15/3/12

LA SUTIL ESPIRITUALIDAD DEL HOMBRE ACTUAL

Cómo se arrastran a veces las palabras buscando su albedrío, cómo les cuesta llegar al desierto corazón que clama siempre comprensión…. El ser humano suele andar a la deriva, su continuación en ese discreto recorrido, desde que nace hasta que se extermina, es y siempre ha sido subjetivo: comenzamos y acabamos en soledad… Nadie se va al más allá satisfecho del todo, en determinadas situaciones felices puede ser, harto ninguno, ni pletórico de amor, de afectos compensatorios. Nos llevaremos tantos desconsuelos, sueños rotos, tantos fracasos. A veces, en vida, cuando lo hemos descubierto, el sentimiento que nos embarga es el mismo que debe estar sintiendo el sufrido mendigo errabundo que ha de morir sin alcanzar esa línea amorosa que tanto ayuda a vivir. Debe ser triste morir sin haber alcanzado aquello de sentirse arropado, sin el cruel frió de la soledad, antes de dejar para siempre, tanta belleza y amor por doquier.

Cuando las palabras hablan, cuando se oye su claro lenguaje, su clamor, ¡cómo armonizan entre sí! Y el mensaje abierto de su discurso, ¡cómo templa los sentidos; como si distribuyeran su corriente expresiva cuando hablan de amor! Pero el silencio, ¿qué nos dice el silencio cuando le interrogamos? ¿Por qué siempre calla?

El hombre, debe ser que está concebido para esperar siempre. Es posible que nos acostumbremos a ello. El hombre sin nuevas perspectivas es inconcebible que alcance llegar a satisfacerse plenamente, por que solo no alcanza otro objetivo que su propia soledad. Espera el claro incentivo de esa ayuda espiritual que no siempre entiende, pero que al final valora, al cabo de tanto esperar…

Es posible que todo valga en el terreno del amor, pero, ¿y el dolor sufrido de tantas decepciones, acaso compensa esa posible verdad?

Cuando hemos amado “fuertemente”, los recuerdos que quedan después de haber perdido todo aquello, ¿es posible que dichos sentimientos perduren mientras nos quede el delicioso sentido de la evocación y aliento?..

A veces he pensado y no creo estar equivocado, que cuando más temprano haya sido ese amor, más puro es, y que no se olvida, está constantemente atosigándonos, martillando nuestras sienes, apareciendo en nuestros sueños… Y, también he pensado que como entonces no cupo el sentimiento egoísta del deseo, aquello fue virginal y tan puro como el mismo aire que respirábamos. Éramos como querubines que se hallaran y juntos quisieran ir andando hasta que llegara el final del camino sin querer separarse...

La espiritualidad del hombre despierta cuando llama el amor intuitivamente y no sabemos cómo responder y si abrimos esa sellada puerta no sólo entra la luz, un soplo mágico del aire que nos envuelve y nos acaricia, que llega a posesionarnos y a reducirnos placidamente. Súbitamente sentimos que ha llegado el amor.

Celestino González Herreros

http://www.celestinogh.blogspot.com

celestinogh@teleline.es

No hay comentarios: