29/2/12

HA FALLECIDO EN PUERTO DE LA CRUZ GONZALO PAVÉS CURBELO

Mis pensamientos, es estos tristes momentos, al saber que otro buen amigo nos ha dejado, sólo físicamente, claro está; y que en mí perdurará, por condición humana, en el latente recuerdo, desde que éramos muchachos, jovencitos y hasta el triste presente, ya mayorcitos, nuestras sienes plateadas y el evidente deterioro de nuestra salud y algunas facultades…

Ahora mismo le estoy recordando con pantalón corto, cuando iba acompañarme en casa de mis padres. Vivíamos muy cerca y era costumbre visitarse los chicos y relacionarse.

Siempre fue una persona correcta, muy prudente y bien educado. ¡Ay, que tiempos aquellos! Y que mentalidades las nuestras, cuando cualquier motivo en la vida, nos conformaba.

Entonces yo disponía de dos hermosos palomares en las azoteas de la casa de mis padres. En nuestra ciudad hubo muy buenos colombófilos oficialmente controlados, cuidados y defendidos por las Fuerzas del Ejercito Español, cuando siempre hubo alguno que no respetaba las Ordenanzas Ministeriales.

Era Gonzalo Pavés Curbelo, una de esas personas que por mucho que digamos para justificar sus humanas cualidades, su sensibilidad y natural nobleza, que convencía, siempre nos quedábamos cortos por muchas frases bonitas que elijamos. El era mucho más de lo que pudiéramos decir. Como cualquiera de nosotros, tendría sus defectos, eso es normal, pero sus virtudes, al menos como amigo no se las voy a negar.

Saber, sorpresivamente, la noticia de su óbito, ¡me ha dejado tan indefenso! Por qué no decirlo, también algo asustado. Con qué facilidad, a veces, nos vamos definitivamente, es que nos falta tiempo hasta para decirle adiós a la vida… A los desconsolados familiares, a los amigos; todos nos quedamos sorprendidos. Lo que cuesta, algunas veces, venir al mundo. Y qué fácil nos vamos.

Me consta, Gonzalo, ante todo fue un buen padre de familia y a los amigos los respetó hasta el último instante. A mí, particularmente, siempre me brindó muestras de gran afecto. Con él me sentía siempre muy hermanado y con su querida familia. Pero como las palabras huelgan, sólo ya me cabe el consuelo de rogar a Dios por el eterno descanso de su alma. Y a su desconsolada familia, nuestra querida Lula y sus muchachos, la paz espiritual que les conforte y junto con sus oraciones vayan las nuestras, como aves mensajeras que se remontan alegremente hasta el final del espacio que vivimos, hasta allá arriba, en el Cielo, rogándole a Dios por su eterno descanso.

Celestino González Herreros

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PUERTO DE LA CRUZ A MEDIA LUZ ARTIFICIAL

Desconozco la razón por la cual están tan oscuras las calles de nuestra ciudad turística y nuestros pintorescos rincones urbanos. Por lo tanto hasta saberlo, debe ser cauto en mis aseveraciones cuando escribo sobre tan curioso tema social. Ahora bien, si alguien sabe los motivos, que me los hagan saber, por favor.

Lo que sí puedo decir, es que hay lugares dentro de nuestro pequeño perímetro municipal, por los cuales sentimos mucho respeto transitarlos en la noche. Es que ni con las luces del coche, conseguimos ver plenamente a los usuarios de los “pasos de peatones”, hay que extremar la prudencia si no queremos pasar un susto mayor.

Es que no lo comprendo, tantos coches aparcados al aire libre toda la noche, los negocios expuestos a merced de las sombras, casi en plena oscuridad y que no haya robos y demás asaltos, por parte de los amigos de lo ajeno. Si me apuran un poco, diría que somos un pueblo sano, no hay delincuentes. ¡Aquí no pasa nada! Y si oyen sirenas quebrando el silencio de nuestra tranquila ciudad, son los cantos de las ambulancias avisando a los correspondientes equipos sanitarios para que estén preparados y que llevan un traslado para que lo estudien… No sea que estén ocupados en otros menesteres.

Asómense en la ventana de sus casas y miren al exterior, ¡qué soledad!, el silencio y la oscuridad imponen bastante, A veces, mejor es quedarnos en casa, por si algún loquito se haya escapado fuera de sus cabales.

