15/6/12

CUANDO GERMINAN LAS SIMIENTES DE LA ESPERANZA

Me pregunto: ¿Qué van hacer “sus dueños” con tanta tierra fértil abandonada, arrasada audazmente con miras mercantilistas esperando a que alguien las compre para urbanizarlas? Como se suele decir: El tiro les salió por la culata… Ahora, ni agricultura, ni urbanizaciones. Ahí están que dan pena, secas y hambrientas de semillas, sin agua, ni manos que las cuiden. En ese lamentable estado llevan varios años; es que la Crisis se veía venir con pasos agigantados y a pesar de ello, sus egoístas dueños fueron tan incautos que ahora, ni una cosa ni la otra.

Y por favor, no me hablen de hambruna, ni que la cesta de la compra está insoportable, que todo está carísimo. Mas, sigo preguntándome: ¿Qué van hacer “sus dueños” con tanta tierra desasistida?.. Desde luego, nadie las va a comprar en muchos años. Casi toda la isla está desatendida, es tal la incuria, la negligencia, que les da igual el triste destino de la misma. Y que no se quejen a mi lado, que nadie se lamente… ¡Trabájenlas! ¡Doblen la cintura!... Y no me digan que no hay trabajo. Lo que no hay es ganas de trabajar.

Lleguen a algún acuerdo económico con los dueños de esos terrenos y háganlos producir, que se involucren los correspondientes gobiernos, que incentiven a los futuros campesinos; y los dueños de esos fructuosos suelos, si no los quieren ver producir, pónganles fuertes impuestos o que hagan lo que más les convengan, pero que actúen convenientemente a fin de sacarle algún provecho: comida abundante. La tierra siempre fue muy generosa cuando la han tratado con cariño y los mejores cuidados.

Hoy, por necesidad tuve que trasladarme a varios lugares del norte de Tenerife y es escalofriante ver como están todas abandonadas, tierras tan fértiles capaces de dar los mejores frutos y tubérculos, legumbres y todo lo que se siembre, es imperdonable verlas así, en ese triste estado. No cabe duda de que no hay interés por trabajar. Ellos dirán: ¡Que trabajen los viejos, como siempre lo han hecho, de sol a sol! Las nuevas generaciones quieren vivir bien, presumir de buen coche, de yates, de fincas veraniegas y, por supuesto, que trabajen otros para ellos. Pero se les acabó el cuento, los viejos, aunque precaria, por lo menos tienen una paga con que ir escapando… Lo triste es, que también, en la mayoría de los casos, tienen que darle de comer a sus hijos y sus nietos. Y no les digan que trabajen la tierra, se ofenderían, para ellos vale el ladrillo bien pagado o el turismo…

¡Que baje Dios y lo vea! A veces he pensado si esto de la Crisis es una enfermedad contagiosa donde se escudan para no dar golpe. De todas formas, es una lección que jamás debieran olvidar. Y, sólo estamos comenzando…

Celestino González Herreros

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