19/9/12

GENERAL TURBULENCIA EN LAS INSTANCIAS FINANCIERAS

La situación económica mundial aconseja austeridad y no dejarse vencer ante las posibles restricciones que tengamos que hacer del gasto superfluo.

Como he dicho y repetido varias veces en anteriores escritos, estábamos viviendo un tanto alocados, en el sentido de que gastábamos a mano abierta. Como si a todos nos sobrara el dinero y pudiéramos seguir viviendo a lo grande, sin reparo alguno. Hace tiempo que me he percatado de ello, se veía venir el golpe financiero, pero nadie se preocupó y si alguien se enteró antes, para no pecar de alarmista, se contuvo y dejó transcurrir la vertiginosa influencia del tiempo en espera de los acontecimientos y consiguientes temores. Mas, tampoco es que vayamos a sucumbir en la miseria. Pasarán unos siete o diez años para que se estabilice la situación. ¿Qué hay que hacer mientras tanto? Recortar gastos los más posibles, ser juicioso a la hora de gastar, evitar los excesos y no salirse del presupuesto, por si podemos ahorrar para épocas peores si vinieran entonces.

Los tipos de intereses bajarán gradualmente, otra vez volverán a subir, como la gasolina. Asimismo, otras cosas más o menos importantes, pero si buscamos el equilibrio financiero habrá balances positivos o en si, menos dramáticos. Así pues, retrocedamos un poco y volvamos a épocas no tan lejanas, controlemos la cesta de la compra, vayamos a lo elemental, lo prioritario y estudiemos las ofertas y rebajas, que aunque muchas veces sean un engaño, también es cierto que hay ocasiones buenas.

Consumamos los frutos, hortalizas y verduras que sean del tiempo y según estén más baratas. Prescindir de las chucherías viciosas que venden las grandes superficies y por supuesto beber y fumar menos o dejarlo a un lado... Y en las fiestas de los pueblos y ciudades no quemar tanto dinero en pijaditas, fuegos artificiales y otras tonterías más. Y no olvidar a los que tienen menos, seamos solidarios con ellos de la forma que nuestras posibilidades nos lo permitan.

No pasa nada, sólo hay que ser más cuerdos, épocas más difíciles hemos superado, verdaderos desastres, y aquí estamos. Que no hay mal que dure cien años…

Eso si, acostumbrémonos a ser un poco más humildes y menos derrochadores, que si el vecino no quiere, allá ellos, es cuestión de educación cívica y sentido común, no lo confundamos con aquello de la sumisión. Volveremos a sacar la cabeza del agua y veremos más adelante la bonanza que hasta hoy hemos vivido. Repito, que es necesario cuidar los impulsos negativos y acomodarse a la realidad, sin buscar culpables donde no los hay, es universal el mal que se nos avecina.

Lo triste es, lo que uno oye o lee en los distintos medios de comunicación. Dicen que posiblemente haya recortes de las Pensiones, según se decida en el Parlamento… Los precios de las viviendas… La gasolina… Los alimentos, etc. Eso es muy preocupante.

Los parados cobrarán durante el tiempo que está estipulado, e irán aprovechando, soterradamente, los cancamitos que vayan surgiendo…La mano de obra se desvalorizará. De todas formas el que quiera o necesite trabajar nunca dirá que no al que le ofrezca algo convencional. Los ociosos, como siempre, vivirán del cuento, dando sablazos y lo que se tercie. Habrá más delincuencia, claro está.

Los que lo van a pasar peor son aquellos que pidieron préstamos bancarios, las hipotecas, medicinas de tratamientos prolongados… Tendrán que hacer muchos números para poder llegar a fin de mes. Me imagino que los viejitos jubilados con los recortes anunciados, tendrán que acoger a sus hijos y nietos, muchos de ellos, para que no lo pasen tan mal. Entre unos y otros, se ayudarán mutuamente, siempre que sean hijos consecuentes que no agraven la situación.

Hasta en las Iglesias se va a notar, créanme.

Los coches comprados a plazos con préstamos bancarios van a ser un desastre.

Es lo que yo digo, las gentes se lanzaron a comprar lo mejor para perderlo todo ahora. Tampoco va a pasar nada. Vivimos un par de décadas como potentados y ahora que nos quiten lo bailado.

La Medicina particular o “privada” y sus portentosas clínicas, con tantos médicos que hay, también lo van a notar y la medicina pública no va a tener tiempo necesario, ni modo, para atender a tantas gentes, no sólo a los de aquí, también a los foráneos. Volverán los virus a pulular.

Habrá que cambiar el coche por la bicicleta o por el burro si se abarata el pienso.

Celestino González Herreros

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celestinogh@teleline.es

18/9/12

EL APETITO DE LOS ORIENTALES DESCONCIERTA

Los asiáticos, varios cientos millones de seres humanos; y uno piensa: ¿de dónde sacan la comida para tantos vivientes? Ellos saben dónde está la despensa y comen de todo aquello que a nosotros, los occidentales nos repugna. Se atiborran de proteína animal las que derivan de los insectos, tarántulas, escorpiones, roedores, perros, gatos, etc. De hambre no mueren, como son tantos puede ser que mueran insatisfechos, ya que no alcanza para todos. Y no escatiman como nosotros, que antes morir de hambre que comer esas especialidades suyas.

Hasta el agua les alcanza y los tejidos de distintas calidades, incluyendo la fina seda, les alcanzan para vestirse ellas y para comerciarlos. Pero, ¿de qué forma lo hacen? Hacinados, sin control y por cuatro monedas, todo el día y parte de la noche. Sacan qué comer hasta buscando bajo las piedras en la tierra y hasta en el fondo del mar.

Gastan lo menos posible y no les falta nada de lo estrícto o necesario. Saben divertirse, a su modo, claro está, pero siempre representando alguna leyenda o alegoría costumbrista. Son fieles representantes de sus antiquísimas tradiciones.

Ocultan sus tragedias en la forma de expresarse: el dragón cimbreante, el águila herido, la muerte súbita, etc. Es que los chinos saben bañarse y esconder la ropa, como acostumbramos a decirlo nosotros.

