para seguir sus pasos… Mirando hacia arriba, como buscando la expresiva mirada de El Viejito, y vi. que le caían las lágrimas a borbotones. ¿Por qué estaría llorando? Eso, sólo Dios lo sabe. Nunca se me olvida ese momento. Y esas son nuestras fiestas de julio, canto y llanto, recuerdos que despiertan y parece que también participan en la bulla, entre la gente del pueblo “obligado encuentro” el de la evocación de otros tiempos que vienen hoy, como en otros tanto años…

Puerto de la Cruz. Julio 2.010

Celestino González Herreros
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celestinogh@teleline.es

MADRE DE LA GENTE MARINERA ¡OH DULCE CARMELA!

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A través de los años se ha perpetuado la tradicional devoción de la gente marinera hacia la Virgen del Carmen y se repiten escenas de familiar arraigo sentimental, como es, el balanceo amoroso de los fieles devotos de la gente de la mar de Puerto de la Cruz; cada vez más cerca por los fuertes lazos de afecto que nos unen y por que, topográficamente ya nos damos la mano, al igual que el Municipio de La Orotava y el de Los Realejos, por crecimiento demográfico de ambos municipios.

Cuando desde estos lares se escucha el tronar de los fuegos artificiales y se adivinan sus bellos resplandores en la gran tarde del procesional paseo de nuestra venerada imagen de la Virgen del Carmen en Los Realejos, por ejemplo, también en el Puerto de la Cruz surge un callado murmullo de plegarias que nadie oye, sólo Ella, que son, de aquellos viejos que no pueden acudir a visitarla al verse imposibilitados por razones obvias, pero que no la olvidan y le están rezando con más pleitesía que nunca , en el senil de sus años...

En el Puerto de la Cruz, a la imagen de la Virgen del Carmen de Los Realejos, se la venera con devoción desmedida, ven en Ella a la madre marinera que siempre escuchó sus plegarias. Cuando les vemos llegar para acompañarla en la ancestral procesión con enardecidos deseos de quererla y besarla y poner en sus "piropos callejeros" la nota más emocionante del encuentro, en los ojos de la madre marinera parece que destellan fulgores de agradecimiento y en sus labios, que se dibujara la encantadora mueca de su deificada sonrisa llena de amor y complacencia. Dicha estampa devocionaria es todo un poema de amor y ternura. Nunca se siente más feliz la Virgen del Carmen como en esa larga tarde, al filo de la encendida noche de luces celestiales y sentidas promesas. Y nunca los pueblos del Valle se sienten tan unidos, con tanto respeto y afecto...Ello originó, ahora me imagino que será igual, que de toda esa mezcla cristiana y sentimental, nacieran otros idílicos encuentros, entre los jóvenes de ambos pueblos, al menos en mi juventud hacíamos amistades sinceras. Recuerdo en la Plaza de San Agustín, en los bailes populares, paseos, etc. Y después de terminadas las Fiestas seguíamos subiendo a Los Realejos a ver a las chicas y los realejeros bajaban al Puerto o iban a La Orotava. Muchos matrimonios se realizaron, y muchos Carmelitos y tantas Carmelitas nacieron inspirados en la más bella de las Vírgenes, madre buena de las gentes del Valle y en especial de la gente marinera.

Yo veo en la Virgen cuando la miro tal expresión, como si dijera algo que se prolonga más allá de su silencio... y me consuela dulcemente. Su bondad y belleza me arrancan de lo más profundo de mi ser, deseos que en mí nacieran en esa grata contemplación y Ella parece que en mí leyera el amor entrañable que me inspira y me deja a su merced. Veo más aún, "si cierro los ojos", y me imagino andar por un extraño camino; fascinante por los encantos que emergen desde un resplandeciente paraje de luz multicolor y fantásticos reflejos de divinos soles que se desbordan en sus márgenes, volatilizados en humos luminiscentes que lo recorren todo y en medio de tanta exuberancia, le viera hacia mí caminando, lentamente, con su belleza y hermosura irresistible... Y sus vaivenes constantes me sugieren estarla viendo en una barca engalanada sobre las aguas tranquilas de nuestro mar, salpicada y acariciada por la brisa dando en su rostro moreno.

Cuando me postro a sus pies quisiera detener el tiempo, si al cerrar los ojos le encuentro navegando ilusionada en su barquita plateada... ¡Parece que hasta a mi alma llegara el fulgor de su mirada!

No hay mayor gozo que mirarle nuevamente ni momento más hermoso; cada año sus pueblos del Valle, jubilosos se acerca a Ella, reverentes, y juntos, sus emocionados fieles, compartiendo tremendo gozo al estar a su lado.

Los años presurosos han ido sucediéndose y ellos nos han traído siempre, por estas fechas de amor y solidaria participación, la sabia ocasión de encontrarnos con el sólo deseo de brindarle pleitesía a nuestra Reina marinera y con nuestra entrega espiritual recibir sus bendiciones, cada año por estas entrañables fechas...
Puerto de la Cruz ya está engalanado, existe el ambiente acostumbrado y esperamos vernos honrados con quienes quieran participar junto con nosotros en los cultos religiosos y los actos lúdicos que han de culminar con el regocijo popular de siempre, en un feliz abrazo entre nosotros y aquellos que nos acompañen.




Celestino González Herreros
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celestinogh@teleline.es

7/7/10

TU PUEBLO Y LA MAR

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Siempre en el mes de julio. Cada año, se respiran otros aires en Puerto de la Cruz y hoy más que nunca me he percatado de ello. Razones, ¡hay tantas!, aunque haya menos dinero. Lo cierto es que llegó julio nuevamente. Y, por demás está decirlo, son fechas entrañables, cuando se dan cita para el banquete, gentes de todos los puntos de nuestra geografía insular, y al que asistirán invitados, propios y foráneos, a rendir homenaje a las veneradas imágenes del Gran Poder de Dios, a la Virgen de El Carmen y San Telmo. Cuando todos los portuenses, con emocionados ruegos, hacemos sentir la fe colectiva, con nuestras sentidas plegarias a la dulce Carmela y al Viejito Bueno, a cuantos nos visitan y vienen a unirse a nuestra devoción cristiana. ¡Quién sabe, para algunos la última vez!. Sin olvidar los variopintos actos lúdicos que este año sorprenderán.