¿Será que están estudiando el cosmos, nuestros técnicos?.. ¿No será que también hubo recortes financieros en la Eléctrica?..

De todas formas permítanme le aconseje que se surtan de una buena linterna por si la pudieran necesitar.

Celestino González Herreros

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MANOLO MELIÁN ESCOBAR PRESENTE EN EL RECUERDO AUNQUE ESTÉ AUSENTE…


Últimamente he tenido que visitar el Taller Mecánico de mi ausente amigo Manuel, hoy diligentemente atendido por sus hijos, a quienes tuve la ocasión de saludarles, así como al resto del personal.


Como acostumbraba hacer, me senté en una de las dos butacas, en la Oficina de Administración, frente a la mesa central, e instintivamente “busqué” a mi lado la otra butaca. Al verla vacía sentí una muy fuerte y extraña sensación, indescriptible. Allí se sentaba él y al verla desocupada, hoy me obliga a pensar en lo frágiles que somos y a duras penas tragué mi angustia disimuladamente. Aquel rincón le gustaba más a él, cuando conversábamos largos ratos hablando de todo un poco, como si hubiera querido matar las horas… Era un gran conversador y a la vez un gran amigo, de los que ya quedan pocos.


Ver la butaca libre, hoy me impone sobremanera, a pesar de ello, para tener un sano recuerdo de aquellos ratos en los que platicamos juntos, le dije a Francisco, uno de sus hijos, que sacara una foto para recordar siempre aquello y borrar la lejanía que evidentemente nos separa; y lo triste es, que ha de ser para siempre. Sí, he de mentalizarme, de que ese puesto en la oficina, en el Taller, en ese solitario sillón, aunque vaya a estar tan vacío, cabe el consuelo de que Manolo estará siempre entre nosotros, en la mente, en el corazón. Intuitivamente, en cada rincón que transitemos En ese triste sillón también, aunque no le veamos materialmente, pero nuestro espíritu jamás se separará de su lado. El amigo Manolo nos obsequiará cada instante, con su afectuosa sonrisa, gesto que nunca le negó a quienes se acercaran a él.


La familiaridad que siento al llegar a su Taller, dice mucho para mí, sus hijos, de los que tan orgulloso se sentía, su personal, tanto administrativo, como el laboral. Si me atraen tan amistosamente, debe ser la influencia que sigue ejerciendo sobre todos nosotros, su espiritual presencia allí, igual que en su hogar, donde tanto trabajó largos años. Y las simientes, esa fértil semilla de sus valiosas cualidades y virtudes, como lecciones imborrables, ya han germinado en nuestras conciencias.


Celestino González Herreros

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27/2/12

ASOCIACIÓN DE VECINOS DEL TEJAR EN PUERTO DE LA CRUZ


Es evidente y desde todo punto de vista admirable, lo que suele suceder cuando el hombre “cambia” de lugar, cuando se aventura o se deja llevar hacia otros derroteros… Simplemente cambiar, ir a otros lugares antes no transitados no sólo por ignorancia, también hay obligaciones ineludibles. Lo experimenté últimamente, cosas de la edad, pienso yo. Busqué, o simplemente alterné un lugar distinto, lo tenía a dos pasos, como se suele decir. Al llegar al nuevo destino, sinceramente, dudé si hacía bien, hasta llegué a pensar que estaba equivocado de sitio… ¡Han pasado tantos años! ¡Y nos queda tan poco tiempo! Creí no soportarlo.

No conocía el lugar en su lúdico ambiente, de pronto comencé a ver caras conocidas y a varios amigos; aquello fue sentirme como pez en el agua. Brindamos por el encuentro y hablamos de todo un poco, menos de política hablamos hasta por los codos. En todo memento observaba a los allí presente, queriendo reconocerlos y les iba asociando con los conocidos de épocas pasadas y con algunos acerté, gentes que desde hace cincuenta y más años no les veía y hasta creía que ya no existían. Es asombroso lo que uno se pierde, hasta que nos jubilamos no tenemos ocasión de vivir plenamente. El trabajo nos absorbió completamente y es a partir de ahora, cuando podemos arrastrar los años que nos queden de vida, un poco más libremente, a ratitos, porque las obligaciones del hogar no perdonan.

