(CON LO POCO QUE TENÍAMOS CAUTIVABAMOS, NO ERA NECESARIO AMBICIONAR MAS)
Hablando con unos conocidos del Puerto de la Cruz, de todo un poco, lo cotidiano, también surgió el tema de la política, como no podía ser de otra forma. Con inevitable nostalgia comenzamos discutiendo la odisea sufrida por aquel, nuestro Puerto… El carismático y viejo pueblo que nos vio nacer, donde dimos nuestros primeros pasos y acabamos queriéndole y respetando las cosas suyas, para que después lo perdiéramos casi todo, cuando nos recreábamos ilusionados por ser como era…
Comenzamos hablando de los abundantes tarajales, su presencia en todo nuestro litoral, quebradas y no pocos paseos, cuya presencia engalanaba los enternecedores perfiles de nuestros exóticos rincones. Y aquellos bajíos, que desaparecieron, claro está, pensando en el futuro inmediato, cuando comenzó el éxodo migratorio turístico.
Entonces, con buenos ojos, era de suponer, procedieron a ensanchar nuestro reducido perímetro urbano, destrozando todo cuanto supusiera un obstáculo para poder lograr el ensanche y acomodo del pueblo viejo, metiendo las pesadas máquinas del inoportuno progreso donde hubiera agricultura; y derribaron tantas viejas casonas, nuestras playas, paseos marítimos, etc. Había que cambiarlo todo y así borraron nuestros típicos encantos urbanísticos. Hubo un afán de locura y pingues beneficios agenciaron algunos… Cada cual opinaba a su aire y con estrecha imaginación. Nunca hubo tantos “técnicos” como en esa época que nos tocó vivir en Puerto de la Cruz. Quisieron y lo lograron, hacer de un tranquilo pueblito una polémica ciudad turística, pero a fin de cuenta, la primera ciudad turística de Canarias y parte de la España peninsular y demás regiones periféricas de ultramar… Eso si.
Total, ¿Qué ha sido de tan monumental entramado político y urbanístico? Que muchos se hicieron ricos, se mandaron a mudar con los dineros y si te vi no me acuerdo. Hoy está decadente, ruinoso e impresentable. Acabaron con aquel pueblo agrícola y eminente cobijo marinero. Y con sus más importantes atractivos universales. Destruyeron aquellos lugares y posiciones que tanto entusiasmaron a nuestros primeros visitantes, hace más o menos siglo y medio, que en realidad fueron los primeros que descubrieron a través de sus repetidas incursiones científicas, este encantador lugar, como el más bello y hermoso enclave natural… Aquellos historiadores, hombres y mujeres de mentes preclaras, botánicos y clásicos observadores, como el erudito Humbold, por ejemplo, quedaron prendados, según cuentan las doradas páginas de nuestra explícita historia local, cuya fama ha sido extendido por el mundo entero. Tantas famosas eminencias ratificaron las propiedades curativas de nuestro clima, ciertas y determinadas aguas y plantas con propiedades medicinales…
El Valle de la Orotava era un indiscutible vergel, todo el, donde su fértil tierra daba los más exquisitos frutos y demás alimentos capaces de abastecernos abundantemente. Nuestro envidiable clima fue siempre idóneo para enfermos crónico y convalecientes, muchos de los cuales, llegaban de allende los mares, principalmente de Inglaterra y Portugal, verdaderos admiradores de nuestras naturales cualidades climáticas e insuperable cielo, desde tiempos memorables. La historia no miente, particularmente la nuestra, podemos presumir de aquellas estampas, de aquel pasado irrepetible y en un territorio tan reducido y a la vez tan grande y hermoso, si consideramos sus abundantes opciones recreativas y su incalculable exotismo.
Con aquel Puerto de la Cruz, aquel místico y romántico lugar, hubiéramos ganado más prestigio y permanencia, de haberlo respetado y nunca lo que hicieron con el.
Celestino González Herreros
http://www.celestinigh.blogspot.com
celestinogh@teleline.es
Publicado en el Periódico EL DÍA con fecha 31.08.2.011
No hay comentarios:
Publicar un comentario