Están diseminados en el mundo entero. Recuerdo, viviendo yo en Venezuela, que allá deje varios amigos asiáticos, que en cultura, conducta y comprensión, mucho tenemos que envidiarles. Esa cultura de los asiáticos es exquisita, aunque no generalizada. Tan antigua como lo fuera Confucio, un valuarte irrepetible en su historia universalista, que sorprende cuando hurgamos en las sabias páginas de su historia.

Un Continente admirable, progresista y laborioso, siempre han sorprendido con sus lógicas manifestaciones por su inteligente participación en el contacto social y universal y han sido trabajadores ejemplares.

Celestino González Herreros

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16/9/12

SIEMPRE LA VIDA PASO A PASO HA TERMINADO IGUAL

Cuando uno va sumando años y se acerca el cenit de la vida, en el momento culminante de ese crítico y largo recorrido, hay un notorio paréntesis que encierra un caudal de experiencias que se acumulan con el tiempo, son esas vivencias, aparte de las circunstancias que las originaron, por qué se atesoran, es sin dudas algo muy íntimos que jamás quisiéramos olvidar. Ya poco nos queda después de haber agotado ese precioso tiempo. Hora sólo nos resta observar a los demás, ver el ritmo que llevan y aquello de adivinar la suerte que les espera en ese azaroso andar…

El perfil de una persona mayor pocos saben valorarlo, haber llegado tan alto en la imaginaria escalera de la misma vida, a favor de ellos dice mucho. Pese a las dudas y temores que hubiera o que puedan acompañarles en ese natural transito, resisten erguidos ante toda clase de adversidades y dudas, hasta completar el frágil ciclo de su sentenciada presencia.

Empero, aunque no cejen los temores, aquella resistencia, a veces mengua y el pánico cunde en el viejo que presiente lo peor de la aventura idealista, presumiblemente, y aquellos temores que otros han sufrido, nos toca también a nosotros sufrirlos resignadamente, aceptando la triste evidencia de tener que dejar para siempre todo aquello que para los viejos ha representado tanto…

Viéndose en el flácido espejo de la vida, tratando de no reconocerse, adivinan que ya no son aquellos de antaño y que las diferencias son notorias. Un viejo es siempre la viva imagen de una agotada leyenda sentimental. Un viejo cuando se mira en el estático espejo de la vida, a veces se desconoce, no sólo por su aspecto físico, hay una mueca en sus marchitos labios que le delatan, que dicen cuanto sus palabras quisieran obviar y en ellas ocultar quisieran sus desconsuelos fundamentales y el callado llanto de sus tristes apreciaciones.

¿Dónde está aquel que en vida dio tanto y tan poco exigió, dónde aquel viril sujeto que lucho por la vida y se le escapo de entre sus manos con todo el tiempo disponible y probó la soledad tantas veces esquivada para no morir de pena antes de llegar a lo que llegamos: viejos espíritus frente al fatídico espejo de la vida? Sintiendo como lo va perdiendo todo, e irremediablemente va quedando solo, sólo acompañado de sus persistentes temores y miserias, viendo en la plana imagen retroactiva su mustia apariencia consumiéndose, como se consume la luz del cirio encendido, hasta quedar sólo el quemado extremo del acabado pabilo, ya retorcido e inútil.

La juventud es como la sonriente fuente de la vida, es inspiración constante, llantos y alegrías. Es la juventud, quizás, un cálido nexo espiritual entre la existencia misma del ser humano, frente al inevitable poder de la muerte cuando la vida cesa. La juventud nunca fue eterna, como energía pasajera suele refugiarse en la vejez hasta que nos llamen a la puerta. Es nuestra corta existencia, el nexo que nos permite transitar todos los caminos imaginables, sólo que, no alcanzaremos a comprender jamás, que todo principio tiene un determinado fin y que alguna vez la juventud va a acabarse, si no existe la gran suerte de llegar a viejo. Es como un sello postal; la vida es el matasellos y la vejez (tal vez ignorada) el único espacio libre de ese sobre vacío que baga a través de las distancias sin algún contenido. La evidente realidad de la vida es la mencionada vejez, ella sigue y tiene donde ir, es su propio destino. Se va poco a poco hacia esos derroteros ilusionados de la otra vida que nos espera, la ausencia definitiva, el sueño perpetuo, sin retorno, la entrega espiritual hacia Dios en el más allá, disciplinadamente y a veces, hasta sonrientes.

Celestino González Herreros

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14/9/12

TAMBIÉN CRÍTICO VIENE DE CRISIS

Voy a romper una lanza a favor de quienes han sido traicionados en las actuales circunstancias económicas por aquellos en los que confiaron de que iban a ser sus salvadores, cuando en realidad hoy son los que, lejos de sacarles de la crisis que sufrimos, están empecinados en acabar definitivamente con nosotros. Por razones puramente morales y lógicas estoy al lado de tantas familias destrozadas por el pertinaz empeño de los que mandan, de ahogar la precaria situación, precisamente, de los más débiles, que son las clases menos favorecidas, estrangulándoles sin miramiento alguno. Si no hubieran tantos parados hasta parecería lógico hacer algunos recortes y desde luego comenzando por los de arriba y tratar de ayudar a los de abajo, que son los más necesitados, buscando, pues, un equilibrio razonable y no como lo están haciendo hasta ahora. ¡Cuidado, que la gente está muy molesta! La paciencia tiene un límite…

Así mismo, los Bancos, de forma desmesurada no están jugando limpio, aunque a ellos les parezca que sí. Aprovechando la crisis que de alguna manera han provocado al esconder el dinero y negarnos los créditos, han sustentado la ruina de nuestra economía, las empresas no funcionan sin los créditos y las hipotecas no se actualizan si no hay trabajo. Así estamos, arruinados y desamparados por nuestros políticos, que no sé donde tienen los ojos. Los tienen sólo para mirar el lado de ellos. Resulta, al parecer, que la complicidad es tal, entre unos y otros, que ni sospechan lo que se nos viene encima.