Qué oportunidad tan sublime, poder acompañarles, otra vez, por las calles de nuestra ciudad, en sus magnas procesiones; y contarles “íntimamente” nuestras cosas, con la oración callada y nuestra devoción. Qué sensación de alivio y consuelo, seguir sus pasos hasta el final del recorrido. Elevad, pues, vuestros corazones, hermanos, hagamos llegar nuestro llanto y alegrías al Nazareno; veamos en su profunda y quieta mirada, su angustia. Leamos en su gesto humilde, su respuesta amorosa hacia nuestro pueblo y sus gentes. Y en la Virgen de El Carmen, la señora de la mar, con sus mejores galas, tan acompañada como siempre. Que aunque no estén todos, ni los mismos que en otros años le acompañaron. Aquellos que al piropearla, pusieron toda su alma en ese clamor, en ese grito amoroso de exaltación a la Reina y Madre de sus angustias y alegrías. Caras curtidas por el Sol, surcadas por tantos interrogantes y desesperanzas. Hombres que un día salieron a la mar ilusionados y no regresaron al lugar de partida, porque las aguas turbulentas del destino truncaron esas ilusiones…

Esa es la fiesta, exaltación y recuerdos, rabia y bonanzas, llantos que brotan desde lo más hondo del alma y se eleva como una ferviente plegaria, hacia esos Padres ranilleros que no cesan de mirarnos, como queriendo decirnos algo nuevo, como queriendo darnos las esperanzas tantas veces perdidas, e indicarnos el camino al seguir. Sus lentos pasos en busca del único destino: “Tu pueblo y la mar”

Alabado sea Dios, ¿cómo es que cada año, siente nuestro pueblo renovada la ilusión por sacar a la calle a nuestras veneradas imágenes en ese confortable y refulgente paseo en cristiana procesión? Y cuánto regocijo, al sentirnos comunicados entre si -como una piña- todos con el mismo pensamiento. ¡Y eso le halaga tanto al Viejito Humilde y Bueno, y a nuestra Madre Carmela! Observemos sus rostros, ¿acaso no lo estamos viendo? ¿No lo dicen sus encendidas pupilas que se agrandan en sus expresiones divinas cuando les llegan nuestras fervientes oraciones? He ahí la respuesta, con pasos lentos caminando de una punta a la otra de nuestro pueblo marinero, marinero por excelencia, hasta llegar a la playa de nuestro muelle pesquero.
Boga hermano, boga con fuerzas, que llevamos a la Reina a dar unas vueltas… Y al Gran Poder de Dios, pensativo, sobre su mano derecha apoyado su rostro cansado, observándonos… ¿Qué estará pensando, que no pronuncia ni una sola palabra y que parece estuviera su llanto ocultando?
¡Señor, Tu pueblo y la mar, les rinde el mejor culto y más fiel homenaje de amor... Que nuestras plegarias hallen consuelo, siguiendo la luz divinizada de tan expresiva mirada.

Que ya viene la Virgen de El Carmen, desde Santo Domingo bajando y parece que viene varando. Y no hay nadie a quien más amemos entre todas las reinas, como a la diosa de los mil mares, ni hay en toda la Tierra, más bellos altares que aquellos de la guapa Carmelita. La mar embravecida se agita, parece imposible embarcarla. Y, sólo su furia aplacarla podría, la Virgen del mar bonita. Viene bajando, dando saltitos… Va reclinándose hacia la izquierda, luego, hacia la derecha inclinada…guiñándonos sus ojos chiquitos. Parándose frente a la inquieta mar, la mira muy fijamente, seria. Viéndole le hace una reverencia y desde entonces se comenzó a calmar. Los fieles alborotados, le gritan: ¡Más mallitas Virgen del Carmelo! Y que sea Tu presencia consuelo si las olas de la mar se agitan. ¡Boga, boga hermano, mar adentro!, mira la de San Telmo cómo viene, a esa, ninguna mar la detiene. Es que sólo piensa en el encuentro… Y entre bandazos y la algarabía, a la Carmelo se la llevaron. Pero cuando a la playa llegaron, de tan contenta, no le reconocían. La multitud, con su amor ferviente, le siguió hasta la vieja Ranilla. La Virgen parecía una chiquilla, saltando de gozo entre su gente.




Celestino González Herreros
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celestinogh@teleline.es

6/7/10

PUERTO DE MAR Y DE ILUSIONES

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Aún conservo en mi memoria aquellos lejanos días, viviendo las Fiestas de Julio... Entonces lo veía todo distinto, e indudablemente, cautivado por las influencias habituales de la juventud. Todo eran sorpresas, emociones imposibles de contener y nada fáciles de olvidar, siempre sensaciones nuevas; y era allí, donde íbamos tan ilusionados a dar vueltas, en la Plaza del Charco, donde, esperándonos, estaban los amigos y las amigas... Entre todas ellas siempre había una que sobresalía, que no se apartaba ni un instante de la mente. ¡La de los sueños!

Y en las noches de rondas por las calles empedradas del viejo y atractivo Puerto de la Cruz, recordemos juntos, aquellas románticas serenatas al pie de la ventana de la muchacha amada y los largos paseos por la costa... Por las tardes, también recuerdo ir buscando a ultranza, las viejas tascas de la calle Mequinéz y sus aledaños, así como las de la calle La Lonja, El Presidio en Santo Domingo, el merendero típico y alegre de Felipe, en la playa de Martiánez, Mario en San Telmo, los aperitivos soberbios en casa de Don Casiano Verano y tantos otros. Hoy, a mi mente acuden esos recuerdos con el natural desconsuelo que, hasta llegan a entristecerme; por todos los cuales, al evocarlos, siento la sensación de un vacío tremendo, como si al retroceder a esa época tan ausente, se me fuera, deliberadamente, el alma en busca de esas vivencias y quisiera recobrar aquellas ilusiones perdidas para sentirme tan feliz como lo fuera entonces, cuando creía alcanzarlo todo... Tradicionalmente, y por estas mismas fechas, el espíritu de mi pueblo parece que fuera creciendo, y se estimulara su idiosincrasia e imagen, como si se fueran animando con todos los deliciosos encantos de sus abundantes bellezas. El Puerto de la Cruz se desvela en su espléndida condición social, cual si amaneciera deslumbrante de un fantástico sueño y se le viera risueño, brindándonos realidades multicolores en sus calles y plazas, ahora abanderadas e iluminadas. Igual que en sus noches sensuales y bullangueras, amenizadas con los ritmos más exóticos de nuestras espléndidas orquestas con aires musicales bailables de diversos ritmos y las de los otros queridos pueblos del Centro y Sur de América, sones caribeños que tan gratamente nos contagian sus alegres cadencias tropicales. La sensibilidad de nuestras gentes se mezcla con la alegría del visitante que sabe poner la nota más expresiva en el acontecer de estos días con su presencia y participación en los variados eventos socio cultural a celebrarse. Es interesante ver sus vías públicas transitadas masivamente, y observar en los rostros de las personas asistentes esa disposición alegre y desenfrenada de plena participación fiestera. En estas fechas, cada año, el programa a desarrollar se amplía con el empeño de que todos sus actos religiosos y populares satisfagan lo más ampliamente posible y con ello transmitir también la condición comunicativa de los portuenses al recibir con gracejo la fascinante contribución foránea.

