LOS
EXTRAÑOS IMPULSOS PSÍQUICOS EN LA SENDA VIRTUAL DE LA VIDA
Suceden tantas cosas inesperadas en el presuroso
transito de la vida, que ni imaginarlas, ni sospechar que pudiera sucedernos
así, y si llegamos a viejos nos asombramos de que nos haya sucedido. Bueno o
malo, pero pareciera que sucedió aquella vez… A veces viviendo algún momento
determinado creemos que esa misma experiencia antes ya la hemos vivido, hasta
el mismo escenario, las mismas voces y palabras, la misma sensación de
impotencia, exactamente, sin dudar si es cierto o no esa duplicidad de hechos y
circunstancias. Mas, mantenemos la creencia de que una vez ya vivimos esa
extraña experiencia.
Un amigo me decía, un día
cualquiera, que a su encantadora esposa ya la había tratado antes, e incluso
cortejado cuando eran muchachos, que llegó a practicar juegos infantiles en ese
lapso de tiempo, en otra época muy lejana. Dice que ella lo niega y él insiste,
pero al parecer todo quedó en nada. Son felices, pero él sigue insistiendo: ¡La
conocí antes! Ello no es que confirme la posibilidad de que todo resulte ser
una utopía, una falsa intuición, un desliz de la mente más que de la
conciencia. Yo también insisto de que hay circunstancias que se repiten en el
devenir del tiempo, que nunca dañan,
sólo confunden. Sin embargo nunca ocurre eso en las personas de edades
avanzadas, ocurre en aquella época de las románticas nostalgias, de las
fantasías, la infancia y hasta en nuestra juventud.
Creemos haber alcanzado algo
que apenas ni lo hemos tocado por su ligera y extrema difusión, e irrealizable.
Y todo queda como en los sueños, bajo la segura lápida del tiempo, cuyo peso
garantiza su estática inmovilidad. Todo queda ahí, sepultado en el destierro de
lo irreal.
El amigo no quiere razonar, ni
conmigo ni con sí mismo, cree que la conoció antes de declararle su gran amor.
Y nunca debiera extrañarnos que nos ocurra ese fenómeno psicológico, posiblemente,
que nos parezca que lo que estamos experimentando ya antes lo hemos vivido, sin
que existan pruebas delatoras que lo ratifiquen, sólo los impulsos mentales que
forman la maraña de esos acontecimientos repetitivos que creemos casi
fielmente, lo que en esta ocasión ya hemos vivido.
Nuestro presente no está
exento de esos desfases y con suerte no le damos la importancia que creyeran
los duendes de nuestra imaginación. Son como nubes tan frágiles, como el mismo
tiempo. Burbujas que en el aire se sostienen haladas por las suaves brisas del
subconsciente.
Celestino González Herreros
celestinogh@teleline.es
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