28/3/12

ME CONMUEVE LA IDEA DE QUE NO LA HAYAN OLVIDADO

Es normal de que después de tanto tiempo en silencio, uno llegue a preocuparse de la triste suerte de la niña “Piedad”. Que nos preguntemos por qué no se airea el tema aunque sólo fuera por consideración a ella y otros tantos niños que se hallaren en su misma situación y no dudo de que algunos hasta en más lamentables circunstancias. ¿Es que callando se resuelven los serios problemas que puedan aquejarnos? ¿Es quizás una forma que por concluyente, de ninguna manera puede ser reconsiderada para su posterior estudio? ¿Es posible sepultar un problema determinado, dejarlo ahí, sin afectarnos sus evidentes secuelas?.. Yo, sólo pregunto: ¿Debo callar también, para que se olvide definitivamente, el asunto tratado y esperar a que, cuando cumpla los 18 años de edad la suelten?.. Es descorazonador, chocante y despreciable, si es cierto cuanto he dicho. Si yo viviera para entonces, pediría ir a verle cuando saliera de su encierro y le ayudaría como mejor pudiera. ¿Se imaginan la situación? Aunque, seguramente, allí estará Soledad, su madre adoptiva, para recibirle. ¡Si no se lo impiden!, aquellos que hasta ese momento no hayan abandonado sus inadmisibles posiciones, ni claudicado en el empeño de quitársela nuevamente… Espero que esté aprovechando el tiempo y se refugie en los estudios, que cuando la liberen sea una mujer provechosa. Salga de donde está, definitivamente. Entera y dispuesta a triunfar en la vida libre que le arrebataron siendo una niña y le robaron su felicidad de aquel hogar de La Orotava, al calor de Soledad Perera Pérez y su familia.

Es cierto, tanto silencio me afecta, me conmueve la sola idea de que se hayan olvidado de ella, no cabe en mí. Más bien creo que el miedo ha cundido en los ánimos solidarios de aquellos que, esperanzados lo dieron todo por ayudarle para que vuelva a su casa.

No acabo de entenderlo. Tal vez, como ha habido tantos despropósitos, fraudes, tantos abusos en algunas áreas gubernamentales, civiles, sociales, políticas, etc., en este país, no hayan tenido mucho tiempo ni lugar para ocuparse de los urgentes asuntos sociales que padecemos. ¡Sí, es posible!...

De todas formas, quiero hacer público mi sentimiento de comprensión, cariño incondicional y apoyo humano hacia esa niña llamada “Piedad” y que como noticia ha dado la vuelta a varios Continentes; y cuyo tratamiento hasta hoy, ha sido el silencio como respuesta, esa sombra triste que justifica el más descarado abandono y la intriga más despreciable recibida por quienes no quisieron nunca analizar profundamente su situación. Nunca hubo voluntad de ayudarle, eso es evidente. Y yo pienso: ¿pueden dormir tranquilamente los autores de tanto daño hecho a esa inocente criatura?

Como las cosas de Palacio están cambiando, se vaticinan cambios estructurales en las distintas cúpulas, se intuyen nuevos conceptos de la misma justicia y se le valora considerablemente, por las razones que fueran, pudiera haber más sensibilidad… Bueno, más humanidad, quiero decir. Independientemente de los distintos gobiernos, pudiera ser que se revisaran los casos “pendientes” de consideración, como es el de la niña “Piedad” y se hiciera justicia oportunamente, dándole prioridad a los hechos constatadle y a las experiencias sufridas por ella.

Piedad es, quizás, la palabra más sensible en nuestro diccionario, piedad, sinónimo de amor, de caridad y de justicia social. Que Dios nos ayude a contagiarle a quienes corresponda, este sentimiento mío y ayuden mis humildes palabras a resolver el asunto de “Piedad”, la niña que queremos ver entre nosotros cuanto antes.

Celestino González Herreros

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27/3/12

UNA TARDE CUALQUIERA DE APASIBLES REENCUENTROS

Salí a dar un simple paseo por las calles de mi ciudad, para así despejarme un tanto y ver gentes, para charlar un rato… La tarde estaba apacible, buena temperatura y en el ambiente se respiraba esa sensación de bonanza primaveral que nos transmite nuestra acogedora ciudad. Aire ambientado de los efluvios exhalados de los cálidos soplos de la mar presente.