Innegablemente, siempre estamos de fiestas o por lo menos dispuestos a celebrarlas. El medio es propicio, entre otros motivos, porque la Ciudad aún conserva muchos de los antiguos rincones que nos recuerdan su identidad social primitiva; perdura, pues, su tipismo y folklórico acento, que es su sentimiento popular y, obviamente le pone de manifiesto; y, es por eso, que siempre está alegre y abierto a todas las corrientes sociales y culturales. Mas, por tantas razones, hoy es la meta más acreditada del turismo universal, lo que viene a corroborar cuanto he dicho a grosso modo. Pero en Julio, el Puerto de la Cruz se crece en todos los aspectos. La primavera ha dejado sus lindas flores en honor a las fechas tradicionales señaladas, y en sus perfumes, el embeleso poético de una ofrenda sentimental al Gran Poder de Dios, nuestra madre, la Virgen de El Carmen y el inseparable San Telmo. Aromas y fragancias que envuelven el aire que nos acaricia y respiramos... Las viejas casitas terreras que aún quedan se visten de blanco y destacan sus rojos tejados que, anhelosos se proyectan hacia las alturas...Volveremos a escuchar el tronar de las tracas y demás artificios pirotécnicos...Y la pequeña bahía romperá su monotonía, conservando sus atractivos, engalanando sus bellas embarcaciones, que siempre nos recordarán pretéritas procesiones marineras sobre el ancho mar...

Son sus calles cauce de un caudal desbordado de religiosidad y civismo que convoca a reflexionar detenidamente en lo humano y en los vínculos religiosos que nos unen. Todo ello, en su conjunto, refleja esa solidaridad que distingue a sus gentes cuando se encuentran en ese ambiente tan propio, como es el que nos brinda la gran Ciudad Turística y, eminentemente, marinera; puerto de mar y de ilusiones donde los sueños más hermosos arribaron siempre.

El talante popular y alegre de sus natos moradores rompe a tiempo los esquemas negativos para imponer, en ese desafío, sus tradicionales sentimientos y para lucir su gracia universal en el ambiente cosmopolita que se vive, en el cual no se necesita agenda ni fortalezas, por que nada, decididamente nada, se les opone. Puerto de la Cruz es como una monumental roca basáltica de inmensas proporciones que rompe valientemente todas las adversidades que nos puedan llegar. Es el fortín de tantos sueños... Los años transcurridos han sido generosos con nosotros; hoy podemos rememorar aquellas andanzas, y evocarlas con ternura, soslayando lastimosamente todo lo que el progreso y el tiempo nos llevó. El que más o el que menos, sintió alguna vez, en ese marco dilecto, alguna ilusión... Quizás hoy lo recuerden algunos, los que nunca valoraron eso que se les fue de las manos y por lo que, en consecuencia, se lamentan tardíamente. Yo, en cambio, disfruto cuando llegan estas fechas, siento que me invaden los recuerdos de aquellas gentes, viéndoles ir en todos los sentidos celebrando el grato momento que vivían en sus calles, las plazas, la iglesia de Nuestra Señora de la Peña de Francia, y la dulce mirada del Gran Poder de Dios en su silente Altar, cual humilde y atrayente trono, fuente deificada de amor, humildad y paciencia. Y también, San Telmo. ¡Ay, cómo lo recuerdo todo, a pesar de los años! Mi infancia y mis amigos de entonces, aquella juventud.... Años de embelesos constantes hoy rescatados en mi mente para con ellos despertar otros que han sido sueños aletargados, pero igual de queridos, arropados todos ellos, en un rincón del alma para que nunca mueran... He vuelto a soñar aquellos alejados momentos y he sentido la ilusión de entonces, caminando sobre los vetustos adoquines de mi pueblo marinero, saludando a tantas buenas personas que te inspiraban afecto y confianza, gentes sencillas y nobles, ausentes muchos de ellos y tan presentes en mis recuerdos. Pueblo por el que siento gran admiración, por saber conservar la gran ilusión de mantener la tradición cristiana y popular de las Fiestas de Julio desde tiempos inmemorables, celebradas en honor al Gran Poder de Dios y su veneraba Virgen de El Carmen, de la forma acostumbrada y con el calor humano de siempre. Sea pues, esta inspiración espontánea y sincera mía, la razón más afectiva de una profunda y sentida plegaria de amor, rogando, un año más al Cielo, por el destino de nuestro entrañable Ciudad y toda la Isla de Tenerife. ¡Una vez más en Julio!..Que llegue a cada rincón de sus hogares la dulce mirada de nuestra Carmela y el Gran Poder de Dios, que se posen cual divina bendición en el lecho de tantos enfermos... y les brinden su gracia divina y con ella recuperen las fuerzas perdidas... Y, a tantos compatriotas nuestros, que luchan en tierras lejanas en sus obligados exilios, que no muera nunca en ellos el recuerdo de esta tierra que nos vio nacer; para todos ellos también pido una sentida oración...

Así ama mi pueblo, aquel pueblito que fue creciendo hasta llegar a ser lo grande que es hoy. De todas formas, yo me remito al pasado, a aquel hermoso enclave a la orilla del mar, bañado por sus olas con olor a algas y yodo, bajo este espléndido sol, con sus brisas cancioneras que nos brindaban esperanzas marineras que despertaban en nosotros el deseo de amar y luchar. El deseo de buscar de la vida todos sus encantos...

Siempre será así en Julio y habrá muchas razones que nos pongan sentimentales. Mas, amorosamente mitigaremos nuestros pesares acompañando los pasos serenos y lentos de nuestras Veneradas Imágenes en su recorrido acostumbrado... Con ese disfrute espiritual hallaremos el consuelo necesario y las fuerzas para sobrellevar, dignamente y con provecho, esta vida hasta un próximo encuentro.





