2/5/12

HOY LLEGAR A VIEJO NO RESULTA TAN HALAGUEÑO

Los seres humanos a quienes yo haya podido importarles acabarán llorando mi ausencia, como si me hubiera ido para siempre… Como si todo haya sido un soplo invisible sin retorno de la misma vida y no entendieran que nadie muere definitivamente, que sólo nos alejamos por determinados caminos y concluyente momento mientras el tiempo transcurre inexorablemente. Nada ni nadie muere para siempre, ni nada se desprende de nosotros mientras podamos recordar su paso por la vida, aquellos instantes que hayamos compartido juntos, aunque nos parezcan también fugases como las estrellas del firmamento al declinar, cada vez que les recordamos; oímos sus pasos, sus voces y hasta sentimos el calor y el roce emocionado cuando más se nos acercan; y se abrigan con nuestros brazos sigilosamente, sin pronunciar palabra alguna, pero si, dejándonos la sensación de jamás haber partido para siempre, como si no hubieran fenecido de verdad… Nuestro tiempo y nuestro amor será infinito, allá donde estemos nos seguiremos amando, juntos o separados

Creo estar oyendo las trompetas, violines, tambores y clarines, desgranando sus notas musicales sobre el paño pulcro de la armonía. Creo estar navegando mitológicamente sobre las aguas idealizadas del subconsciente e ir sorteando aquellos tropiezos bucólicos que quieran interceder mi rumbo… Si, voy soñando caminos que, al final de los mismos, alguna vez hallen el sublime resplandor de la verdad. Cada instante de la vida es una inevitable incógnita, no sabemos qué puede ocurrir en esos momentos cruciales, aparte de lo material. Buscamos el sosiego de la paz espiritual, esa magnífica sensación de nuestra callada tranquilidad interior, el silencio terrenal. Esa alegría frente al miedo que siempre quisimos ocultar y a nadie confesamos, sólo a Dios.

Los duendes de mi inspiración no dan tregua, dulcemente me acosan, quieren distraer mi atención cuando pienso en el final de los días, mis días… Evidentemente, llegar a viejo no resulta ser tan halagüeño. Llegaremos a ser un estorbo para todos. Entonces irnos juntos, pienso que sería un mágico golpe de suerte. ¿Cómo me voy a ir tranquilo dejándola a ella en esta confusa sociedad? Ni más buena, ni más mala, pero sí, deshumanizada, cuando a los padres y a los abuelos los confían a que allí se queden hasta que mueran. Mientras sus herederos –si hay algo que repartir- viven su vida. Trabajan ambos a la vez, fuera. Y los hijos de los hijos se educan en la calle… Por eso siempre digo que es más triste llegar a ser viejos, al menos en la actualidad. Antes era muy diferente, era lo más hermoso y conmovedor tener a los padres, a los abuelos, a los viejos amigos, cerca o entre nosotros. La figura de los ancianos siempre era respetada y se les cuidaba con esmero en todos los sentidos. Hoy dicen: Bastante vivieron. Ya estaba viejito… Ya no le aguantaba más. ¡Qué alivio, hizo bien Dios al llevárselo! Hasta en los hospitales, a veces se cansan de ellos.

Hoy llegar a viejo no siempre resulta halagüeño, lamentablemente.

Celestino González Herreros

http://www.celestinogh.blogspot.com

celestinogh@teleline.es

No hay comentarios: