9/3/12

¡CÓMO PESAN LAS BALDOSAS!

Estuve escuchando al viejo,

de cómo pasan los años

y de cuántos desengaños...

Acercándose me dijo:

Que lo pasado no contaba,

lo almacenaba y más nada.

No hubo batalla ganada.

De eso si se lamentaba.

Mi viejo seguía hablando:

Oye, hijo, sé prudente,

quédate siempre pendiente

cuando me estés escuchando.

Y así, muy serio, decía

con desconsolada calma,

como si hablara su alma,

que a la muerte no temía.

Sus ojos tristes cerraron

con ademán de nostalgia

y mientras mis manos cogía

sus lágrimas desbordaron.

No está alegre su alma,

viendo que la luz se pierde,

que ya no aparece el verde

a través de la ventana...

Ya las flores de su jardín

casi no puede mirarlas,

y va a tener que dejarlas

por que se le acerca su fin.

¿Dónde se pueden ocultar

los recuerdos del pasado

de este viejo ya cansado?

¿Dónde los iba a sepultar?

Serenas tardes vividas

al calor de los amigos

en lugares ya perdidos

y veladas trasnochadas

Empequeñecen las cosas

que a través de la distancia

las veíamos con arrogancia

y parecían tan hermosas…

¡Cómo pesan las baldosas!

¡Cómo los años sentencian!

Mis ojos ya no presencian

aquellas queridas cosas...

Sé prudente - repetía -

no desafíes al Destino,

consérvalo, sigue el camino

con honor y valentía.

Y cuando llegues a viejo,

recuerda este gran día,

de cuantas cosas te decía.

¡No lo olvides nunca, hijo!

Que tengas la dicha de ver

y puedas mirar hacia atrás.

Hijo, que puedas ser capaz

de mis palabras comprender.

Te irás quedando muy lejos,

los caminos se terminan

cuando las fuerzas declinan

y vas perdiendo reflejos.

Mi voz se está apagando

ya va expirando la tarde

y la leña casi no arde,

mi cuerpo se está enfriando.

El enlutado cortejo

también se está preparando.

¡Qué sólo me estoy quedando!

¡Hijo, no llegues a viejo!

*****

Celestino González Herreros

http://www.celestinogh.blogspot.com

celestinogh@teleline.es

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