Celestino González Herreros
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celestinog@teleline.es

MENOS BIENNESTAR Y MÁS AMOR

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Seguimos subiendo por el sendero obligado hasta llegar a la glorieta de madera que daba agradable sombra a varios bancos. Y con el cansancio propio de mis años nos sentamos, estirando los pies todo lo más posible, para que la sangre circulara libremente y los músculos se relajaran.
-Amigo mío, cuánto tiempo sin vernos.
-Ha pasado el tiempo, cierto que si. Inexorablemente…
-Desde entonces, ¿cuántas cosas nuevas has hecho?- ¿Sigues con tus libros, verdad? ¿Y ahora, qué escribes?
-Casualmente lo tengo aquí. Como siempre, no está terminado del todo, o mejor dicho, quedó en suspense…
-Déjame verlo.
<<… organiza tus pensamientos, dirígelos por los causes de la lógica, que es nuestro paso por la vida, la única verdad. Todo lo demás son caprichos, sueños antojosos que pueden romperse como el cristal más frágil. Y no pasa nada. Otros sueños habrá y seguiremos viéndolos hechos pedazos, sin que ello represente que estamos perdidos. Cada día camina y se va, para darle entrada a otro en el calendario de nuestra vida. Y cada amanecer es distinto del otro, no pueden ser iguales porque caeríamos en la monotonía y el consiguiente aburrimiento de creer que sólo hasta ahí llegamos.

La ilusión por la vida “estable y los pensamientos ordenados” nos condiciona a hacer cosas, crear algo nuevo y repetirlo cuantas veces sea necesario, hasta verlas bien terminadas. Siempre estamos obligados a buscar el perfeccionamiento o al menos, acercarnos lo más que podamos, para luego enorgullecernos de ello, sin esperar que nadie nos lo diga. Debemos satisfacernos a nosotros mismos con nuestras cosas, con nuestras creaciones, por muy pequeñas que en realidad nos parezcan. Es ahí donde está la grandeza; y en el entendimiento, la razón que siempre buscamos y el origen de nuestras aspiraciones. No hay que buscar lo que no existe.

La vida ha evolucionada, no se ha detenido nunca y con ella nosotros hemos caminado y no siempre avanzado, hasta hacernos más viejos. A veces, el pasado no cuenta, fueron vivencias que ya murieron, son palabras huecas, son formas que no caminan más, que se detuvieron para siempre y ya no hacen daño ni benefician, relativamente. Todos fuimos niños y las experiencias de aquella época no deben dejar secuelas a nuestro presente. Sería ridículo estar buscando trastos viejos o ropas usadas que no nos servirán de nada para resolver los cotidianos problemas y los que pudieran ser peores problemas aquellos que faltan por venir... Porque la vida es eso, lucha, una constante lucha y el mayor de los méritos del hombre es el valor de saber enfrentarse a ella, por lo menos intentarlo, aunque no sea suficiente, que en ello está el éxito de la supervivencia humana. Y para completar mis exposiciones “teóricas” pero para mí auténticas, debo aconsejar, más que reflexiones estériles -casi siempre- inclinémonos un poco más hacia la perfección en el aprendizaje, concentración e interés en lo que vayamos aprendiendo. Porque es innegable que cada día sabemos algo nuevo, aunque muchos no quieran reconocerlo. La vida nos está enseñando, tanto sus exorbitantes encantos –porque no hay nada más bello-, como los caminos penosos de su parte negativa. Esos fantasmas repulsivos que nos producen el vértigo o el miedo que todos hemos sentido, con mayor o menor intensidad. Pero el hombre nació a semejanza del Hombre-Dios, con el poder del sacrificio y las fuerzas de la constancia. Y el amor a todo cuanto nos rodea, la caridad hacia lo pequeño, lo humildemente pequeño, como a las cosas grandes que se crea haber alcanzado; ese equilibrio es la razón, el juicio del amor hacia uno mismo y nuestras propias fuerzas.

Nuestra felicidad está en todas partes, busquémosla en la Creación, en la Vida que tenemos ante nuestros ojos, miremos a nuestro alrededor, cuántas bellezas… Si alcanzamos a ver hacia las montañas o si rotamos la mirada hacia ese inmenso y tranquilo mar del Océano… Veamos pues, a la gente caminar por la calle, cada cual va a lo suyo, mas. al final nos encontráremos en el mismo punto, pero se les ve con ilusión cruzar los caminos, siempre vayamos en busca de algo. Que si no es hoy, será mañana.

Así era y, éramos todos al venir al mundo, nos sentíamos inseguros al dar los primeros pasos, incapaces de emprender cualquier lucha, deprimidos, asustados. Y un día apretamos nuestros débiles puños -como si fueran de hierro- y levantándonos del suelo y alta la frente, hicimos los primeros esfuerzos -sin estar preparados- y aún así, desafiamos con nuestras escasas fuerzas a cuantos obstáculos se nos adelantaban. Y cuantas veces caíamos en la lucha, buscábamos nuevas fuerzas y lográbamos levantarnos… Desde entonces creíamos en nuestras escasas, pero firmes convicciones. Dicen y creo en ello, que un ángel nos protegía, nos ayudaba a sobreponernos. Desde entonces nació nuestra fe en algo superior. Y lográbamos levantarnos guiados por esa intuición inspirada en el amor.

Aquellos comienzos, aunque formen parte del pasado, posiblemente sea lo único que se diferencia de cuánto dejamos atrás, la fe ha perdurado en nosotros, aquel ángel aún nos acompaña, constantemente nos invita a amar la vida y con ello a todo lo demás.
Es un ejemplo o un modo de llegar hasta quienes se crean derrotados, incapaces de superar tantas caídas y tantos obstáculos. Que son pruebas de la vida para merecernos -alguna vez- el honor de ser hombres y haber hallado la verdad. Con el paso del tiempo, venciendo esas dificultades que nos invitaron a la lucha, confirmarán nuestros éxitos.

La parte positiva desde la infancia, no es malo recordarla, los juegos de los niños, las ilusiones crecidas sin límites desde las inocentes perspectivas de la edad. Los cuidados de la madre y el calor de sus caricias. El cansancio del padre, de tanto trabajar en la calle. Unos, otros de tanto luchar buscando un trabajo digno… Cuando apenas sonreían al llegar a sus casas, abatidos y sin fuerzas, para que nada faltara a su familia que fue creciendo aceleradamente y hoy, algunos y no pocos, se culpan sin piedad alguna, que aún así, alegan que fue poco lo que hicieron por ellos. Debieron darle menos bienestar y más amor. Ese es el pecado que no se perdonan, menos bienestar y más amor.

-¿Acaso no me pasará a mí igual?- Oí que decían…
Viendo de soslayo a mi amigo, estaba ahí, indudablemente, pero parecía ausente, no hubo interrupción en ningún momento. Tal vez fuera yo el transportado, que me hubiera perdido mientras estaba leyendo. Me produjo sensaciones extrañas lo que estaba escrito.
Ahora quedé en silencio, quedamos en silencio los dos, con la mirada perdida por entre las palmeras, las buganvillas y los matojos del camino. Como un rayo de luz que se aleja hiriendo a la verde vegetación, que atraviesa y huye, ¡quién sabe a dónde!, vimos caer la tarde. Allá en el horizonte acertamos a ver el Sol declinar con el acostumbrado fulgor de sus encendidos resplandores rielando sobre la mar serena…

Seguí mi paseo acostumbrado, ahora el camino era todo llano, entre flores y muchas plantas autóctonas y ornamentales. Siempre al llegar a ese lugar siento un peculiar placer, su silencio me recuerda la paz de los Campos Santos, cuando uno se halla en ellos solo, sin otra compañía que las frágiles mariposas -solitarias peregrinas- los pájaros y las abejas libando en las flores con desespero habitual. Camino por los senderos bien guarnecidos por pequeñas plantas de hojas plateadas y delicadas flores Camino en silencio, aunque siga imaginándome que está conmigo -mi buen amigo- el muchacho de los libros y las extrañas ideas, acerca del hombre y su conducta ante la vida… Se había ido, a terminar de escribir los capítulos que le quedaban por concluír..



Celestino González Herreros
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3/7/10

¡CÓMO NOS PURIFICAMOS CADA AÑO EN JULIO!

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Siempre al recibir el mes de julio lo hacemos con la misma ilusión, esos días nos condicionan de manera muy singular. Nos llenan de júbilo y a la vez de tristeza por aquellos que no están entre nosotros; y bonanza indiscutible, porque podemos acompañar por las calles de nuestra ciudad, a nuestros Santos Patronos, el Gran Poder de Dios y nuestra señora La Virgen del Carmen, en magnas procesiones como acostumbramos hacerlo.

Previamente, la ciudad manifiestamente engalanada para esa especial oportunidad, remoza su ambiente lúdico y aquel recogimiento religioso que tanto nos recuerda pretéritas vivencias e inolvidables situaciones desde cuando éramos jóvenes y cuántas y tantas inquietudes y fantasías que a la postre conllevaban en sí, las de aquella tierna edad, la gran ilusión que hemos perdido para siempre. Entonces, las fiestas de El Gran Poder de Dios y nuestra venerada Virgen de El Carmen, eran sinónimo de algarabía y en un plano aparte, de increíble devoción religiosa; situación simbiótica que lo aglutina todo. Recogimiento y a la vez expansión… Fechas de anhelados reencuentros, como cada año aconteciera, Nuestras plazas públicas, delicadamente cuidadas, daban cabida a propios y foráneos, ambos juntos y acomodados convenientemente, en las aceras de nuestras calles se citaban para verles pasar… Es cuando uno siente la tremenda emoción que inspira lo divino y reflexivos rogamos con profunda pasión al Viejito, nuestra bella Carmela y el inseparable San Telmo, para calmar nuestras persistentes dudas y pesares, nuestras infidelidades y nuestros inconsolables ruegos por el eterno descanso del alma de los seres queridos fallecidos y nuestros enfermos. Es cuando responde nuestro corazón a la angustia que nos oprime a veces. También es ocasión generosa para agradecer tanto bien recibido, casi siempre inmerecido, aunque jamás negado.

Leemos en las miradas de nuestros semejantes la expresión de la misma sensación de paz que entonces vivimos, porque estar cerca de Ellos da al alma fuerzas indescriptibles que nos van ayudar a mitigar nuestros problemas y pesares tanto rato contenidos hasta volver a verles en Procesión por nuestras calles. Y en el Templo está cada día esperándonos con su expresiva nostalgia a que nos acerquemos y le obsequiemos nuestras sentidas plegarias, nuestras súplicas; y podamos volvernos con la cálida sensación de haber descargado tantos temores, entonces, algunos inconfesables… Pero nada es imposible para Dios, es nuestra fe cristiana quien nos salva, quien va a perdonarnos por más escabroso que nos parezcan nuestros pecados. Con la penitencia y el propósito de la enmienda, así seremos perdonados.

Nunca una luz alumbró tanto como el fulgor de sus miradas. Ni brisa alguna acarició tanto, ni nos hemos sentido mejor que cuando rendimos pleitesía a nuestros Santos Patronos…Ellos nos escuchan y hasta saben donde nos escondemos cuando nos traicionan nuestras fuerzas y la fe se debilita, cuando creemos que ocultar los pecados cometidos alguna vez vamos a olvidarlos y nadie los sabrá, pero eso es tan falso como dañino, sólo Dios quiere que nos arrepintamos y confesemos nuestro dolor para luego redimirnos en su sagrado corazón

Celestino González Herreros
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PARECE MENTIRA

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La vida es como un espejo inmenso, donde nos vemos tal y como aparentamos ser. Si sonreímos simulamos ser felices, aunque interiormente sintiéramos como un puñal que nos estuviera desgarrando… Hacemos muecas diferentes, como el payaso, y la verdad está oculta donde se fraguan los sentimientos, donde aletea el sufrimiento y se ahoga la ilusión, ó lo contrario, donde la supuesta felicidad grita como un Hércules en la montaña para que todos le oigan.

La auténtica felicidad nos viene. No nace en nosotros, se cree que sí, y se eleva, a veces, como el águila hacia las profundas oquedades del aislado acantilado de los sueños, donde nadie llegue a turbar su paz.

Todo cuanto a nuestro alrededor se mueve, en el cristal de los reflejos, es ajeno a nosotros mismos, es otra cosa y llamémosle como sea. ¿Acaso, algunas veces, no hemos escuchado reproches de la imagen nuestra proyectada, desde ese limitado espacio? Figuras que han llegado a turbarnos y hasta hemos sentido lástima y vergüenza de nosotros mismos Y hemos exclamado frases de asombro y contrariedad. Teníamos que vernos en un espejo para entenderlo. ¡Que los años no pasan en balde y dejan huellas irreparables!

Pero si yo me siento tan bien, desde mis adentros. Si yo no tengo penas ni sufrimientos, ni le temo a la muerte. Si a mí nada me falta, lo tengo todo…
Mentiras, mentiras y más mentiras. Nada de lo que decimos con la boca llena, nada es verdad. La verdadera felicidad es tímida y muy reservada. Cabe en una mirada, simplemente eso, en una mirada. Y se delata, sí, pero muy discretamente, sin gesticulaciones frívolas, con recelos y ternura, mucha ternura. Y eso es muy difícil verlo en el espejo de la vida, habría que romper esa lámina y buscar adentro, apartando los trozos esparcidos, y buscar la imagen físicamente real en la persona. A través de la figura de sus gestos sondeables y sus limpias miradas, hasta hallar la verdad.