Respecto al abusivo atracón de los Bancos, cuando los ciudadanos, por las razones que todos conocemos, no pueden hacer frente a la deuda bancaria, han merecido ciertas consideraciones y no ser atropellados de la forma como lo vienen haciendo los acreedores, ni nuestros respectivos Gobiernos han hecho lo que debieran, controlar la situación y no permitir los tremendos abusos que se cometen.

Cuando fueron a solicitar los prestamos hipotecarios respectivos, cuando aún no había crisis, cuando había trabajo para todo el mundo, cuando había estabilidad y confianza y más que nada la sana intención de hacerse responsables de saldar las deudas, según estuviera establecido el acuerdo en sí, todo fueron facilidades, amplias sonrisas y más ofertas si fueran solicitadas. Pero no todo aconteció después como se pensó. Las gentes se quedaron sin trabajo y muchos quedaron hasta sin tener qué comer. Imaginémonos las deudas, las necesidades prioritarias de esos hogares, los colegios de los niños y demás gastos, las enfermedades inesperadas, tantos compromisos y sin trabajo. Pero piedad ninguna. Ni por parte de nuestros Gobiernos, ni por parte de aquellos acreedores sin escrúpulos que ven el mejor de los agostos al comenzar la diabólica crisis… Los Bancos contentos, el mayor negocio del siglo, los pobres, la clase media, por ende, los más necesitados, que se arrimen a las paredes y que se mueran de hambre, de frío, despreciados por todos aquellos que tienen la sartén por el mango; y de ello se benefician los ejecutores, incluyendo a los Bancos.

Que mueran los más débiles. Que sigan pagando la deuda adquirida, si no, ya saben lo que les espera…

¿A esto le llaman Democracia, conciencia ciudadana, piedad, comprensión?.. No, en estos momentos creo que no. Esta lucha es muy vieja, siempre ha habido explotadores, aprovechados sin escrúpulos y mal nacidos que solo han venido a este mundo a dañar los mejores sentimientos del ser humano. Ya les llegará su hora.

Celestino González Herreros

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13/9/12

AÑORANZAS DE NUESTRA PLAYA DE MARTIÁNEZ

No hace muchos días, en amena conversación con unos viejos amigos evocamos aquellas vivencias de nuestra juventud en la Playa de Martiánez, cuando aún estaban permitida la sana costumbre de montar casetas de tela que llenaban todo el arenal playero y, a veces no había espacio para una caseta más. Entonces había que madrugar para coger puesto, así pues, recordemos la cantidad de personas que se reunían en el extenso lugar; y los olores que llegaban de cada una de aquellas tiendas cubiertas de tela, que se montaban al aire libre y sujetas a un armazón de palo o cañas, según el tamaño, clavados en la arena y apuntalados con piedras de regular tamaño. Olores que despertaban a cualquiera el apetito.

En otro orden de habilidades, nos preocupábamos de buscas la parte más fresca para la garrafa del vino, el porrón del agua, etc. Los abuelos iban con sus hijos y sus nietos. Naturalmente, cabíamos todos, los más jóvenes y los niños se acomodaban por fuera, si eran muchos, ya que íbamos y veníamos del baño o paseábamos de un lado a otro para saludar a los conocidos o a ver lo que más nos interesaba.

Cada familia llevaba lo imprescindible, los calderos, la loza necesaria, la comida, las cartas u otros juegos para entretenernos.

Largas siestas nos echábamos después de comer o íbamos a pasear por los alrededores. A veces, por las noches, dormíamos en la misma tienda, para no tener que buscar hueco al día siguiente.

Llevar un buen libro para leerlo era una delicia y no pocas veces llevé los libros del Colegio. ¡Qué paz aquella! Sólo se oía el suave ruido de las mareas al llegar a la orilla. Allí se mezclaban los deliciosos olores de las carnes y pescados cocinados, de las papas bonitas aún calientes y demás alimentos.

Las gentes comenzaban a recoger los peroles y demás utensilios a eso de las nueve de la noche, aproximadamente, y caminando o en coche, cargaban las telas, los palos, los calderos vacíos, etc. A cada cual se le asignaba un determinado cometido, a menos que prestaran las tiendas a algún familiar o amigos serios y de mucha confianza, para que se quedaban disfrutándola desde esa misma hora de la noche hasta el día siguiente, cuando volvieran los dueños a usarla y evitarse los madrugones y tener que, después de buscar un espacio adecuado volver a levantarla. Eso era casi todos los días del verano.

De los municipios adyacentes acudían asiduos visitantes a gozar las jornadas más deliciosas y comunitarias. Nunca tuvo el Puerto de la Cruz aliciente más delicioso. ¡Aquello era gozar!

Ahora bien, desde esa época han pasado unos cincuenta o sesenta años, si más no. Aquel ambiente desapareció por imperativos dudosos; a alguien de nuestros lúcidos ediles, se le ocurrió prohibir las casetas en la playa, para que los turistas tuvieran su espacio libre y nadie les molestara. Desde entonces, ni turistas, ni nuestras gentes… Allí no va nadie a relajarse, ni a bañarse, aquello se convirtió en un desierto de arena y piedras.

Así eran las cosas de este pueblo, hoy ciudad turística, pero la Playa de Martiánez nunca más funsionó como fuera en aquellos tiempos tan añorados. Por aquellos años teníamos esa hermosa Playa de Martiánez, el Paseo de las Palmeras, el Paseo de Los Llanos o de Los Tarajales, San Telmo, la Plaza de la Iglesia, la Plaza del Charco y otras, el Muelle Pesquero y Comercial recibiendo los vapores de Yeoward… El Peñón con su hermoso campo de fútbol y aquellas pechadas de lujo, etc.

Algunos desconsuelos sufrimos y privaciones, no todo era de color de rosa. Necesidades de toda índole y penas miles, pero era nuestro pueblo, o así lo creíamos. Hubo cierta represión, no vamos a negarlo, mas, ello se tradujo en lo que añoramos tanto: el respeto entre nosotros, urbanidad y civismo.

