4/12/11

CUANDO LAS VOCES SE ENCUENTRAN…

Esa voz que, a veces, escuchamos en el subconsciente, no es otra que la voz de nuestra conciencia; y, que tire la primera piedra aquel que alguna vez no haya sido un inconciente. De nada valen los buenos propósitos si no los practicamos y en ello se nos va el tiempo y las mejores oportunidades que nos dieran la paz que supone haber vencido la abulia de nuestras indecisiones ante la evidencia… No mirar de frente los problemas comunes, que son también nuestros problemas, no querer escuchar… Sólo ver de soslayo aquellos problemas de nuestra comunidad, de la Sociedad que compartimos y luego buscar salirse por la tangente, huir por la puerta trasera para evadirse… No querer saber qué está ocurriendo en realidad a nuestro alrededor. Y la voz de nuestra conciencia, ¿acaso no es más impertinente recordándonos siempre, reprochándonos nuestra decidía e irresponsabilidad, inherente, respecto a las verdaderas obligaciones ante los compromisos adquiridos que seguramente no hemos llegado a cumplir… A eso se le llama cargos de conciencia, máxime, cuando estamos viviendo los efectos generados en nuestros semejantes: su indefensión.

Que nadie se sienta, directa o indirectamente, aludido por mis espontáneas palabras, mis alusiones son expresadas sin dobles sentidos para cada uno de nosotros. Yo también me incluyo, ¿acaso no soy mortal? Si fuéramos más solidarios algo haríamos en favor de los más necesitados, aquellos que no tienen… y que tal vez, llegaran a conformarse, necesariamente, hasta con lo que nos sobra. Pongo por ejemplo, que si cayéramos en desgracia, si, cualquiera de nosotros, ¿verdad que nos gustaría que nuestras primeras necesidades, alguna ONG, piadosamente dispusieran ayudarnos, con los recursos que fueran, y paliaran en parte aquellas deficiencias nuestras, las que no podríamos atender por las posibles razones que hubieran?

Estamos poniéndonos a la altura de los más necesitados, y esa es la verdadera razón de mis sensibles argumentos.

Ayudemos, pues, concientemente, a quienes nos necesitan, busquemos la manera, hagámoslo de la forma que sea lo más racional posible y con la premura que las circunstancias exigen; y que haya posibilidades de poder ayudarles…

Acudamos, piadosamente, a donde nos están necesitando… Sabemos como hacerlo, porque siempre hemos sido solidarios con los que nos han necesitado y jamás hemos pedido nada a cambio, sólo DIOS lo sabe, sólo EL, si, nos compensará con ese alivio que sentimos, esa paz espiritual en nuestra conciencia, que, hasta, a veces, hemos llegado alegrarnos y a sentirnos mejor nuevamente.

Celestino González Herreros

http://www.celestinogh.blogspot.com

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