19/9/12

GENERAL TURBULENCIA EN LAS INSTANCIAS FINANCIERAS

La situación económica mundial aconseja austeridad y no dejarse vencer ante las posibles restricciones que tengamos que hacer del gasto superfluo.

Como he dicho y repetido varias veces en anteriores escritos, estábamos viviendo un tanto alocados, en el sentido de que gastábamos a mano abierta. Como si a todos nos sobrara el dinero y pudiéramos seguir viviendo a lo grande, sin reparo alguno. Hace tiempo que me he percatado de ello, se veía venir el golpe financiero, pero nadie se preocupó y si alguien se enteró antes, para no pecar de alarmista, se contuvo y dejó transcurrir la vertiginosa influencia del tiempo en espera de los acontecimientos y consiguientes temores. Mas, tampoco es que vayamos a sucumbir en la miseria. Pasarán unos siete o diez años para que se estabilice la situación. ¿Qué hay que hacer mientras tanto? Recortar gastos los más posibles, ser juicioso a la hora de gastar, evitar los excesos y no salirse del presupuesto, por si podemos ahorrar para épocas peores si vinieran entonces.

Los tipos de intereses bajarán gradualmente, otra vez volverán a subir, como la gasolina. Asimismo, otras cosas más o menos importantes, pero si buscamos el equilibrio financiero habrá balances positivos o en si, menos dramáticos. Así pues, retrocedamos un poco y volvamos a épocas no tan lejanas, controlemos la cesta de la compra, vayamos a lo elemental, lo prioritario y estudiemos las ofertas y rebajas, que aunque muchas veces sean un engaño, también es cierto que hay ocasiones buenas.

Consumamos los frutos, hortalizas y verduras que sean del tiempo y según estén más baratas. Prescindir de las chucherías viciosas que venden las grandes superficies y por supuesto beber y fumar menos o dejarlo a un lado... Y en las fiestas de los pueblos y ciudades no quemar tanto dinero en pijaditas, fuegos artificiales y otras tonterías más. Y no olvidar a los que tienen menos, seamos solidarios con ellos de la forma que nuestras posibilidades nos lo permitan.

No pasa nada, sólo hay que ser más cuerdos, épocas más difíciles hemos superado, verdaderos desastres, y aquí estamos. Que no hay mal que dure cien años…

Eso si, acostumbrémonos a ser un poco más humildes y menos derrochadores, que si el vecino no quiere, allá ellos, es cuestión de educación cívica y sentido común, no lo confundamos con aquello de la sumisión. Volveremos a sacar la cabeza del agua y veremos más adelante la bonanza que hasta hoy hemos vivido. Repito, que es necesario cuidar los impulsos negativos y acomodarse a la realidad, sin buscar culpables donde no los hay, es universal el mal que se nos avecina.

Lo triste es, lo que uno oye o lee en los distintos medios de comunicación. Dicen que posiblemente haya recortes de las Pensiones, según se decida en el Parlamento… Los precios de las viviendas… La gasolina… Los alimentos, etc. Eso es muy preocupante.

Los parados cobrarán durante el tiempo que está estipulado, e irán aprovechando, soterradamente, los cancamitos que vayan surgiendo…La mano de obra se desvalorizará. De todas formas el que quiera o necesite trabajar nunca dirá que no al que le ofrezca algo convencional. Los ociosos, como siempre, vivirán del cuento, dando sablazos y lo que se tercie. Habrá más delincuencia, claro está.

Los que lo van a pasar peor son aquellos que pidieron préstamos bancarios, las hipotecas, medicinas de tratamientos prolongados… Tendrán que hacer muchos números para poder llegar a fin de mes. Me imagino que los viejitos jubilados con los recortes anunciados, tendrán que acoger a sus hijos y nietos, muchos de ellos, para que no lo pasen tan mal. Entre unos y otros, se ayudarán mutuamente, siempre que sean hijos consecuentes que no agraven la situación.

Hasta en las Iglesias se va a notar, créanme.

Los coches comprados a plazos con préstamos bancarios van a ser un desastre.

Es lo que yo digo, las gentes se lanzaron a comprar lo mejor para perderlo todo ahora. Tampoco va a pasar nada. Vivimos un par de décadas como potentados y ahora que nos quiten lo bailado.

La Medicina particular o “privada” y sus portentosas clínicas, con tantos médicos que hay, también lo van a notar y la medicina pública no va a tener tiempo necesario, ni modo, para atender a tantas gentes, no sólo a los de aquí, también a los foráneos. Volverán los virus a pulular.

Habrá que cambiar el coche por la bicicleta o por el burro si se abarata el pienso.

Celestino González Herreros

http://www.celestinogh.blogspot.com

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