Fue como despertar en una dimensión distinta, fue como amanecer en aquel mundo tan lejano, unos cincuenta, sesenta años, más o menos. E instintivamente, si pudiéramos, no sólo reencarnarnos, revivir los años perdidos, hoy nuestros rostros medio castigados por la inevitable influencia del tiempo que ha pasado. La huella innegable de nuestros blancos cabellos, ¡que dicen tanto! Súbitamente, me recordaron a otros muchachos de nuestra edad, aquella época de nuestra sensible juventud, cuando no éramos tan mayores. Resumiendo, fui capaz de dirigirme a todos ellos, el local estaba lleno, les miraba y para mis adentros decía: ¡Caray!, yo conozco a este, también al otro, a varios de ellos. Sus actuales rostros me recuerdan… Claro que si, son un montón de personas que no les veía hace mucho tiempo. ¡Cómo hemos cambiado! Fui al mostrador y apuré unos buches de vino, los necesitaba en esos importantes momentos, me estaba enfrentando a aquel lejano pasado, imborrable en nuestras vidas. Aunque ellos no se acordaran de mí, yo sabía, después de tanto estudiarles, quienes eran ellos, sólo me equivoqué en un par de ellos que no eran de aquí.

El local, debo decirlo, amplísimos y muy cómodo, un orden inusual, tanta gente juntas y apenas se oían sus voces. Aquel ambiente tan familiar y respetuoso me motivó bastante. No pensé que la Asociación de Vecinos de El Tejar fuera tan acogedora y agradable… Ya me verán por ahí en cualquier momento, a ver si aquel rato vivido fue un sueño o fue real.

Me abstuve entonces, me arrimé a una de las esquinitas del pequeño mostrador y reduje lo más posible el lugar que ocupaba para que otros se sirvieran del mismo.

Qué gran alivio, al ver que algunos se acercaban a mí para saludarme, gentes conocidas, amigos de la calle, de distintas circunstancias y generaciones, en fin, personas estupendas, algunos viejos confidentes de otras épocas y los nuevos amigos que ganamos cada día.


Celestino González Herreros

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25/2/12

ALGUNOS DICEN QUE NO ES SU PROBLEMA ¿DE QUIÉN ES ENTONCES?

A veces con nuestras gentes no hay quienes puedan, ni una crisis tan dañina como la que estamos sufriendo les conmueven, son capaces, deliberadamente, de ignorarla. Ah, pero si hubieran fiestas y fútbol todos los días, si iban a interesarse. Me los imagino, llevando la bandeja hasta el comedor, la habitación o el salón de estar, donde esté ubicada la televisión; y a comer “lo que haya” y sin apartar la vista de la pequeña pantalla. Que llueva o haya Sol afuera, eso es lo que menos les importa. En casa la TV y en la calle la juerga… Los políticos en el Parlamento, en el Senado, Cabildo, Ayuntamiento, etc., de palique y moviendo fichas a ver cómo diablos van a resolver los distintos y difíciles problemas existentes. Eso es, mientras un buen número de ciudadanos se deleitan a sus anchas. ¡Gol! ¡Gol! O bajando los desengaños futboleros tragando sendas cervezas bien frías. También buscando parejas en el baile… ¿Y que me dicen de los puentes laborales? Esa es otra, unos al monte, otros a la playa y algunos pocos devanándose los sesos por si consiguen salir de esta. Insisto, no todos. Algunos, los más tranquilos, echándose una canita al aire.

Según y cómo se les mire, es o no, loable, desde el punto de vista socio patológico. Que no se dejan convencer acerca de los momentos que estamos viviendo. De las evidentes limitaciones y las carencias que progresivamente crecen y al parecer nadie las detiene y arrasan…

Ante dichas situaciones, sin pretender influir en las decisiones que se tomen desde las altas esferas políticas, lejos de querer dar las espaldas a dichos problemas, auguro, pienso que algunos hay salvables, no digo lo contrario, el problema es igual para todos, no pretendamos tapar el Sol con un solo dedo, que el astro sale para todos por igual, sin privilegios ni limitaciones. Así pues, calma si, pero si entre todos empujamos el pesado carro que lleva los necesarios instrumentos para vencer todas nuestras dificultades políticas, económicas, sociales, etc., etc., dejando de pelearnos egoisticamente, nos aburriríamos menos y llegaríamos antes a la ilusionante meta de nuestras justas aspiraciones. Ganaríamos entre todos la gran batalla a esta odiosa crisis y nuestros pueblos volvería a resurgir en todos los mejores aspectos. La Oposición debiera hacer un necesario sacrificio, ayudar al gobierno actual y a los cuatro años tal vez se de vuelta la tortilla y los tiempos cambien. Sería entonces lo contrario, pero trabajarían juntos también y así sucesivamente. A ver, ¿cuál es el sagrado deseo de nuestros políticos? ¿Veneficiar al pueblo, darle lo mejor de ellos y ser lo más honrados posibles? Pues ya está. A trabajar pues, el pueblo entero siempre estará con ustedes.


Celestino González Herreros

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23/2/12

HEMOS DE SER PROTAGONISTAS DE NUESTRO PROPIO DESTINO


Es comprensible que uno de los factores negativo del acuciante fracaso escolar sea la gran influencia del problema del absentismo social generalizado, lo mismo en los distintos gobiernos como de los profesores y estudiantes. Están insensibilizados, les da igual un barrido que un fregado, ven con disimulada angustia que se les aproxima el fracaso de sus mejores ilusiones. Culpa ya no sólo de los polémicos recortes del momento, que dicho sea de paso, serán o no tan necesarios, pero lesionan bastante.

Nunca los estudiantes han visto tan negro sus cercanos horizontes, no van a ver trabajo entonces, cuando acaben sus estudios y si abandonan acabarán deambulando por las calles mirando al cielo, a ver si les cae algo desde arriba. Los profesores, entendiendo los problemas del estudiantado han perdido aquellas fuerzas morales que les inducía a formar a los muchachos. Y se preguntan hoy: ¿Para qué?.. Las aulas de los Colegios y Universidades, cada día parecen más sombrías, lúgubres y desangeladas. La calle es lo que les llama más, la libertad…

Sin perspectivas no es posible hallar la concentración necesaria para poder asimilar las lecciones correspondientes, ni son capaces de transmitirlas el profesorado en condiciones tan adversas. Ellos ven reflejada la agresividad contenida y el fastidio de los muchachos y hasta temen contradecir ese sentimiento de frustración. Se van haciendo mayores y sólo oyen la cantinela de la grave situación que vivimos y lo difícil que va a ser superar tantos fracasos y dificultades. Ni los propios Gobiernos saben qué hacer… Hablan sí, todos hablan. Discursos van, discursos vienen. Y dicen tener planes, que si dentro de un años, o dos, volveremos a estar como antes, etc. Y ya nadie cree en cuentos chinos ni leyendas parecidas.

¿Cómo pueden concentrarse los muchachos, si cada vez ven más negro el porvenir que les espera?

Sin embargo es necesario dosificar los ánimos, no tirar la toalla precipitadamente. El saber nunca está por demás y los que aprenden y llegan a graduarse, tienen más posibilidades de lograr un trabajo digno, aceptable y seguro, que aquellos que se quedaron en mitad del camino, para los cuales es muy difícil que hallen donde trabajar. Actualmente, según se van graduando, cuando acaban sus estudios, ya están preparándose para emigrar fuera, en cualquiera de los Continentes; y según cuentan, son felices la mayoría de ellos. Vienen a su lugar de origen en repetidas vacaciones, cada año y algunos, hasta montan sus propios negocios allá donde estén.

Si aquí tienen tiempo, es aconsejable que estudien idiomas, que se especialicen en cualquier rama de la Formación Profesional. Que hagan algo provechoso en ese valiosísimo tiempo que mañana les permita enfrentarse a la nueva vida. No hay otra solución. Lo más dañino para nuestra juventud es oír cada día, cada noche, lamentarse o bravucar a nuestros políticos, ellos no podrán resolver los problemas de nuestra juventud, por más que se lo propongan. Nunca es tan seguro como cuando los jóvenes se preparan para labrarse ellos mísmos su futuro. Sólo aplicándose en los estudios, en la educación general, entregándose a los libros y activando los brazos en el ejercicio del oficio que sea, aprendiendo bien, concientemente. Entonces podrán salir adelante, si no aquí, fuera, donde sea.

Si desde aquí ven nuestro horizonte tan feo, busquen más allá, que las distancias son infinitas y las perspectivas distintas. ¡Suerte, muchachos!


Celestino González Herreros

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20/2/12

LA RAZÓN IMPONE MÁS CORDURA CÍVICA Y SOCIAL


No sé, ciertamente, si es premonitorio este silencio de mi entorno, si es sólo mío, o si es cierto que todo cuanto me rodea haya muerto. Si miro a mi alrededor, si busco en todo cuanto me rodea un signo natural de vida, sólo hallo este sigilo que borra tantos perfiles que en otras ocasiones denotaban su existencia, o el mismo transito discurriendo por los causes habituales buscando cuanto antes llegar… No sé, aún sigo sin entenderlo, porque tanto silencio, a veces, hace sentirnos cómplices de nuestros propios recelos y temores.

Mirando al mar, aquellas fantasías meciéndose en las movedizas corrientes de las inquietas aguas de nuestro atractivo litoral, parece que se diluyeran los malos presagios y se apagaran, súbitamente, los crueles rescoldos políticos y sociales y se consumiera la hoguera de los malos presentimientos, de los fatalistas presagios y se acabaran los temores aquellos…

Las cálidas y salobres brisas de nuestra mar, como si fueran el único bálsamo que nos favoreciera, son el aliento reparador de todos nuestros temores y es el mar a quien debiéramos rendir siempre el popular tributo de nuestro agradecimiento por darnos el equilibrio necesario, la estabilidad y armonía capaz de animar a nuestro confundido espíritu, cuando dudamos también, hasta de nosotros mismos. El ancho mar ostenta el poder de la comunicación, puerta abierta al mundo entero; y es consejero fiel de todas nuestras dudas.

Si nuestro muelle pesquero hablara, cuántas voces oiríamos, qué tumulto de contradicciones y cuántas razones se alzarían… Pero le tienen amordazado, como si fuera una desequilibrada pretensión darle todo el apoyo moral a nuestras justas aspiraciones. Callemos, hasta ver cómo acaba esta criminal comedia, donde jamás habrá ganadores ni perdedores, ya que sobran las razones y los poderosos brazos de nuestro muelle solo quieren abrirse al mundo y ofrecerse incondicionalmente para salvar a nuestro sufrido Puerto de la Cruz; y que podamos dar trabajo a todo aquel que lo necesite.

A veces, cuando atisbo o alcanzo ver las blancas gaviotas revolotear cerca de nuestras playas, e incluso llegar hasta la negra arena, siento deseos de alcanzarlas y acariciarlas. Son como mensajeras nostálgicas que nos trajeran recuerdos que ya creíamos sepultados… Como si nos devolvieran, viéndolas danzar acrobáticamente, nuestra lejana niñez y aquellos sueños prematuros, las fantasías propias de la edad, episodios que soñábamos verlos realizados algún día… Aquellos sueños hoy rotos en mil pedazos de tantos jóvenes nuestros que no han tenido ocasión de vivirlos por las malas circunstancias que nos están dado vivir. Quizás el más triste desengaño, expresamente ellos y más que ningunos otros. Aquellos que siempre lucharon por llegar alguna vez a serles útiles a nuestra zaherida sociedad. Pero…

Es evidente que los esquemas, tanto políticos como sociales, hayan cambiado, con el añadido de que el tiempo pasa y que hubo que alistarse a las filas del progreso. Si no fuera así nos hubiéramos quedado en mutad del camino como simples bufones y hubiéramos acabado siendo el hazme reír de los “adelantados”, los que han distorsionado los cambios sufridos en nuestra sociedad, los que han roto los programas tradicionales, nuestras costumbres, aquel patrimonio arquitectónico nuestro, la fisonomía de nuestros pueblos y el sentimiento de las gentes con sus atropelladoras imposiciones o formas de ver la vida, la deshumanizada colectividad de la cual participamos.

A la vista están los hechos, nada de lo que estoy diciendo es nuevo, al menos lo entiendo así. Me doy cuenta de cuánto hemos perdido. Mas, tengo la firme esperanza de que alguna vez podremos recuperarnos…

Permanezcamos inmersos en este silencio intangible e inviolable, mientras la razón imponga más cordura. Mientras sepamos estar y esperar, cautelosos y callar… Que el silencio sea, pues, como un emblema solidario capaz de mantenernos unidos ante cualquier negativa circunstancia como la que estamos viviendo; y sin desfallecer caminemos siempre hacia delante y atemperemos cada vez que fuera necesario, luego sigamos firmemente donde nuestros pasos sabiamente nos lleven a alcanzar ver realizadas nuestras justas aspiraciones.


Celestino González Herreros

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17/2/12

DESLUMBRANTE Y CLAMOROSO DESPERTAR TINERFEÑO

Hoy sólo quiero expresar, si lo consigo, acertadamente, mi entusiasta y más efusiva admiración, hacia nuestro gigante Teide súbitamente vestido todo el de un blanco indiscutible y halagador. Brindarle mi agrado natural cuando ya desesperados echábamos de menos nuestra teidífera nieve y la semblanza que nos contagia viéndole tan exuberante y desafiante, estático, inamovible, vigilando desde su atalaya a cada una de nuestras islas copiosamente entusiasmadas por su imagen lisonjera y a la vez severa.

Aprovechando el silencio y la quietud de la noche, amaneció distinto, como si apresuradamente se hubiera posesionado de sus galas más bellas y se vistiera todo de blanco, para que, al despertar el alba pudiera sorprendernos como cada año por estas fechas

Aquí, en Tenerife, esporádicamente oíamos decir, a través de los medios informativos, que había caído nieve en Las Palmas y La Palma, e inclusive se vio en la TV, de todo lo cual me alegré; también ellos son canarios y tienen derecho a disfrutar tantas delicias y los juegos que brindan esos sanos acontecimientos. Seguro que con ese poco se conformaron lo suficiente. Mas, tuve ocasión de comentar que cuando cayera la nuestra nos íbamos asustar de su habitual abundancia; y así fue, ó ha sido.

Como dicen que una imagen vale más que mil palabras, me he permitido adjuntar para ilustrar debidamente la presente reseña, estas elocuentes fotos de nuestro Teide, su entorno y nuestras Cañadas teidíferas.



Celestino González Herreros

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14/2/12

HA FALLECIDO EL AMIGO FRANCISCO ARBELO HERNÁNDEZ . QUE EN LA GLORIA ESTÉ

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A mis hijos se les ocurrió la idea de ir almorzar en casa de “Doña Esperanza”, como siempre hemos dicho, o, llamado el lugar Casa Francisco, donde el tingladito, en Santa Ursula. Me pareció muy acertada el proyecto, así saludaría a esa buena gente que hace años no les veo.

Al acomodarnos en el comedor donde teníamos una mesa reservada desde el día anterior y al ver acercarse hacia nosotros a uno de los hijos de Francisco, lo primero que hice fue preguntarle por su padre. Y, cuál no sería mi disgusto cuando me dijo que le habían dado cristiana sepultura la semana anterior. Me quedé de una sola pieza, ni me acuerdo qué exclamé entonces, lo cierto es que se me estrujó el corazón y sentí encogérseme.

Para aquellos quienes no tuvieron el placer de conocerle, les diré que era una persona excepcional, respetuosa, buen carácter y buen conversador. Desde que en vida, su madre doña Esperanza, atendiera al público con su exquisita cocina, gentes de muchos lugares de la isla eligieron siempre su Casa para pasar un día grato y placentero, atendido con el mejor de los esmeros y la consideración consiguiente.

Luego el Negocio lo atendió su hijo Francisco y ahora lo defienden sus hijos, quienes hacen honor a las buenas cualidades y virtudes heredadas de su padre.

Hay momentos en la vida en los que al reflexionar sobre su fragilidad, en los cuales llegamos a sentirnos, tan indefensos, tan sutiles… Esa fragilidad de la vida es digna de tenerse en cuenta. En cualquier momento, en el menos esperado, ya estamos implicados, bien sorpresivamente, sentenciados por algún desarreglo patológico o, simplemente, por exceso de edad. Por suerte no sabemos cuándo ha de ser. Y entre tanto, siempre debiéramos tener preparadas nuestras cosas, no para llevárnoslas, nos vamos ligeros de equipaje, sólo lo puesto que el viaje es largo, muy largo. Antes tenemos tiempo, con un poco de suerte, de descargar nuestras conciencias, hemos de irnos limpia el alma, la única esperanza si aspiramos llegar al lugar del eterno descanso.

Mientras estaba degustando los alimentos que habíamos pedido, no apartaba de mi mente tantos recuerdos en compañía de mi padre y sus habituales amigos, los que solían ir algunas tardes a jugar unas partiditas con las cartas, hace ya algunos años, y era Francisco el anfitrión de las rondas, siempre amable y dichacharachero. Pensaba entonces, sentado aún en torno a la mesa, almorzando con mi familia, cuál es nuestro verdadero destino, hoy aquí, mañana quién sabe donde, pero lejos para siempre sí, aunque les tengamos tan cerca, en nuestra mente y en el corazón.

