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Dando vueltas y más vueltas en la Plaza del Charco para hacer algo de ejercicio físico se tornó en actividad mental solapada de los más gratos recuerdos. Casi no me di cuenta del tiempo que transcurría, como en mis años mozos; y mientras observaba muy detenidamente ese amado y representativo entorno portuense donde la memoria aflora con persistente ternura, inevitablemente retornamos a nuestro sentimental pasado. Cada palmera, cada árbol, aquellos bancos de piedra y los de madera de hoy, la pila central de la plaza y su legendaria ñamera… No sé si todos esos sentimentales elementos me hacen más viejo o rejuvenezco, lo cierto es que revivo mi primera juventud y como es natural, uno llega a emocionarse en esos determinados momentos.
Ahora la Plaza está muy distinta, todo ha cambiado y uno mismo, que ya no tenemos las mismas ilusiones, ni las gentes son los mismos. Apenas hallamos personas conocidas, sólo turistas, por suerte para todos.
En los gruesos troncos de los hermosos Laureles de India, descubrí, y a simple vista, un corazón y un nombre de mujer esculpido en su vieja corteza. Deduzco que por las señales y la altura del grabado, esa amorosa señal se ha perpetuado con el tiempo y allí está, ya lejos del alcance de la mano agresiva del hombre, pues es difícil alcanzarle. Y me pregunto: ¿No sería yo el que lo hizo? Repasé el nombre de las amigas de entonces y no recuerdo que fuera de alguna de ellas. Lo cierto es que, más de sesenta años debe tener esa inscripción… Son detalles muy emotivos que evidentemente corroboran mis sensibles motivaciones. Ahora, siempre que paso por allí, por aquel árbol idealizado, testigo solitario de algún gran amor, en silencio le saludo y brindo por ellos y aquel bello nombre de mujer.
También me entretuve viendo a las personas mayores, inocentemente, echándoles migajas de alimentos a las aves que allí pululan, que aquel es su cuartel, y que tanto abundan y tanta hambre pasan. Por momentos y deseché el triste pensamiento, al pensar cuántos seres humanos estarían en esos instantes muriendo de hambre, escarbando las basuras en los estercoleros y la misma tierra, levantando las piedras en busca de algo que echarse a la boca. Por suerte las aves beben y calman su sed con el agua de la pila central, palomas, tórtolas, pájaros y hasta loros verdes. Antes abundaban los pericos y últimamente han desaparecido.
La Plaza del Charco está muy triste y sucia. Las Empresas que más disfrutan de ella explotando sus prósperos negocios, no se preocupan de asearla. Sinceramente, hay un evidente abandono en ese popular entorno, desidia inmerecida... Todos pensarán: ¡Que lo haga el Ayuntamiento! Y en realidad, lo que tendría que hacer nuestro Ayuntamiento portuense, es obligar a conservar “limpia” la zona que explotan. Al menos ese espacio. No hay quien coja una escoba, ni recoja un papel del suelo.
Qué distinta era antes, ¿dónde están los conciertos de música?.. Y como recuerdo al amigo Chano Miranda y su Banda, con qué entusiasmo interpretaban aquellas melodías… Y antes que ellos, otras varias Bandas de música, hicieron sus delicias.
Volviendo al aseo urbano, cualquiera se deprime caminando por nuestras calles, lo que se ve, aún habiendo buena voluntad por parte de nuestros gobernantes. Si los transeúntes no respetan por donde van y si colaboraran un poco más, la mala imagen que podamos hallar iba a ser menos dramática. El visitante que viene por un par de semanas no sabe la lucha que supone tenerlo todo en orden para agradarles, precisamente a ellos, los que más protestan. Por nuestras calles y en nuestras plazas pasean millones de turistas… Año tras año, sin tregua ni descanso. Veamos que se hace.
