ALEGRE CONCIERTO EL DE LOS MIRLOS
Uno de los motivos que más me distraen es el canto de los mirlos, también ahora donde estoy estacionado, en
Donde yo vivo hay una plaza pública cerca, a pocos metros de distancia y ni sospechar pueden, que antes del amanecer, cómo cantan… A veces me asomo a la ventana para contemplarles y admirar sus ceremoniosos discursos musicales y a verlos en la penumbra aún, saltar de rama en rama de los árboles. Llega uno a sensibilizarse sobremanera, luego seguir oyéndoles desde la cama, pareciera una de aquellas románticas serenatas que súbitamente quebraban el silencio de la noche, dedicadas a la novia amada como muestra de cariño. Costumbre esa ya desaparecida, será por imperativo del mismo progreso… Si no, por apatía y la deshumanización en la que estamos inmersos. A muchos les parecerá ridículo que me entretenga oyendo el confortable canto de los mirlos, o que recuerde aquellos tiempos pasados que no volverán, cuando los enamorados se decían sus cosas a través del mismo silencio, u oyendo una romántica serenata y la voz de su trovador queriendo decir un profundo y nostálgico te quiero…
A colación de aquellas ancestrales costumbres, la forma de enamorar dos personas de distintos sexos en la actualidad, por lo menos no es igual que antes, cuando se fabricaban las casas terreras con sus correspondientes ventanas y postigos. Ahora están por demás, sólo para que entre la luz, o que alguna señora mayor habitualmente asome a ver pasar las gentes. Hoy ya no se usa para enamorar, ella por dentro y él de pié bajo la ventana –sea alta, sea baja- aguantando agua, frío, viento o Sol, según las condiciones atmosféricas del momento. ¿Ahora, cómo se enamora? O es que ya nacen enamorados y sólo tienen que juntarse e ir de paseo… En verdad, los tiempos cambian.
Un elevado número de parejas ya ni van a
Celestino González Herreros
http://www.celestinogh.blogspot.com
celestinogh@teleline.es
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