Recuerdo de mi infancia, a un señor anciano –que tenía nombre propio y su apodo también- pero que por respeto a su intimidad –hoy, en su memoria, lo omitiré y además, por razones obvias. A pesar de su estado deplorable, andrajoso y hasta mal oliente, poderosamente me llamaba la atención algunos de sus rasgos personales y su misma conducta. Había algo extraño en su mirada, tal vez dejaba entrever un halo de bondad… Siempre que pasaba por su lado, él esquivaba mi mirada, temiendo que le viera de cerca y si respondía a mi saludo, siempre lo hacía mirando fijamente al suelo. Alguna vez preguntaba por gentes que yo no conocía. No entendía nada, sólo intuía que en esa persona se ocultaba algo. Entonces yo era sólo un muchacho, ¿y qué iba a entender?
Así fue pasando el tiempo, cada día nuevas impresiones y con la avidez de la edad, buscando razones nuevas, distintas motivaciones para entender mejor, qué era la vida y hacia dónde íbamos siguiendo nuestros pasos.
Un día de invierno, de aquellos inviernos crudos que no paraba de llover, ya entrada la noche, cuando regresaba a casa, me llamó la atención un ruido que venía de la oscuridad. Una tos profunda cuyos accesos llegaron alarmarme. Me acerqué y vi. un bulto al pie y entrada de un portal, algo que se movía. Era él.
-Pero, hombre, está usted empapado de agua, se va a enfermar-
Déjame, muchacho -susurró en voz baja. Sigue tu camino. Yo no te he llamado. Sigue tu camino, anda -balbuceó con voz temblorosa-
Ah, no, imposible, tenemos que hacer algo. Mire, allí debajo puede guarecerse y estará mejor. Yo vengo enseguida. ¿Comió algo?, le inquirí. Espéreme.
Lo comenté en la casa de mis padres y no faltó qué me dieran, hasta comida le llevé. Le dije que viniera hasta el zaguán de casa, que estaba cerca. Pero no, no quiso. Sólo me dio las gracias… No recuerdo qué más me dijo. Si, que me fuera, que estaba lloviendo mucho. Algo así fue lo que le entendí, apenas tenía aliento. ¡Gracias!, me repitió varias veces.

Con el tiempo nos hicimos amigos. No tenía a nadie. Vivía en la indigencia, solo, botado por las calles y las plazas públicas. A veces me paraba a charlar con él, bien en la esquina de alguna calle o nos sentábamos en un banco de la Plaza de la Iglesia. Le escuchaba atentamente cuando hablaba. Ahora que recuerdo, un día estábamos charlando y vi. cómo le subía una cucaracha por su roído pantalón y no se enteraba. Yo, con frecuencia iba a la casa de mis padres y luego regresaba a su lado con algo de comer, se lo dejaba y me retiraba para que no se sintiera incómodo.
A tal punto llegó nuestra amistad, que le decía a mis padres, cada vez que llegaba la Navidad, que si él no comía lo que hubiera para nosotros, no me sentaría en la mesa a celebrar la Gran Noche.
Por esas mismas fechas, un afortunado día conseguí que se bañara, dijo que fue en la playa- y le rogué que todos los andrajos los hiciera desaparecer y se pusiera una ropa que le busqué, bastante aceptable. Ese día lo llevé a casa, previo consentimiento de mis padres.
El quería comer solo y optamos por que se quedara en la cocina, ya que era muy espaciosa. Pero tampoco quiso, se quedaría sentado en la escalera de cemento del traspatio, que conducía a la azotea. Y allí se tomó un par de vasos de buen vino, sopa “calentita” de gallina y todo lo demás. Hasta los colores le salieron. Yo rebosaba de felicidad, viéndole…

Pasó aún más tiempo y uno estaba ocupado con los estudios, luego los amigos y los juegos. En fin, las cosas se iban complicando, sucediéndose alternativamente y el destino de cada cual marcaba sus sendas obligadas que divergían; cada uno por su lado. Me fui a Venezuela y al poco tiempo supe que había muerto. Creo que ha sido uno de los mejores amigos que tuve, del que recibí tan buenos consejos e incentivos… Que no pocas veces me he acordado de él. Me enseñó, entre otras cosas valiosas, amar la vida en su profundidad. Aprendí a descubrir la bondad a través de una mirada y la grandeza de los seres humanos, en su propia soledad. Que el echo de ser pobre “indigente”, aunque no sea una virtud, es una fortuna, a veces, que no la iguala todo el oro del mundo. Y que es capaz de generar sensaciones enigmáticas –como la estrella alumbra el sombrío camino- que nos lleve a entender extraños poderes o misterios ocultos, respecto al hombre y su conducta ante los demás.

Cuánto me gustaría encontrarme otro amigo igual a aquel viejito que se ocultaba en su propia soledad para pasar desapercibido, que nadie le tuviera en cuenta. Ya no los hay o es que no los hallo en mi lóbrego camino. Tengo ganas de hablar con alguno de ellos, ahora que no soy tan joven. Tendríamos mucho de qué hablar. Caminaríamos juntos hasta el final del ilusionado camino, sin mirar hacia atrás. Despertando dulces y gratos recuerdos y corrigiendo errores de tiempos pasados, entonando un himno de libertad y abriendo nuevos senderos. Descubriendo sentimientos ahogados que yacen ocultos en sus umbrías guaridas, sepultados en el silencio injusto del abandono.
Un amigo. Un viejo amigo que me acompañe para no ir tan solo y que me recuerde que debo volver aunque no lo deseara, otra vez al mundo de las razones, el mundo de las leyendas y obligaciones, al mismo destierro de la vida… A las leyes y castigos. Al mundo del odio y la traición. A este mundo desordenado que agoniza frente a la ironía de los hombres que no le respetan.

Si ese viejo volviera no se iba a sentir solo, iba a encontrar a un amigo que le conoce de antes, cuando las personas eran sensibles, cuando hubo aquel incalculable respeto y amor, aquel caudal humano de conmiseración y solidaridad que nos distinguía.
Pero no hay nadie… Todo es una quimérica ilusión, parece mentira. Es el espejo de la vida, el que no pudimos trasponer. Detrás quedaron los sueños truncados, las promesas incumplidas y los desengaños. Y ya no tengo fuerzas para romper ese enorme y aburrido panel.

Celestino González Herreros
http://www.celestinogh.blogspot.com
celestinogh@teleline.es

QUÉ FRÁGILES FUERON SUS HUELLAS...

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Algo había en la noche que tanto le subyugaba, sentía extrañas sensaciones que no podría definir con palabras buscadas, era un sentimiento que le atrapaba en una angustia voraz; le consumía entre dudas y tardíos requiebros en esas lagunas de la incomprensión que nadie alcanza a descifrar, o no sabemos hallarle una justificación... Nada suplía sus temores que fueron creciendo paulatinamente; era lento su padecer viendo la noche con su negro manto, enlutada y tanto silencio. Entonces, todo había enmudecido, apenas si se oía el tenue quejido de la brisa que silbaba su cántico melancólico. No había paz en ese entorno, sólo una diabólica amenaza que le inhibía en el callado nocturnal; sin claros de Luna, sin estrellas centelleantes que le custodien...
Era como una sombra que deambulaba, y susurraba sus jadeos noctámbulos pendulares del agónico tiempo que se consume errabundo hacia el infinito por los senderos ocultos, buscando horizontes perdidos en la lejanía. Nada podía más que esa fuerza oculta que le invadía. Sentía que su espíritu quedaba huérfano en medio de tanta soledad y sin hallar consuelo abandonó el lugar.
Todo había cambiado desde el día que partió, y al cabo de los años, ya no eran los mismos atardeceres y en nada se parecía esa noche, al recordar la cadencia de aquellas otras, entonces bellamente estrelladas, bajo el fulgor de la pálida Luna... Porque ya no estaba a su lado... ¡Hoy todo le parece tan distinto!... Con el paso de los años se han borrado las huellas que dejaron en los blancos caminos de la ilusión, ¡ha crecido tanto la hierba! Aquella casita abandonada, donde solían refugiarse de la lluvia, tampoco está en el lugar que la dejaron, la noche que mutuamente se entregaron, sin reparos, al juego inocente del amor y se juraron estar siempre juntos... ¡Qué crueles fueron sus destinos, ella se fue para siempre, dejando en la vida de él un vacío insondable de tan profundas soledades!.. Y aunque la busca por los escabrosos atajos de la desesperación, no oye su risa, ni escucha su dulce voz, aquella sinfonía que embelesaba, con acentos de ternura...
¡Cuántas veces se dormía en su regazo y al despertar ella le brindaba la más dulce sonrisa! ¡Cuántas veces corrieron juntos por el verde campo hasta quedar extenuado y acababan tendidos sobre la fresca hierba! Asimismo, bebían juntos el agua en las tarjeas y humedecían sus dorados cabellos, dejando entrever las transparencias en la blusa mojada; y sus pies descalzos cruzaban el corto trayecto hasta llegar a la era. Comían los frutos cogidos del árbol más próximo... Todo estaba al alcance, eran tremendamente felices... Ya nada queda de aquel sueño de amor, todo se ha perdido.

Al llegar cada nueva aurora, ¡qué cambio tan brusco, qué grotescos su sino, al privarles gozar de tantas sensaciones gratas!.. Empero, sigue buscándole anheloso, cabalgando en la fluidez de sus ensueños, aunque la noche sea triste y ya nada sea igual, aunque tenga que alejarse lo indefinible y la hierba haya borrado las huellas de aquellos pasos suyos, él la seguirá buscando...



Celestino González Herreros
http://www.celestinogh.blogspot.com
celestinogh@teleline.com

TRISTE CANTO A MI VALLE

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Con el silencio de la noche, se alejan los últimos susurros del camino, como un eco de nostalgias que va dejando atrás la dulce melodía de los gratos recuerdos de tantas noches tibias y sexuales y de transparencias celestiales, al ver caer caricias cadenciosas sobre el follaje de las verdes plataneras. No se oye el canto suave del agua de las viejas atarjeas que presurosa bajara desde sus frescos nacientes… Ni el arrullo de las tórtolas celosamente ocultas entre los secos matojos.

El campo enmudece discretamente y los bellos platanales van sufriendo el acoso del progreso que les señala y les condenan a ser reos de las injusticias del hombre. Ya están perdiendo, palmo a palmo, aquel encantamiento que transmitiera antaño a Alejandro de Humboldt la sensación de hallarse inmerso en un paraíso de impresionantes bellezas, quedando perplejo al asomarse en el camino y ver allá abajo la seductora aparición del Valle y, sobre sus anchos hombros al majestuoso Teide, que sobresale de entre las macizas cordilleras, alineadas en distintos planos de distanciamiento, como una visión señera su voluminoso encanto, queriendo alcanzar todas las alturas del firmamento, vigía avizor de nuestro Valle de la Orotava, galán perpetuo y enamorado desde su atalaya.

Otros ojos también han mirado los exuberantes y visionarios encantos desde los verdes pinares de las altas cumbres hasta las cálidas playas y acantilados de nuestras irregulares costas de abundantes caladeros… Y se perciben aún, cuando bajan las suaves brisas, aromas de romero, tomillo y de los brezales que traen desde lo alto, leves fragancias que nos recuerdan tiempos pasados que no volverán.

Como si estuvieran ocultas entre las sombras y la quietud del silencio, verdades y presagios esperando que señale la aurora los caminos de un nuevo amanecer.

La noche, manto frío que se posa sobre mi herido valle como una malla celosa que se extiende presurosa y calladamente lo oscurece todo, dejándole en las tinieblas de la indefensión.

Su exterminio premeditado ha progresado con pasos ocultos que han sido como crueles tentáculos en su avanzadilla. Han ahondado la afilada daga en su blando corazón sin piedad alguna. Se le ven las huellas en su trillada piel, donde asoman los espacios sombríos que le delatan por doquiera. Claros y sombras, como queriendo borrar su atractivo manto verde.

Las ramas de los arbustos y escasos frutales se van cimbreando movidas por los gélidos e inclementes vientos de los crudos inviernos, que también son distintos y van pasando más rápidos. Ya no se detienen como antes. Ni a posarse sobre la verde alfombra a beber el rocío y a jugar con las largas y anchas hojas de la generosa platanera hasta dejarla seriamente desgreñada y cuando no, en el suelo. Pero era un juego natural, una forma de manifestarse meteorológicamente, son otras leyes y más fuertes que las del hombre, no lo olvidemos.

El Valle de la Orotava, aquel emotivo y maravilloso espectáculo, aquella realidad palpable y de entrañable belleza, excitante caricia visual de candorosos y alegres alboradas, acompasadas y risueñas, ofrecían la tierra amada al madrugador campesino que la mimaba con la total entrega de sus fuerzas; y la atendía debidamente porque de ella recibía el pan de cada día. ¡Ay, si volviera a reverdecer en su plenitud!..Hoy sangra ante los ojos indiferentes de aquellos que bien pudieron -y aún está en sus manos- evitar la continuidad del genocidio que quieren o están cometiendo con nuestro suelo canario, y por el contrario, atendiendo a sus ambiciones materiales, le dieron a los depredadores todos los poderes, los pases y licencias debidamente firmadas, para que acabaran con lo poco que nos queda ya de nuestro hurtado patrimonio, por que el Valle es de todos.

