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Todo es posible en esta vida, pero, que no cunda el pánico, ni permitan que las circunstancias que nos está dado vivir, nos venzan y enferme nuestro espíritu. Ya he dicho en anteriores ocasiones, que crisis peores hemos vencido y acostumbrados como estamos a estos vendavales, ya no les tememos, ni nos asuntan tantos contratiempos seguidos. Ya he dicho, peores problemas han habido y es posible que vuelvan… Ahora bien, es necesario que dosifiquemos nuestros ánimos y esfuerzos, para no desfallecer antes de llegar a la meta. Lo importante –modestamente pienso yo- es, no perder las formas, seguir en la brecha, manteniéndonos firmes en nuestros propósitos, que si no vivimos tan bien como hace poco tiempo, es por lo que es, hemos de pensar que nada es lo que parece. Hay que seguir, cada cual en sus respectivos puestos de trabajo, atendiéndolos cada vez mejor, sin desánimo alguno, ya que vendrán tiempos mejores, como los de antes y con la sabia experiencia de hoy, recordemos cuando creíamos que todos éramos iguales, que podíamos permitirnos las licencias de los verdaderamente ricos, porque no teníamos tanto. Aquello fue una utopía, fantasías arrabaleras, sueños y los sueños, ya sabemos, sueños son. Que si no gastamos tanto, gastaremos menos y viviremos mejor.
No son los verdaderos culpables de nuestros pesares, todos aquellos en los cuales pensamos. Algo tendrán de culpa algunos de ellos, pero refiriéndonos a nuestros políticos no podemos medirlos a todos por el mismo rasero. Habrá de todo, eso es indudable y de hecho, muchos culpables, pero, ¿y nosotros qué papel estamos jugando en todos estos desaguisados, en tantos fracasos y desafortunados desaciertos?
Los pueblos tienen aquello que se merecen, son sus vecinos los que han elegido a los políticos que están gobernándoles. Y hablando de los políticos, ¿todos están preparados para llevar las áreas que les corresponden trabajar? ¿Están capacitados para resolver tantos problemas a la vista? Habrá algunos que si, pero en cambio, otros quienes ni se enteran… He ahí el factor preocupante, la causa de una mala gestión municipal y por ende, la fisura que al crecer destruye toda posibilidad de éxito de una opción política.
Pero ahora bien, dado que no es como antes, el tiempo es quien marca las pautas a seguir. Se casan las opciones políticas, miren si es diferente, que ya se casa la derecha con la izquierda, o visiversa, que es lo mismo. Así pues, vamos a votar por los nuestros y estos se casan con nuestros contrarios. ¡Qué contrariedad! ¿Cuál papel estaríamos jugando los votantes, de qué sirve ser de un color u otro, si después ellos hacen lo que creen qué es aquello que más les conviene? ¡El ardid de las conveniencias! Claro, que aquí lo que se busca son las mayorías para “hacer y deshacer” respecto a sus cónyuges que siempre van a estar contentos. Y las verdaderas minorías, ¿acaso tendrán fuerzas suficientes para corregir las malas acciones? Nada de nada.
Verdad, es decepcionante. Las gentes en la calle se preguntan: ¿Y para qué vamos a votar? ¿Vale la pena molestarse, hacer cola, haga frío o haga calor, para que después cocinen ellos su guiso; y los grandiosos problemas y necesidades sigan donde mismo y creciendo a pasos agigantados, latentes, sin solución alguna? La falaz excusa es que no hay dinero disponible, que los que salieron dejaron limpias las arcas, que había que empezar de nuevo. Que los Bancos no les dan lo que es suyo también, en previsión de males peores. Lo que creo que es muy cierto, es que, las pastillas de los frenos están gastadas y habría que cambiarlas por unas nuevas.
No se preocupen, parece que nuestros imaginarios horizontes, algunos se van aclarando, parece que hay voluntad política soterrada, esperando la ocasión que les permita “identificarse” y que los grandes partidos políticos lo están pensando mejor. Hay temores, que no son sólo fundados, El matrimonio político no es que sea para siempre, si una de las dos partes muere. Entonces, el otro se hace con el poder sin problemas. Así están hechas las reformas afines. La verdad es que les compadezco, por que el pueblo ha despertado, hace tiempo, sólo que ha estado aletargado, esperando (¿?) inteligentemente.
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Celestino González Herreros
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