Dado que hallé donde estacionar el coche, me eché a caminar como si hiciera mucho tiempo que no transitaba mis calles y saludara a tanta gente conocida. Al pasar por la nostálgica calle San Felipe, hasta mí llegó una sentimental musiquita que luego resultó ser interpretada al piano en el bar. Restorán “Cho Paula” y me detuve a oírla. Como esas cálidas notas me atrapaban súbitamente, despolvando así, viejos recuerdos de mi lejana juventud, entré en el local, saludé y pedí una pequeña botella de vino del país, canario. Me instalé cómodamente y opté por quedarme un rato a deleitarme con tan emocionado encuentro y dispuesto a matar mi tedioso tiempo. La música estaba logrando aislarme por momentos, me transportaba hacia otras dimensiones, me devolvía vivencias muy lejanas que atropelladamente se volcaban en mi mente (aún no había efectos báquicos) era la sutileza del ambiente por que los recuerdos me asaltaban inevitablemente. Tejiendo ese malla mágica que nos envuelve tantas veces: la música y la evocación… Ya, casi no recordaba dónde y cómo empecé; y comencé a sentir la necesidad de volver al pasado, que como una amplia ventana que se abriera, dejara entrever, no sólo la luz de la ilusión, aquel río de recuerdos que llenaran a mi vida. En ese tranquilo lugar, hallé además del descanso espiritual, el ancho mar de mis sueños mientras la música no cesaba y yo ya, casi ni sabía dónde estaba. Me embriagó la música más que el vino que apenas lo había probado. Me imaginé andar por otros derroteros y seguían proyectadas aquellas frecuencias sentimentales que dibujaban la magnitud real de esos letargos tan felices de aquella época vivida. Cuando cada momento de esa dulce vida se lo debía a ella, mi juventud, que supo brindarme la ocasión de conocer lo bello que es el verdadero amor. Cuando aprendí a valorar lo bueno de la vida que tantas veces despreciamos y más tarde, con el mayor de los pesares, otras veces lamentamos no haberlo cuidado. Perdido como se pierden las ilusiones más bellas.

La botellita de vino apenas la he vaciado. Me dije, mientras la música siga enredada en mi corazón, mientras siga deleitándome, no va a ser necesario recurrir a la bebida.

Ha sido gratificante haber consumido parte de mi escaso tiempo oyendo el piano, imaginándome que aún sigo siendo joven, que me distraigo sorbiendo pausadamente unos buches de ese vino nuestro en este selecto ambiente de tranquilidad y esmeradas atenciones.

Ya es la hora de irme, aunque no tengo serias obligaciones, me llama mi hogar, eso sí, hoy con más insistencia… A veces es bueno despertar, no lo dudemos.


Celestino González Herreros

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23/3/12

SEMANA DE LA PASIÓN DE CRISTO

Próximos están los días de los profundos pensamientos, de ese examen de conciencia colectivo buscando acercarnos a María de los Dolores para acompañarle en su largo sufrimiento hasta tener muerto a su hijo entre sus brazos al descender de la Cruz para sepultar su cuerpo ya fláccido, zaherido y amoratado… La dolorida madre que clama al Cielo y baña con sus lágrimas las heridas de Jesús.

Próximas están las horas de recogimiento colectivo, religioso y espiritual. Reflexionando ante el dolor de madre, de la Virgen María, madre de Dios, abatida por el sufrimiento. Y nos acercamos al Templo, decididamente, para asistir al culto divino; y salimos en magna procesión por nuestras calles, aquellos impresionantes pasos religiosos en nuestra ciudad, pasos desgranados con el amor más concebible, esos pasos que van emulando la Pasión de Cristo Redentor.

Cuántas plegarias han de brotar de nuestro corazón y qué silencio sobrecogedor nos envuelve entonces acompañando el triste cortejo que escenifica las respectivas imágenes representando los distintos acontecimientos litúrgicos…

Volveremos a evocar con nostalgia aquellas Semanas Santas de épocas pasadas, cuando éramos adolescentes y luego los inicios de la primera juventud, con una visión distinta e ilusiones también distintas, otra forma de sentir.

Las turroneras en las plazas públicas y aquellos “caramelos de cuadritos” (agua, limón y azúcar); y los tachones de azúcar quemada y almendras, en el carrito de doña Isabel. ¡A perra chica la tira! Cada edad tenía sus propias preferencias, si podían satisfacerlos. Los churros calentitos con café y leche y aquel ratito de conversación…

En esas importantes fechas, quienes podían, estrenaban ropa nueva y calzado. Nuestras madres se asomaban en la ventana o en la puerta de la calle para vernos salir de casa y no faltaban las oportunas recomendaciones de rigor: ¡Cuidado donde pisan! ¡Pónganse derechos! ¡Saquen las manos de los bolsillos! ¡No pisen los charcos ni den patadas a las piedras! ¡No riñan en la calle!.. ¡Abróchense bien los zapatos!

El domingo de Ramos era el día de más colorido y cuando la chiquillería más disfrutaba, con el agua bendita y los palmitos

La matraca en la torre de la Iglesia el Viernes Santo. Parece que la estuviera oyendo. A mi edad, esos días me producen una nostalgia tal, que llegan a emocionarme, por sus singularidades y tantos gratos recuerdos. Esos días sólo queremos acompañar en la Iglesia al Santísimo Cristo y a María en su tremendo dolor. Sentimos un silencio tal en nuestro ser, que sintiéndonos desplazados nos place vivir esa soledad y religioso recogimiento.