Sorprendente y grandioso. Fue emotivo y seductor, ya que ofrecía un paisaje único, que nos hizo llorar alguna vez, al verle nuevamente después de largos años de obligadas ausencias. ¡Mi Teide y mi Valle, cuántas noches soñándoles!..

Sentado sobre una calcinada y voluminosa piedra del solitario descampado, donde llegué cuando me eché al camino, para convencerme de las cosas mal hechas que existen y que son la causa de mi alarmante preocupación en defensa de nuestros únicos y válidos recursos humanos: la tierra, mi asombro fue terrorífico. Aquellos lugares excepcionales, nuestros rincones canarios y sus lindos paisajes junto a nuestras tradiciones, todo perdido… Tuve con asombro que verlo preso de indignación y vergüenza.

Era evidente, vivía la sensación que uno siente cuando amaina la tormenta de viento y agua y nos asomamos a ver cómo ha quedado todo allá afuera. Hice el recorrido en breve tiempo sobre el ancho y largo lugar, que debo decir, aún conserva el sello de su estirpe, de su elogiada siempre belleza, a pasar de todo. Y avanzando en mis observaciones, llego lo más lejos que puedo, pero en silencio, recordando los verdes relieves de su exuberante vegetación y la señal oscura de los profundos barrancos hasta alcanzar la costa. Obviamente, me detengo en la contemplación de la multiplicidad de circulares estanques para el riego; y el agua corriendo por las atarjeas, que destella bajo los rayos salares. Me parece estar viendo cruzar por ese singular espacio a diversas especies de aves volando en distintos sentidos, o algunos cernícalos dibujando en el aire la danza acrobática de sus vuelos al acecho de las presas y verles lanzarse en picado como una exhalación.

Realmente, hoy está todo muy distinto, más erosionado y silencioso, todo está más callado… A mi mente llegan secuencias tan emotivas, como aquellos senderos hasta llegar al camino, animados con el ir y venir de hermosas bestias cargadas con frutas olorosas y frescas hortalizas. Y el tiempo de la recogida de papas, o cuando la vendimia. Ver todo el campo y por doquiera, grupos de animados campesinos –amigos y familiares entre ellos- haciendo las respectivas tareas con la ilusión propia de aquellas gentes. Y a la sombra del más frondoso árbol o arbusto, la barriquita con vino, y en la cestita de mimbre, la pelota de gofio, junto a otros manjares típicos. En los patios y azoteas desgranando el millo… Los becerros bebiendo agua en la fuente o en el chorro. Y cuando llegaba la tarde, las ventas y las tascas se llenaban. Las primeras de mujeres que irían a comprar alimentos necesarios para la comida subsiguiente. Los hombres, algunos, no todos, a sus acostumbradas tertulias y a echar la típica partidita con la baraja, acompañados de sendos vasos de vino y un puñado de chochos.

Cerrando los ojos soñamos más intensamente con ese mundo canario, acariciamos esta tierra nuestra con evidente nostalgia y cariño, nuestras costumbres y tradiciones. De tantas y tantas vivencias entrañables, que nos parecen más gratas hoy, cuando ha pasado el tiempo; y sentimos pena del despertar de ese encantador sueño de la evocación, para ver en esta cruel realidad, como en el caso de nuestro sufrido Valle de la Orotava, la huella del pié brutal sobre lo nuestro, lo poco que nos queda.

Ahora mismo, veo zonas destruidas, todo seco, desamparado y solitario, casi sin habitantes. Se fueron los que estaban; sólo se oye a un grillo que calla asustado cuando siente mis pasos. Posiblemente, hace algún tiempo que nadie visita este aburrido lugar. Y estoy lamentándome de la muerte de un paraje que debió haber sido un ensueño, un lugar paradisíaco. Aún queda un viejo cardón y algunas tabaibas. A poca distancia, a unos pájaros preciosos, verdes y muy pequeños, volando tras una mariposa de alas doradas que trata de ocultarse en la hierba seca y al pie del cardón. Es un poema lleno de lirismo contemplarles en medio de tanta soledad.

Como el Sol quema despiadadamente, tengo que buscar sombra, donde la encuentre y en su busca me voy alejando distraídamente del tétrico lugar, hasta salir de el.

Bajando con cuidado y sorteando obstáculos, caminé con el corazón oprimido, recordando cuántas veces, desde lo alto y en dirección al pueblo, corrí por las veredas y angostos caminos, entre plataneras, viendo avanzar el agua fresca y cristalina por las rústicas atarjeas rozando algunas veces a los rizados helechos que despuntaban de entre las piedras que formaban los clásicos muros, linderos de los cultivos; y las zarzas espinosas del borde de los mismos. Veía levantar el vuelo precipitado de las abubillas -tabobos- y las graciosas tórtolas junto a las nerviosas alpispas, saltando entre los matorrales cuando me iba acercando…

Mas, ahora todo es distinto, ha sucedido a través del tiempo que ha pasado sigiloso y cruel, de la premeditación y alevosía de unos cuantos, lo que delata el autentico fracaso ecológico que está sufriendo nuestro Valle, sentenciado por el hombre (¿?)

Me retiro apesarado, ciertamente preocupado. Voy alejando la mirada y con ferviente esperanza elevándola hacia el Cielo.

A MI VALLE

Me entristece el abandono/ que mi Valle está sufriendo/ mutilado le estoy viendo/siendo El Teide su trono…// Viéndole morir, me duele/ ¿Para salvarle qué hacer?/ ¿Cómo verle reverdecer?.../ Nada hay que le consuele.// Y nadie me diga que calle./ En el todo se va a perder/ mas, hoy le quiero defender/ ¡Cómo era antes mi Valle!// Desde la cumbre bajaba/ como verde pincelada/ cual romántica balada/ que a la costa llegaba// Que la verde platanera/ dé los frutos abundantes/ como nos los diera antes// nuestra riqueza primera// Y ver llegar a las aves/ a anidar en nuestros huertos/ florecer arbustos muertos…/ Y a la hierba en el lagar// Desde la arena cantando/ su angustia un canario/ vio al Valle milenario/ calladamente llorando// Ya no se oye su canto/ cuando la brisa pasaba/ y a mis sentidos llenaba/ de un sublime encanto.//Ahora sólo oigo llanto/ y resquebrajarse el suelo/ aproximándose el duelo/ cuando cese su quebranto// Mirando al Cielo, hoy clamo/ desesperado y triste/ y porque TU nos lo diste/ nuestro Valle yo reclamo.


Celestino González Herreros
http://www.celestinogh.blogspot.com
celestinogh@teleline.es