Don Máximo Arbelo Hernández (conocido por Francisco), falleció el 31 de enero de 2.012, a la edad de 94 años, confortado al recibir los Auxilios Espirituales. Su desconsolada esposa doña Afligido García Domínguez, hijos y demás familiares, ruegan le tengamos presente en nuestras oraciones por el eterno descanso de su alma.

Aunque nos parezca que allí falta alguien… El estará siempre presente sonriéndonos y agradeciéndonos nuestra fiel y habitual asistencia...





Celestino González Herreros
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13/2/12

NOSTÁLGICO CERCO SENTIMENTAL

Desde la explanada del muelle pesquero, intuyo, en el plano más distante de mi exaltada imaginación, al majestuoso Teide, entre brumas sobresalir con indescriptible elegancia, bajo el cielo azul, interceptado, como se ve desde el Valle, sólo por la cordillera que es nuestra ladera y que desciende hasta llegar a La Orotava, la siempre amada Villa, jardín de mis amores y lugar sugerente por mil razones. Más abajo, trasladado por los recuerdos, el Puerto de la Cruz, motivo esplendoroso de la Creación que cautiva al visitante y a nosotros nos llena de un sentimiento especial, con sabor a puertito de mar. Su aire yodado y salitroso, con olor al mujo de la costa que a sus brisas contagiaba; y el perfume de las flores, de tantos jardines que proliferaban por doquiera y la influencia de aquellas plazas públicas bien cuidadas, daban una nota placentera al ambiente. Era el Puerto de la Cruz un vergel que convocaba con la paz de su bonanza a la meditación lírica de poetas y pintores, de músicos y escritores, lugar de encuentro y descanso de grandes figuras universales de las Letras y las Artes.

Ahora mismo, mientras evoco, desde este rincón amado, aquella época sentimental de mi juventud, veo las “históricas” casonas, muchas desaparecidas, pero que conservamos en la memoria... La que fuera Real Casa de Aduanas y su calle La Lonja que se pierde hasta llegar a la de Santo Domingo; Casa de Los Machados, con su hermosa entrada, convertida en residencia de marinos y familias pobres; frente al muelle, recordada con nostalgia, Casa de la Sindical, separada por la calle San Juan, de la hermosa casona de Yeoward. Luego toda la calle San Juan. ¡Parece que en realidad las estuviera viendo! Y las demás casonas alrededor de la Plaza del Charco y la de las calles adyacentes, en casi todo el centro del pueblo. A mi derecha, estaba ubicada la enorme casa de la Viuda de Yánez. Le seguía la de El Fielato de don Juan Ríos, a continuación, donde estuvo la Parada de las guaguas; otra al lado y La Pescadería; la de Perdomo y a continuación comenzaba la tradicional calle Mequinéz, escenario de importantes episodios portuenses.

En los alrededores del muelle, junto a los anchos zaguanes, se veían algunas lanchas y lanchones, varados para protegerse de las inclemencias del oleaje o para ser reparadas periódicamente. El burro de Sarguito y la mula del Fielato, fueron animales muy populares en la vida laboral de nuestro Puerto, no podía olvidarles, pues estaban siempre por allí, trabajando como lo que eran. Casi todas las calles del Puerto de la Cruz, estaban rigurosamente adoquinadas. Era muy atractivo, con sus casas enjalbegadas de blanco, puertas y ventanas pintadas de verde y tejados rojos. Había los clásicos callejones, callejuelas pendientes y más angostas, donde en los fríos invierno crecía la hierba entre las piedras y por donde corría el agua de las abundantes lluvias hasta llegar al mar o eran absorbidas por las escasas alcantarillas.