Uno ya se siente distinto, con menos ganas de participar en los juegos lúdicos, y si, nos sentimos necesitados del acercamiento con Dios y sus Pasos procesionales. Siempre vamos a echar muchísimos de menos todos aquellos motivos que tanto nos entusiasmaban, como el ir y venir de las gentes por las calles, buscando ir a las respectivas Iglesias. Las muchachas buscándonos para que estemos juntos. La juventud daba al ambiente ilusionados contrastes de vida y transparente inocencia merecedora de todo encomio y respeto. Siempre fuimos un pueblo respetuoso con las cosas de la Iglesia, exceptuando a los pobres ignorantes que arrastran ciertos perjuicios…

Qué ternura al alma da, recordar todas aquellas vivencias, aquel orden tan señalado y la solidaridad entre unos y otros. Aún hay, pese al manifiesto progreso y la influencia turística (¿?) nuestras Procesiones religiosas nos condicionan, y es eso, la necesidad imperiosa de no desear estar solos, de tener en quien apoyarnos; o recibir su mano llegado el momento de partir… Esa luz divina que nos oriente y podamos sentirnos seguros en nuestra postrimería, yendo por el ilusionado camino y entreguemos nuestra alma a Dios, nuestro Señor.

Semana Santa que despierta en cada uno de nosotros la conciencia; y presentimos más allá, en ese ascendente camino deificado la proximidad de las Alturas… En esa gruta silenciosa, donde nos esperan los más felices momentos y la paz eterna. Donde ansiosos buscaremos a tantos familiares nuestros, quienes antes partieron, familiares y amigos. Cada uno de nosotros tendrá la oportunidad de disponer de un espacio virtual que nos permita amarnos nuevamente, sin rencores ni recordar fracasos, sin capacidad para odiar, sin autonomías propias, sólo la bondad infinita de Dios permitiéndonos confirmar aquellas promesas que nos hicimos…

Si no fuera así, ¿qué sentido tendría la vida? Seríamos como los animales irracionales: nacer, crecer, vegetar… Luego dejar de existir y ser pasto de las otras especies menores que se arrastran bajo la tierra. O ser consumidos por las llamas en el supuesto de incinerarnos.

Para cada uno de nosotros la muerte debiera ser motivo de infinito placer…

Pero, ¿qué ocurre? Es que para no perdernos en el camino, ese pasaje tan ilusionado, antes necesitamos estar bien, primero con Dios y con ello con nosotros mismos. Sentirnos livianos de culpas, darnos a conocer tal y como somos, sin reservas ni engaños. Hay que ganarse la paz de Dios, esa que tan necesariamente aspiramos, practicando el amor en las mejores obras: consolando al desposeído, ayudando al necesitado y trabajando honradamente a favor de ellos. Hay muchas cosas hermosas por hacer y tiempo suficiente hay, para ejercer nuestra voluntad, a pesar de lo anticonstitucional de tanta desobediencia… para poder ejercer esa vocación

Celestino González Herreros

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celestinogh@teleline.es

21/3/12

Con agrado he recibido un expresivo correo electrónico‏...

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Con agrado he recibido un expresivo correo electrónico, del Sr. Antonio José Díaz Becerra, visitante ocasional de Puerto de la Cruz (Tenerife), con fecha 19.03.2.012, con el subtítulo ANÓNIMO, significando su altruista parecer acerca de un escrito mío que tuvo ocasión de leer y que titulé: MAL ENTENDIDO CONCEPTO DEL PROGRESO Y SUS ERRORES, el cual vio la luz en la fecha 11.10.10, en mi blog, que hoy transcribo; y cuyo contenido le interesó, desde el punto de vista suyo nostálgico, pienso yo; con el mismo sentimiento que lo escribí.

El objeto de mi intervención aquí, no es otro sino agradecerle “modestamente” a tan sensible y estimado lector, su óptima capacidad de comprensión y su amor por nuestro querido Puerto de la Cruz, manifestándolo públicamente.

Nuestros brazos estarán siempre abiertos para recibirle como bien se lo merece, con gratitud, cada vez que le apetezca visitarnos. ¡¡¡Gracias!!

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Comentario:

"Totalmente de acuerdo con el Sr. Celestino Gonzalez Herreros. Imagino perfectamente un pasado muy distinto de la Plaza del Charco y del mismo Puerto de la Cruz. Una lástima que la ambición de unos pocos acabase con un entorno típico del lugar que hubiese enriquecido la cultura de sus actuales habitantes, y las sensaciones de turistas al visitarlo. No es caso único el de Puerto de la Cruz, son muchos los pueblos de España que han sufrido una pérdida de identidad parececida e incluso aún mucho mayor. Preservar lo que todavía queda de nuestro patrimonio cultural debería ser un objetivo a conseguir no solo de los que nos gobiernan, también de los ciudadanos de a pie, haciendo un reclamo popular para conservar nuestro entorno y costumbres como un tesoro valioso que son.

Es curioso que pueda llegar a sentir nostalgia de un pasado que no es el mio al leer vivencias de personas que recuerdan con añoranza y cariño el pasado de un lugar tan frecuentado y querido como la Plaza del Charco de Puerto de la Cruz. Espero volver a visitarlo pronto."

Antonio José Díaz Becerra, visitante ocasional de Puerto de la Cruz.

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MAL ENTENDIDO CONCEPTO DEL PROGRESO Y SUS ERRORES

En cualquier momento surge la ocasión de hablar de Puerto de la Cruz, de cómo era antes, cuando también éramos más jóvenes y nada se nos

ponía por delante que impidiera frenar nuestros ímpetus, las intenciones, los deseos y apetencias propias de la edad.