Perros paseándose ufanamente, a su aire y ensuciando por doquiera, eso sí. Es como quien tiene un fantástico coche y nunca lo asea, sólo esperando a ver si llueve…
Señores, vivimos en el aire. Nuestra principal fuente de trabajo es el Turismo, todo gira en torno a esa bendita alternancia. Aunque no sean hijos de Puerto de la Cruz, igual y por lógica, estamos obligados a adecentar con ilusión su maltrecha figura, la estampa de nuestros negocios, alegrar esos aburridos escaparates que en todo el año siempre dicen lo mismo, es necesario creatividad, iniciativas nuevas. Un oportuno maquillaje y se notaría el efecto positivo que iba a causar en nuestros visitantes. Aunque algunos de ellos, pocos pero sí algunos, sean unos verdaderos guarros, pero eso es inevitable en una gran ciudad conmospolita como es nuestro inimitable Puerto de la Cruz. Lo que sí es evitable es permitir que nuestros visitantes mañana digan en sus ciudades y pueblos de origen que esto es una… Lo digo pero no lo escribo, me duele mucho que lleguemos a esto, cuando siempre fuimos, por todas las excelencias exigibles, el primero y el mejor lugar y destino turístico compartido. Claro, cuando todos nos preocupábamos por ser los mejores y al precio que fuera; y nuestros sacrificios dieron sus frutos.
Si el Ayuntamiento se lo propusiera y obligara a los responsables del orden público a hacerse respetar y obligaran a cumplir las Ordenanzas correspondientes, simplemente que en su trabajo pongan el mismo celo que ponen cuando multan a los coches… ¡Otro gallos nos cantarían!
Casas abandonadas en lamentables aspectos, solares en ruinas, excrementos de animales bípedos y cuadrúpedos, chicles aplastados en las calles y aceras, indigentes buscando qué echarse a la boca, alumnos tirados en las calles en horas de clases a merced de la droga… Plazas donde los pequeños no tienen cabida, atestadas de animales sueltos…Pero eso no ocurre solamente en esta ciudad, hay que ver lo que ocurre allá afuera y de notoria repercusión también. Hagamos de nuestro Valle todo lo que podamos para que vuelva a ser el orgullo de nuestras Islas y podamos ofrecerlo como tal. Cada cual trabajando desde sus respectivas situaciones con el mismo afán y honestidad. Y aquellos que no lo quieran comprender hacerles ver que esto es de todos.
Ahora la Plaza está muy distinta, todo ha cambiado y uno mismo, que ya no tenemos las mismas ilusiones, ni las gentes son los mismos. Apenas hallamos personas conocidas, sólo turistas, por suerte para todos.
En los gruesos troncos de los hermosos Laureles de India, descubrí, y a simple vista, un corazón y un nombre de mujer esculpido en su vieja corteza. Deduzco que por las señales y la altura del grabado, esa amorosa señal se ha perpetuado con el tiempo y allí está, ya lejos del alcance de la mano agresiva del hombre, pues es difícil alcanzarle. Y me pregunto: ¿No sería yo el que lo hizo? Repasé el nombre de las amigas de entonces y no recuerdo que fuera de alguna de ellas. Lo cierto es que, más de sesenta años debe tener esa inscripción… Son detalles muy emotivos que evidentemente corroboran mis sensibles motivaciones. Ahora, siempre que paso por allí, por aquel árbol idealizado, testigo solitario de algún gran amor, en silencio le saludo y brindo por ellos y aquel bello nombre de mujer.
También me entretuve viendo a las personas mayores, inocentemente, echándoles migajas de alimentos a las aves que allí pululan, que aquel es su cuartel, y que tanto abundan y tanta hambre pasan. Por momentos y deseché el triste pensamiento, al pensar cuántos seres humanos estarían en esos instantes muriendo de hambre, escarbando las basuras en los estercoleros y la misma tierra, levantando las piedras en busca de algo que echarse a la boca. Por suerte las aves beben y calman su sed con el agua de la pila central, palomas, tórtolas, pájaros y hasta loros verdes. Antes abundaban los pericos y últimamente han desaparecido.