En fin, acabamos evocando con cierta añoranza aquellos tiempos modestos, cuando las gentes eran más solidarias con quienes les necesitaran y prevalecía aquel respeto, en general, que no debiéramos confundir nunca con los miedos políticos, lo nuestro era un sentimiento natural que nacía en nosotros.

Celestino González Herreros

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12/9/12

¡AY DE AQUELLOS QUE NO SABEN AMAR!

Era la hora, ni un minuto más, para romper las cadenas de su encierro. Débiles eslabones que pudieron haberse roto mucho antes, pero... Siempre hubo un pero premonitorio: un momento reflexivo, confuso y cómplice de ese mismo silencio que tanto costó romperse. Pensemos que llegó ese instante en buena hora y ojalá que nadie se equivoque. Que aunque el sujeto en sí, siga indeciso y sienta miedos, más allá de tales expectativas, pareciera que fuera el camino quien pudiera aclarar las dudas, para ver mejor la complicidad evidente en el decisivo análisis a que fuera expuesta la situación... Quizás comenzó ya a sentir, cómo su sangre circula tranquila, cual torrente licuado por la misma ilusión... Paz interior, sosiego y clarividentes espectros en ese camino que habrá de transitar en adelante, más confiado.

Debe ser como cuando una hinóspita tormenta deja de amenazar y aparecen los primeros síntomas de bonanza y sonriera todo alrededor y comprobáramos que ya lo peor pasó y sólo cabe suponer que ha sido como un mal sueño del que despertamos ilesos.

Es la hora de decirse cuanto se quieren, que no sabrían soportar por más tiempo aquel injusto silencio. Que, con el devenir de los años, ya mayores, se sigan queriendo tanto, evidencia los motivos... Entre ellos, es necesario, desde ahora, compensar tales ausencias sufridas con algún gesto que ilusione y dé fuerzas para poder seguir viviendo amando. Una mirada cuando se encuentren, una sonrisa, un adiós si quiera, pero no ignorarse por más tiempo como si no se conocieran.

En realidad, la causa de tantos desencantos después de profundizar reflexivamente en el estado actual de las relaciones humanas; ver hacia atrás y comprobar cuanto habremos perdido; y las nuevas estructuras que se nos imponen, con imperativos dudosos, desde el punto de vista moral, estético y racional, da qué pensar. Los que ya son algo mayores se lamentan así.

Hay cosas que chocan con nuestros principios, las cuales jamás compartiremos. Somos peces de distintas especies nadando en turbias aguas de un mismo mar y enfrentándonos a la realidad de esta confusa vida

Un tanto desvalidos, si, frente al blanco papel... Como quién calca el dolor de alguien y escribe sus propias conclusiones en el momento y en el lugar de las circunstancias que nos rodean: sin echarle, del todo, las culpas al destino que nos haya tocado vivir, trato de despejar la incógnita que ellos no consiguen desisfrar, verles realizados en la vida.

Es el caso de aquellos que no aman y han de resignarse “cobardemente” fingiendo lo contrario. Algunos, con el tiempo, han conseguido adaptarse a ese cautiverio –ellos o ellas- e incluso, han muerto sin haber podido liberarse de su misma soledad También los hay, aquellos que viven un cruel calvario, sólo porque lo dicta un papel, sin saber el daño que se hacen y hacen a los demás, es el caso de las separaciones conyugales. Son temas diferentes que no caben en mis cálculos inmediatos.

Celestino González Herreros

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8/9/12

PLATICANDO A TRAVÉS DEL HILO TELEFÓNICO CON VENEZUELA

¡Haló! ¿Me escuchas bien? ¡OK!

¡Qué bueno que te hallo en tu casa! Espero, como es natural, que todos estén bien… Por acá no nos quejamos, aunque a veces nos exasperamos por una u otra razón. La vida, querida prima. Ustedes allá, donde dejé un trozo de mi corazón eternizando tantos gratos recuerdos; nosotros aquí, recreándonos de nuestro sol, de nuestro cielo, el azul nítido que proyecta su mansa luz sobre el mar que nos baña y arrastran tanta melancolía sus discretas olas hasta la arena negra y virtuosa de nuestra pequeña playa del muelle pesquero… Frente a ese endiosado mar, a mi derecha, viendo de soslayo la casona de la antigua casa de Aduanas, me resisto a mirarla. Parece que les viera asomadas en sus ventanas y balconadas, cuando vivían allí. ¡Qué delicia desde arriba sentir las caricias de las suaves brisas de la mar! ¡Aquel suave y constante murmullo también retozaba dentro de nuestro ser, era el mismo eco del tranquilo oleaje! El espacio se llenaba del grato aroma del aire yodado, tibio y salitroso que a la vez nos acariciaba discretamente. Aquellos ratos tan felices vividos en familia hoy hace algo más de medio siglo. Viendo, desde la ventana del ancho salón comedor, salir en la tarde las pequeñas embarcaciones en busca de las capturas necesarias para poder subsistir, ellos y sus familias. Eran suficientes aquellas demostraciones que revelaban el coraje de nuestra gente marinera, la limpieza de sus nobles pasiones. ¡El hombre y la mar que les llama!