Después de abandonar el coche en lugar seguro ( lo de seguro no es un chiste), quiero decir: bien aparcado. Cuando ya había caminado algunos pasos (es que no hay donde aparcar convenientemente) hallé a un sobrino que hablaba con otra persona, un profesor de Arte, me dijo al presentármelo; y como siempre ocurre, si no hay intercambio de tarjetas de visita, ni te acuerdas del nombre y apellidos. Casualmente, ese señor también escribe en algunos periódicos.

Comenzamos hablar con nostalgia de aquella edad nuestra, época inolvidable de Puerto de la Cruz, aquellas correrías nuestras, tantas anécdotas, recuerdos perecederos que súbitamente despiertan en cuanto la magia de la evocación les activa, aún siendo inconcientemente. Aquello forma parte de nuestras vidas, dice de nosotros tanto…Es la historia de nuestro pueblo marinero y nuestra gente.

¿Volverá a ser Puerto de la Cruz como fue ayer?.. Aunque retrocediéramos en el tiempo, poco habría qué cambiar, sólo recuperar aquel espíritu nuestro y la conciencia cívica que no nos permitía renunciar a lo nuestro sin antes luchar por ello. No hay peor pecado que callar ante las injusticias y sin darnos cuenta fuimos cediendo hasta quedarnos con lo poco que aún conservamos. En el caso, posiblemente hipotético, que podamos recuperar algo de lo perdido, habremos dado el paso más importante de nuestra revitalización, como ciudad conmospolita y decididamente turística, como fuera ayer y recuperemos la importancia de nuestro histórico pasado. Apenas necesitamos dinero para ello, sólo amor ciudadano y respeto cívico por lo mucho o poco que tengamos. Ser honestos y cada cual, desde sus respectivos lugares, participar decididamente en renovar lo defectuoso y mejorar lo establecido. ¿Quién da más, señores? Cada cual un poco de buena voluntad, enseñar al que no sabe y castigar la apatía y la poca vergüenza.

Independientemente, pueden improvisar, pero sin interferir en nuestro gran proyecto. Devolverle a nuestra ciudad, aquellos encantos que les han usurpado. Aquellas tradiciones y el espíritu y la ilusión que por indecisos hemos perdido al cabo de los años. Entonces éramos algo inocentones, éramos incapaces de dudar de los demás, todo lo contrario, confiábamos que los demás eran como nosotros, gente de buena fe. Y veamos cómo nos pagaron… Y aún quisieran dañarnos más, en beneficio de sus propios intereses.

Lugares de ocio popular, ventuchos o guachinches y casas de comida populares, lugares de ocio y de reuniones, tanto para los del pueblo, como también para nuestros visitantes, sin tantos lujos y con precios apetecibles. Podemos convivir todos juntos, aunque revueltos no, como dice el parche. Me parece estar viendo los comedores de los hoteles a medio rendimiento, los turistas quieren conocer, cambiar… y divertirse a nuestro modo.

Aquellos que no conocieron al Puerto de la Cruz de ayer, en su verdadero apogeo, no saben nada de nuestro pueblo alegre, bullanguero y cosmopolita, De aquella forma ganamos el más grande de los prestigios y llegamos donde llegamos, donde llegan los mejores. Luego, se plantaron los “entendidos” a reformarlo todo, a exigir más impuestos y a imitar a quienes sabían menos que nosotros; pero si fueron más listos a la hora de recaudar e inventar nuevas teorías. Resumiendo, poco a poco fueron “destrozando” a nuestro Puerto de la Cruz. Los dineros iban de un bolsilla al otro, compensando favores y calculando más ganancias… Se apoderaron del suelo y destruyeron la mayoría de aquellas casonas tan emblemáticas, de tanto valor arquitectónico canario y a la vez, sentimentales. Abrieron calles y cerraron callejones, algo tenían que hacer para deslumbrarnos.

No pretendo decir que nada aceptable se ha hecho hasta hoy día, mucho les debe nuestro pueblo, si consideramos las improvisaciones que entonces fueron bien estudiadas y no menos canalizadas en aras de las exigencias modernas que imponen los momentos precisos, eso está bien. Pero haber anulado todos aquellos encantos y nuestras tradicionales costumbres, dice mucho a mi favor.

Recuerdo aquellas serenatas dedicadas a nuestras muchachas, que al romper el silencio de la noche, le daban al callado ambiente aquel toque nostálgico, cuando con ternura y civismo, llamaban a la ventana o al elevado balcón, a la niña amada, su Romeo… Unos más cerca, o sólo escuchando el suave eco de tan bellas melodías, evocaban con sentimiento, momentos iguales en otras épocas, cuando solicitábamos el amor de nuestra dulce Julieta… Aquellos acontecimientos no herían a nadie y todos despertábamos más bien agradecidos del ocurrente mensaje de amor. Pero también, eso nos lo prohibieron las nuevas estructuras sociales, aquellas creencias de nuestros munícipes, de que los extranjeros no podían dormir sus báquicas monas. Si hasta creo que a ellos les gustaba también ese detalle romántico, quizás más que a nosotros mismos. Pero los “entendidos” de turno opinaron y sentenciaron a uno de nuestros más emotivos detalles culturales: ¡La serenata del amor!

