RUEGO A LA EMPRESA TITSA Y SUS GUAGUAS

PUERTO DE LA CRUZ – LA OROTAVA

Un muchacho de diez y siete años de edad se acercó a mí en la calle, creo que me conoce de algo y medio comprometido me saludó y me dijo que escribiera como suelo hacerlo, del problema del Servicio Urbano e Interurbano de las guaguas, respecto a la periferia de nuestros respectivos municipios, que estamos condenados a subir y a bajar para ir al Colegio, andando, haga frió o haga calor, llueva o truene, hasta dos y cuatro veces al día… Tan lejos nos queda la ciudad de Puerto de la Cruz, como ocurre también con la misma Orotava… Concretamente, vivir en la Urbanización El Durazno, para quienes no tengan medios de locomoción, es un fastidio. ¿Existe la posibilidad de poner un Servicio de circunvalación en ese concurridísimo lugar, donde tantas gentes de todas las edades habitan? ¿Un servicio que a la vez una los dos municipios prácticamente juntos?

Verdaderamente, tienen mucha lógica los razonamientos del mencionado muchacho, hijo de una familia de clase media, sin coche particular ni chofer que los lleve al destino que necesiten ir: Colegio, Centros de Salud y Seguridad Social, Farmacias, Supermercados, etc. Y, por qué no decirlo, a la misma playa, así como ir a resolver problemas burocráticos a los distintos Ayuntamientos, Juzgados, a la Iglesia y a cuantos lugares fuera necesario visitar o asistir.

Si señores, muy razonables los argumentos que me tramite. Máxime cuando mencionó las normales necesidades de los ancianos, cuando necesitan trasladarse por la razón que fuera.

¿Cómo voy a defraudar a ese muchacho negándole mi sana intervención en su favor y en el de tantos habitantes de esos aislados lugares, por lo visto desconocidos por Titsa, y nuestros respetables Ayuntamientos que debieran preocuparse de esos importantes detalles, dirigiéndose a la Compañía de las guaguas para que estudien la posibilidad de iniciar el asunto de las distintas rutas de dichos servicios por esos apartados lugares urbanizados?

Una vez escribí algo sobre el particular, no conseguí sensibilizarles, pero esta vez, por el bien de todos, deseo atiendan las inquietudes de ese muchacho que no sabemos hasta donde va a llegar si sigue tan aplicado e interesado en sus estudios y la mejor calidad de vida para sus convecinos; y ¿quién sabe que va a ser el día de mañana? Hay desprecios que no se olvidan, ni las buenas acciones. Piensen en ello.

Celestino González Herreros

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