Ya sé que no olvidas a nuestro Puerto de la Cruz y sus gentes, a tantos amigos y conocidos y aquel habitual y diario trajín. Entonces, cuando aún éramos jóvenes, mucho antes de emigrar, cada rincón del mismo representaba lo inexplicable, todo lugar u objete tenía un valor intrínseco, su propia historia y mil leyendas, era algo íntimo que agradaba visitar, o al menos transitarlo y con nostalgia. Al recordarlo hoy, revivimos aquellos momentos evocadores. A mí me parece que, en determinados momentos, hasta la brisa cuando acaricia es la misma de ayer, salitrosa y un suave sabor a algas… Es imposible olvidar todo aquello, desde nuestra párvula edad, sumidos en la inocente inspiración propia de la edad hasta nuestros días y aquellos de la adolescencia, dando vueltas alrededor de nuestra irrepetible Ñamera, en la Plaza del Charco, viendo llegar a calmar su sed los pájaros que anidaban en los verdes y hermosos Laureles de India y las esbeltas palmeras… Con todo ello alimentabamos nuestras frágiles ilusiones y nuestros espíritus se alegraban discrecionalmente. Dando vueltas, muchas vueltas alrededor de la pila, la Plaza constituía un inmenso espacio donde girando matábamos el tiempo deliciosamente. Todo era tan grande y a la vez tan pequeño… No dábamos tregua a nuestras fantasías, jamás pensábamos que llegaríamos a peinar nuestras plateadas canas, ni que íbamos a jugar de nuevo como si fuéramos niños, con nuestros queridos nietos que nos están obligando a seguir viviendo, que son nuestro aliento y no quisiéramos nunca separarnos de ellos.

Nuestras vidas, es cierto, han sufrido grandes e importantes transformaciones. Grandes tempestades hemos resistido y no pocas veces, hasta sentimos nuestras fuerzas renovarse y en medio de tantas lucha nunca nos hemos sentido completamente solos, jamás nos ha faltado la mano de Dios; y nuestra fe es sin duda alguna, lo que nos ayuda a ser fuertes. Como si en realidad fuéramos niños, en los momentos más difíciles, como cuando estábamos dando los primeros pasos. Sentimos que EL nos sujeta para que no nos dañemos al caer… ¡Como si lo de la edad fuera una utopía y no, una consecuencia de la misma existencia nuestra!

Si cierro los ojos, frente al mar, intuyo allá afuera los mechones prendidos y los petroma encendidos… Adivino los marinos faenando, soportando el frío de la noche en alta mar, sin otro pensamiento que sus familias, cuando sea el momento de llegar, y eso si la suerte les acompaña… para sentir el calor del hogar y estar con los suyos. Nuestra mente no es capaz de calcular el verdadero valor de esos hombres, ni cuáles son los riesgos que corren, ni los peligros que en todo momento les acechan… Tu difunto esposo, Felipe Hernández Hernández, que descansa en la Paz del Señor, hombre versado en el tema, siempre hablaba de ellos con verdadera elocuencia y entusiasmo. Como médico era muy querido en todo el Puerto de la Cruz y donde le llevaran sus pasos. Recuerdo que en Venezuela poco menos que lo adoraban por lo humano y censillo que siempre fue con todos., no sólo como médico, también como persona. ¡Doy fe de ello!..

Bueno, querida prima, en otra ocasión seré más explícito, hablando de nuestro terruño amado se me va el santo al Cielo y ni reparo en el tiempo. Hasta la próxima, cariños para todos y cuídense mucho.

Celestino González Herreros

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7/9/12

AL REGRESAR TODO AQUELLO FUE UNA FALSA QUIMERA

Nada extraño es que aquellos que vienen de cumplir sus reglamentarias vacaciones fuera de sus respectivas casas, les veamos con caras largas, ojerosos algunos y hasta demacrados y con expresión inconfundible de agotamiento. Ahora, los que tienen trabajo fijo, sólo pensar en que hay que currar y recuperar; y lo que es peor, con la zozobra de si lo mandan al paro dada las pésimas perspectivas de inseguridad laboral que reina acá, allá y en todas partes, viven asustados.

Menos dinero en los bolsillos, los estómagos revueltos, las juergas gozadas, el calor existente… La verdad, mejor se hubieran quedado en casa, en su pueblo natal, en torno a sus familiares y amigos, dándose unas escapaditas, de vez en cuando, a los lugares harto conocidos y visitados, lo nuestro.

Cada cual es dueño de hacer lo que le plazca, ¿quién soy yo para aconsejar a nadie? Hasta más delgados parece que viene y ojerosos…

Además, no está el horno para bollos. Y la crisis que estamos sufriendo no es cualquier cosa, ni lo que nos espera. Pero el hombre es así, ¡a como dé lugar!, no se priva de nada, aunque se pase el resto del año lamentándose y echándole la culpa de todos sus males a los políticos de turno.

Los campos de fútbol, las plazas de toros, los conciertos, los teatros, los cines, verbenas, etc., todo completo. ¿De dónde sale tanta gente? Además, esos desplazamientos en coche con las repetidas subidas del precio de la gasolina, las cervezas, los pinchitos y demás comidas, etc. ¿De dónde sacan el dinero? Así los políticos no se preocupan mientras a ellos no les falten sus jugosos sueldos; y se dan la vidota que les apetece. Ellos dirán que si el pueblo disfruta tanto, también tienen derecho a gozar lo suyo.

Todo es como una mera contradicción. Cerca de seis millones de parados y aquí no pasa nada. Los jubilados, algunos de ellos, toda la vida ahorrando lo que pudieron y ahora a mantener a sus familiares y ayudarles en todo, dinero para los toros, libros para el colegio, para la farmacia y los médicos, además de mantener los vicios de algunos familiares: alcohol, distintas drogas, hipotecas, multas… Los pobres viejos, que se pasaron el tiempo ahorrando para cubrir cualquiera emergencia que surgiera, ahora no les va a quedar ni para los gastos del entierro cuando mueran.

Claro, nos acostumbramos a vivir como si fuéramos ricos y ahora nos sentimos incómodos. Antes comprábamos en las ventitas, ahora en las grandes superficies, echando en el carrito un poco de todo hasta llegar a llenarlo. Como digo, viviendo mejor que los ricos y sin mirar hacia atrás.

Celestino González Herreros

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6/9/12

NUESTRO VALLE, PARAISO PERDIDO ENTRE BRUMAS

Entre brumas se yergue su cima verde, se evade buscando expandirse hacia el cielo; y sus costas, batidas por el ondulante oleaje, resisten sus ímpetus salvajes. Abajo se oye el murmullo de las olas, como un eco viril cuando muere la tarde. En nuestro afligido delirio sentimos renacer tantos recuerdos imperecederos...