Mi despertador, por las mañanas, era el canto del gallo; saltaba de la cama y a prepararme para ir al Colegio. Los viejos permanecían entre sábanas y durante el desvelo pensaban, soñaban despiertos y cavilaban en lo rápido que pasa el tiempo; y cómo nos deterioramos…

La Plaza del Charco, el lugar elegido desde siempre, solar donde aprendimos a comunicarnos socialmente con los demás, donde experimentamos las primeras sensaciones amorosas. Las emociones primeras y los desengaños más crueles, si éramos rechazados en nuestras pretensiones sentimentales. Donde podíamos elegir con la sana dificultad de que todas aquellas encantadoras muchachas eran igualmente aceptables. Lugar de nuestros juegos infantiles y juveniles, de épocas irrepetibles.

Ahora mismo, no cambio estos halagadores instantes que estoy viviendo, por todos los progresos adquiridos en mi entorno. Cierro los ojos y no me cambio… Al menos, déjenme vivir este corto sueño que la evocación me brinda. ¡Cuantas vueltas en nuestra acogedora Plaza del Charco! Aquellos bancos de piedra, aquellos suspiros de la dulce amada, aquel silencio y el profundo éxtasis de nuestras miradas. Aquellos tímidos susurros… Las palabras sobraban, sólo nuestras pupilas y el aliento y los suspiros, nos delataban.

Por las tardes, cuando los pájaros regresaban a sus nidos, cuando invadían los laureles de India y protagonizaban aquel concierto de alegres trinos y el pertinaz piar de los hambrientos polluelos y la falta del calor de sus protectores. ¡Ay, los animales!

Mas, con el reclamo del progreso, siguieron improvisando, los entendidos de entonces y cambiaron por completo la fisonomía de nuestra importante Plaza; ampliaron el número de mesas, después de reformar el Bar Dinámico, que también tiene su importante historia; y luego de haber desaparecido, deliberadamente, el coqueto Quiosco para los Conciertos de música, se acabó aquel incentivo cultural, también la música les molestaba. Luego siguieron destrozando nuestra entrañable Plaza, solar familiar de todos los portuenses, donde acabábamos siempre encontrándonos cada tarde, cada noche.

El Parque infantil y lo otro que no sé cómo llamarlo, como si no hubieran solares disponibles para hacer un Parque decente para los niños en general. Pero había que acabar con todo lo nuestro; y el Manicomio vacío, ¿qué les parece? Hoy no tenemos ni Plaza, ni Club Social, ni Parque infantil para el Turismo Internacional y el mismo para nuestros hijos y nuestros nietos; algo nuestro, ante todo.

A pesar de tantos avatares sufridos, Puerto de la Cruz se resiste a morir esperanzado, claro está, en cada uno de los portuenses de buena fe. Intuyo que oportunamente vamos a dar una severa lección, primero a nuestros detractores y tantos hipócritas que nos cortejan, luego al referido Turismo que sí está pidiendo y hasta clamando, que el Puerto vuelva a ser el Puerto que antaño conocieron y del que tanto se puede leer en las Bibliotecas de nuestro Planeta.


Celestino González Herreros

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20/3/12

EL POETA ESTÁ TRISTE

El poeta está triste por una de sus musas,

pues sabe que le necesita, más que nunca

en su mundo onírico... Aquel influjo se trunca;

ya la musa agoniza con sus ideas confusas.

El poeta está triste, parece sentirse ausente

y su mirada se detiene en el camino,

absorto, adivinando su inhóspito destino,

su énfasis poético ya decadente.

En el silencio crepuscular de la tarde

se oyeron tristes lamentos sentenciándole,

ayes quejumbrosos que iban hiriéndole

y que concluyó en un sollozo cobarde.

Cual peregrino temeroso, cruzó tierra y mares,

los fríos carrizales; y al lodazal venció

en la sabana, donde a su amada conoció…

Donde ayer le dedicó sus más bellos cantares...

Hay para el poeta otras musas encantadoras,

capaces de provocarle su impulsivo amor;

bellas musas que le brindaron su calor

y que de sus poemas fueron inspiradoras.

Mas, aquella visión tan dulce y generosa

y que rompió olas en encrespadas mares

de dolor y sentimientos, sueños de altares...

dejó en el triste poeta una huella dolorosa.