La Plaza del Charco está muy triste y sucia. Las Empresas que más disfrutan de ella explotando sus prósperos negocios, no se preocupan de asearla. Sinceramente, hay un evidente abandono en ese popular entorno, desidia inmerecida... Todos pensarán: ¡Que lo haga el Ayuntamiento! Y en realidad, lo que tendría que hacer nuestro Ayuntamiento portuense, es obligar a conservar “limpia” la zona que explotan. Al menos ese espacio. No hay quien coja una escoba, ni recoja un papel del suelo.
Qué distinta era antes, ¿dónde están los conciertos de música?.. Y como recuerdo al amigo Chano Miranda y su Banda, con qué entusiasmo interpretaban aquellas melodías… Y antes que ellos, otras varias Bandas de música, hicieron sus delicias.
Volviendo al aseo urbano, cualquiera se deprime caminando por nuestras calles, lo que se ve, aún habiendo buena voluntad por parte de nuestros gobernantes. Si los transeúntes no respetan por donde van y si colaboraran un poco más, la mala imagen que podamos hallar iba a ser menos dramática. El visitante que viene por un par de semanas no sabe la lucha que supone tenerlo todo en orden para agradarles, precisamente a ellos, los que más protestan. Por nuestras calles y en nuestras plazas pasean millones de turistas… Año tras año, sin tregua ni descanso. Veamos que se hace.
Perros paseándose ufanamente, a su aire y ensuciando por doquiera, eso sí. Es como quien tiene un fantástico coche y nunca lo asea, sólo esperando a ver si llueve…
Señores, vivimos en el aire. Nuestra principal fuente de trabajo es el Turismo, todo gira en torno a esa bendita alternancia. Aunque no sean hijos de Puerto de la Cruz, igual y por lógica, estamos obligados a adecentar con ilusión su maltrecha figura, la estampa de nuestros negocios, alegrar esos aburridos escaparates que en todo el año siempre dicen lo mismo, es necesario creatividad, iniciativas nuevas. Un oportuno maquillaje y se notaría el efecto positivo que iba a causar en nuestros visitantes. Aunque algunos de ellos, pocos pero sí algunos, sean unos verdaderos guarros, pero eso es inevitable en una gran ciudad conmospolita como es nuestro inimitable Puerto de la Cruz. Lo que sí es evitable es permitir que nuestros visitantes mañana digan en sus ciudades y pueblos de origen que esto es una… Lo digo pero no lo escribo, me duele mucho que lleguemos a esto, cuando siempre fuimos, por todas las excelencias exigibles, el primero y el mejor lugar y destino turístico compartido. Claro, cuando todos nos preocupábamos por ser los mejores y al precio que fuera; y nuestros sacrificios dieron sus frutos.
Si el Ayuntamiento se lo propusiera y obligara a los responsables del orden público a hacerse respetar y obligaran a cumplir las Ordenanzas correspondientes, simplemente que en su trabajo pongan el mismo celo que ponen cuando multan a los coches… ¡Otro gallos nos cantarían!
Casas abandonadas en lamentables aspectos, solares en ruinas, excrementos de animales bípedos y cuadrúpedos, chicles aplastados en las calles y aceras, indigentes buscando qué echarse a la boca, alumnos tirados en las calles en horas de clases a merced de la droga… Plazas donde los pequeños no tienen cabida, atestadas de animales sueltos…Pero eso no ocurre solamente en esta ciudad, hay que ver lo que ocurre allá afuera y de notoria repercusión también. Hagamos de nuestro Valle todo lo que podamos para que vuelva a ser el orgullo de nuestras Islas y podamos ofrecerlo como tal. Cada cual trabajando desde sus respectivas situaciones con el mismo afán y honestidad. Y aquellos que no lo quieran comprender hacerles ver que esto es de todos.
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