¡Al Valle se lo han cargado, eso es evidente! Sus campos han sufrido, en las últimas décadas, un duro golpe de consecuencias irreversibles. Ya de poco sirve hacer tristes comentarios al respecto. ¡Oh Dios!, ni se inmutan al verle morir, sangrando las huellas de las crueles embestidas del acoso de las pesadas máquinas del mal llamado "progreso". Donde se dieron cita todos los encantos naturales de la Creación, con su singular fauna y su flora autóctona, exquisitas por sus múltiples y variadas especies, que versados y curiosos personajes nacionales y foráneos, estudiaron con fiel dedicación, sus extraordinarias cualidades naturales, para enriquecer sus experiencias científicas. Se le conocía, entonces, como: "Paraíso perdido entre brumas", exaltando nuestra exuberante vegetación, desde la risueña orilla atlántica hasta el hidalgo Teide y su entorno paisajístico, único por excelencia, bajo el cielo azul que nos custodia; y mirando al mar, las olas nos bañan. Surge desde la orilla oceánica hasta la negra arena. Luego la verde ladera, que se cubre, en momentos determinados, de espesas nubes, (panza de burra) masa densa y más opaca cuando oscurece el día en sus bellos atardeceres.

Desde su perspectiva paisajística, y pese al lamentable deterioro sufrido, aún podemos deleitarnos con rincones y panorámicas que nos facilitan la espectacular visión de aquellos quiméricos momentos de exaltación poética a través de esos vestigios encantadores, tan significativos, que dicen de sus bellezas lo que mis palabras no alcanzan a reflejar.

Recuerdo, siendo muchacho, cuando el campo olía a campo y nuestras playas al musgo fresco sobre la arena, de las algas fenecidas allí varadas. Los verdes peñascos de los bajíos resplandecían bajo el sol acariciador; aire salobre y yodado, todo olía a mar limpio.

¿Acaso, no echamos de menos aquellos caminos vecinales y atajos, cruzando plataneras, valle abajo, para llegar a Martiánez por la Paz y descender por el majestuoso acantilado, no sin antes beber el agua cristalina y fresca en la fuente?.. ¡Cómo estaban de flores en todos los bordes de las viejas carreteras de Tenerife! ¡Y cómo, de exuberante colorido las del Valle de La Orotava! ¿Por qué no es hoy todo así de igual? ¿Acaso el hombre se ha convertido en un ser insensible, apático y desordenado? ¡Qué lejos está aquella excepcional época, vital e irrepetible! Por más que nos tilden de románticos, aún quedamos nosotros para recordar aquella dimensión poética y sentimental de sus encantos naturales que nutrieron tantos sueños de amor y alimentaron la ilusión de nuestros antepasados. Entonces todo era tan distinto, y hasta las gentes fueron más sensibles. Compartían con la Naturaleza la bonanza de sus irresistibles encantos.


Celestino González Herreros

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5/9/12

AL HOMBRE LO HACEN LAS EXPERIENCIAS SUYAS

No siempre los ánimos han de estar alicaídos, empero, hay veces que sin pretenderlo, uno se va por derroteros menos incitadores que atraen al subconsciente y arruinan toda acción liberal, sentenciándonos a sufrir cualquier indeseable contrariedad. Nunca sabremos qué nos depara el destino y, ante la duda intuimos aquello que pensamos es mejor para nosotros, más no se puede pedir…Cuando renace la ilusión fulgura la luz que alumbra los recodos todos del camino y auguramos tiempos mejores y tras el sonriente trayecto nos vamos ilusionados, verdaderamente animosos.

Hoy es un día igual a los demás que con apego hemos vivido… Sólo que esa intuición que tan discretamente presentimos nos alienta considerablemente. Aunque todo lo que aspiramos no vaya a ser para nosotros, los sufridos ciudadanos de tantas tropelías en infortunados momentos; la diana fácil, sabemos movernos para que no nos alcancen los crueles dardos de la incomprensión.

Una vez leí, no recuerdo dónde ni cuando, que las batallas no cuentan, comienzan y se acaban, más siguen repitiéndose hasta que llega la verdadera guerra, la inevitable. Y esa es más cruda, pero termina antes y deja a cada cual en su sitio. Y, consecuentemente, se realizan cambios importantes, los mejores; y el entusiasmo renace, revive la pasión y se comienza desde cero, sin aspavientos inútiles, con lógica y aquel deseo de hallar las simientes de una vida mejor, un horizonte más claro y esperanzador. Entonces nace el verdadero deseo del trabajador, emplear sus brazos… Todo para que no retrocedamos y no volvamos a fracasar.

Celestino González Herreros

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4/9/12

LA GUINDA QUEBRANTADA HA CAÍDO Y SE HA PERDIDO

El año tan seco que hemos vivido hasta el presente ha dado origen a desastres incalculables en todos los sentidos: montes arrasados por las llamas, en algunas de nuestras playas la presencia de agua vivas (medusas), en los campos agrícolas las distintas plagas, alergias, enfermedades respiratorias, coronarias, económicas, etc. Crisis, más crisis, a fin de cuentas… Y no hablemos de tijerazos y recortes, ni que los españoles y canarios, seamos de tejidos textil para tanto tijeretear… A ver el verdadero destino de esos recortes excedentes de nuestros dineros recortados. ¡A dónde irán!.. Lo verdaderamente preocupante es que los sastrones, con estos inclementes y calurosos días, no se cansen de tanto cercenar el tejido de nuestro zaherido perfil humano.

¿Será verdad que el gobierno actual español, en muy breve tiempo nos sacará de esta diabólica crisis, con su sistema eminentemente austero y perseverante, inflexible y dominante? Me recuerda a la gran personalidad de Einstein cuando se miraba al espejo. Pienso que ni él mismo se lo cree, y que esté surtiendo las despensas de sus casas, por si las moscas…

Nadie se cree ya que, políticamente, este país salga adelante, la guinda quebrantada ha caído y se ha perdido. Las mejores oportunidades nunca se repiten. Y las grandes batallas no se ganan humillando a los hombres, desnudándoles en campo abierto ante sus propios adversarios. Vendiendo la piel del carnero sin antes haberlo cazado. Este país se arregla concensuando todas las fuerzas políticas, trabajando todos (cada cual en lo suyo) y pujando en el mismo sentido. Por supuesto, fabricando cárceles o ampliando las que ya tenemos, para encerrar a tantos sinvergüenzas que andan sueltos, corruptos sin rostros y matones a sueldo.