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Celestino González Herreros

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celestinogh@teleline.es

15/3/12

LA SUTIL ESPIRITUALIDAD DEL HOMBRE ACTUAL

Cómo se arrastran a veces las palabras buscando su albedrío, cómo les cuesta llegar al desierto corazón que clama siempre comprensión…. El ser humano suele andar a la deriva, su continuación en ese discreto recorrido, desde que nace hasta que se extermina, es y siempre ha sido subjetivo: comenzamos y acabamos en soledad… Nadie se va al más allá satisfecho del todo, en determinadas situaciones felices puede ser, harto ninguno, ni pletórico de amor, de afectos compensatorios. Nos llevaremos tantos desconsuelos, sueños rotos, tantos fracasos. A veces, en vida, cuando lo hemos descubierto, el sentimiento que nos embarga es el mismo que debe estar sintiendo el sufrido mendigo errabundo que ha de morir sin alcanzar esa línea amorosa que tanto ayuda a vivir. Debe ser triste morir sin haber alcanzado aquello de sentirse arropado, sin el cruel frió de la soledad, antes de dejar para siempre, tanta belleza y amor por doquier.

Cuando las palabras hablan, cuando se oye su claro lenguaje, su clamor, ¡cómo armonizan entre sí! Y el mensaje abierto de su discurso, ¡cómo templa los sentidos; como si distribuyeran su corriente expresiva cuando hablan de amor! Pero el silencio, ¿qué nos dice el silencio cuando le interrogamos? ¿Por qué siempre calla?

El hombre, debe ser que está concebido para esperar siempre. Es posible que nos acostumbremos a ello. El hombre sin nuevas perspectivas es inconcebible que alcance llegar a satisfacerse plenamente, por que solo no alcanza otro objetivo que su propia soledad. Espera el claro incentivo de esa ayuda espiritual que no siempre entiende, pero que al final valora, al cabo de tanto esperar…

Es posible que todo valga en el terreno del amor, pero, ¿y el dolor sufrido de tantas decepciones, acaso compensa esa posible verdad?

Cuando hemos amado “fuertemente”, los recuerdos que quedan después de haber perdido todo aquello, ¿es posible que dichos sentimientos perduren mientras nos quede el delicioso sentido de la evocación y aliento?..

A veces he pensado y no creo estar equivocado, que cuando más temprano haya sido ese amor, más puro es, y que no se olvida, está constantemente atosigándonos, martillando nuestras sienes, apareciendo en nuestros sueños… Y, también he pensado que como entonces no cupo el sentimiento egoísta del deseo, aquello fue virginal y tan puro como el mismo aire que respirábamos. Éramos como querubines que se hallaran y juntos quisieran ir andando hasta que llegara el final del camino sin querer separarse...

La espiritualidad del hombre despierta cuando llama el amor intuitivamente y no sabemos cómo responder y si abrimos esa sellada puerta no sólo entra la luz, un soplo mágico del aire que nos envuelve y nos acaricia, que llega a posesionarnos y a reducirnos placidamente. Súbitamente sentimos que ha llegado el amor.

Celestino González Herreros

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celestinogh@teleline.es

14/3/12

CUANDO LA BALANZA SE INCLINA

Emigré a América con mis papeles en regla y después de algunos años regresé, a mi lugar de origen con mi familia; mi esposa, nacida como yo en Canarias y dos hijos nacidos en Venezuela.

Conocí el problema que sufrieron algunos inmigrantes que viajaron “indocumentados” al extranjero, países donde fueron a buscar un medio de vida mejor, o por las razones que fueran. Al comenzar lo pasaron muy mal. Desde aquí, por ejemplo, fueron explotados miserablemente por los fantasmas de la ilegalidad, que les garantizaban, a un precio estipulado una vida normal, trabajo y todas las garantías a que hubiere lugar. Fueron estafados en su propia tierra, y allá, al otro lado de nuestra orilla, en su nuevo destino, fueron perseguidos por las autoridades competentes del lugar. Y no me corresponde a mí, hacer juicios de nadie, y menos de aquellos encargados de hacer cumplir la ley. Sólo que entiendo, ha de ser muy penoso, verse en un país extraño sin los papeles en regla, sin trabajo ni donde dormir. Y es muy duro, para quienes nos compadecemos de tales situaciones; y nos veamos impotentes, sin saber qué hacer ni qué opinar al respecto, ante el inminente acoso policial, exceso de celo profesional, persecución legal (¿?) y la indefensión frente al problema burocrático, administrativo y social, que sufren aquellos; y cuando se ven solos y sin los más elementales e indispensables recursos económicos. ¡Quién sabe, con cuántos problemas ocultos!.. ¡Ni en qué estado de salud están viviendo!, porque siempre hubo y los habrá, quienes se ven en la necesidad de delinquir, de recurrir a los causes ilegales para poder subsistir.

Entiendo, perfectamente, y también comprendo, la intención de un comentario leído en un medio de comunicación, donde se hace referencia, en el citado escrito, de la preocupación por la suerte del Centro de Acogida, que tiene la institución benéfica en Tenerife, Caritas, por ejemplo, donde hay momentos, en que viven hacinados, por falta de espacio disponible, ya que los necesitados se multiplican. Dicen que se necesitan más ayudas, ya que, algunas Administraciones, no han colaborado lo suficiente, otras nada, para poder atender a los de aquí y a los inmigrantes.

Al parecer hay más necesitados que los previstos. Y pienso –dice el anunciante- que serán muchos más, mientras tengamos el corazón y los brazos abiertos. Ahora, parece que vienen menos, habrán elegido otros destinos más fáciles y menos controlados.

