La forma de entender el progreso, tan cuidadosamente, fue quizás, el principal eslabón de la pesada cadena de nuestros éxitos económicos y sociales. Navegábamos rumbo fijo hacia el verdadero progreso, el definitivo de nuestra economía social y todo aquel que participó, contento de haber contribuido, decididamente, a mejorar nuestra antigua y medio precaria situación. Pero nada nuevo, la vida no es siempre como uno quiere y nada es imperecedero. Mas, lo enérgico y perseverante de los inesperados abatares lo han cambiado todo, ha transformado hasta los rumbos, las fuerzas merman y nunca las situaciones son las mismas, aunque hayamos superado crisis más inclementes, la de la pos guerra incívica española, por puro ejemplo, cuando éramos mucho más jóvenes y nuestros veleros cruzaban los mares cargados de seres humanos buscando un medio de vida mejor…
Cordura, señores y señoras, sólo abrir los ojos para ver mejor, no esperar ver arder las barbas del vecino.
Queramos o no, inexcusablemente, dependemos de la voluntad de los políticos españoles, a fin de cuenta, somos una finca de ellos y a callar dicen. Pero, no lo van a conseguir, también tenemos nuestros derechos, así como ellos siempre nos han exigido tantos y tantos deberes.
¿Quienes están en contra de eso, que se nos respete nuestra verdadera voluntad, díganmelo? ¿Y por qué? Todo tiene una razón y la consecuente e intrínseca responsabilidad.
Mi punto de vista jamás fue subversivo, mis palabras sólo apelan a la justicia y por ende a la razón. Eso es hasta meritorio, donde tantos años, siglos, venimos callando por no herir conceptos patrióticos, mientras que en el Senado nadie se interesa por nuestra difícil situación. Ni nuestros propios políticos dan muestras de ello.
Celestino González Herreros
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