No es necesario un Golpe de Estado, con los que tenemos hasta nos sobran para hacer un buen equipo. Claro, antes habría que hacer una minuciosa limpia. Y como he dicho, a trabajar todos, en lo que sea, que hay necesidades muy perentorias, hay que contribuir a la Seguridad Social, por ejemplo, para salvar las PENSIONES, que son las que están dando de comer a tantas familias empobrecidas, sin casas donde vivir, por que se las quitaron vilmente. Sin trabajo, porque los recortes sufridos arruinaron ciento de miles de empresas que antes lo daban. Hasta para comprar el material escolar, muchos viejos jubilados, tienen que ayudar a los suyos.

Repito, si no nos unimos, seguiremos siempre igual. La izquierda contra la derecha y viceversa y los pueblos hundiéndose en la miseria. Es lo que hay, lamentablemente. ¡Da verdadera pena!

A otra cosa, mariposa. Muy oportuno, para reafirmar nuestra preocupación respecto a los inocentes perritos, ha sido el artículo que he leído en el Periódico El Día (domingo 2 de septiembre de 2.012) cuyo encabezamiento dice así: LA PLAZA DE LA VERDELLADA DOCE HORAS>

Después de estudiar las posibles causas de dicho problema de Salud Pública, llegaron a deducir que el mal ha sido originado por la orina de los perros. Lo vengo advirtiendo en varias ocasiones, respecto a nuestras plazas públicas, muy particularmente la de la Iglesia de Nuestra Sra. de Los Dolores en San Felipe – El Tejar, donde los mismos vecinos llevan a sus canes para que se desahoguen…

Espero no tengamos que sufrir los mismos daños que estuvo padeciendo esa zona de La Laguna; y que traten de hacer algo positivo nuestras autoridades sanitarias en la mencionada plaza y el resto del vecindario. Como dice el refrán: Vele más prevenir que curar, que las picadas o ponzoña de las pulgas a humanos, a veces pueden producir desenlaces fatales.

Queridos lectores, lo digo sin ánimo de alarmarles. El que avisa no es traidor. El zotal es el fármaco más antiguo y a la vez el más eficiente remedio para acabar con las pulgas; y no es tan caro, pero no lo tenga al alcance de los niños Así pues, echémosle zotal…

Contra los políticos y peces gordos de la corrupción, hasta el momento no se había inventado nada, hay si, algo, pero aún no ha salido al mercado. Estemos atentos. De momento, para ganar tiempo, vayamos fichándoles a todos ellos.

Celestino González Herreros

http://www.celestinogh.blogspot.com

celestinogh@teleline.es

1/9/12

MEMORABLE PASADO DE LA FUENTE DE MARTIÁNEZ

Gigantesca protuberancia de la corteza terrestre, característica y constante, simbólica de nuestro pueblo, hoy herbazal y dormido lecho de un hermoso pasado. Piedra blanda agrietada por la erosión del tiempo, presentando sus desiguales oquedales a todo lo largo de su imagen frontal y en su declive espectacular, cavernoso y plisado desde la zona alta del montículo, lo que hoy se llama Urbanización La Paz, moderno enclave turístico y que antes fuera un hermoso platanar salpicado de vetustas viviendas campestres distribuidas en medianas que habitaban la gente obrera y campesinos del lugar, y en puntos destacados de la verde llanura de cultivos, algunas familias propietarias de los señalados latifundios de belleza incomparable e intrincados caminos que conducían a la Playa de Martiánez, bajando por La Fuente que lleva el mismo nombre.

Entonces era uno de los lugares más bello y atractivo del Puerto de la Cruz, así mismo, productivo desde el punto de vista agrícola. Hasta hace más de medio siglo, aproximadamente, era un vergel de frutales en la parte alta, que se escurrían igualmente deslizándose por la accidentada ladera hacia el mar. Aún recuerdo ir a "robar" higos de leche y de tuneras, moras, uvas, etc., con el pretexto de buscar hojas de moreras para alimentar a los gusanos de seda que criábamos, cada cual en sus respectivas casas, como una herencia de nuestros antepasados que ya tenían la misma afición. Hubo familias que colectaban los capullos vacíos, después de salir el títere para sufrir la correspondiente metamorfosis y convertirse en nerviosa y blanca mariposa. La funda o capullo se destinaba, como ya todos sabemos, para la elaboración oportuna de la seda natural. Curiosamente, aún permanecen en pie algunos de esos árboles y las palmeras datileras; acabo de verlos, y parte del extenso cañaveral a unos metros de distancia tan sólo.

A mi mente acuden recuerdos de la infancia, oteando hacia arriba con melancólica intuición, me pareció ver correr por las difíciles veredas a un muchacho de unos diez años de edad, con las hojas del moral bajo el brazo y con las manos sueltas por si daba un resbalón; y poder agarrarme al grueso tronco de la higuera... Y deteniendo la mirada en los deliciosos frutos me preguntaba: ¿quién se va a casa sin coger algunos y comerlos allí mismo aunque estuvieran calientes?

Abajo están los acantilados, de consistencia basáltica e inmovibles, donde la mar embiste obstinadamente, golpeándose con furia contra sus pronunciadas aristas de color negruzco con influencias del verde reflejado del soberbio entorno, cuando no, las otras rocas menos escarpadas de aparentes redondez y pronunciadas protuberancias que se muestran alisadas por las caricias de las menos inclementes, más suaves mareas de eternos arrumacos bajo la luz de la Luna en las idílicas noches marineras...