Es angustiosa la realidad que viven tantos pueblos del mundo, es lamentable y vergonzosa, cuando contabilizamos los índices de pobreza, en la que se anidan todas las tragedias que pueda sufrir la Humanidad. Hemos entrado en el Siglo XXI, con la dramática realidad social más negativa de todas las historias. Continentes enteros, debilitados por la precaria situación económica, política y social, en que viven; y tantas internas guerras suicidas. Vergonzante realidad y sin recursos para frenar tal desastre.

Veo muy oscuro el horizonte desde mi humilde perspectiva y me siento desdichado, cuando pienso en el éxodo de tantos inmigrantes “sin papeles” que merecen la legalidad, cuando huyen de aquellos gobernantes, extranjeros o nacionales, que les han privado de ser hijos con derechos de sus respectivas patrias, de adopción o de origen, a consecuencia de discrepancias políticas. O las guerras continuas y sus devastadoras consecuencias... Hay tantos motivos imputables que la verdad es fácil de entender. Y, del nuevo milenio, nada, todo sigue de mal en peor. Así pues, pensemos en un éxodo mayor de inmigrantes ilegales; Dios quiera que no tengamos, también, que emigrar nosotros, “los intocables”, aún cuando España y Canarias están mejor - así dicen algunos - según las encuestas esas... Ojala fuera así, que esperar nos ha costado y grandes sacrificio. Asimismo, estamos dispuestos a aguantar un tanto más, no hay otra alternativa. Pero, pensemos seriamente, en los comentarios respecto a: “CÁRITAS PIDE MÁS COLABORACIÓN”. Seamos, pues, comprensivos con su Obra Humanitaria y a la vez solidaria.

En más de una ocasión, he dicho públicamente, que no debemos olvidar aquellas épocas superadas -de momento- cuando salían de nuestras costas y de toda España, a la ventura de Dios, hacia Cuba y Venezuela, después, jugándose la vida, hombres y mujeres, muchos de ellos “indocumentados”, por diferentes razones -políticas o económicas- Y no pocos, quedaron en mitad del camino o encerrados en las cárceles, allende, donde recalaran sus desvencijadas embarcaciones. Muertos de hambre y sed o al borde de la desesperación... Esos eran, muchos de nuestros emigrantes y nos dolía enormemente que no tuvieran piedad de ellos cuando no les acompañaba la suerte de ser “acogidos” como seres humanos y ayudados a salir del drama que vivieran.

Ahora, con los clásicos “tijerazos” ya es más difícil, no existe manera de ayudar a tantas ONG, cuando los recortes económicos, indiscriminadamente están afectándonos tan seriamente y lo sufrimos a todo nivel social, aunque las encuestas esas… digan lo contrario. Y nos preguntamos: ¿Qué es lo que ha pasado en nuestro país? ¿Sólo ha sido culpa de la célebre crisis?.. Hasta hace muy poco todos vivíamos mejor y nadie sospechaba este desastre demencial… ¿Será que hay locos sueltos por ahí? Habrá que amarrarlos y ponerles tratamientos adecuados. Así no podemos seguir…

Celestino González Herreros

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12/3/12

NADA SERÍA PEOR QUE VOLVER A VIVIR AQUEL PASADO

En los difíciles tiempos que vivimos, lo menos que escasea son los despreciables motivos de todo cuanto aflora en nuestra convulsa sociedad, a buen seguro que de ellos adolezcamos. En poco menos de unas tres décadas, progresivamente, hemos ido perdiendo valores que han sido ultrajados, costumbres despreciadas y entre otras muchas lesiones, aquel concepto que siempre tuvieron nuestros antepasados de lo que fuera el modelo familiar y sus enseñanzas, pilares sociales de nuestra cultura insular. Hemos retrocedido en ese escaso tiempo, tanto que más es imposible. A nuestras limitaciones se han sumado los efectos polémicos de la actual crisis económica, a veces queriendo ignorar las secuelas consiguientes que están en nosotros generando. Otras veces, viendo a las personas en la calle, los teatros llenos, cines, fútbol, tiendas, negocios alimentarios, grandes superficies y demás centros de recreo, viéndoles tan relajados y hasta sonrientes, tan tranquilos, dudamos si somos nosotros o ellos los verdaderamente equivocados. Viéndoles tan enajenados, hasta corremos el riesgo de contagiarnos de tanta apatía... De todas formas, dirán que no es problema que les atañe tan directamente. Que pasan de esos murmullos. Además dirán, supuestamente, que los políticos sabrán mejor que nadie, dilucidar esas polémicas situaciones… Que para eso se presentaron electoralmente y les dieron, confiadamente, los votos necesarios para llegar a la cima y defendernos de todo mal que surgiera posteriormente y por supuesto, sacarnos de la dichosa crisis esa que tanto cacarean…

¿Saben?, ya están diciendo en las esquinas del pueblo, que lo de la crisis ha sido un cuento para despistar… Que al amparo de tanta turbulencia hay muchos listillos que se están forrando de dineros, no solamente en nuestra Nación… Ya iremos despejando esas, repito, supuestas dudas. Entre tanto, aprovechemos cuantas alternativas vayan surgiendo, que de esta salimos, pero tenemos que trabajar con ilusión y, por supuesto, veamos cómo le hacemos cosquillas a los Bancos para que aflojen y abran los necesarios créditos que tanto necesitan la pequeña y mediana industria y a los inversores consigan inspirarle confianza para que inviertan sus capitales y florezca la industria y crean nuevos puestos de trabajo, tan necesarios también. ¿Cuándo el Gobierno Central le va a plantar cara a los Bancos? Mucho más no vamos aguantar, no lo tomen a bromas. Las oportunidades jamás se repiten y a todos nos conviene aprovechar la que se nos puede escapar de las manos. Las consecuencias íbamos a sufrirlas todos por igual, entonces de nada va a servir estar divididos, de nada nos iban a servir los Partidos Políticos, los Sindicatos y cuantos Ministerios quieran añadir. ¡Piénselo, por favor! ¡Y que Dios nos ampare!

Celestino González Herreros

http://www.celestinogh.blogspot.com

celestinogh@teleline.es

10/3/12

LO QUE AL POLVORIENTO CAMINO VUELVE

A Teresa Cruz Ruiz y Nuria Delgado González, recordadas amigas contertulias

Viendo pasar el tiempo inexorable

como un río presuroso que corriera...

y que su gran caudal a la mar diera

influyente, con pasión irrefrenable,

cuando cada año pasa y nos devuelve

señaladas fechas jamás superadas,

trayéndonos las vivencias pasadas.

¡Lo que al polvoriento camino vuelve!

Al celebrar nuestro III Aniversario,

lamentablemente, todos no estamos

para darnos con cariño las manos.

Sí, se oye el tañer en el campanario….

Son campanillas de nuestro corazón,

evocando aquellos inolvidables momentos...

Y aquel derroche de sentimientos

que dejó Teresa en su libro Ilusión.

Fue otra fiel compañera de tertulia,

que escribió con amor y entereza:

"La Sinfonía de la Naturaleza",

nuestra recordada Nuria.

Si supiera expresarme en el lenguaje

de aquella dimensión deificada,

con mi humilde pluma un tanto apasionada,

les escribiría un bello pasaje.

Y en un momento tal, de inspiración

literaria, de mi alma el luctuoso dolor

arrancaría, trocándolo en amor,

para albergarlo siempre en el corazón.

¡Feliz Aniversario! deseo a todos,

que la amistad, cual bandera honrosa, hondee

en el lugar más alto. ¡Que centellee!

¡Que fulgura con los mejores modos!

Que señale al cielo, hacia las estrellas

Destellos… Cual mensajes de gratitud

con toda sabia moral y pulcritud

y lleguen con amor donde estén ellas.

*****

Celestino González Herreros

http://www.celestinogh.blogspot.com

celetinogh@teleline.es

9/3/12

¡CÓMO PESAN LAS BALDOSAS!

Estuve escuchando al viejo,

de cómo pasan los años

y de cuántos desengaños...

Acercándose me dijo:

Que lo pasado no contaba,

lo almacenaba y más nada.

No hubo batalla ganada.

De eso si se lamentaba.

Mi viejo seguía hablando:

Oye, hijo, sé prudente,

quédate siempre pendiente

cuando me estés escuchando.

Y así, muy serio, decía

con desconsolada calma,

como si hablara su alma,

que a la muerte no temía.

Sus ojos tristes cerraron

con ademán de nostalgia

y mientras mis manos cogía

sus lágrimas desbordaron.

No está alegre su alma,

viendo que la luz se pierde,

que ya no aparece el verde

a través de la ventana...

Ya las flores de su jardín

casi no puede mirarlas,

y va a tener que dejarlas

por que se le acerca su fin.

¿Dónde se pueden ocultar

los recuerdos del pasado

de este viejo ya cansado?

¿Dónde los iba a sepultar?

Serenas tardes vividas

al calor de los amigos

en lugares ya perdidos

y veladas trasnochadas

Empequeñecen las cosas

que a través de la distancia

las veíamos con arrogancia

y parecían tan hermosas…

¡Cómo pesan las baldosas!

¡Cómo los años sentencian!

Mis ojos ya no presencian

aquellas queridas cosas...

Sé prudente - repetía -

no desafíes al Destino,

consérvalo, sigue el camino

con honor y valentía.

Y cuando llegues a viejo,

recuerda este gran día,

de cuantas cosas te decía.

¡No lo olvides nunca, hijo!

Que tengas la dicha de ver

y puedas mirar hacia atrás.

Hijo, que puedas ser capaz

de mis palabras comprender.

Te irás quedando muy lejos,

los caminos se terminan

cuando las fuerzas declinan

y vas perdiendo reflejos.

Mi voz se está apagando

ya va expirando la tarde

y la leña casi no arde,

mi cuerpo se está enfriando.

El enlutado cortejo

también se está preparando.

¡Qué sólo me estoy quedando!

¡Hijo, no llegues a viejo!

*****

Celestino González Herreros

http://www.celestinogh.blogspot.com

celestinogh@teleline.es