En el Muelle había gran tráfico, asistido por los buques de Yeoward y otras compañías navieras. Las carretas de tracción animal, cargadas de guacales de plátanos, llegaban de todas partes; y entraban distintas mercancías. Exportábamos cuanto hubiera o diera nuestra tierra, con destino seguro y, en definitiva, de esa zona privilegiada del Puerto de la Cruz, se han escrito las páginas más bellas de nuestra historia, momentos buenos y otros no tan buenos, pero jamás dejará de ser el rincón más acogedor de nuestros pueblo, marinero por excelencia, convertido hoy en primorosa ciudad turística, próspera y acogedora, ciudad de promisión para muchos hombres emprendedores con dinero, que vienen y multiplican sus beneficios; y algunos, como ha ocurrido, se han quedado aquí para siempre y han hecho por estos pueblos del Valle de La Orotava, hermosas contribuciones sociales y son personajes de excepción en los anales histórico locales. Todo hay que valorarlo en su justa medida. En realidad, la convivencia en Tenerife, ha sido ejemplar respecto a las gentes que vienen de fuera, aunque siempre hay “indeseables” visitantes, a quienes hay que hacerles la vida imposible y acabamos echándoles de aquí.

Desde aquella romántica época, hasta nuestros días, todo ha cambiado mucho, se ha atentado brutalmente contra nuestro patrimonio histórico, no precisamente por gentes de fuera, han sido algunos desaprensivos políticos nuestros y sus cómplices, quienes acabaron con lo más bello que teníamos, aquello que nos mantenía conscientes y orgullosos de poseer los rincones más atractivos de nuestra geografía. Aquello fue una locura, una inmoralidad imperdonable que nos causa mucha tristeza, un mal irreparable.

El Teide, ahora está radiante y el cielo sin nubes, azulito... Ya pasó la tormenta sentimental de mis cavilaciones. Los verdes laureles de la Plaza del Charco, acogían distintas especies de aves, entre las cuales, hoy abundan las mansas tórtolas y palomas libres, los ancianos juegan con ellas, les llevan comida y las acarician tiernamente... Hay pájaros, pero nunca será como antes, o seré yo, que también he cambiado con el paso del tiempo. La Plaza está, o al menos me parece a mí, más triste; no están aquellos miles de pájaros, cuando a las seis de la tarde regresaban a sus nidos y a pernoctar en ellos, ensordecían con sus alegres trinos. Ni están tantos amigos y aquellas gentes conocidas... Sólo veo a los niños jugar en el parque, meciéndose en los columpios. Antes era distinto, tampoco teníamos parques ni columpios ni toboganes... Pero éramos felices, buscábamos esa felicidad en cualquiera cosa que inspirara a nuestra imaginación... Con cualquier trasto inventábamos un juguete. Recuerdo hacer las duras pelotas de hojas de badanas; y con latas vacías de sardinas y ruedas de goma, hacíamos los coches… Éramos más improvisadores, con mucha más imaginación. Hoy los muchachos tienen de todo, es más fácil, pero flaco favor les hemos hecho, han perdido mucho tiempo y han aprendido poco de la vida, si tuvieran que enfrentarse a ella en difíciles ocasiones. No hemos querido que pasaran por los desconsuelos sufridos en épocas pretéritas.

Volviendo al presente, Puerto de la Cruz ha sufrido la gran transformación del progreso… Y también nuestras gentes han cambiado o tal vez seamos nosotros, quienes lo veamos todo tan turbio y desangelado. Las gentes ya casi no se respetan unos a otros, como era obligado en épocas pasadas, antes del “progreso”. Y no ocurre solamente en nuestra ciudad, el mal se ha extendido por doquiera, se perdió la solidaridad, las consideraciones aquellas para con los demás. ¿Qué está ocurriendo en la actualidad? ¿Dónde están nuestros valores? ¿Porqué imperan los hipócritas y los farsantes? ¿Acabaremos destruyéndonos mutuamente… y sin haber logrado satisfacer nuestras ambiciones? Unos lo quieren todo para sí. Otros están, como el ladrón al acecho… Los demás estamos expectantes a ver en qué acaba todo esto, pacientes, pero en guardia. Siempre habrá un momento oportuno que nos permita resarcirnos de tanta miseria.

Hemos visto, cómo el tiempo ha transcurrido, tan precipitadamente, llevándose con su dramática influencia, todo aquella con lo cual nos identificábamos, nuestros valores materiales y sentimentales, nuestro hermoso patrimonio artístico e histórico, cultural y social, de todo lo cual, ya casi nada nos queda, lamentablemente. Nuestros pueblos han cambiado vertiginosamente, se han transformado… Nosotros hemos envejecido, ellos, a pesar de todo han rejuvenecido su aspecto aparente, aunque hayan muerto un tanto por dentro, desde el punto de vista sentimental, al menos para nosotros los mayores.

Celestino González Herreros

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