Actualmente se ha construido un túnel que serpentea parte de la costa hacia el oriente, que, desde Martiánez enlaza con la autovía del este y sirve de desahogo al impresionante tráfico rodado que entra y sale diariamente a la ciudad, descongestionando la circulación vía Las Arenas. Es el progreso de los pueblos en los tiempos que corremos, somos capaces de mutilar un bello entorno solo por dar salida a las soluciones de imperiosos problemas. Y hemos de reconocer que no todo está mal hecho, en cambio a ojos vista, veces hemos sentido el rubor de vergüenza ajena, cuando las cosas no están bien hechas, las palabras sobran para aclarar temas por todos conocidos y que entristecen sobremanera.

Orientándonos desde donde estoy, todo esto eran plataneras, tanto en La Paz como en toda la zona de Martiánez, a un lado y otro del barranco hasta el comienzo de la Calzada que conduce al Tope. Desde allí seguían las hermosas plantaciones Valle arriba buscando las laderas subsiguientes y la cumbre, donde ya cambiaba la vegetación en los verdes pinares de incomparable belleza.

¿Quién no recuerda el paseo que nos traía y llevaba hasta la playa desde La Paz y la obligada parada en mitad del sendero para tomar agua limpia y fresca directamente en la Fuente?

El chorro de la atractiva y transparente agua, tenía a su alrededor la compañía de los verdes culantrillos y abundantes colonias de frescos berros, todos ellos diseminados en la húmeda sombra proyectada de la abultada protuberancia basáltica de la majestuosa roca y desde donde pendían variadas plantas trepadoras y hierbajos, junto a los berodes y los rizados helechos. Hasta ella iban a beber y zambullirse las aves de transito y las que habitaban ese tranquilo lugar, dándoles al ambiente un melodioso acento de ilusión y fantasía. Al fresco de tan delicioso paraje se acercaban en busca de su silencio, a refugiarse en sus excelencias naturales, los amantes de "la paz" espiritual y hallaban el consuelo que buscaban... Todo aquello era como un idílico santuario de recogimiento, transportación... y descanso, por el que también ha pasado el tiempo y ha dejado impresa su lastimera huella devastadora y cruel.

Otro atractivo más de esa familiar y augusta roca lo constituían sus cuevas, cavernas con una realidad histórica, aunque algunas veces inspiraron no pocas leyendas de guanches y donde aparecían restos humanos y utensilios que presuntamente usaron los habitantes de las mismas. Y las cuevas de las palomas, donde se refugiaban cantidad ingente de aves de especies diferentes, y las que predominaban eran las palomas salvajes. Últimamente, algunas domesticas se unían al grupo autóctono y allí se quedaban para siempre. Recuerdo la exótica estampa de las tuneras, taginastes y los cardones y la presencia alegre de la alpispa, los mirlos y los tabobos, que de un lado a otro volaban picoteando la aromática y madura fruta que por doquiera hallaban. Era uno de los lugares ecológicos más atractivo, que poseía nuestra costa norteña.

Desde el arcaico y típico paseo de Las Palmeras, próximo a la majestuosa peña, por la sugestiva atracción de su belleza, es otro entrañable lugar de nuestro Puerto digno de mención, y desde ese emplazamiento excepcional, si miramos hacia la admirable roca nos obliga a pensar: ¿Por qué querrán ocultar tanta belleza? Se ha construido indiscriminadamente, arriba urbanizaciones y sobre el barranco, en ese paradisiaco lugar y su entorno, algunas infraestructuras, hasta el punto de que pronto tengamos que asomarnos de puntillas para poder ver algo de lo poco que aún queda. Y si no se ha destrozado por completo, es por lo accidentada de su vertiente, no hay otra razón válida; y esa elegante pared natural de tierra y piedra, permanecerá así hasta cuando Dios quiera. En ella se dan cita, aún y a pesar de su lamentable abandono, nuestra flora autóctona que el hombre no sembró, fueron los vientos alisios y las suaves brisas de nuestro Atlántico quienes trajeron las semillas inmigradas, así como las aves y las aguas de otros Continentes. También los barrancos, desde las altas cordilleras de nuestra geografía tinerfeña, a cuyos márgenes afluyeron las desbordadas aguas, hasta el final de sus desordenados recorridos que fueron dejando a su loco albedrío la fecunda simiente que a nuestros pueblos ha dado siempre su encanto ecológico y tradicional.

¿Cómo no voy a sentirme atribulado en la mañana de hoy, al asomarme en la ventana desde donde estoy y ver el paisaje, antes insólito, por sus bellos atractivos y lo que fuera una realidad ensoñadora, inigualable, convertida en una pobre cosa que está ahí tratando de señalar su patética suerte? Con su agónica presencia, sabiendo cual será el destino de lo poco que nos queda, aunque no muera su pasado, porque estará siempre en el recuerdo mientras el hombre viva cautivado de tanto embeleso.

Es más bella la ladera desde Martiánez en toda su extensión hasta que se nos pierde de vista en dirección opuesta; realmente, cuando he bajado a la playa, para verle mejor, he comprobado que me he quedado corto en mis manifestaciones poéticas al describirla. Habría que empezar de nuevo... Habría que tener una sensibilidad especial, tendría que escoger las palabras y buscar la más elocuentes, que dudo estén a mi alcance. Tendría que emborracharme de ternuras e implicar a mi alma, y delirar enloquecido de entusiasmo por sus exóticas veredas, sin turbar la paz que le rodea ni alterar su maravillosa imagen... ¡Habría que soñar despierto!

Desde la arena, viéndole con reverente pasión, me dominan sus profusos atractivos, hay en todo ello mucho esplendor todavía. Hasta donde mi cansada vista me permite ver, le contemplo cada vez más extasiado, como si hubiera de improviso renacido todo lo que echaba de menos, para calmar mi desazón: cual aurora refulgente diseñada por la mano omnisciente de nuestro Creador... Así se advierte en mi voraz contemplación...

Publicado en el Periódico EL DÍA

Fecha: 31.08.12 S/C de Tenerife

Celestino González Herreros

http://www.celestinogh.blogspot.com

celestinogh@teleline.es